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Como quieren los señoritos

Una izquierda bien portada, decente, moderna, colaboradora

Fuentes: Rebelión

1. Hace cinco días escribí un artículo sobre el «pacto» firmado por el PRI, PAN, PRD y otros, para facilitar al nuevo gobierno del PRI, de Enrique Peña Nieto, a imponer sus reformas privatizadoras; hoy he escuchado al académico Lorenzo Meyer exponer sus puntos de vista sobre el zapatismo, el partido Morena y el tipo […]

1. Hace cinco días escribí un artículo sobre el «pacto» firmado por el PRI, PAN, PRD y otros, para facilitar al nuevo gobierno del PRI, de Enrique Peña Nieto, a imponer sus reformas privatizadoras; hoy he escuchado al académico Lorenzo Meyer exponer sus puntos de vista sobre el zapatismo, el partido Morena y el tipo de demandas «de simple reacción» o «defensista» que plantea la izquierda ante la fortaleza del poder de la clase dominante. Quiero decir que concuerdo con Meyer y con un numeroso grupo de estudiosos que se ha dado cuenta que desaparecieron, por lo menos desde 1977 (cuando la repartición), las demandas revolucionarias, socialistas, anticapitalistas y que ahora casi todas la izquierdas son socialdemócratas, reformistas, que sólo reaccionan o se defienden ante los avances de la derecha. No sólo se estancó la izquierda sino que camina para atrás. 

2. Escribí entonces que en los años sesenta y setenta las organizaciones de izquierda contábamos con un «programa máximo» y un «programa mínimo», así como en otras ocasiones con un «programa de transición». Que siempre predominó entre los militantes el «programa máximo», es decir, la lucha contra el sistema capitalista, la batalla contra el Estado y su gobierno al servicio de los grandes empresarios y de los EEUU; por el contrario, el «programa mínimo» era para nosotros simples demandas reformistas necesarias con el fin de animar al pueblo a defender sus intereses gremiales o económicos inmediatos y así convencerlos de defender sus intereses históricos o de clase explotada. El objetivo de la izquierda era la formación ideológica y política de los militantes para que aprendan a diferenciar la lucha contra el capitalismo y las simples batallas locales o gremiales.

3. Decía que, sin embargo, después de la maldita reforma política reyesheroliana de 1977 que compró a todos los partidos con dinero sonante y contante, que ofreció diputaciones y senadurías, otorgó programas en televisión y creó enormes subsidios a los partidos, desaparecieron en todos los programas políticos los programas máximos o anticapitalistas y todo se convirtió en programas mínimos de reformas dentro del sistema capitalista. Después de 35 años hablar de anticapitalismo, de revolución, de escuelas socialistas, parece ya de mal gusto, muy aburrido, sectario y hasta abstracto. No me cabe la menor duda del gran triunfo de la burguesía dominante en asuntos ideológicos dado que pudo extirpar el pensamiento de izquierda para convertirlo en reformista o socialdemócrata. Hoy personajes al estilo de los socialdemócratas del PRD son idénticos al PRI y al PAN.

4. Y debe quedar muy claro que el cambio de demandas anticapitalistas por reformistas no es por simple oportunismo de los «chuchos» de la llamada «Nueva Izquierda» del PRD y otros, sino que se debe -además de la coyuntura económica mundial o el reflujo- en México, al «eficiente trabajo» de la clase política, empresarial y de los medios de información que han propagado por todos los rincones del país consignas contra la izquierda, contra su radicalismo y como «creadora de la violencia». Mediante las falsas consignas del «diálogo», la «apertura», la «democracia», el «Estado de derecho», «la unidad nacional», la «libre empresa», se ha hecho una gigantesca campaña contra las manifestaciones, los bloqueos, las presiones, contra los métodos de Fidel Castro o Hugo Chávez, obligando a la izquierda a negar.

5. Por ello López Obrador siempre tuvo (y tiene) el cuidado de no hablar bien de Castro o de Chávez; de no condenar las intervenciones del imperialismo en varias partes del mundo, de evitar que sus partidarios salieran a la calle en 2012 en sus protestas, de subrayar que es pacifista; inclusive se vio obligado a hablar de «República amorosa» y a repetir que se portaría muy bien. Por eso el doctor Meyer reconoció que -a pesar de sus retiros durante varios años- quizá lo único que queda en la izquierda es el zapatismo, porque los demás sólo están «reaccionando» ante las poderosas imposiciones de la clase en el poder, señaló. Sólo falta que nos prohíban manifestarnos en las calles y escribir para que nos den el título de bien portados, decentes y de buenos mexicanos, tal como a los «Chuchos».

6. Someter las luchas de la izquierda ha sido una gran victoria de las clases dominantes, en particular de los medios de información. Ya pronunciar las palabras «revolución obrera», «lucha de clases», «imperialismo», «explotación capitalista» , suena mal porque la clase dominante se ha burlado de ellas o de plano las ha prohibido. Por el contrario de ha propagado el «pluralismo», lo «incluyente», «el todos caben» para demostrar que no hay clases sociales ni intereses distintos. Si bien la era de los partidos políticos parecen estarse superando, no puede negarse que los movimientos de los miserables, explotados, oprimidos, marginados, que son el 80 por ciento de la población, deben agruparse para luchar contra sus explotadores y opresores. Ya no es sólo el proletariado de la gran industria, sino de todos los oprimidos.

7. Y pareciera que todas las izquierdas debería convertirse en reformistas o socialdemócratas porque es el único lenguaje inmediatista que entiende el pueblo. Y si así fuera, entonces tendremos que aceptar en conformidad otros 100 o 200 años de miseria y explotación contra el 80 por ciento de los pobres de siempre. Tendríamos -como ha dicho el presidente Mujica de Uruguay- que ver al socialismo como un lindo sueño que «no perjudica a nadie». ¿O debería decir, como alguno de mis amigos, que «si el esclavismo y el feudalismo duraron más de 1500 años, habría que esperar parecida cantidad de años de capitalismo». O será mejor decir: no hicimos ninguna revolución pero qué bien nos hemos divertido durante 60 años. Hay que reflexionar en serio.

Blog del autor: http://pedroecheverriav.wordpress.com

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.