Recomiendo:
0

Entrevista : Geert Lovink, teórico crítico de Internet

«Todavía hay espacios de intervención abiertos»

Fuentes: Diagonal

Director del Institute of Network Cultures de Amsterdam, Geert Lovink es una de las principales voces críticas de internet. Además de fomentar el desarrollo de varios proyectos de ciberactivismo, ha publicado libros y artículos que cuestionan la retórica simplista de los gurús de las nuevas tecnologías de la comunicación y propone líneas de actuación social. […]

Director del Institute of Network Cultures de Amsterdam, Geert Lovink es una de las principales voces críticas de internet. Además de fomentar el desarrollo de varios proyectos de ciberactivismo, ha publicado libros y artículos que cuestionan la retórica simplista de los gurús de las nuevas tecnologías de la comunicación y propone líneas de actuación social. Lovink estuvo en Madrid en las jornadas ‘Dominio Abierto’ del Círculo de Bellas Artes, donde hablamos con él.

JPG - 7.2 KB

DIAGONAL: Para introducirnos a su teoría sobre la cultura en internet ha publicado el ensayo The Principle of Notworking. ¿Qué significado tiene este concepto que parece tan esencial en su teoría para comprender el funcionamiento de internet?

GEERT LOVINK: El notworking es la base del networking. En principio, se trata de un concepto aplicado al mundo laboral. Cuando estamos conectados a internet dejamos nuestras tareas a un lado. Teniendo en cuenta que el uso de internet es hoy por hoy entretenimiento (correo electrónico, chat, You Tube, redes sociales como Facebook,…), la base de la red es el notworking. Se caracteriza por la dispersión de información, el ruido, la confusión…

D.: Los gurús de las nuevas tecnologías de la comunicación consideran internet como un universo lleno de oportunidades para los ciudadanos. Frente a esa retórica, usted califica el fenómeno Weblog y Web 2.0 como un «impulso nihilista» que parte de individuos. ¿Las comunidades sociales en red tienen también esa motivación?

G.L.: Los bloggers, como individuos, hablan sobre sí mismos. En ese sentido considero los blogs un «impulso nihilista». Las comunidades sociales tienen otro significado. Son menos arcaicas, están más integradas y permiten una comunicación a tiempo real.

D.: Cualquiera diría que es usted un destructor de mitos en la sociedad de la información…

G.L.: No creo en los mensajes simplistas.

D.: Sin embargo, una buena parte de los denominados nuevos medios son Weblogs. ¿Qué diferencias tienen respecto a los medios de comunicación tradicionales en lo que a su influencia social se refiere?

G.L.: Mientras que los medios de comunicación tradicionales concentran la atención y crean, por ello, puntos de referencia sociales, los nuevos medios son más difusos y desarrollan referencias individuales.

D.: Como especialista en cibercultura, ¿considera que existe una cultura crítica en internet?

G.L.: No lo suficiente. Pero la práctica crítica debe venir de nosotros mismos. Existe una dicotomía entre la sociedad y la tecnología que nos invade. Confío en que los jóvenes desarrollen la cultura crítica que falta.

D.: En ese sentido, la educación debe ser esencial para promover ese espíritu crítico…

G.L.: No considero que la educación sea esencial. Es una cuestión de actitud. La crítica es una práctica que surge de nosotros mismos, aunque sí es importante entender el funcionamiento tecnológico para poder cambiar los protocolos de actuación. Es necesario crear un vocabulario crítico para los nuevos medios, pero debemos desarrollarlo entre todos. Ése es uno de mis proyectos.

D.: Sus palabras desprenden un cierto optimismo respecto a nuestra capacidad de actuar en el devenir de internet…

G.L.: ¿Optimista? Diría más bien posibilista. Existen espacios de intervención abiertos, pero creo que no lo estarán durante mucho tiempo. Tenemos una oportunidad de cambiar el desarrollo de internet.

D.: ¿Cómo podemos fomentar un desarrollo de internet más democrático? Usted ha defendido en sus publicaciones el fomento de una dimensión social y política de internet.

G.L.: No tiene sentido usar internet para el entretenimiento. Desarrollar una dimensión más social y política tampoco es cuestión de incrementar el tiempo de uso. Tenemos que ir más allá y preguntarnos por la arquitectura del sistema. Ni la educación ni la política lo van a hacer por nosotros, ni mucho menos el comercio. El debate sobre la vertiente sociopolítica se suele reducir a cuestiones como el voto electrónico. En este caso, por ejemplo, estoy totalmente en contra. El voto electrónico mecaniza el concepto de participación, haciendo más corrupto al sistema. Tenemos que entender que internet, por sí solo, no va a mejorar los niveles democráticos. Debemos tener cuidado con esas traducciones mecánicas porque van en nuestra contra. El proceso político que se tiene que dar en internet no va en esa dirección. Lo que realmente interesa es reflexionar sobre la arquitectura under the line. No tiene sentido pensar que porque estamos conectados somos amigos. Pero la máquina ya lo ha decidido. Tenemos que estar en alerta ante esas implicaciones, pues nos afectan directamente.

D.: ¿Hay tantas zonas oscuras en la red?

G.L.: Predomina la confusión. Los propios hackers dicen ‘no’ a internet y nos alertan de los peligros de una confianza absoluta. Nos están diciendo «cuidado, podemos cambiar su voto». Me estoy acordando de las elecciones en Florida…

D.: ¿Y qué podemos hacer para contribuir a un mejor desarrollo de internet?

G.L.: Ser activos, abrir las máquinas, bloquear el sistema, desarrollar y difundir el software libre.