Lenta pero sostenidamente México se está convirtiendo en un país de ancianos. Nada nuevo bajo el sol. Así ha pasado y está sucediendo en todo el planeta. Japón, Europa y Norteamérica son claros ejemplos. Cada día que pasa crece la esperanza de vida al nacer.
Ya es más o menos común saber de personas que rebasan los 80 años. Y no son pocos los que rondan los 90. En México, según sabemos, existen algo más de 12 millones de ancianos, también llamadas personas de la tercera edad, es decir, de más de 65 años.
¿Y cómo sabemos esto? Entre otras fuentes socio-demográficas, que suelen ser materia de especialistas, lo sabemos porque a 12 millones de individuos asciende el padrón de beneficiarios del programa de apoyos económicos en efectivo conocido como programa de bienestar para los adultos mayores.
En este tema no cabe la cifra negra. Cualquier persona del campo o la ciudad que haya cumplido 65 años tiene derecho a recibir y recibe físicamente, sin contraprestación alguna, ese apoyo que en estos momentos asciende a 3 mil pesos mensuales.
Y esto, independientemente de que el anciano disfrute de cualquier otro tipo de pensión por retiro, edad avanzada o invalidez. Y también independientemente de que esa persona tenga ahorros o propiedades.
Estos datos son de la mayor importancia económica y social, porque la ancianidad es una etapa existencial muy frágil, muy vulnerable. Esa edad hace a la persona susceptible de maltrato, abusos y engaños. En casa y fuera de ella.
El anciano lleva en las canas, las arrugas, el andar lento, la confusión mental, las manos temblorosas, las insuficiencias o deficiencias visuales y auditivas, la desmemoria y la frecuente desorientación, las señales de su condición de alta vulnerabilidad, de potencial víctima del agandalle de los otros.
Y es bastante claro que el anciano que cuenta con cierta independencia económica, como la que le da el aludido programa de bienestar de la Cuarta Transformación en curso, es menos susceptible al agandalle.
Una isla de paz y tranquilidad en medio de un mar de incertidumbre. Con la salud y la educación universales y gratuitas, el programa de bienestar para los adultos mayores (más otros programas vigentes de parecida índole), en México va creciendo y consolidándose el célebre, pero casi siempre distante Estado de Bienestar, obra cumbre del pensamiento y del desarrollo humano.
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