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Pretende “encarnar” al reformismo tecnócrata y postula “reingeniería del Estado”

Tuto Quiroga «reaparece» en La Razón

Fuentes: Rebelión

A escasos días de haberse consumado en el Parlamento un inédito adelantamiento de elecciones generales, el «delfín» del neoliberalismo, Jorge Quiroga Ramírez, reapareció públicamente para «celebrar» la modificación del artículo 93 de la Constitución, que le habilitó para ser candidato, e iniciar una sutil estrategia de posicionamiento mediático. Eligió un escenario controlado y afín para […]

A escasos días de haberse consumado en el Parlamento un inédito adelantamiento de elecciones generales, el «delfín» del neoliberalismo, Jorge Quiroga Ramírez, reapareció públicamente para «celebrar» la modificación del artículo 93 de la Constitución, que le habilitó para ser candidato, e iniciar una sutil estrategia de posicionamiento mediático. Eligió un escenario controlado y afín para verter sus primeras declaraciones e intentar racionalizar los motivos de su ausencia del país: el diario liberal La Razón, de propiedad del consorcio multinacional Prisa-Polanco. A ellos les manifestó su deseo de «encarnar» una visión de país tecnocrática y reformista que es la antítesis de la Constituyente.

Tuto Quiroga ha vuelto. Aunque formalmente estuvo ausente del escenario político durante los últimos dos años, su presencia se sintió nítidamente durante la crisis de mayo-junio, promoviendo la concreción de la «salida electoralista». Munido de un arsenal de marketing de escuela liberal norteamericana, de la anuencia de la Embajada de EUU y del respaldo de la derecha boliviana, Quiroga justifica su «ausencia» en los momentos más críticos y conflictivos de la política nacional alegando un «desprendimiento» y «generosidad» de corte franciscano para con quienes gobernaron el país desde 2002, así como un «resarcir a su relegada familia» de drama hollywoodense.

La Razón le dispensa su favor. La entrevista es tan inofensiva como es posible y aún así, se percibe en el ex Presidente ese apego al guión que habla de un producto mediático de manufactura acabada. Quiroga se declara contrario a la demagogia y la labia desmedida de otros políticos y dice «He aprendido en la vida que el silencio constructivo vale más que locuacidades polarizantes y destructivas» y agrega «Creo que lo que le ha hecho daño (al país) es el exceso de locuacidad, radicalidad, posiciones cambiantes, decisiones fluctuantes (…) hubo mucho de posicionamiento político, de locuacidad y, particularmente, yo le puedo decir que en concursos de locuacidad o de hablar no voy».

Sin embargo, toda la entrevista no deja de ser un compendio de neologismos neoliberales y frases construidas para redefinir con factura propia y tomar crédito personal al explicar aún la más simple realidad nacional, como se ve obligado a conceder el mismo periodista de La Razón en la introducción de la entrevista.

Además, «Tuto» no termina en la incoherencia de predicar virtudes que no practica. Sus declaraciones redundan en clichés y lugares comunes de la jerga tecnocrática cual «reingeniería de Estado», «válvulas de salida democráticas» o «radicalismos retrógrados» y no ha perdido su estilo de simplificar en oposiciones binarias la realidad (Estado de capricho vs. Estado de derecho, radicalismo vs. Bienestar, elección vs. Presión); en instalar eslóganes a plan de repetición («Por Bolivia, para Bolivia, con Bolivia»; «la gente quiere votar por gente»); y en acudir a metáforas simplistas para pretender «explicar» sus posiciones («hacer leña del árbol caído» o «son lo mismo partidos y gremios que equipos de fútbol», etc.).

CÁLCULO HASTA EL FIN

Pero Quiroga se mantiene fiel a su formación ortodoxa liberal. El cálculo es parte estructural de su vida y su «relanzamiento» electoral es tan espontáneo como las veces que cruza las piernas durante una entrevista o habla de perfil a la cámara.

La intención de fondo de estas precipitadas elecciones fue conjurar la amenaza que para la derecha conservadora y el capital transnacional representaba la Constituyente y Quiroga es coherente con la consigna de sus patrocinadores de proyectar la Asamblea Constituyente como una amenaza.

Lo más claro es su propuesta de eliminar los riesgos sociales de la Constituyente por una «reingeniería de Estado» y en esa lógica, minimiza las demandas sociales a simples «inquietudes», anteponiendo su proyecto de necesidad de una «reingeniería del Estado» al de refundación del Estado.

QUIROGA APUESTA AL OLVIDO

Pese al enorme esfuerzo que le significó a La Razón y a Quiroga mantener fuera de discusión los temas neurálgicos del país que pudieran hacerle entrar en contradicción, sus declaraciones permiten ver que la imperiosa necesidad de proyectarse como «limpio» y «nuevo» le hacen entrar en contradicción con los hechos.

Quiroga se ufana de no haber formado parte del gobierno de Sánchez de Lozada y socarronamente dice «a diferencia de otros, no fuimos parte del gobierno de derecha de Gonzalo Sánchez de Lozada, no hicimos alianzas» y agrega «la gente no tiene amnesia», pero olvida (o pretende hacerlo) que en 2002, cuando aún era Jefe Nacional de Acción Democrática Nacionalista (ADN), instruyó que sus cuatro diputados y un senador votaran para hacer a Sánchez de Lozada presidente.

Además, incide en que es un «hombre de estado antes que del mercado».

«Muchos quieren personificar a Quiroga, y entiendo por qué, como el símbolo del mercado. En época de crisis y de guerra vale más el Estado que el mercado», dijo. Como prueba de ello refiere que el año que estuvo en la presidencia el Estado creó 60.000 empleos y abrió mercados en EEUU para dos terceras partes de la exportación de La Paz; lo que Quiroga omite es que en vísperas de su despedida presidencial, el Fondo de Población de las Naciones Unidas informó que Bolivia seguía siendo, un año más, el país más pobre de Sudamérica, con un crecimiento económico de sólo el 1,2% y un PIB por habitante de 1.000 dólares anuales.

SUS AMENAZAS Y OPORTUNIDADES

Tuto es cauto en no personificar al enemigo ni elogiar abiertamente a sus potenciales aliados, pero hace una descalificación estructural de las demandas populares como un «estado de capricho» y una pontificación de quienes allanaron el camino a su repostulación a la Presidencia, imposible de no haberse vulnerado la Constitución.

Por el contrario, no hubo críticas al Parlamento – cómo podría haberlas – ni reproche alguno a Carlos Mesa, ni aún tras la sugestión de que se equivocó en la política marítima de «gas por mar». A momento de ser consultado sobre el tema de gas por Chile dijo: «Es muy fácil criticar, pero lo que se hizo ya se hizo y hay que mirar al futuro»; y ponderó la modificación del artículo 93 de la CPE como «una salida que respeta la democracia».

Esta «selección» de amenazas y oportunidades, explica el operar de su bancada durante la aprobación de las elecciones generales y expone a quienes «trabajaron» en consolidar una modificación a la Constitución que es esencia es la Ley 2410 De necesidad de reforma a la Constitución, propuesta por el mismo Quiroga, en agosto de 2002, cuando asumió como Presidente de la República.

Jorge Quiroga Ramírez, Subsecretario de Inversión Pública y Cooperación Internacional del Ministerio de Planeamiento del MIR (1990); Ministro de Finanzas del MIR (1992); Gobernador del Banco Mundial y el FMI (1992); vicepresidente de Hugo Banzer Suárez, el «dictador elegido» (1997) y Presidente de la República a su muerte (2001), ha regresado a la política y pretende ser la «tercera vía». Su objetivo es encarnar «un Estado de Derecho que ayude a los pobres y atienda a los desprotegidos»; su estrategia es apostar a la amnesia y el olvido.