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Reseña del ensayo de Alex Callinicos

Un manifiesto anticapitalista

Fuentes: Rebelión

Por falta de tiempo, por pereza y tal vez también porque aún no hemos sido capaces de tejer una nueva red eficaz de intercambio de conocimientos en la izquierda, por esos o por cualesquiera otros motivos, durante todos estos años he ignorado la existencia del libro y de su autor. Sin embargo, al leerlo por […]

Por falta de tiempo, por pereza y tal vez también porque aún no hemos sido capaces de tejer una nueva red eficaz de intercambio de conocimientos en la izquierda, por esos o por cualesquiera otros motivos, durante todos estos años he ignorado la existencia del libro y de su autor. Sin embargo, al leerlo por primera vez hace un par de semanas con el fin de tomar ideas para algunas charlas sobre la crisis del capitalismo, me llevé una de las más felices sorpresas de los últimos tiempos.

Se titula Un manifiesto anticapitalista, fue publicado en España por Letras de Crítica en el año 2003 y su autor es Alex Callinicos, profesor de filosofía en la Universidad de York y hasta hace poco un perfecto desconocido en nuestro país. Otros tres ensayos suyos que ya han visto la luz en castellano son Contra la tercera vía (Crítica, 2002), Igualdad (Siglo XXI, 2003) y Los nuevos mandarines del poder americano (Alianza, 2004). Me he hecho el firme propósito de buscarlos, encontrarlos y devorarlos en cuanto me sea posible.

La lectura de Un manifiesto anticapitalista puede ser una experiencia sugerente para un marxista, sin duda, pero también para cualquier ciudadano de izquierdas, o para cualquier ciudadano, sin más. Pero hoy, a la vista del cataclismo económico que erosiona los pilares del capitalismo, las tesis de Callinicos adquieren una fuerza deslumbrante. Y no porque derroche originalidad, que no es tal su pretensión. Al contrario, tras examinar las más sólidas críticas del capitalismo desbocado debidas a insignes reformadores de la talla de Keynes o James Tobin, Callinicos sostiene que para comprender las causas profundas de la ruina que asola a cada vez mayor proporción de seres humanos, que incluso amenaza la propia existencia del planeta, no queda otro remedio que regresar a la teoría del valor de Marx.

Nos encontramos, pues, ante una obra neta y paladinamente marxista. Pero sin el vicio de la retórica acartonada que a menudo vuelve ilegibles para el no iniciado nuestros textos. Callinicos trata de convencer al no convencido, objetivo que con frecuencia se diría olvidamos. Y seguro que por tal razón su estilo es ágil, exento de consignas litúrgicas, sencillo. Callinicos -cosa sorprendente- explica. No es poco mérito.

Aun cuando la crisis estalle en los mercados financieros, nos dice, éstos no constituyen por sí solos una fuente autónoma de inestabilidad; en todo caso, alargan el proceso de acumulación y en consecuencia posponen y a veces intensifican la manifestación de las contradicciones económicas subyacentes. La raíz del mal se halla en el funcionamiento mismo del sistema capitalista. Y para entenderlo cabalmente, sin desdeñar otras aportaciones, sólo Marx puede ayudarnos. Lo que caracteriza al capitalismo, a diferencia de cualquier otro sistema económico, es la extracción de plusvalía como finalidad única en un modelo productivo sin plan rector alguno. El capitalismo, como una máquina de movimiento perpetuo, sólo puede subsistir acumulando, creciendo, explotando la naturaleza y a los seres humanos con independencia de que se necesite o no lo que se produzca. Ello lo convierte en un sistema de prodigioso dinamismo, como Marx y Engels reconocieron en El manifiesto comunista, pero de extraordinaria e insalvable inestabilidad.

Y si ello es así, únicamente hay una alternativa real: acabar con el capitalismo. Callinicos no afirma en absoluto que dé lo mismo un capitalismo regulado, en el que se reconozcan derechos básicos a los trabajadores, con servicios públicos financiados por el Estado y un grado aceptable de justicia social, que el capitalismo corporativo y mafioso dominante en las últimas tres décadas. Pero, argumenta, una mera vuelta al Estado de Bienestar, aparte de altamente improbable en las condiciones actuales, mantendría vivos los resortes de la catástrofe.

En la segunda parte de su trabajo, después de acometer una crítica razonada y respetuosa de diferentes alternativas a la realidad actual con enérgica presencia en el movimiento antiglobalización (la encarnada por ATTAC, la del autonomismo y otras), se concentra Callinicos en aquella de la que él es partidario: el socialismo. Esto es, la planificación socialista de la economía, en una sociedad profundamente democrática en la que todas las personas que crean la riqueza necesaria para la subsistencia de la humanidad tengan la oportunidad de participar en igualdad de condiciones en la gestión de esa riqueza. Y tal cosa es posible únicamente si no hay una elite que posea en exclusiva los medios necesarios para la producción: es imprescindible acabar con la propiedad privada de los medios de producción. El libro se remata con un detallado programa de transición, enclavado en una orientación revolucionaria.

Nada nuevo, pues, nada original. Lo nuevo es la tarea de exponerlo de forma sistemática y sencilla para el lector común. Es manifiesta la voluntad de Callinicos de escribir un libro que sirva de herramienta de acción política. Yo creo que lo consigue con creces. Y es gratificante encontrar, en los turbios tiempos que corren, a quien, no sólo no se avergüence de declararse marxista, sino que además se sirva del marxismo para lo que vale, que no es para misas en comités centrales y encuentros del clan, sino para transformar la sociedad.

Un manifiesto anticapitalista no se encuentra hoy con facilidad. Si acaso en tiendas Vip y librerías de segunda mano, quizá en Internet. Pero merece la pena. Búsquenlo, léanlo, discútanlo y les garantizo que les aprovechará.