
A 5 días de las elecciones presidenciales bolivianas, según las últimas encuestas de Ipsos Ciesmori, el candidato del MAS, Eduardo del Castillo, alcanzaría el 3% (el mínimo para no perder la inscripción), y el de Autonomía Para Bolivia, Manfred Reyes Villa, tendría el 8,1%, mientras que el ex vicepresidente del dictador Hugo Banzer y candidato de Alianza Libre, Tuto Quiroga, y el magnate y candidato de Alianza Unidad, Doria Medina, estarían pasando a la segunda vuelta con el 21.5% y el 19,6%, respectivamente.
¿Cómo llegamos a esta crítica situación teniendo en cuenta que el MAS fue el partido más potente de la historia boliviana logrando la unidad de casi toda la izquierda, incluida la guevarista, trotskista, post marxista y que postulaba al indígena como el sujeto político revolucionario?
Para el periodista Fernando Molina, “…tomemos en cuenta que el sistema político boliviano es fuertemente caudillista. Se trata de una herencia muy antigua, precolombina primero y luego colonial… así, si el caudillo cae, la red entera pierde el poder. Se trata de una forma de organización populista, en el sentido de Ernesto Laclau: el nombre del caudillo es el significante que representa y articula las distintas demandas de los actores políticos… Entre 2006 y 2019, Evo Morales encarnó el modelo extractivista y redistribucioncita, el Estado grande…”, (La Autodestrucción del MAS boliviano, Nueva Sociedad, marzo-abril 2025).
Y en efecto, cuando se da el golpe de Estado de la “Nación Camba” con Jeaninne Añez y Fernando Camacho a la cabeza, todo este poder caudillista se derrumbó. Luego, el MAS regresa al poder trascendiendo al propio Evo (a pesar que Evo eligió a Arce y no al indígena Choquehuanca), ya que Arce ganó con el 55% de los votos. Pero los seguidores de Evo no habrían concebido perder poder y conllevaron a la confrontación, la misma que fue recibida con más confrontación conllevando a la implosión del MAS.
Por su lado, según el destacado analista, Pablo Stefanoni, “…al final, no fue la derecha, debilitada tras el gobierno de Añez y la derrota electoral del 2020, sino las confrontaciones en su interior – sumadas a la crisis económica – las que convirtieron al poderoso partido campesino, capaz de articular un bloque político indígena – popular tanto en las urnas como en las calles, en un espectro de sí mismo, atravesado por un marcado clima de descomposición política …”, (Nueva Sociedad, ¿Podrá Andrónico Rodríguez salvar a la izquierda boliviana?, mayo-junio 2025).
A esto habría que agregar que Arce logró no solo que la justicia proscribiera a Evo (cuestión que responde a una tendencia internacional con candidatos proscritos en Argentina, Perú, etc.), al no ser posible una reelección discontinua (después de dos mandatos), sino que se hizo de la sigla del MAS.
Actualmente, la inflación superó el 15%, duplicando la meta oficial del gobierno y la escasez de dólares, el desabastecimiento de combustible y el déficit fiscal han disparado los precios de los alimentos para la población. Esta crisis a la vez sería producto de los límites del nacionalismo burgués (incapaz para evitar la fuga de capitales, controlar la retención y especulación financiera de agroindustriales y mineros exportadores), y la falta de un plan de diversificación productiva.
En un reciente debate organizado por el diario Deber, Manfred, al parecer, para remontar su caída en las encuestas, planteó que de ser elegido presidente va a meter preso a Evo Morales, mientras que Andrónico, emplazó a Doria Medina a decir si va a privatizar las empresas o no, a lo que Doria, le respondió evadiendo la respuesta y denunciando que la empresa pública de San Buenaventura está en bancarrota. Tuto Quiroga, propuso reducir el estado (Ministerio de Justicia, etc.).
Según el connotado consultor político, Duran Barba, “…en Bolivia, no hay una opción política renovadora. Todos son políticos viejos. Andrónico es joven, pero tiene la mochila de 20 años del gobierno del MAS que hoy tiene una imagen de popularidad por debajo del 10%. El joven es viejo a la vez…”, (Deber, 15/07). Habría que señalar que la tendencia a gobiernos de derecha hoy es más marcada que en años anteriores y que respondería al fracaso de los gobiernos “progresistas” como el de Alberto Fernández en Argentina o Lenin Moreno en Ecuador.
Además, el voto residual (blancos, nulos e indecisos) sumaría el 34,1% (mucho mayor al apoyo de cualquier candidato) y Evo Morales decidió hacer campaña por el voto nulo con el fin de deslegitimar el resultado de las elecciones. “No vamos a doblegarnos a las derechas (…) el nulo no solo es el rechazo a la proscripción (de Morales) sino también la defensa de las grandes mayorías, empobrecidas por este Gobierno”, declaró la concejal evista Wilma Alanoca (Infobae, 31/08).
Así las cosas, la implosión del MAS está siendo aprovechada por las variantes de derecha que plantean Retornar a la República, que no sería por la vía de una Constituyente sino por medio de reformas constitucionales como en Perú (para la cual tendrán que hilar fino ya que podrían haber más de 6 bancadas parlamentarias). Una República que, para algunos analistas, tiene como agenda la represión popular para poder imponer el nuevo ciclo político neoliberal que plantea el barón del cemento, Doria Medina, y quien tiene como aliados al magnate boliviano estadounidense Marcelo Claure, así como al prisionero por golpista, Fernando Camacho.
César Zelada. Director de la revista La Abeja obrera. Escritor y columnista en varios medios de prensa popular.