Una de las tantas victorias del Macrismo en nuestro país refiere a los marcos comunicativos y las imágenes mentales que la amplia mayoría de la población reproduce en su cabeza. La idea de cambio, por sí misma vacía de contenido, aduce a lo nuevo, lo innovador y distinto frente a lo existente. Esa idea fue […]
Una de las tantas victorias del Macrismo en nuestro país refiere a los marcos comunicativos y las imágenes mentales que la amplia mayoría de la población reproduce en su cabeza. La idea de cambio, por sí misma vacía de contenido, aduce a lo nuevo, lo innovador y distinto frente a lo existente. Esa idea fue construida mediáticamente a través de los principales medios de comunicación hegemónicos de nuestro país, y que son invaluables aliados para el actual gobierno nacional. Siendo el máximo exponente Clarín, estos medios de comunicación no explican la victoria de Cambiemos, porque ellos no ganaron efectivamente las elecciones. Los medios de comunicación son dispositivos utilizados por todos y todas, pero que en esta ocasión la derecha aprovechó y explotó.
El vacío comunicacional existente fue explotado por la derecha, quien no dudó en ocupar ese lugar ideológico (en una población a la espera de cambios) para construir, a través de esos medios, imágenes mentales que permitan lo acontecido en nuestro país. No es nuestro objetivo en éste artículo analizar las estrategias políticas del Macrismo implementadas por Durán Barba, pero huelga aclarar que un caso que requiere vital importancia es el referido al Chavismo.
Frente al estancamiento de la propagación de medios de comunicación alternativos, la derogación de la ley de medios por el actual gobierno nacional permitió que la derecha ocupe esos espacios, y se dedique sistemáticamente a construir una imagen de Venezuela y el chavismo que resulta cada vez más difícil de sostener con ideas y argumentos a quienes carecen de acceso a otras vías comunicacionales por fuera de los de la derecha.
En ese sentido, el reciente libro de Modesto Emilio Guerrero constituye, sin lugar a dudas, una antorcha para encender de nuevo la fogata del chavismo revolucionario en Latinoamérica y el mundo, que tanta falta de oxígeno tiene en estos días de derrotero político y pereza militante. Porque resulta obvio que la presencia de Venezuela en los medios de comunicación se refiere sólo a motivos violentos o insurreccionales. Es tapa de diarios cuando algún militante muere quemado, pero cuando el oficialismo gana por mayoría absoluta 18 de las 23 gobernaciones. Es más fácil de sostener el argumento de que en Venezuela existen irregularidades democráticas, antes que analizar por qué encontramos más de 300 partidos políticos en actividad. Nos resulta más tentador hablar del desabastecimiento económico, antes que analizar los lugares donde ese desabastecimiento efectivamente no ocurre, entre otras razones, por la organización de las comunas, muchas de ellas ubicadas por fuera del chavismo.
Pues bien, en su publicación «Fascismo, Chavismo y Estado Comunal», Modesto Emilio Guerrero nos trae una publicación ágil de leer, pero profunda en su análisis político. Vuelve a la escena pública el tema de la derecha venezolana, que tras la última derrota en las elecciones se autosilenció internacionalmente, demostrando que las denuncias de fraude y elecciones irregulares no eran más que excusas para denigrar al gobierno que más observación y visitas internacionales tiene en los mecanismos electorales.
La aparición del sujeto fascista, como lo llama al autor, que en muchos lugares de América Latina en se remite a la década del ´20 o los ´60 y ´70, en Venezuela irrumpe en la escena política recién en 2008, sin un programa político, con una profunda violencia y claros síntomas propios de esa ideología. Entre otras cosas, su asqueroso anticomunismo y desprecio por la vida humana ajena a sus pretensiones políticas. Basta mencionar a Orlando Figuera, el joven apuñalado e incendiado vivo en plena manifestación opositora por ser considerado militante chavista. Estas prácticas ultraviolentas, se corresponden si analizamos la historia, con momentos pasado donde el fascismo también se hizo presente. Es el partido de la desesperanza contrarrevolucionaria, en palabras de León Trotsky.
En el análisis del chavismo no nos detendremos. Como es habitual, el autor nos tiene acostumbrados/as a su mirada crítica sobre el movimiento y el PSUV, pero siempre dentro de proyecto emancipador construido por Hugo Chávez.
Lo que merece especial atención es el tercer apartado, referido al Estado Comunal. A mi parecer el más interesante, el que más desarrollo tiene y el que más debemos estudiar con atención, puesto que allí están, a consideración del autor, las claves del devenir del chavismo en el futuro. La organización de comunas autogestivas, transversales a la verticalidad partidaria y estatal, es la propuesta que ya había formulado Chávez en su Golpe de Timón del año 2012, pero Modesto Guerrero se ocupa de encontrar paralelismos en la historia, referenciando a la Comuna de París, los zapatistas, entre otros. Es la solución más próxima al gran problema del chavismo, quien ya no soporta más las ataduras de la democracia burguesa tradicional. La cuestión es si el Estado Nacional está dispuesto, como sugiere Chávez en su Golpe de Timón, a dar sustento a ese nuevo tipo de organización comunal, que ya existe pese a los límites del gobierno. El eje de la cuestión es, a nuestro parecer, que la democracia tradicional ya no ofrece las soluciones que necesita encontrar el chavismo para continuar con su proyecto socialista emancipador.
Así como en su momento se impulsó la creación y consolidación de medios de comunicación alternativos en Venezuela sin que necesariamente respondieran al Estado y el Gobierno, la cuestión que problematiza Modesto Emilio Guerrero en su último libro refiere, entre otros temas, a la cuestión de si Maduro y su gobierno se animan a dar el paso siguiente en el proyecto socialista.
El libro «Fascismo, Chavismo y Estado Comunal» es de consulta obligatoria para quienes creemos que el capitalismo debe ser superado de una vez por todas. Y ofrece, a través de la experiencia venezolana, consejos e ideas para inventar el nuevo socialismo que nos merecemos.
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