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Entrevista al ministro de Cultura, Tristán Bauer

«Todo lo que es cultura es ganancia para la sociedad»

Fuentes: Página/12

La cartera sube al rango de ministerio, tal como se presentará formalmente hoy en un acto en el Centro Cultural Kirchner. Bauer adelanta los ejes de su gestión.

El despacho del Ministro de Cultura de la Nación, en el histórico edificio de la Avenida Alvear, luce impecable y prolijo. El flamante ministro del área, Tristán Bauer, dice estar demasiado atareado en conocer con precisión el diagnóstico de la cartera de la que se hizo cargo como para detenerse a adornar el lugar al que desembarcó hace poco más de una semana y en el que tiene casi todas sus reuniones. Apenas sobresalen unas coloridas libretas con la imagen de Evita en sus tapas, puestas sobre una repisa con más devoción por la figura que por la decoración de la sala. A su lado, unas figuras propias del Imperio Inca parecen venerar -más que intimidar- a la «abanderada de los humildes». «Esos dragones bolivianos los dejó Avelluto», aclara Bauer, tal vez en uno de los pocos puentes que vinculan a su gestión con la de su antecesor en el área. «El nuestro es un modelo cultural que no tiene nada que ver con la meritocracia, un modelo que defiende a la democracia, a la solidaridad, a la diversidad cultural y al acercamiento a América latina. Muy lejos del modelo cultural que se quiso implementar desde este mismo lugar», subraya el funcionario a Página/12.

En un alto de la ardua tarea -a la que define como de «reconstrucción»- que le quita el sueño durante estos primeros días, Bauer recibió a Página/12 en una entrevista en la que adelanta los lineamientos que caraterizarán a su gestión al frente del Ministerio, detalla su amplia concepción de «cultura», da su parecer sobre el concepto de «grieta», explica qué significa «volver mejor» y hasta se detiene en pensar si es necesaria o no una nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA).

-¿Con qué panorama se encontró en el ministerio?

-Lo que encontramos en Cultura no difiere a lo que se ve en otras dependencias y a la situación del país. Hace poco tiempo concluimos un documental cuyo título es Tierra arrasada, que que es nuestra mirada sobre los cuatro años vividos. Una película que por un lado analiza los actos de gobierno durante estos cuatro años, mostrando el impacto social demoledor que tuvo para nuestro pueblo la implementación de ese plan. Y por otro lado, expone la línea de resistencia a ese modelo, que se presentaba como «la nueva política», «la nueva economía», y que sin embargo venía a repetir el modelo neoliberal implementado durante la dictadura bajo José Alfredo Martínez de Hoz, y después por (Domingo) Cavallo en democracia. Hay un 35 por ciento de los argentinos sumidos en la pobreza, casi 20 mil empresas quebradas, y jubilados que perdieron el 20 por ciento del poder adquisitivo. Junto a la implementación de esta política económica se implementó un plan cultural. Ellos hablaron de la «meritocracia», del «sálvese quien pueda», del «individualismo», de una supuesta nueva cultura. Los que prometían pobreza cero generaron la cultura del hambre. Para hacer posible ese plan era imprescindible para ellos borrar la memoria, no mirar para atrás. Para que el pueblo no mire para atrás y no vea que la lucha y la resistencia existen. Y que la posibilidad de transformación existe, y que cuando el pueblo se organiza, vence. Como, finalmente ocurrió una vez más, con el triunfo electoral.

-En un panorama de tierra arrasada, que se ha destruido tanto y hay tanto por reconstruir. ¿Cómo se establecen las prioridades?

-Hay una necesidad urgente que tiene que ver con la estabilización de la economía. Es muy difícil desarrollar cualquier proyecto si no estabilizamos la economía. Hay dos grandes urgencias en la Argentina, que son las de la salud y las del hambre. Parece mentira que estemos hablando de esto pero es así. Pero en simultáneo a esto, ni más arriba ni más abajo, en el mismo plano, está la cultura. La cultura en tiempos de posguerra, por ejemplo, puede ser sanadora. Hay unos textos muy profundos de la Unesco. Y en estos tiempos de crisis, también. A veces hay un mal entendido, que limita a la cultura a las expresiones artísticas. Y vaya si son importantes las expresiones artísticas. Cuando nos reunimos con el presidente y con Luis Puenzo, hablamos bastante de esto, sobre cómo hay lugares donde donde solamente llegás desde el arte, hay lugares de la humanidad, del hombre y de la mujer donde solamente llegás con la poesía, con la música, con el cine. Las expresiones artísticas son importantes y van a ser fundamentales, pero la cultura es un término más vasto. Tiene que ver con el cultivo de la tierra, del cultivo del espíritu, del cultivo de la sociedad. Y asi como Alberto dice que hay poner a al Argentina de pie, nosotros tenemos que poner a la cultura de pie.

-Los últimos cuatro años se habló mucho más de economía y de finanzas que de desarrollo cultural. En todo caso, la cultura sólo se pensó en clave económica y como un gasto. ¿Qué significa «poner a la cultura de pie», en este contexto social?

-Se piensa dando vuelta el modelo cultural, transformándolo. Por supuesto que para nosotros la cultura no es un gasto. Ese concepto es antagónico al que nosotros pensamos. Se trata de una construcción entre todos. Aprendimos en esta etapa la importancia de estar unidos. Tuve la suerte de hacer un documental sobre Julio Cortázar y todavía me resuenan los textos y su voz, cuando ya enfermo y luego de que Alfonsín ganara las elecciones pero sin haber asumido todavía, dice que «los argentinos nos salvamos entre todos o no nos salva nadie, que no va a venir ningún iluminado que nos va a sacar de esto». Esa apelación a la unidad para mí es central en los tiempos que nos toca vivir. Promover la cultura de la solidaridad es un trabajo que tenemos que hacer desde desde este ministerio con muchísima fuerza.

-¿Eso significa terminar con «la grieta»?

-Eso significa que este Ministerio está abierto para todos los argentinos. Que en este ministerio tienen espacio todos los argentinos. Y que en la tarea que empezamos a reconstruir, desde este territorio devastado, todos estamos convocados.

-¿Qué piensa del concepto de «grieta»?

-Desde una perspectiva histórica siempre hubo distintos, pero fundamentalmente dos, proyectos político-culturales que se enfrentaron en Argentina. San Martín y Bolívar buscaban la libertad y la independencia. Y hubo otros sectores, como los extranjeros y algunos criollos, que preferían un modelo de dependencia. Si uno recorre la historia esa tensión se mantiene. Nosotros creemos absolutamente en la independencia. Desde este ministerio vamos a defender la idea de la independencia, la de soberanía, la de hermandad. Eso puede o no abrir grietas… De cualquier manera, el concepto de grieta no me gusta, no me gusta cómo se lo vive y encara desde esta contemporaneidad. Me parece que se lo lleva a una cuestión muy maniquea y creo que la situación es mucho más profunda. Todos los que piensen que tenemos que solucionar el hambre y solucionar los problemas de salud, que sin duda somos la mayoría, van ser parte de este proyecto cultural. Y después hay una segunda línea, que tiene que ver con que si pertenece a tal partido político, o a tal línea o ideología, que en la profunda crisis en la cual estamos eso debe pasar a un segundo plano.

-En esos dos modelos de país, hay quienes visualizan la cultura como un gasto y que cuestionarán el porecentaje del PBI destinado a la cultura, a partir de la cantidad de necesidades más urgentes.

-Todo lo que se invierta en educación, todo lo que se invierta en cultura, es ganancia para la sociedad. Mi concepto de cultura no es sesgado. De hecho, creo que el modelo cultural más importante que desarrollamos en el anterior paso de gobierno fue el satélite ARSAT. Que nosotros como país hayamos logrado preservar las órbitas satelitales, defender la soberanía argentina, diseñando y construyendo un satélite con científicos y técnicos argentinos, para luego poner el satélite en la órbita y que hoy ilumine gran parte de la comunicación satelital en el país, es un modelo cultural que trasciende lo científico y tecnológico. Tenemos la responsabilidad de demostrar que podemos hacer bien las cosas. Y que tenemos que trabajar para la felicidad de nuestro pueblo o, como hermosamente decía José Martí, para el mejoramiento humano. El propio presidente habla de que hay que volver mejor.

-¿Qué significaría, en lo cultural, «volver mejor»?

-Adhiero fervientemente a esa idea con la que el presidente cierra sus actos, señalando que decían que no ibamos a volver más. Y volvimos. Y ahora tenemos la obligación de ser mejores.

-¿Ese deseo expresa también un reconocimiento a que se cometieron errores?

-Por supuesto. Ser mejores significa que tenemos que saber leer esta experiencia. Vuelvo al factor de la unidad, de su importancia. Y ahí me aferro al concepto de diversidad cultural, de saber construir con todos los argentinos que crean en estas ideas de la libertad, de la igualdad, de los valores fundamentales de la educación, que a los maestros no hay que humillarlos con bajos salarios ni reprimirlos en la Plaza de los dos Congresos. ¿Para qué quiero ser mejor? Para que esa situación no se vuelva a generar, para que se entienda que si hacemos la construcción entre todos, con estos valores, el modelo neoliberal no va a volver nunca más. Y si uno tiene desacuerdos con otros sectores, no hay que quebrar y quedarte solito y segmentando, sino buscar mediante el diálogo, mediante las construcciones simbólicas, abrir y avanzar.

-¿Ser menos dogmáticos?

-No creo hayamos sido dogmáticos. Creo que uno tiene que avanzar con sus ideas y estar más abiertos a las ideas del otro. Y después saber leer a a la sociedad. El modelo de las mujeres argentinas siempre fue excepcional. Evita y las madres son dos referencias permanentes. Sin embargo, confieso, y es en algo que debemos mejorar, que vi de manera tardía la importancia del rol de las mujeres en este período histórico. Primero defendiendo lo más elemental, que es su vida. Y cuando vieron que no eran una ni dos, sino que eran cada vez más y se fueron organizando, fueron avanzando para ir por sus derechos. ¡Cuánto aprendimos de la mujer! ¿Cómo nosotros no fuimos capaces de advertirlo antes? En la defensa del medio ambiente, de la Madre Tierra, no hicimos lo suficiente. Esa cultura de defensa de la Tierra es fundamental y tiene que ser una de nuestras banderas.

-El secretario de Cultura de la gestión anterior, Pablo Avelluto, se vanaglorió de haber tenido «el coraje, la audacia y la voluntad política de haber despedido a 1600 trabajadores de la secretaría de Cultura. ¿Qué reflexión le produce?

-No sé qué puede sentir uno cuando despedís a alguien. Estás dejando a alguien sin pan y sin trabajo. Vanagloriarse de eso, sentirse exitoso por eso, me parece despreciable. Nosotros tenemos que sentirnos exitosos por construir y no por destruir, por generar un verdadero modelo cultural. Cuando nos convocaron para hacer un canal desde el Ministerio de Educación, hicimos Encuentro, el primer canal educativo. Cuando hicimos Pakapaka, nuestros niños se formaban viendo siete canales de TV diseñados y disparados desde Estados Unidos. Nosotros convocamos a guionistas, musicos, dibujantes argentinos e hicimos un canal para toidos nuesttros niños. No había, construimos, e hicimos. Nosotros no nos vanagloriamos de echar a nadie, sino de generar nuevos espacios que antes no había. Donde antes no había, hicimos. Y para ese hacer convocamos a mucha gente a construir, para ser constructores de un modelo cultural que se va forjando, que se va haciendo de a pedacitos y entre todos.

-¿Y cómo entra a jugar la pluralidad en esa construcción?

-El que piensa diferente va a tener todos los espacios. Me comprometo a que habrá espacio para todos los pensamientos, para todas las ideas. Como en el Instituto de Cine, donde acabamos de designar a Luis Puenzo. Estoy eguro que Luis también trabajará en esa diversidad. Puenzo es ejemplo de alguien que viene muy identificado con el alfonsinismo. Lo hemos puesto a él, y no a otro, porque en esa amplitud, en esa manera de ver el cine, en esa diversidad, es en la que queremos trabajar.

La cultura y los medios de comunicación

-¿Qué opinia sobre el limbo en el que quedó la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual? ¿Hay que pensar un nueva nueva ley?

-Ha habido un cambio tecnológico vertiginoso que modificó las lógicas comunicacionales. Eso lo ha cambiado todo. Hay que volver a analizar, teniendo muy en claro los parámetros de soberanía, de equidad y de identidad cultural. La primera gran tarea es comprender este nuevo ecosistema que está transitando de lo analógico a lo digital. Desde el ministerio, vamos a impulsar reflexiones sobre el nuevo ecosistema analógico-digital a nivel global, y con las particularidades que tiene en Argentina. Y desde ese diagnóstico y desde esa comprensión, ver cuál es la mejor regulación para conformar un sistema de armonía, cual es el modelo más adecuado para generar consenso. Creo que después de todo el debate comunicacional en la última década, estamos mucho más maduros como sociedad.

-¿Cree que el poder mediático actual es menor al que había en 2009?

-No tengo el termómetro, mentiría si diría si es mayor o menor. Sí puedo decir que a pesar de tener un sistema hegemónico mediático, bombardeando y vomitando, utilizando todo el ecosistema analógico-digital, con pocas herramientas y con organización se puede no solamente analizar la realidad sino también transformarla. Cuando se populariza la fotografía, allá por el siglo XIX, Ludwig Feuerbach hablaba sobre la importancia de la representación en desmedro de la realidad. Las últimas elecciones en Argentina demuestran que la realidad siguie teniendo un peso sustancial.

Fuente: http://www.pagina12.com.ar/237354-tristan-bauer-todo-lo-que-es-cultura-es-ganancia-para-la-soc