1. López Obrador y Morena no son de izquierda, de acuerdo a los «cánones» del marxismo tradicional, pero por sus discursos, consignas y algunos hechos puede calificarse de «Centro izquierda» porque no acepta la lucha de clases, es decir, la existencia de una clase explotadora y opresora que, dominando y gobernando, ha sometido al pueblo […]
1. López Obrador y Morena no son de izquierda, de acuerdo a los «cánones» del marxismo tradicional, pero por sus discursos, consignas y algunos hechos puede calificarse de «Centro izquierda» porque no acepta la lucha de clases, es decir, la existencia de una clase explotadora y opresora que, dominando y gobernando, ha sometido al pueblo durante siglos; además AMLO sólo reconoce la vía electoral y pacífica -aunque tarde siglos- para cambiar el país. Hasta ahora -a 28 días de asumir la Presidencia- ha demostrado estar contra los partidos políticos que han gobernado en país, pero hay que esperar porque de un día a otro o semana a otra, las cosas pueden cambiar.
2. El problema es que en México la izquierda desapareció desde 1977 cuando la burguesía política le despertó su oportunismo ofreciéndole cargos, dinero, TV, subsidios; la izquierda -que apoyaba huelgas, salía a las calles, combatía los procesos electorales, las diputaciones, senadurías, gubernaturas, comisiones y subsidios- se hizo «realista» y le entró a todo enterrando los principios ideológicos. Los debates en la UNAM, en los centros de educación superior en los que participaban maoístas, trotskistas, espartacos, anarquistas, guevaristas, se habían intensificado, sobre todo después del golpe a los electricistas del STERM y huelgas como la de SPICER y de Cuernavaca.
3. No olvido a decenas de amigos y conocidos que se transformaron en flamantes diputados mientras a nosotros -ya una minoría izquierdista- nos acusaban de sectarios y ultras. Así entramos a los ochenta -la década de Reagan, Bush, la Thatcher y Juan Pablo II, así como el total derrumbe de la URSS- y los 30 años de neoliberalismo. Pero también aparecería el levantamiento del EZLN en México, los gobiernos de Chávez, Morales, Correa, Lula, los Kirchner en Latinoamérica, como contrapeso al imperio. La izquierda en México, en vez de radicalizarse, fue derrotada por la clase dominante y transformada en una izquierda dócil que aprendió a acomodarse a las oportunidades que ofrecía el Estado.
4. En este contexto político surge en México el lópezobradorismo y el partido-movimiento Morena que ha sido combatido con saña por los empresarios y la derecha política integrada por el PRI, PAN, PRD. Después de sufrir dos grandes fraudes electorales en 1006 y 2012, este año de 2018 obtuvo un abrumador triunfo electoral y ha obtenido la Presidencia. Lleva 29 días en el gobierno y ha iniciado una gran obra de transformación, pero aún no consolida nada. Señala el antropólogo y activista ligado al zapatismo López y Rivas el diario La Jornada de hoy que «se requiere analizar las bases que sustentan la Cuarta Transformación, que no deja ver con claridad su estrategia programática ni legislativa.
5. Escribe López y Rivas que «el combate a la corrupción, sin una ruptura con el modelo desarrollista, no sienta las bases para un cambio de las dimensiones históricas de la Independencia nacional, la Reforma y la Revolución de 1910. Negar la vigencia de la lucha de clases en México, situarse como árbitro supremo de los conflictos sociales y pretender mutar el Estado en un aparato redistributivo clientelar, no significan una transición histórica de la República, ni mucho menos un cambio de época. Lo que sucede es que se repite el mismo sectarismo que ha adoptado el EZLN pensando en que los marxistas han tomado el poder en vez de apoyar todo el combate a la derecha y luchar contra las tonteras de AMLO.
6. Pienso que López y Rivas hace una buena enumeración de las principales demandas de AMLO, que -como dice- se requiere analizar las bases que sustentan la «Cuarta transformación» para presionar a radicalizar el lópezobradorismo hacia reformas en beneficio de la mayoría de la población, pero hay que cuidarse de no caer en posiciones sectarias que ayuden a que la burguesía recupere su dominio total. Yo estoy por el apoyo total a todas las luchas contra el capitalismo, pero hay que evitar las posiciones sectarias que nos aíslen del movimiento social. Estoy de acuerdo que estamos, siempre hemos estado en tiempos de canallas; así será mientras no logremos destruir y enterrar el capitalismo.
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