La culpa puede heredarse de padre a hijo, del pasado al presente. La culpa radica incluso en no haber tenido la culpa. No hacer nada es otra manera de perder la inocencia. Así desarrolla Erri de Luca (Nápoles, 1950) la novela Tú, mío. Como paisaje la posguerra bajo el estigma del colaboracionismo italiano con los […]
La culpa puede heredarse de padre a hijo, del pasado al presente. La culpa radica incluso en no haber tenido la culpa. No hacer nada es otra manera de perder la inocencia. Así desarrolla Erri de Luca (Nápoles, 1950) la novela Tú, mío. Como paisaje la posguerra bajo el estigma del colaboracionismo italiano con los nazis, del que nadie quiere acordarse. Es un pasado acusador e impertinente.
El joven narrador cifra su primer amor en clave de venganza. El primer amor es un leitmotiv en la obra de Erri de Luca, se encuentra, por ejemplo, en Los peces no cierran los ojos. Acá cabe en tono de compromiso político: enamorarse es una rebelión contra el pasado. Un adolescente, casi un niño, descubre la rudeza de los oficios y las responsabilidades simultáneamente con la belleza de la muchacha que pasa vacaciones en el pueblo de pescadores. No hay inocencia porque ella es judía y ese es su secreto. Él es napolitano y sus padres, sus tíos, sus vecinos, colaboraron con los alemanes, o en el mejor de los casos no hicieron nada a favor ni en contra la ocupación. Vergüenza fresca que se prefiere bien olvidada:
«Después de la guerra, los vivos habían endurecido el silencio, una callosidad en la piel muerta de la guerra» (Pág. 22).
Enamorarse de Caia equivale a desagraviarla, a protegerla de las ofensas de otros muchachos, tal vez supone transgredir el orden y emprender acciones de sabotaje a los turistas alemanes en el pueblo. La complicidad, los secretos compartidos, el idealismo de ambos, sólo pueden caminar hacia una ternura paternal, pura, como se supone que es todo primer amor. Caia perdió su padre. Él puede recuperarlo para ella. Será un cliché desgastado, pero De Luca va a otra parte; es un acto de justicia, una venganza al pasado y una forma de lavar la culpa del colaboracionismo, quizá, un amor que intenta torcer el curso de la historia.
Los suspensos del enamoramiento, las aventuras cotidianas de una pandilla de adolescentes, la vida diaria -ni dura, ni fácil- de los pescadores entre la arena, aparecen con naturalidad impresionante, sin forzar nada. Relato con una inercia formidable que pregunta:
«…si los pensamientos de los animales son así, ciegos de futuro, enfrascados en la breve renovación del día. Quién sabe si los pensamientos de los prisioneros son así. El viento nos obliga a pegarnos a un muro» (Pág. 120).
La pregunta se responde a sí misma. Quiero decir, la poética de Erri de Luca se condensa allí: capturar en letra muerta la vitalidad del día a día.
Erri de Luca despliega una vez más aquella narrativa franca, espontánea y sencilla, capaz de trasmutar lo trivial en profundo y lo cotidiano en maravilla. «Tú, mío» es una confesión de infancia disuelta con cantares populares del sur de Italia.
Se ha dicho de él que es uno de los autores italianos más importantes de toda la historia. Creo que el juicio no exagera. Mencionan con frecuencia su juventud de obrero, su trayectoria tan fuera de lo común para un literato consagrado, su férrea militancia en la izquierda radical. Un compromiso que empieza cuando ese adolescente, casi un niño, eligió por amor buscar el porvenir al lado de los humillados.
Fuente original: http://literariedad.co/2015/02/22/tu-mio/