El trabajo periodístico está salpicado de posible errores y discordancias. Algunos detalles derivados de la precipitación con que se realiza, lo que induce a los periodistas a incurrir en incorrecciones. Antaño había otros a los que llamábamos «erratas de imprenta» que ahora deberían ser de ordenador, aunque estos aparatos nos advierten de ciertos errores, no […]
El trabajo periodístico está salpicado de posible errores y discordancias. Algunos detalles derivados de la precipitación con que se realiza, lo que induce a los periodistas a incurrir en incorrecciones. Antaño había otros a los que llamábamos «erratas de imprenta» que ahora deberían ser de ordenador, aunque estos aparatos nos advierten de ciertos errores, no siempre con el debido acierto. Pero también hay incongruencias de tipo ideológico y pueden haber sido originadas por el propio profesional de información, por las situaciones que describe o por los personajes a los que se refiere.
Durante muchos años la revista La Codorniz incluyó entre sus secciones fijas una denominada La Comisaría de papel, en el que su autor, el humorista Evaristo Acevedo, reseñaba gazapos redaccionales cazados a vuelapluma en los periódicos y revistas de le época y los aderezaba con algún comentario irónico o incluso cáustico. El periodista Pascual Serrano ha hecho una labor análoga, aunque con algunas características diferenciales en su libro «Perlas. Patrañas, disparates y trapacerías de los medios de comunicación» que publica El Viejo Topo.
La primera diferencia entre el trabajo de Serrano y lo que hizo antes Acevedo es que el primero no se ha basado sólo en la selección de textos aparecidos en periódicos y revistas, sino que ha incluido asimismo fragmentos de radio y televisión y, para ser más concretos, incluso hemos hallado citas de la mismísima Radio 5.
Por otra parte Serrano es un periodista que conoce bien los medios y por tanto sabe de qué pie cojean -cojeamos- por lo que su trabajo ha consistido en espigar textos y fragmentos de acuerdo con un criterio conceptual, más que en busca de la errata material. Lo ha hecho, además, desde una postura ideológica progresista e indudablemente crítica, tratando de desmitificar posturas equívocas que son bastante frecuentes. La selección que ha llevado a cabo no es gratuita, ni ingenua, sino cargada de intención porque sirve no sólo para advertir desatinos, sino también para ejercer una crítica nada subliminal y abierta a la polémica. Quiere ello decir que algunas la aceptarán plenamente, otros la rechazarán de plano y posiblemente la mayoría la asumirá a beneficio de inventario. Eso sí, nos da la sensación que algunas acotaciones son muy largas y redactadas más como alegato que como mero comentario.
Desde una perspectiva que se adivina próxima al pensamiento ácrata Serrano confiesa que con la antología titulada «Perlas», que ha publicado El Viejo Topo, desmitifica la capacidad intelectual de la clase política dominante y la profesionalidad de los grandes medios de comunicación. Más aún, quizás los ridiculiza haciendo uso de sus mismas palabras y acciones. «Sin embargo -subraya- no deberíamos pensar que con esa sonrisa que nos provocan sus estupideces hayamos podido ganarles la batalla. Cuando terminemos de leer este libro hemos de pararnos a pensar que ellos siguen ahí, gobernando nuestro país, mandando en el mundo, difundiendo los contenidos informativos que ellos quieren e interpretando la actualidad conforme a sus intereses». Una conclusión ciertamente descorazonadora.
Pablo-Ignacio de Dalmeses es Premio Atlántida del Gremio de Editores.
«Perlas. Petrañas, disparates y trapacerías en los medios de comunicación». Pascual Serrano. Barcelona. Enero 2006. El Viejo Topo
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