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El retorno de la práctica del control obrero en Argentina y sus perspectivas

«¡Tocan a una, tocan a todas!»

Fuentes: Punto Final

 «¡Tocan a una, tocan a todas!»: el lema de las empresas argentinas tomadas y ocupadas no representa una mera consigna propagandística utópica, pero si la puesta en practica de la solidaridad obrera y popular en el contexto de una nueva ola de lucha de clases que caracteriza la América Latina de hoy en día. Esta […]

 «¡Tocan a una, tocan a todas!»: el lema de las empresas argentinas tomadas y ocupadas no representa una mera consigna propagandística utópica, pero si la puesta en practica de la solidaridad obrera y popular en el contexto de una nueva ola de lucha de clases que caracteriza la América Latina de hoy en día. Esta frase, que podría parecer tan inocente, simboliza el resurgimiento de un fantasma que unos habían, felices y contentos, enterrado apresuradamente: el del control obrero y de la gestión de la economía por los mismos trabajadores. De nuevo, se esta hablando de democracia económica, de la construcción de consejos obreros y sus potencialidades como herramientas de superación de la crisis permanente del capitalismo neoliberal, mas aun cuando fracciones significativas de los movimientos sociales internacionales proclaman «otro mundo es posible». Es por eso que debemos dar toda su importancia a lo que esta ocurriendo actualmente en mas de 120 fabricas que se encuentran empleando a mas de 12 000 trabajadores(1). ¿Por que? Porque como lo afirmaba hace poco Hebe de Bonafini, la presidente de las Madres de la Plaza de Mayo, a cerca de la empresa de cerámica Zanon, que funciona bajo control obrero desde ya mas de ocho meses: «Lo vivimos como un gran ejemplo para la humanidad: que obreros del sur del país, después que quisieron cerrarle su fabrica, hayan dicho nos quedamos, la ocupamos y la están haciendo funcionar, nos tiene que llenar de orgullo. Revolución no es salir a tirar tiros, sino esto: es tomar una fabrica, es tomar una tierra, es ponerla a trabajar»(2).

Aquí en Chile se ha dado muy poca importancia a hechos de tal magnitud que están transcurriendo en el país hermano, cuando en otras partes del mundo, más lejanas, se están organizando colectivos de apoyo a las empresas tomadas, foros de discusiones, envio de delegaciones internacionales y de grupos periodistas destacados. ¿Será que Chile como fiel alumno del FMI y líder en la firma de acuerdos de «libre comercio» leoninos, prefiere mirar hacia el norte que a los pueblos vecinos? Lo seguro es que hasta ahora, el hecho del control total de los medios de comunicaciones por parte de una fracción limitada de la oligarquía, pocos son los espacios que han permitido informar al ciudadano y sobre todo al trabajador chileno sobre estos acontecimientos de primera importancia; son pocas las personas que han tenido una tribuna al respecto, sin correr el riesgo de aparecer como iluminado o un farsante frente al mar de las propagandas comerciales y las historietas de la geisha chilena. Y, por supuesto que no será un articulo o una charla lo que cambiara el fondo del problema. Por sobre esto, tenemos que solidarizar con el proceso argentino; tratando, como primer paso, de difundir el ejemplo de lucha y organización que nos están dando estos obreros que defienden su fuente de trabajo contra los desalojos, de estos desocupados que ponen en marcha planta abandonadas, de estos piqueteros que se auto-organizan para dar que comer a sus hijos, de estas abuelas que gritan que la juventud pasa solamente cuando se abandona la esperanza de la posibilidad de la construcción de sociedades realmente democráticas. Pero, vamos al grano: cual es esta experiencia de las fabricas tomadas y como se desarrolla. Contestar a tal interrogante va mucho mas allá de las posibilidades de estas líneas, sobre todo cuando existen ya centenares de paginas escritas sobre el asunto, estudios científicos, artículos de prensa que solo esperen una difusión más amplia, sobre todo en los sectores populares(3).

En consecuencia trataremos aquí de dar solamente algunos rasgos centrales de tal fenómeno, como sus proyecciones hacia el futuro.

Como ya se sabe, Argentina constituye un eslabón débil de la estrategia imperialista en el subcontinente, pues los centros del capitalismo internacional y sus aliados locales no fueron capaces de contener, a pesar de la represión, la formidable movilización social que vive el país desde el Argentinazo, ni la grave descomposición económica y social sistémica que la desencadeno, como producto de las políticas implementadas en la ultima dictadura militar y acentuadas en la era menemista (1989- 99) con el apoyo del Fondo Monetario Internacional. Las movilizaciones del 19 y 20 de este mes de diciembre fueron la ocasión de recordarnos que hace un año, una parte importante del pueblo argentino se levantó para decir ¡basta!, con servir de carne de cañon para los intereses del capital y que «se vayan todos» sus representantes de las burocracias políticas y cúpulas sindicales. La crisis económica produjo un crecimiento exponencial del desempleo, despidos masivos, fugas de capitales por parte de la gran burguesía, cierre en cadena de industrias y en muchos casos, políticas concientes de parte de los propietarios de «vaciar» empresas económicamente viables, en búsqueda de sectores con mayor rentabilidad (sector financiero, inmobiliario) y con menor riesgo de «turbulencia social». Eso significa que los dueños se negaban a pagar los sueldos o los reducían drásticamente sin previo aviso, significa también falsificación de contabilidad para invocar la posibilidad de la quiebra, desmantelamiento parcial o total de la maquinaria, uso de facturación falsa en fin de sacar, sin control ninguno, una parte del capital disponible de la empresa, etc.(4). En otras palabras, la raíz de la movilización obrera a favor de la toma y ocupación permanente de las fabricas se origina a partir de una necesidad de sobrevivencia y defensa de la fuente de trabajo, en un contexto de crisis económica y fuerte presión del desempleo sobre los asalariados. Así este movimiento, no es otra cosa que la acción colectiva de trabajadores desesperados, negándose a sobrevivir con una incipiente indemnización estatal de $150 y caer así en la miseria que vive hoy día mas de la mitad de la población argentina. Raul Godoy, dirigente sindical de Zanon, explicaba a la prensa en febrero 2002 porque habían decidido anticipar la reconexión del gas para realizar la cocción de los cerámicos, antes de la decisión judicial sobre el fallo de lock out de esta planta. Según él, el motivo de esta decisión era tan sencillo y duro como las tripas que suenan de no tener nada que comer: «! No podemos esperar a que nos estemos muriendo de hambre!»(5).

Este carácter «espontáneo» de las repuestas obreras es, por supuesto, mas o menos importante según el nivel previo de politización de las trabajadores y de la presencia de militantes en sus filas. Tomando el caso de la empresa textil Brukman, que visitamos hace pocas semanas antes, es evidente que no había aquí un fuerte trabajo político previo, ni tampoco una lucha sindical con el fin de echar afuera a los dirigentes amarillos (como paso por ejemplo en Zanon). Como nos lo explicaba Yuri Fernández, uno de los delegados de Brukman, los asalariados fueron sometidos constantemente a maltrato y represión patronal, como a la posición «entreguista» de su sindicato. Este ultimo apoyó descaradamente el pedido de quiebra de la dirección y siempre se opuso a la toma.

A pesar de las diferencias, los puntos comunes del conjunto de las empresas ocupadas es el de una toma de conciencia clasista por parte de los trabajadores desde su misma vivencia. Porque, el hecho de que la mayoría de las tomas se produjesen no como un acto ofensivo planificado, no quiere decir que no tengan trascendencia política. Pues al contrario, como lo señala acertadamente una investigadora, «Ocupar una fabrica y ponerla a producir no es una opción entre otras, supone un fuerte compromiso, tanto individual como colectivo, con la lucha, puesto que no podemos ignorar que ataca uno de los principios rectores de las sociedades capitalistas: el derecho de la propiedad privada»(6).

Poner a mas de 120 empresas a producir bajo autogestión representa un desafío enorme y multidimensional. Primero, en términos económicos generales, cuando la gran mayoría de estas empresas no corresponden a sectores modernos o de la gran industria, sino más bien a sectores débiles del capital(7). Tenemos allí un limite importante del movimiento, que hasta no lograr su integración en un sistema de planificación global, se encuentra en una posición muy frágil, bajo las presiones y lógicas del mercado nacional e internacional. Segundo, en términos de organización del trabajo, de funcionamiento, democracia interna y estatutos. De hecho, una vez ocupado el lugar de trabajo donde, desde años y decenas de años, tenían la costumbre o más bien la obligación de ser mandados desde arriba sin ningún derecho a palabra, se abre una nueva realidad a los trabajadores para discutir, compartir y decidir; se destruye así la verticalidad del funcionamiento de la empresa para implementar una toma de decisión colectiva; se crea una experiencia de auto educación permanente y un redescubrimiento de sus compañeros como de si mismo. Eso, Celia Martinez, obrera de Brukman, nos lo explicaba nítidamente, los ojos lleno de lagrimas, al mismo tiempo que seguía limpiando el tercer piso de Brukman: su vida ha cambiado para siempre y cualquiera sea el futuro de esta empresa, ella con sus compañeros acaban de demostrar que son capaces de manejar la empresa sin patrón, de decidir las compras y ventas, buscar clientes, mejorar la producción, mantener la contabilidad y las maquinas, solidarizarse con las luchas en curso y tener una visión de país. Desde un principio, tanto Brukman como Zanon comenzaron a proceder de forma asamblearía, vía la elección de diversas comisiones con delegados temporarios y un salario único para todos. Estas dos empresas reclaman la estatización bajo control obrero(8), demostrando también su viabilidad económica. Zanon por ejemplo (20% del mercado nacional) logro integrar a una parte de los desocupados de la provincia de Neuquen; puso en marcha un convenio con indígenas mapuches quienes les dan la tierra (base de las cerámicas producidas); mantiene sueldos de $800 pagados a 270 personas… A principios de octubre del 2002 se estimaba que las ganancias generadas por la empresa tomada había permitido pagar $648 000 en sueldos, $75 000 en gas y otros $100 000 en insumos básicos(9). Hasta el momento, los canales de comercialización se han mantenido en la precariedad (esencialmente en la puerta de la empresa), a pesar del apoyo de asambleas barriales de Buenos Aires.

Pero si bien Zanon y Brukman son las más simbólicas, no son las únicas: Grissinopoli, Panificación Cinco, La Baskonia, Yagané, Renacer, El ingenio la Esperanza, Palmar, Roby y muchas otras son parte del mismo fenómeno. No obstante, en la mayoría de estas no se ha optado por la lucha de la estatización bajo control obrero, pero si por el tramposo camino de las cooperativas. ¿Porque tramposo? Las cooperativas, alentadas por sectores de la iglesia católica, de la burocracia sindical y partidos de centro izquierda, son reconocidas al nivel legal. La conformación de este tipo de sociedades obliga a los trabajadores a reconocer la deuda patronal (por ejemplo, en el caso de Yaguané, los asalariados se hicieron cargos de una deuda de mas de 80 millones de dólares). Además, la organización a dentro de la empresa cooperativista repite varias formas de la empresa capitalista, concentrando en las manos del consejo de administración las tareas de gestión, mientras la gran mayoría se ve marginada de las decisiones importantes. Aisladas las unas de las otras y apremiadas por el peso de las deudas, las experiencias de las cooperativas tienden a transformar a estas en pequeñas islas en medio de la competencia del mercado, donde los trabajadores terminan auto-explotándose (en la Baskonia, los trabajadores tuvieron así que trabajar durante meses sin cobrar ni un peso)(10). Si bien no se puede negar su valor simbólico, tales organizaciones impiden el real control obrero de la producción y la unificación de los trabajadores mas allá del propio ámbito de la fabrica.

Aquí tenemos una tercera dimensión del movimiento: la del proyecto político y la coordinación de estas empresas. Sobre este asunto fundamental cabe mencionar que se fomentaron, desde los inicios, lazos entre las diversas fabricas tomadas y sectores universitarios o técnicos que asesoran a los obreros (como profesionales de la facultad de economía de la Universidad de Buenos Aires). Por otra parte, se realizo la puesta en marcha de una coordinadora que nació a partir del Encuentro de Fabricas Ocupadas, realizado el 13 de abril pasado, al frente de Brukman y que culmino con la formación de la Comisión de Solidaridad Con Las Fabricas Ocupadas, el mes pasado, junto a las madres de la plaza de mayo(11). Este tipo de organización permite acentuar las redes de apoyo que nacieron de manera casi «natural» cuando los trabajadores se tomaron las empresas y salieron a las calles con el fin de hacer conocer su conflicto a la población cercana y a la prensa. Su eficacia se demostró ya varias veces ante las múltiples tentativas de represión y desalojo que ha sufrido este movimiento (el ultimo fue el de Brukman hace pocas semanas). También hay que rescatar el trabajo de edición del periódico obrero, Nuestra Lucha desde las bases , que sirve de herramienta de difusión informativa y coordinación. Este tipo de alianza incluye además las actividades de varios movimientos y partidos políticos de izquierda (como la izquierda trotskista o la Coriente Clasista y Combativa-CCC).

Como de costumbre en este tipo de experiencia, no faltan los políticos oportunistas quien intentan asaltar la autonomía del movimiento o encauzarlo en una perspectiva engañosa de una supuesta «defensa de la industria nacional». Es el caso del gobernador bonaerense Felipe Sola, de miembros del gabinete nacional y de dirigentes de la CGT y CTA quienes trataron de acercarse al movimiento de empresas recuperadas, vía la CCC. No es casualidad, que en este tipo de encuentro, organizado con el «generoso» auspicio de la mayor organización patronal del país, la Unión Industrial Argentina, las únicas salidas planteadas a las tomas o quiebre de empresas sean las de las cooperativas(12). Si la burguesía puede soportar y hasta institucionalizar unas cooperativas en sectores menores de la economía, no puede aceptar, sin ver sus intereses en grave peligro, la perspectiva de un movimiento nacional de estatización bajo gestión obrera. Hay que recordar que el 24 de agosto pasado mas de 1000 trabajadores y delegados de fabricas proclamaban el control obrero como única solución a la crisis argentina en un evento nacional.

La clave, para que esta experiencia riquísima se convierta en una fuerza posible de cambio social, es priorizar la unidad de los trabajadores de las empresas tomadas con los otros sectores asalariados y también con el gran potencial explosivo que representa el movimiento de desocupados. Existen mas de 100 000 desocupados organizados y entre 5 y 6 millones de trabajadores sin empleo o subempleados que esperan una perspectiva concreta para ponerse en acción. Zanon demostró que si la industria funcionase a pleno, podría dar empleo a 800 trabajadores (es decir 500 desocupados integrados en esta sola empresa)(13). A pesar de ciertas limitaciones programáticas, es en parte esto lo que explica el «plan Prometeo», escrito por economistas de izquierda, como proyecto de emergencia para salir del genocidio social en curso en Argentina: se necesita la implementación de formas de gestión democráticas de las empresas por sus propios trabajadores, articulado con un plan productivo apuntando a recuperar los niveles de actividad económica(14).

La historia nunca retrocede, pero si, puede darse unas vueltas y hasta hundirse en pozos horrorosos como el del terrorismo de estado o el populismo. Con el fin de evitar que se vuelvan a sembrar ilusiones sobre las capacidades del capitalismo de renovarse y superar sus propias crisis vía reformas superficiales, hay que escuchar el grito de estos obreros que ocuparon sus fabricas. Los limites de la magnitud del movimiento, que por el momento se mantiene marginal, no puede borrar el hecho de su significación, y eso al nivel mundial, como propuesta concreta de construcción de «otro socialismo», no el burocrático autoritario pero sí el democrático autogestionario. Cuando se mueren niños de hambre en Tucumán, debemos defender, mas allá de las fronteras, las luchas que da actualmente el pueblo argentino. Es por eso que seamos de esta parte del mundo o de otras latitudes, cuando tocan a unas de estas empresas tomadas, nos atacan a todos nosotros, en nuestra humanidad y búsqueda de un futuro mejor…

 


El control obrero y la Autogestión: un espectro que recorre América Latina

Desde sus inicios, el movimiento obrero internacional ha estado marcado por la tendencia autoorganizaciónal de los trabajadores en tiempos de crisis económica y social o de polarización política. En Argentina, en la década del 70, cuando el desempleo era mucho más bajo y los cierres de empresas escasos, hubo varios casos de control obrero de la producción. Entre ellos, la planta General Motors de Barracas, Astilleros Astarsa y Petroquímica Sudamericana. Unas de las más ricas experiencias de este tipo ocurrió en 1974 en la empresa petroquímica PASA, ubicada en Rosario(15). Entre otras cosas, estos obreros químicos demostraron la posibilidad de producción y cuidado del medio ambiente, tema de total vigencia en la actualidad.

Son varias las experiencias históricas de autogestión en América del Sur(16). En Bolivia, donde los mineros, tras la revolución de 1952, defendieron sus derechos a la gestión de la mina y que condujo al surgimiento de la Asamblea Popular Nacional, en 1970. En Perú que experimentó, vía una seudo revolución dirigida desde arriba por el general Velasco Alvarado, un proceso de participación de los trabajadores en las empresas nacionalizadas. En Chile, con la instalación del Área Social de Producción y el proyecto de participación de los trabajadores, bajo el gobierno de Salvador Allende. Este programa impulsado por la Unidad Popular y el aparato sindical de la CUT se fue radicalizando bajo la presión de los propios trabajadores como de la acción de las clases dominantes, hasta sobrepasar el programa de la UP y construir los «Cordones Industriales», producto de una ola de toma de empresas. Los Cordones Industriales se oponían al boicot patronal, defendían las plantas de los ataques de grupos fascistas, mejoraban las condiciones sociales de trabajo, trataron de coordinar los asalariados desde las bases y de prepararse en vista de la defensa del movimiento revolucionario.

Es cierto que a todos estos casos históricos se puede (y se debe) oponer sus propias limitaciones: la de Perú estaba hecha «desde arriba» por militares lo que impidió su desarrollo; en Bolivia los mineros no supieron unirse al movimiento campesino, ni como en Chile, pasar de un poder local a un poder nacional o organizar su autodefensa; en Chile, el movimiento estaba atado al mito de la «vía chilena» y de que las instituciones estatales podrían modificarse sin entrar en contradicción fundamental con el poder popular.

Todas esas experiencias son lecciones históricas esenciales que nos pueden ayudar a entender mejor los desafíos que espera al movimiento de control de obrero en Argentina.


Notas

1- Sociólogos como el norteamericano James Petras hablan de alrededor de 200 empresas controladas por sus obreros.

2- En Elio Brat, «Un pañuelo de las madres se quedo en Zanon», Pagina/12, 20/10/02.

3- En este sentido es de gran interés consultar las revistas electrónicas alternativas www.rebelion.org/argentina.htm y www.indimedia.org y más aun utilizar este material en vista de discutirlos en los sindicatos, juntas de vecinos, talleres poblacionales de educación popular, preuniversitarios…

4- V. Picchetti, «Fabricas tomadas, fabricas de esperanzas. Las experiencias de Zanon y Brukman», Produciendo realidad. Las empresas Comunitarias, pp. 11-23, Ed. Topia-La Maza, 2002, B. Aires.

5- Diario La Mañana del Sur, el 22/2/02.

6- V. Picchetti, Op. Cit., pp. 13.

7- O. Martinez, F. Vocos, » Las empresas recuperadas por los trabajadores y el movimiento obrero «, Produciendo realidad. Las empresas Comunitarias, pp. 77-85, Ed.

Topia-La Maza, 2002, B. Aires.

8- Ver por ejemplo: «Proyecto de Estatización bajo control obrero de los trabajadores de Cerámica Zanon», Nuestra lucha desde las bases, N°5, el 08/11/2002.

9- «Ceramistas le dan trabajo a desocupados», Diario La Mañana del Sur, el 07/08/02.

10- R. Werner, F. Aguirre, «Ocupación, Control obrero y Cooperativas», LVO, N°102 en http://www.rebelion.org/sociales/aguirre300502.htm

11- » Comisión nacional de solidaridad con las fabricas ocupadas «, Nuestra lucha desde las bases, N°5, el 08/11/2002.

12- » El encuentro del Movimiento Nacional de Empresas Tomadas «, Nuestra lucha desde las bases, N°5, el 08/11/2002.

13- E. Brat, » La ocupación y puesta en marcha de Zanon «, Pagina/12, 10/10/02.

14- EDI, » Propuestas socialistas para superar la crisis nacional «, coedición Herramienta-Periferias-Cuadernos del Sur, julio 2002, B. Aires.

15- «Brukman y Zanon son los ejemplos mas difundidos pero no los únicos», Pagina/12, 17/06/02.

16- J. Petras, H. Veltmeyer, «Autogestión de trabajadores en una perspectiva histórica», Produciendo realidad. Las empresas comunitarias, pp. 53-62, Ed. Topia – La Maza, Buenos Aires, 2002.