Sheldon S. Wolin está considerado como uno de los principales teóricos actuales de la democracia y también de un analista excepcional de la realidad política de su país, EEUU. El prestigio es totalmente merecido porque combina el rigor teórico y con el análisis social científico de una manera brillante y creativa. El ensayo es muy […]
Sheldon S. Wolin está considerado como uno de los principales teóricos actuales de la democracia y también de un analista excepcional de la realidad política de su país, EEUU. El prestigio es totalmente merecido porque combina el rigor teórico y con el análisis social científico de una manera brillante y creativa.
El ensayo es muy reciente ( fue escrito el año 2008) pero tiene un sentido diferente del momento en que lo escribió, ya que lo hizo en la era Bush, antes de la victoria de Obama. Los acontecimientos sociales y políticos son, afortunadamente imprevisibles y ni el estudio más consistente puede predecir lo que pasará, aún a corto plazo, en determinadas situaciones. Y lo que ha pasado, que es una revitalización de la política a través de la candidatura de Obama como representante del Partido Democrático, era sólo posible e implicaba un cambio que ni el mismo Wolin podía saber. Pero esto, repito, no es producto de su incapacidad sino de su prudencia : nada podía llevarnos a considerar como probable la victoria de Obama, ya que todos los indicadores estaban inicialmente en su contra. Todos, excepto este amplio sector de la sociedad norteamericana dispuesta a movilizarse contra los usurpadores de la democracia que estaban en el poder pero que no tenía alternativa. Y no tenía alternativa porque como Wolin señala todo el sistema electoral está pensado para excluir una tercera opción política y porque el partido democrático estaba casi anulado como una oposición real. Pero el casi es el que permite la sorpresa y esto es lo que ha pasado. El autor nos dice que, en el mejor de los casos, si esto se produjera, habrían temas que continuarían intocables, como los temas ecológicos y de medio ambiente, ya que irían totalmente en contra de sus patrocinadores corporativos, que poco o mucho siempre están detrás de quién consigue llegar a la presidencia de los USA. Pero su pesimismo es más profundo porque considera que el sistema está ya estructurado más allá de las personas que lo representan y que continuará con la caída de Bush y del Partido Republicano. Según Wilson los poderes fácticos pondrían unos límites infranqueables a cualquier Presidente que quisiera revitalizar la democracia en su país. Lo cual no quiere decir que el autor invite a la pasividad sino que no podemos tener ninguna confianza en ningún gobierno USA. Ya se verá pero en todo caso este libro nos aclara muy bien cual es la herencia política envenenada que recibe Obama, en el caso que sea un demócrata con voluntad de cambio y no un cínico oportunista.
Wolin describe muy bien que en EEUU se ha dado una contrarrevolución antidemocrática que lleva al país a un totalitarismo invertido. Este concepto, acuñado por el autor, es muy interesante y nos permite muy bien entender lo que está pasando en este país. Para él hay desde la propia fundación de EEUU una tensión entre lo que él llama los elementos elitistas-republicanos y los democrático-liberales, presentes en la misma constitución del país. Pero esta tensión siempre se ha mantenido en unos términos aceptables, ya que el elitismo nunca traspasó los límites de su naturaleza democrática. Nunca hasta que llegó Reagan al poder, que inició esta transformación hacia el totalitarismo invertido, basada en la alianza entre el Partido Republicano, el poder corporativo de las grandes empresas, el poder militar y el fundamentalismo evangélico. El Partido Republicano es una estructura jerarquizada y oligárquica que funciona según criterios empresariales y mercantiles, que busca ocupar el poder para imponer sus intereses y los de los grupos poderosos a los que está vinculado. La democracia se entiende en la práctica como un lastre, como el enemigo natural del gobierno de las élites, como el obstáculo de los Muchos para los intereses de estos Pocos seleccionados que son los únicos que tienen que decidir al servicio del Superpoder como unión incondicional del Estado y el Capital en una dinámica imperialista. La política es pura gestión al servicio de una estrategia donde la ciencia ( incluida la social) y la tecnología están al servicio de un Poder sin límites que se fundamenta a sí mismo. Y esto sin perder de vista que a medida en que se consolida esta simbiosis entre lo político y lo económico lo público, en todos los sentidos, deja de existir porque el Estado social se desmantela y todos los servicios se privatizan. Y la política exterior es secretista, una cuestión de Estado a la que sólo tienen acceso estas élites y que nunca deben abrirse a la opinión pública.
Otro tema muy interesante de este excelente ensayo es la descripción del imaginario que sostiene toda esta dinámica práctica del Superpoder. Tenemos básicamente una identidad patriótica y religiosa basada en el analfabetismo político y la adhesión emocional que surge de la combinación del miedo y la excitación, todo ello promocionado por los mass-media y la publicidad. Y en este proceso de cambio permanente que viene dada sobre todo por la inestabilidad económica y las innovaciones tecnológicas es el arcaísmo que se sustenta en la sacralización de la Constitución ( de los Padres Fundadores de la nación) y en el fundamentalismo religioso el que da seguridad psicológica y un entusiasmo épico al proyecto. El 11 de septiembre fue por supuesto la oportunidad para dar fuerza a este proyecto contrarrevolucionario y antidemocrático que se inició con Reagan. La propuesta de Wolin es clara : recuperar lo que se ha ganado a nivel de democracia contra el intento sistemático de las élites de arrebatarlo. Pero su nueva estrategia es muy diferente del totalitarismo clásico, ya que si estos movilizaban contra la democracia lo que hacen estos nuevos totalitaristas es degradar la democracia invirtiéndola, es decir dándole el significado contrario del que ha tenido históricamente, que es el del nombre de los excluidos por su emancipación.
Este libro tiene otros múltiples focos de interés. Uno de ellos es el magnífico análisis sobre la verdad mentira como armas políticas democráticas y antidemocráticas respectivamente. Otro es la genealogía de los intelectuales de este totalitarismo invertido. Se definen por el odio a la democracia , usando la sencilla pero contundente expresión de Jacques Rancière, y al igual que éste último considera que su origen está en Platón. Pero el heredero inmediato es Leo Strauss, y esta bien recordarlo en estos momentos en que parece éste ser un autor de moda en un público crítico e ilustrado, a veces incluso de izquierda. Es también muy brillante toda la reflexión sobre la democracia, su historia y su naturaleza. Para Wolin los tres momentos constituyentes son la Atenas clásica del siglo V a. C., los movimientos sociales reivindicativos e inclusivos del siglo XVII en Europa y la conciencia política que apareció en los colonos de América del Norte a finales del S.XVIII. Y aquí dejamos como punto de discusión su consideración, que no me parece muy clara, de que la Revolución francesa tuvo un papel más secundario porque tuvo un carácter menos autoconsciente y más de lucha contra los poderes establecidos. En todo caso es importante su consideración, en la línea del mismo Rancière o de Tilly, de que la democracia no es un sistema de gobierno sino una práctica, que es la de la lucha de los excluidos por acceder al poder, a la capacidad de decidir sobre lo que les afectan y a la que sólo unas élites quieren tener acceso. Wolin señala aquí algo que bien conoce pero que la mayoría desconocemos: la Constitución norteamericana no fue la expresión de esta lucha democrática sino la reacción contra ella y el sistema político sobre ella construida no es sino un intento de limitarla, regularla y neutralizarla.
Hay aquí una discusión nominal y conceptual que hay que recoger, que es el sentido de los términos republicanismo y liberalismo respecto a la propia democracia. Llama la atención que mientras hoy resurge un planteamiento que liga a la democracia con una tradición republicana ( que incluiría a Robespierre y a Marx) en contraposición con el liberalismo burgués de carácter elitista lo que hace Wolin es hablar de liberalismo como lo que está vinculado a la democracia ( aunque limitadamente y con reservas) y el rpublicanismo aparece como una teoría política elitista. Hay que hacer un trabajo teórico e histórico para aclarar esta confusión terminológica-conceptual que puede aparecer de manera diferente según el contexto pero que es imprescindible aclarar en el ya confuso campo teórico de la izquierda.
El libro es, efectivamente excelente, como digo en el título. La traducción es, en general buena, si exceptuamos lo que me parece inaceptable que es utilizar expresiones que ni se usan ni está en el Diccionario ideológica de la Lengua Española como es la de demótica en lugar de democrática, que da título incluso a un capítulo del libro. Otras expresiones menos importantes arrastran este error ( reclamo en lugar de demanda, expresiones como extrañas como la de mayoría desagregada; provincialismo en un sentido diferente del que se usa…)
En todo caso es un libro que recomiendo a todos los interesados en la política y en la democracia, en el sentido fuerte de la palabra.
Democracia S.A.
La democracia dirigida y el fantasma del totalitarismo invertido
Sheldon S. Wolin
Ed. Katz, 2008
403 páginas