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"Los 11 frentes antes y después del 11 de septiembre. Una guerra multidimensional" (Editorial Cadmos, 2003), de Alfredo Jalife

«Todos los escenarios apuntados son criminógenos sin excepción»

Fuentes: Rebelión

La presentación de los componentes que agitan la complejidad del mundo y sus combinaciones que les permiten intervenir en todas partes sin descanso, la sustraemos del libro Los 11 frentes antes y después del 11 de septiembre. Una guerra multidimensional (Editorial Cadmos, 2003). Sin salir del listado de Jalife, La Geografía política, de Peter J. […]

La presentación de los componentes que agitan la complejidad del mundo y sus combinaciones que les permiten intervenir en todas partes sin descanso, la sustraemos del libro Los 11 frentes antes y después del 11 de septiembre. Una guerra multidimensional (Editorial Cadmos, 2003). Sin salir del listado de Jalife, La Geografía política, de Peter J. Taylor y Colin Fint, editada en español en 1994, aporta datos teóricos a la compilación de las situaciones complejas.

Las guerras que hoy conocemos tienen un fondo económico. No se hacen para ganarlas, sino para producir condiciones favorables para situar en el extranjero derivaciones de los grandes negocios La invasión por parte de una potencia y sus aliados sobre un páís de escasos recursos provisto de riquezas; pero al lado de estas guerras hay otras en las que se percibe un conflicto interno entre distintos bandos o actores, que se engloba como reflejo de la rivalidad entre potencias o actores externos. A pesar de que las guerras se han dado a lo largo de la Historia, conocerlas resulta revelador acerca de la naturaleza en el mundo y la situación geopolítica de la región donde ocurren.

En la mayoría de los libros de Historia mundial, al dedicar un capítulo a un conflicto armado en concreto, normalmente observamos un apartado de «Dimensión internacional del conflicto», donde se describen los intereses de las principales potencias mundiales de por entonces y las alianzas con alguno de los bandos locales. Asimismo, muchas veces se denuncia, en casos como la guerra siria, que uno de los factores que imposibilita la paz es la falta de acuerdo de los países involucrados respecto a una única solución. La guerra es la transmisora de los ultimatos del sistema financiero, primera línea de fuego del globalismo.

Jalife menciona en segundo lugar después de la guerra económica a la financiera. De su análisis del índice tecnológico Nasdaq, que es el reflejo de la nueva economía, que desde marzo de 2000 se desplomó en 66 por ciento, lo que equivale a un desvanecimiento de la riqueza (wealth efecto) de 4 trillones de dólares en inglés, billones en español, con sus respectivos colaterales de 7 trillones dando un total de 11 trillones que rebasan al PIB de Estados Unidos. La guerra financiera describe el mercado mundial instantáneo de productos financieros que se intercambian en las ciudades mundiales de todo el planeta de manera ininterrumpida.

La guerra energética es concebida por Jalife como la quintaesencia más depurada del despliegue estratégico en curso. No tendría ningún sentido, dice, la selección de la cartografía islámica si no se considera el control de las tres principales reservas petroleras: el Golfo Pérsico, Siberia y el mar Caspio por el condominio bipolar energético en el eje Rusia- Estados Unidos, que ha quedado consagrado en el choque de ambos contra la Organización de países exportadores de petróleo, OPEP.

Es un acierto de Jalife su mención del libro El gran tablero de ajedrez mundial, obra de Zbigniew Brzezinski que se desenvuelve en el viejo arco de la crisis del islam, punto de apoyo retomado por la CIA ahora revertido en la era de la post- posguerra fría y a veces no muy fría contra el islam. El libro recapitula las tesis geopolíticas de Halford Mckinder, cuyo objetivo es impedir cualquier amago de unificación euroasiática. Este imperativo destructor se ha convertido en una fijación conceptual anglosajona con variables significativas en el primer año de gobierno de Donald Trump.

Las fuerzas puestas en marcha para impedir todo obstáculo al proyecto renovado de la unipolaridad anglosajona, las enredaderas bipartidistas con sede en Washington, D.C. han lanzado una serie de guerras llamadas genéricamente golpes suaves, que aparecen en ciertos países diseñadas para causar el mayor desorden posible en los países que sirven de blanco para desquiciar todo intento de soberanía. Por el alcance cultural que tiene la estrategia devastadora tendente a privar al mundo de un orden tripolar que asoma, Peter J. Taylor denomina a los dispositivos de la guerra de cuarta generación llamados también guerras primaverales o coloreadas, como productos globales que a menudo conllevan una intención homogeneizadora como son los casos de la Cocacolización y el Macmundo.

La guerra militar y nuclear no está descartada como recurso de poder cuando las resistencias puestas en juego en ciertos países no son lo suficientemente contundentes para afianzar los objetivos imperiales anglosajones con el uso de guerras coloreadas para imponer a toda costa el orden económico mundial en el que están empeñadas las élites pedófilas y sionistas que aún mueven al mundo.

La guerra geoeconómica. Jalife menciona que a la caída del Muro de Berlín y después de la disolución de la URSS surgió un mundo geoeconómico tripolar en el que predominan los bloques de Estados Unidos con su Nafta hoy en proceso de desmantelamiento; la Unión Europea y Japón, país que con China y Corea conforma el noreste asiático, posee el 20 por ciento del PIB planetario; a estos se enfrenta la Rusia provista de su propio proyecto geoeconómico disonante, que por el momento ha logrado atraer a China, país con el que forma un congomerado financiero a punto de desafiar la presencia anglosajona en los mercados de capital.

La guerra ideológica está aún presente en los entramados mundiales; de acuerdo con Alfredo Jalife y los seguidores del analista de la ideología Gonzalo Fernández de la Mora, que en los años sesentas, con Sartre, previó el crepúsculo de los sistemas ideológicos. En efecto, siguiendo el criterio de Jalife, es aún necesario un arsenal de ideas basadas en la virtud más que en los valores del nacimiento del capitalismo, para confrontar, por ejemplo, la imposición por los legisladores de la tontería de los derechos humanos tendentes a limitar la vigencia del derecho positivo. El fin de la historia anunciada por los neoliberales no es por supuesto el final de la globalización, pero sólo con ideas funcionales con hondas raíces en la historia se puede sustentar la argumentación suficiente.

La guerra cibernética, la octava de la lista del geopolitólogo mexicano, es definida por Taylor como la combinación de técnicas de comunicaciones e informática y las correspondientes conexiones por satélite que han creado la comprensión espaciotemporal, la transmisión instantánea de información por todo el mundo, o su destrucción como puede hacerse con los artefactos que China emplearía contra los satélites anglosajones que espían desde el espacio arriba.

La guerra biológica es el recurso de las adaptaciones cibernéticas en la biología para hacer la guerra. El benemérito Alfredo Embid analizó en su boletín CIAR el uso por parte de Estados Unidos de una gran cantidad de artefactos dañinos para la población que es atacada con ellos, como fue el caso de Vietnam con el agente naranja o el falso despliegue humanitario de las empresas farmacéuticas cuando no son capaces de explicar la diversidad de síndromes de inmunodeficiencia adquirida que aparecen en Nueva York, varios países africanos y en grupos específicos como homosexuales. El Sida no existe, es un mito, pero la guerra biológica desencadenada con frecuencia por los Centros de control de enfermedades de Atlanta, y el hambre, que son generadores de ataques al sistema inmunológico sí que existen.

La guerra demográfica es una dinámica en la que el Vaticano tiene el campeonato. Es una inclinación de los centros de poder a convertir distintas prácticas de manejo de población en política activa en favor de intereses estatales o de bloques. Hemos visto en los años 2015, 2016 y 2017 el desplazamiento deliberdo de enormes masas musulmanas para tomar posición en países europeos, lo mismo que multitudes católicas centro y suramericanas son lanzadas por las asociaciones de su iglesia a entrar en México por ser la antesala del territorio estadounidense.

Finalmente, Jalife menciona la guerra teológica, desencadenada por las migraciones en desplazamiento hacia objetivos geográficos precisos. Esta guerra va acompañada como se ha visto en los Balcanes, por las diferencias lingüisticas, étnicas y raciales en áreas específicas del planeta. En el conflicto balcánico hubo un intento de exterminio en la que los soldados católicos y protestantes estuvieron a punto de reducir a cero a los pobladores ortodoxos y musulmanes.

Los conflictos enumerados por los autores citados están a la orden del día. A partir de la guerra financiera bien encuadrada en el libro Los once frentes antes y después del 11 de septiembre, los conglomerados transportadores de caos que incluyen en su acción devastadora hasta al esenario conflictivo de menor alcance, todos producen distintas clases de criminalidad. Todos los escenarios apuntados son criminógenos sin excepción. Su despliegue ha sido una carrera que comenzó en el siglo XVI cuando los portugueses y los holandeses, seguidos por los británicos que no tardaron en ocupar la dirección de la orquesta, comenzaron el comercio de las drogas con dirección a China y fundaron en Hong Kong el Shanghai Hong Kong Bank of Commerce (HSBC), portaestandarte del crimen organizado de hoy día.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.