Biólogo, máster y curso de doctorado en inmunología, doctorado en muerte celular, postdoctoral en Inmunología y metabolismo, y segundo postdoctoral en cáncer. Desde hace algo más de tres años lleva la plataforma de divulgación científica Ciencia mundana.
Buenos días, vuelvo a abusar de tu generosidad. Fecho la entrevista: 31 de mayo de 2020.
Frank Snowden, profesor emérito de Historia de la Medicina de la Universidad de Yale, especialista en la historia de las epidemias (del cólera y la malaria en la historia italiana; su ultimo libro Epidemics and Society: from the Black Death to the Present, Yale University Press, 2019) señalaba en una entrevista reciente de Stella Levantesi para Il Manifesto global que el SARS-CoV-2 “explota las vulnerabilidades que hemos creado». ¿Qué vulnerabilidades hemos creado los seres humanos desde tu punto de vista de inmunólogo? ¿Eran inevitables?
Imaginemos una lluvia torrencial que cae en un valle frondoso o en una ladera pelada, sin árboles. En el primer caso, el agua caerá suavemente formando miles de surcos, riachuelos y tendrá tiempo de ser absorbida por el terreno. En el segundo caso, toda esa agua con su potencia encontrará pocas vías, muy caudalosas y con una gran potencia destructora.
Si pensamos en un ente como un virus, podemos aplicar la misma lógica. Hemos “deforestado” las especies. La pérdida de biodiversidad facilita la expansión del virus si pensamos en cada especie como un riachuelo. Cuantos menos riachuelos, más destructor será el torrente.
Si además facilitamos su fluir quitándole todas las barreras físicas, o sea, montamos al virus en miles de vuelos intercontinentales su capacidad de destrucción será rapidísima. A eso se refiere Snowden con la globalización. Podemos también añadir muchísimos facilitadores: homogeneidad genética en los animales de granja, separación de la reproducción del engorde, cada vez más animales juntos, cada vez tenemos menos y peor sanidad y salud pública, y un largo etcétera.
La inevitabilidad depende de la coyuntura. Snowden también habla del dogma del crecimiento económico. O sea, es inevitable en el actual paradigma capitalista. En otros donde se viviera acorde con los límites del planeta, no viajaríamos tanto y no se hubiera expandido tan rápidamente.
A propósito del “ensayo estrella” de Mitjà y Clotet sobre el coronavirus han salido informaciones estos últimos días en la prensa. ¿De qué iba ese ensayo estrella? ¿Se han conseguido resultados satisfactorios? Salvo error por mi parte, la hidroxicloroquina estaba relacionada con esta línea de investigación. Dijeron, además, que habían despertado el interés de la Fundación Bill y Melinda Gates (El mismo Mitjà corroboró en una comparecencia de prensa que esta fundación “ha ofrecido su apoyo desde un punto de vista económico”, pero, según parece, la fundación del magnate y su esposa ha negado esa ayuda).
Ya hemos hablado en estos intercambios de la dichosa cloroquina.
Lo de que se sigan financiando proyectos para estudiar la cloroquina es algo que a mí me cuesta mucho entender. El Instituto de Salud Carlos III ha financiado diversos proyectos, por un total de 24 millones de €, tres o cuatro de ellos para ensayos con la cloroquina, uno hasta para experimentar en ancianos. De verdad, demencial: “Prevención de infección por COVID-19 mediante administración de hidroxicloroquina en mayores institucionalizados y personal asistencial de residencias. Ensayo clínico controlado, abierto y aleatorizado escalonado (stepped-wedge) por clusters”.
Eso se está financiando con dinero público.
Sin embargo, ese fármaco es un gran fiasco (para la covid-19, claro). Se suceden los estudios, este en un reportaje, aquí una publicación original de The Lancet, en los que queda claro que es un fármaco que no solo no reduce la mortalidad en COVID-19, ¡sino que parece aumentarla! Pero como estamos viendo, las cosas no son tan sencillas porque ese estudio de The Lancet se ve que también tiene algunos problemas metodológicos. Además, el estudio francés por el que empezó todo esto ha sido retirado, pero Trump y algunos científicos patrios no parecen enterarse. Entonces, ¿a qué viene tanta propaganda?
Excelente pregunta. Te la copio y te la devuelvo.
Quizás porque va a generar atracción mediática, porque es barato, es un fármaco ya aprobado y no necesitas de una farma detrás que apoye una aventura así. No quiero ni pensar por qué están retrasando tanto la publicación de los resultados Mitjà y Clotet.
Lo que más me molesta es que buena parte (o toda, no me ha quedado claro) de los “voluntarios” son personal sanitario. ¿De verdad que hay que someter a esas personas trabajadoras además a un fármaco claramente tóxico y seguramente inútil?
Una duda que sigue asaltando a buena parte de la ciudadanía: ¿son necesarias, son útiles las mascarillas? Si fuera afirmativa la respuesta ¿para qué, para quienes, en qué situaciones, qué tipo de mascarillas? Según he leído, un grupo de científicos de Arabia Saudita ha elaborado una membrana que dicen que puede garantizar una protección completa contra el coronavirus si se utiliza con las mascarillas N95 (de un estudio publicado el miércoles 20 de mayo en la revista ACS Nano)
Es un tema tan complejo y con tantos niveles que no sabría por dónde empezar. Aquí es donde se ha fracasado realmente a nivel comunicativo, no que no se haya intentado hacer bien (tanto por Fernando Simón, por la OMS, como por divulgadores científicos), sino que la sociedad no hemos entendido nada. Pero con razón. Estamos muy acostumbrados a que se nos trate como infantes a los que se les simplifica todo con un “porque sí”, y a que la ciencia produzca “verdades” como churros. Pero esa es la gran mentira de las últimas décadas: la ciencia, en algunos campos, apenas si habla de probabilidades.
Imaginemos que estoy en la peor de mis pesadillas, soy Fernando Simón, y me preguntan en marzo: ¿Recomiendan el uso de mascarillas a toda la población? Me hubiera echado a llorar y hubiera dicho: no lo sé. Pero es que no lo sabe, ni él ni nadie, y todavía no está claro del todo. Si me preguntaran si hay que desinfectar las ruedas de los coches o las cortinas de los hoteles pues me reiría, y diría que no, pero aún así se hace, inexplicablemente, sin ninguna evidencia. Hacemos cosas sin evidencia para que parezca que hacemos algo, como las procesiones del siglo XV durante la peste.
Siempre repito esto: toda medida sanitaria o de salud pública tiene consecuencias negativas y positivas. El balance debe ser positivo para implementarla. Pero, ¿y si no podemos conocer las consecuencias positivas?
Otra buenísima pregunta que te devuelvo expectante.
En el caso de las mascarillas es complejísimo de averiguar si no imposible. No podemos hacer, no sería ético ni viable, hacer un estudio controlado. La mitad de la población con mascarilla y la mitad no. Por otro lado, no tenemos claro que el virus se transmita eficientemente en aerosoles. Sabemos que está en aerosoles cuando se habla, pero no sabemos si eso es una fuente efectiva de contagio. Parece que hace falta estar en espacios cerrados, durante bastante tiempo y tener cierta “predisposición” a ser contagiado. Además, parece que buena parte de los contagios se han dado en personas convivientes, residencias, centros sanitarios y de trabajo.
Sabemos que cuantas más “capas” (equipos de protección, EPI) tengan las personas trabajando con enfermos, menos probabilidades de contagiarse. Entonces nos situamos en marzo, sin EPI para nuestras trabajadoras sanitarias, sin industria propia capaz de proporcionarlas, con un mercado liberal donde se permite el acaparamiento y la especulación, y sin evidencia de que si toda la población la lleva se reducirá más el contagio. Pues esto es lo que se tendría que haber explicado, honesta y abiertamente. No teníamos ni idea, pero es que además nuestro sistema no lo permite ahora mismo, cambiémoslo y entonces vemos (sic). Cuando hemos tenido acceso a mascarillas y “controlado” el precio, la decisión ha sido recomendar a la gente llevar mascarillas en espacios cerrados y cuando no se pueda mantener la distancias. Pero decir ahora que se tendría que haber implementado antes me parece de capitán a posteriori de manual.
Ahora tenemos que llevar mascarillas higiénicas la mayoría para prevenir contagiar a otros (al reducir la emisión de aerosoles) y por respeto a las trabajadoras que están de cara al público (reduce su estrés). Pero no porque haya ninguna evidencia epidemiológica. ¿Parece contradictorio? Así es (y debe ser) la ciencia. Si con cuestiones complejas nos dan respuestas fáciles, lo más probable es que sean falsas.
Excelente reflexión epistemológica y también sociológica.
Ahora, mi opinión coincide con las recomendaciones, es que debemos llevar mascarillas higiénicas siempre que estemos en espacios cerrados con no-convivientes. Y por favor, compraos reutilizables-lavables. Son igual de efectivas para no ir escupiendo por ahí. Eso sí, si no se tapan nariz y boca no sirven para nada. Y las buenas, las FFP2 y demás, para las personas vulnerables y personal de cara al público y sanitario.
Leo sobre vacunas: “Una posible vacuna contra el coronavirus desarrollada en China demostró que es segura, bien tolerada y capaz de generar anticuerpos neutralizantes del SARS-CoV-2 en docenas de pacientes en un ensayo clínico en etapa inicial, de acuerdo con un estudio publicado este viernes en la revista The Lancet”. ¿Hay novedades sobre el tema? ¿Hay vacunas para todos en un horizonte próximo? Más aún: ¿está garantizado que un día u otro descubramos una vacuna? ¿No puede pasarnos como con el VIH?
Esa vacuna ensayada en China es muy parecida, si no idéntica, a la del ensayo del que ya hablamos llevado a cabo en Oxford. La diferencia es el ensayo, que en este caso no es aleatorio ni ciego, y han puesto vacuna a todos los participantes. Tres cantidades de un virus inocuo que lleva la famosa proteína de espina. Como es de esperar, esa vacuna induce la producción de anticuerpos y respuesta inmunológica, además de ser segura y producir los efectos secundarios normales. Pero eso no significa que esa vacuna pueda ser eficiente evitando el contagio.
¿Por qué?
Básicamente porque este es un virus respiratorio que entra por las mucosas respiratorias, donde el tipo y la carga de anticuerpos es diferente y menor. Los mecanismos inmunológicos son distintos. No será fácil demostrarlo. Supongo que se tendrán que tirar a la piscina y producir millones de vacunas sin evidencia de efectividad, pero al menos sí de seguridad, y ver si gente vacunada también se contagia.
No he visto ninguna novedad con respecto a los ensayos que se están llevando a cabo. Pero no, en ningún caso esto será como el VIH. Creo que es un buen sitio para dar una pequeña clase de inmunología.
Adelante con ella, tomamos apuntes.
Ya hemos hablado, y todo el mundo está muy informado, de los anticuerpos. Son proteínas que se unen específicamente a estructuras de microbios (y otras cosas, pero aquí no nos interesa). Los anticuerpos son bastante grandes como moléculas. Entonces, cuando se unen a un virus por ejemplo, pueden conllevar a dos cosas: por un lado que ese virus se quede bloqueado cuando se le pegan muchos anticuerpos (serían los neutralizantes), y por otro, varias células del sistema inmune reconocen a esos anticuerpos y destruyen y se comen todo lo que venga pegado a ellos. O sea, por un lado el virus no podrá entrar en la célula con tanta cosa pegada y por otro los servicios de limpieza lo “fagocitarán” y destruirán.
El problema con el VIH es que en cuanto entra en una célula (que además es de tipo inmune) se esconde y puede pasar años escondido. No pasa eso en los coronavirus, que no pueden esconderse. Entonces con cierta capacidad neutralizante de los anticuerpos sería suficiente para al menos frenar la virulencia y la capacidad de transmitirse, aunque no sea totalmente.
Descansemos un momento si te parece.
De acuerdo, me parece.