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Reseña del "Tratado de la servidumbre liberal. Análisis de la sumisión" de Jean-León Beauvois

Un libro imprescindible

Fuentes: Rebelión

Traducción de Julia Gutiérrez Arconada Ed. La Oveja Roja, Madrid, 2008 270 páginas El impacto casi nulo que ha tenido este libro me parece sintomático del mal estado del pensamiento crítico en nuestro país i/o las grandes dificultades de difusión que tienen las pequeñas editoriales. Porque no me cabe duda que este libro es uno […]

Traducción de Julia Gutiérrez Arconada

Ed. La Oveja Roja, Madrid, 2008

270 páginas

El impacto casi nulo que ha tenido este libro me parece sintomático del mal estado del pensamiento crítico en nuestro país i/o las grandes dificultades de difusión que tienen las pequeñas editoriales. Porque no me cabe duda que este libro es uno de los ensayos más interesantes que se han publicado este año en nuestro pais.

Y lo es por múltiples razones, empezando por la calidad de los estudios científicos de psicología social que presenta, que están además hilvanados entre sí de una manera muy coherente, como presenta el mismo autor en su preámbulo. Tiene además un excelente prólogo del siempre estimulante Slavoj Žižek, una muy útil introducción de dos colaboradores del autor y una conclusión política muy interesante, escrita por el autor para la traducción española, diez años después de la publicación en francés.

El libro presenta tres hipótesis referidas a lo que el autor llama la psicología ordinaria, la libertad ordinaria y el ejercicio ordinario del poder, donde las dos primeras se constituyen en creencias sociales que legitiman la tercera. El autor analiza la utilización del término personalidad como supuesta causa psicológica interna de la conducta, ilusión que responde a la ideología liberal hegemónica más que a la realidad, ya que la mayoría de las veces la causa es externa y debida a la presión social. Hay que diferenciar, nos dice certeramente, entre determinación y significación del comportamiento, es decir entre lo que separa los procesos reales de los elementos socio-cognitivos que la justifican. Esto enlaza con el segundo estudio, que cuestiona la libertad efectiva de muchas acciones que se presentan como tales pero que en realidad no son sino formas de sumisión voluntaria. Hay aquí toda un reflexión sobre la acción de la familia y de la escuela sobre lo que llama los acontecimientos disciplinarios en el niño, es decir la acción de un adulto para modificar su conducta.

Desde el primero ( 1984) hasta el último texto de Beauvois ( 2008) contenidos en el libro hay un recorrido muy interesante y que responde a una transformación teórica que le lleva a superar su althusserianismo, que planteaba un concepto de la ciencia contrapuesto a la opinión común considerada como ideología enmascaradora de lo real. Esto conduce, como ya han denunciado antiguos discípulos suyos como Jacques Rancière, a un elitismo intelectual en el que unos pocos son los portadores de la verdad. Bauvois corrige este punto de vista estableciendo una diferencia muy operativo entre el conocimiento descriptivo ( que tampoco detenta la ciencia de manera exclusiva ) y el conocimiento evaluativo, que es el de la opinión común y que como tal merece ser considerada..

Pero lo mejor del libro es sin duda el análisis del poder, ya que seguramente desde Michael Foucault no hemos contado propuestas tan interesantes sobre el tema. Pero esta reflexión está dividida en tres puntos que vale la pena diferenciar por la enorme importancia que tiene cada uno de ellos.

El primero tiene que ver con la propuesta conceptual, que se basa en el planteamiento del poder social como relación de dominación inscrita en el funcionamiento jerárquico de las organizaciones, lo cual le lleva a diferenciarlo con precisión de la autoridad, que no se da en un marco organizativo, y la influencia o manipulación, que tiene un carácter más diluido. Porque el poder como relación asimétrica se da siempre en una estructura en la que el que lo ejerce tiene la capacidad de ejercer una sanción para modificar la conducta del sometido. Y hay un papel complementario que tiene la prescripción ( el ordenar ) y la evaluación posterior de si se ha seguido o no lo prescrito y que decide, por tanto, si corresponde o no una sanción. Por otra parte también establece una diferencia entre la dimensión relacional y la ideológica de esta relación de poder, es decir entre los mecanismos de su ejercicio y la justificación cognitiva que hacemos de ellos. Tenemos aquí un ejemplo operativo de lo que debería ser una ciencia social que sabe combinar la contrastación empírica con el riesgo teórico, es decir, con la elaboración de conceptos que tengan poder descriptivo ( por utilizar la palabra del propio Beauvois, que lo prefiere al de explicativo) y no sean simples tópicos al uso ( con lo que bajo aparente cientificidad entran sutilmente elementos ideológicos).

El segundo punto es un análisis del ejercicio liberal del poder, que se enmarca en la consideración de tres modelos diferentes, que son el dictatorial, el totalitario y el liberal, que se legitiman respectivamente por la propia fuerza, por «una causa a defender» o por un determinado ideal psicológico. Y de cómo cada uno de estos modelos podría aplicarse de forma democrática o autoritaria, en función del máximo o mínimo reparto de la capacidad de decisión y control; y digo podría porque las posibilidades reales se reducen al presentarse siempre el modelo liberal de forma democrática y el modelo dictatorial de manera autoritaria. Aunque el aspecto más sugerente es el de la ambivalencia del modelo totalitario, que tanto puede ejercerse de una forma como de otra. Como ya he comentado antes Jean-León Beauvois dedica especial atención al modelo liberal y a toda la ideología psicologista que lo sustenta, que es la ilusión de un determinado ideal de personalidad y la consideración que es ésta la que internamente decide libremente lo que hacemos. Vale la pena citar el rigor con que el autor nos explica diferentes experimentos que nos muestran como es la presión social, nunca admitida, la que determina la mayoría de veces nuestra conducta.

Y este denso estudio acaba finalmente con un epílogo del autor en el que elabora una reflexión política muy potente sobre la naturaleza del poder social. No hay que pensar que el poder sea malo por naturaleza, ya que es una invención humana que nos ha dado la capacidad de transformar el mundo, ni tampoco hay que creer que el poder sea necesariamente una relación de dominación. El poder puede asimétrico y basarse en la desigualdad pero puede ser también entre iguales cuando es la totalidad del grupo del que se forma parte quién lo ejerce. Pero para que esta alternativa sea posible no sólo es necesario que el grupo tenga capacidad de decisión sino también capacidad de evaluación. Porque todos los modelos de dominación ( dictatorial, totalitario o liberal) presentan siempre la evaluación como algo que realiza una jerarquía superior, o siguiendo la moda actual, un agente externo que trabaja para ella. Pero parece que seamos incapaces de plantearnos la posibilidad de que sea el propio grupo el que pueda ejercerla a nivel social de manera autogestionaria. Para defender esta propuesta política hemos de luchar contra dos enemigos ideológicos: el liberalismo que quiere encerrarnos en una defensa compulsivo de lo privado ( mientras dejamos lo público en manos de los que ejercen el poder) ; y lo que Jacques Rancière llama el odio a la democracia, es decir la consideración que solo una élite ( el «listillo» que llama irónicamente Beauvois ) es el que tiene capacidad de evaluar.

El prólogo de Slavoj Žižek contiene lo que él llama provocadoramente su defensa leninista de la libertad : ser libre quiere decir cambiar las coordenadas de lo que se nos ofrecen y pedir por tanto lo imposible ( es decir lo que falsamente nos presentan como tal).

Finalmente hay que agradecer a esta pequeña editorial madrileña, La Oveja Roja, la publicación esmerada de esta traducción que me parece, como he dicho al principio, todo un acontecimiento para la ciudadanía crítica.

 

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