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Elecciones 2021

Un porvenir sombrío

Fuentes: Rebelión

El oficialismo arriba a los comicios del domingo 14 sin certeza de poder revertir el resultado de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), aunque sea de modo parcial. Las políticas gubernamentales preanuncian un porvenir sombrío, más allá del nivel de votación que alcance.

Hacia el ajuste, se gane o se pierda

El conjunto de medidas económicas de emergencia que adoptó el gobierno no tienen efectos profundos, son más bien pequeños alivios en una situación muy difícil. La contracara de esos paliativos está dada por la continuidad de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional, sobre las que se cierne la firme probabilidad de no lograr ninguna concesión. Lo que significaría la aplicación de un brutal ajuste poco después de las elecciones.

Está por verse cuál será la repercusión electoral de la movilización de la militancia del Frente de Todos (FdT) orientada a recorrer paso a paso el territorio en búsqueda sobre todo de quienes no fueron a votar en las PASO. Se parte para eso del entendimiento de que una porción mayoritaria de los que se abstuvieron son votantes habituales del peronismo.

El FdT buscó asimismo mostrar cohesión interna después de la fuerte crisis posPASO y la accidentada renovación del elenco gobernante. Eso se traslució en la realización de actos masivos, organizados por distintos sectores del “movimiento”. Si produjeron algún efecto está por verse.

Desde los grandes medios y la oposición de derecha se especula acerca de un resultado aún más desfavorable para las filas oficialistas. No faltaron los periodistas lanzados a profetizar la renuncia de Alberto Fernández, si el conteo de los votos brinda una decepción igual o peor que la de septiembre. Pareciera que hay quienes tienen su propio “plan helicóptero”, similar al que tanto reprocharon a sectores del kirchnerismo, mientras gobernaba Mauricio Macri.

En todo caso la apuesta es a un gobierno muy debilitado en sus últimos dos años. Eso lo forzaría a “corregir” el rumbo. Los “correctivos” comenzarían por una fuerte devaluación, con su consabido efecto negativo sobre salarios e ingresos populares y de incremento de ganancias para amplios sectores del gran capital. El paso siguiente sería la “austeridad”, con fuertes recortes del gasto público para reducir el déficit fiscal. Al mismo tiempo que se reclama una reducción de impuestos o al menos el firme compromiso de no aumentarlos ni de crear nuevos.

 Las contradicciones importan poco. Al igual que la de tronar por la reducción de la inflación mientras se propicia el levantamiento de cualquier control de precios. Se sabe que los enfoques monetaristas sólo apuestan a la restricción de la emisión y al ajuste fiscal por el lado de los gastos, como armas para morigerar los aumentos de precios.

Sobre el conjunto de esa política debería ejercerse el monitoreo del FMI, después de un rápido acuerdo con el organismo. Eso podría traer la “ventaja” de imponer de una vez una reforma laboral y previsional que lesione derechos adquiridos de trabajadores en actividad y jubilados.

El gobierno nacional se sabe acechado por esas brumosas perspectivas, pero no se lo ve dispuesto a dar un golpe de timón. Parece jugado a un alivio en el resultado electoral que le permita continuar las tratativas con el gran acreedor externo y las componendas con los empresarios locales.

Además de desnudarse la pobreza ideológica y práctica a la hora de proponer una política diferente, queda en evidencia la ingenuidad de pretender que el poder económico les “perdone la vida”. Es seguro que ocurrirá lo contrario, como siempre. Cada nuevo retroceso dará lugar a mayores demandas de aplicar un “verdadero plan económico”. Lo que significa torcer aún más la mano a favor de los intereses de los capitalistas.

En síntesis, la coalición que sostiene al gobierno acude a la nueva cita electoral sin ofrecer ningún cambio sustantivo a sus votantes tradicionales, pertenecientes a las clases populares. Sus candidatos lo saben. Y en parte por eso tratan de esparcir el temor a que un mal resultado electoral prepare el terreno para el regreso al poder en 2023 de Juntos por el Cambio, en una modalidad “recargada”.

Los cambios ¿de dónde vendrán?

Cabe el interrogante de si se asiste a un quiebre profundo del “contrato” entre el peronismo y parte de sus bases de apoyo. No se puede ser terminante al respecto. El vínculo de sus bases populares con la fuerza que hoy comanda el FdT ha resistido en su recorrido histórico las peores tempestades. Hasta  pudo ser recompuesto después de una década de furiosas políticas neoliberales comandadas por un presidente peronista, y de la profunda crisis que sobrevino.

Del lado de la oposición de derecha procuran aprovechar el impulso de las PASO para hacer una política electoral cauta. En gran proporción dedicada a retener los votos que consiguieron en septiembre. Han cultivado las expectativas de los sectores sociales que aspiran a un “basta” definitivo al kirchnerismo, al mismo tiempo que interpelan a la decepción de muchxs que votaron a Alberto Fernández en 2019.

En tanto se ven algunas movidas de alcance más estratégico, como la del expresidente de propiciar en público un entendimiento con Javier Milei. El postulante de “La libertad avanza” ha manifestado su coincidencia, apostando incluso a una ruptura o bien a una profunda diferenciación entre “halcones” y “palomas”. Fue explícito en dejar a Mauricio Macri afuera de la denostada “casta política”.

Los últimos días del tramo preelectoral fueron jalonados por circunstancias desafortunadas para las fuerzas afines al gobierno. La más importante se dio a partir de la ira desatada por un asesinato en La Matanza. Más allá de su utilización política, la desastrosa situación social del municipio más poblado de la provincia de Buenos Aires es evidente. Después de cuatro décadas de intendencias “justicialistas”, pone al menos en duda la orientación “popular” de las políticas desplegadas en los distritos más pobres del conurbano bonaerense.

La situación es sombría a la hora de pensar en una alternativa real a las facciones que se disputan el poder frente a una sociedad cada vez más devastada. Las buenas votaciones  en la mayor parte del país de las listas del Frente de Izquierda-Unidad (FIT-U)  son el dato positivo a destacar, aunque muy lejos de las dos fuerzas mayoritarias. Queda el interrogante sobre la orientación futura de quienes practican la abstención u optan por el voto nulo. Y las posibilidades de que ese descontento se convierta, al menos en parte, en la adhesión a propuestas transformadoras. Las manifestaciones de protesta en las calles se hacen más frecuentes y masivas

Sigue pendiente que  las dispersas fuerzas que perciben como limitada la visión política del FIT-U puedan delinear una propuesta propia de articulación, susceptible de tener también proyección en el campo electoral. Una observación plausible es que para lograr un objetivo primero hay que tenerlo claro. Y después decidirse a hacer un intento serio por alcanzarlo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.