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Una mixtura irresistible

Fuentes:

Traducido para Rebelión por Mikel Arizaleta. Texto extraído del décimo tomo de la «Historia criminal del Cristianismo», de Karlheinz Deschner.

Karlheinz Deschner en 1955 en tan sólo una semana y a los 31 años pasó a papel su primera novela. «Tenía prisa», escribiría Deschner 31 años después a Ernst Rowohlt, el admirado editor. Lo supe por mera casualidad que él estaba por entonces en Baden, en la cima Bühler. Me presenté sin anunciarme, él estaba en la siesta y, a pesar de todo, me recibió. Y era verdad, conocía mi nombre. ¿Usted es ése que pronuncia conferencias? Sí, y también escribo; y metí la mano en mi cartera para extraer las cuartillas de la novela. El editor de Dos Passos, de Wolfe, de Faulkner y de Hemingway tenía problemas con la vista, tampoco tenía en gran consideración una lectura poética, no, pero telefoneó de inmediato a su lector y dos semanas después tenía ya en mis manos sus denegación».

El lector de Rowohlt era entonces Wolfgang Weyrauch. Su carta rechazando a Deschner desapareció por desgracia a inicios de años 70 con la quema de unos archivos. Por tanto el primer libro de Deschner no se publicó en Rowohlt sino en Munich en la editorial de List bajo el título: «Die Nacht steht um mein Haus» (La noche envuelve mi casa). Fue en el año 1956.

Tras este debut, muy tenido en cuenta, se editó en 1957 y de nuevo en la editorial de List el segundo libro de Deschner, una vasta encuesta sobre «Was halten Sie vom Christentum?» (¿Qué piensa del cristianismo?). Y uno a los que lanzó Deschner la pregunta fue a aquel lector de Rowohlt, Wolfgang Weyrauch, que rechazó su primer libro y que pertenecía al grupo 47, quien por cierto se quedó estupefacto por el comportamiento nada rencoroso de Deschner. Mas tarde, es decir luego de que «Die Nacht steht um mein Haus, alcanzara un éxito espectacular con la editorial List, luego del logro sin igual del texto, Weyrauch no entendió el porqué de su rechazo y denegación del año ya pasado, y lo atribuyó a un momento de debilidad y decaimiento, al que eufemísticamente bautizó como su «día de renovación». Además hubiera tenido guasa que a quien más tarde iba a destacarse como crítico de la Iglesia le hubiera descubierto precisamente un señor apellidado Weyrauch , es decir «incienso».

En ese mismo año 1957 apareció, y de nuevo en List, el libro literariamente polémico: «Kitsch, Konvention und Kunst» (Cursilería, convención y arte), libro que removió fuertemente el paisaje literario de los restaurativos años 50. Con esto Karlheinz Deschner, este eterno automarginado que declaró no pertenecer al Grupo 47, por entonces dominador del mercado, sentó sus bases (expresión por cierto que no le gusta ni a él). Ahora se convirtió para cualquier editor alemán, librero o lector en un gran criticón y en un autor best seller. Al poco tiempo, en 1958 apareció su segunda y por ahora última novela suya: «Florenz ohne Sonne» (Florencia sin sol), y de nuevo con Paul List.

Y con este transfondo se entienden las siguientes palabras:

«Muy estimado señor doctor Deschner, por supuesto que nos interesa una obra de su pluma. Por cierto, el título «Dios caminó en las abarcas del demonio» suena muy a Rowohlt. ¿Qué tiene in mente? ¿Acaso una especie de historia de la Iglesia de corte ateo al estilo Ceram? No, no quiero sacar conclusiones precipitadas. ¿Pero no podría dar un paso al frente y presentar en otra carta con cierta concretez el interés que le mueve, más tras haberle asegurado nuestra gran simpatía por su trabajo? Para ello no es necesario que su proyecto tenga que esperar hasta el nuevo año. Ya sabe que los editores somos siempre impacientes. Y otra cosa: «¿Me imagino que esto no supondrá descortesía con la editorial List? Esperando respuesta los mejores augurios de H.M Ledig-Rowohlt.»

Era la carta del chef junior de la editorial Rowohlt fechada el 10 de septiembre de 1957, todavía con sede en Hamburgo. «Una especie de historia de la Iglesia de corte ateo al estilo Ceram«, algo que a Rowohlt le hacía cosquillas en el estómago oliendo a jugoso guisado. Del libro de C.W Ceram «Götter, Gräber und Gelehrte», publicado por Rowohlt ocho años antes, en 1949, se habían vendido ya cientos de miles de ejemplares y una cosa así nunca olvida un editor.

La pregunta de por qué no se llegó a un acuerdo entre Deschner y Rowohlt en 1957 forma parte de esas filigranas y bagatelas en toda génesis, que por su complejidad no es raro que terminen fracasando fracasando. Lo cierto es que Rowohlt no cerró contrato con Deschner y éste siguió publicando con List. El proyecto llevaba por entonces el título de «Dios camina en las abarcas del demonio». Ledig-Rowohlt convirtió en su carta el «camina» en «caminó», «Dios caminó en las abarcas del demonio», lo que resulta muy esclarecedor. Por lo que «esa especie de historia de la Iglesia de corte ateo se desplazaba al pasado, convirtiéndose en cosa del pasado, en algo que ya no ocurre hoy, en cerámica arqueológica. Pero la idea de Deschner no era precisamente hacer arqueología à la Ceram sino historiografía à la Deschner: como anamnesis de una patología crónica grave.

Esta ocurrencia de «Dios camina en las abarcas del demonio» la tuvo Deschner en los años 50, en casa, tras un paseo con su perro por Tretzendorf. Tuvo la siguiente visión:

«… algunas balsas de agua, agostado croar de ranas, y al fondo, apaciblemente bajo unos manzanos dos señores de negro. Cogí los catalejos: y, como suponía, mi padrino ( de bautismo y confirmaciónr, el consejero espiritual Leopold Baumann) junto a un huésped, un abad de la Baja Baviera. Les perseguí un momento con los prismáticos sorprendido, y disfruté allende el agua de su caminar religioso parsimonioso y en paz, y se me ocurrió de pronto: Dios camina en las abarcas del demonio. Esta idea marcó mi trabajo y mi vida».

Deschner necesitó 25.000 horas de trabajo en cinco años para escribir su libro rechazado por Rowohlt, que llevaba por título «Abermals krähte der Hahn» (Y de nuevo cantó el gallo), cerrando contrato con la editorial List. Pero el ciudadano de Munich, Paul List, lo fue viendo menos claro cuanto más claro tuvo el proyecto del libro, «temió por la aceptación de sus libros escolares en Baviera», y solicitó un dictamen precisamente al antiguo lector de Rowohlt, quien entretanto se había convertido en escritor autónomo, a Wolfgang Weyrauch. Y fue una crítica despiadada y List rescindió el contrato renunciando a la devolución de lo ya adelantado.

«Abermals krähte der Hahn» se editó en 1962 en la editorial Hans E. Günther de Stuttgart, que es básicamente una historia de los dogmas del cristianismo antiguo y, en parte, una historia comparativa de la religión. Únicamente las últimas cien páginas se acercaban a la idea inicial, es decir a la documentación de todas las vilezas del cristianismo.

Estos son los libros de Deschner editados en la década de los 60:

1962: «Abermals krähte der Hahn», 700 páginas.

1964: «Talente, Dichter, Dilettanten. Überschätze und Unterschätze Werke in der deutschen Liyeratur der Gegenwart, en la editorial Limes, ocho ensayos en 400 páginas (Talentos, escritores, diletantes. Obras de la literatura actual alemana supra e infravalorada).

1965: «Mit Gott und den Fachisten. Der Vatikan im Bunde mit Mussolini, Franco, Hitler und Pavelic (Con Dios y los fascistas. El Vaticano aliado con Hitler, Franco, Mussolini y Pavelic) en la edit. Hans E. Günther, 300 páginas dignas de leerse, en las que en Alemania por primera vez se describe la política bestial llevada a cabo en Croacia y Serbia durante los años 40.

1966: «Jesusbilder in theologischer Sicht» (Imágenes de Jesús desde la perspectiva teológica), en la edit List, 500 páginas.

1966: «Das Jahrhundert der Barbarei» (El siglo de la barbarie), en la edit. Kurt Desch, 530 pág.

1968: «Wer lehrt an deutschen Universitäten?» (¿Quién enseña en la universidades alemanas?), edit. Limes, 240 pág.

1969: «Das Christentum im Urteil seiner Gegner» (El cristianismo a juicio de sus enemigos), tomo 1, edit. Limes, 400 pág.

Al final de esta década y en la atmósfera del año rebelde de 1968 Deschner fue llevado ante el tribunal por «ultraje a la Iglesia» (wegen Kirchenbeschimpfung). Este intento por criminalizarle condujo al autor a su idea de aquel libro concebida 15 años antes: al «Dios camina en las abarcas del demonio».

Y con esto nos adentramos en una época y en un tiempo en el que yo mismo puedo hablar como cómplice y testigo. Deschner mostraba todavía un interés vago por un nuevo proyecto con la pequeña y selecta editorial Szczesny con su programa pretencioso de crítica eclesiástica y religiosa. Por desgracia esta editorial de Munich tuvo que cerrar a finales de los 60. Gerhard Szczesny, un cofundador de la Unión Humanística, se unió a la editorial Rowohlt y publicó allí una serie de libros de bolsillo: rororo tele.

Un día de primavera de 1970 hablamos Szczesny y yo en el vestíbulo de la luminosa casa editora Reinbek. Por entonces él tenía 52 años y estaba a punto de retirarse de la empresa literario-publicista, yo era un hombre impetuoso de 32, que a veces hacía incursiones del negocio de los libros de bolsillo en el campo de la tapa dura. Por ejemplo acababa de preparar para su edición el último libro de C.W. Ceram «Der erste Amerikaner» (El primer americano). «Deschner está escribiendo algo nuevo», me dijo Szczesny. «Quizá resulte interesante para Rowohlt. ¿Por qué usted conoce a Deschner, no es así?». «¡Oh, sí!», fue muy respuesta. Como estudiante en Tubinga me había entusiasmado con sus críticas iconoclastas contra los grandes de la literatura. «Kitsch, Konvention und Kunst» se encontraba en cada anaquel de los interesados por la literatura. Deschner trabaja desde hace años en una gran obra, dijo entonces Zsczesny, en una historia mundial de la Iglesia, una Historia criminal del cristianismo desde los inicios hasta nuestros días.

Este título fulgurante atrajo mi atención de inmediato y escribí al autor de Hassfurt si podía visitarle. El 18 de abril de 1970 me puse en camino. Deschner se mostró como un anfitrión afable, como un interlocutor interesante, como un oyente atento y también como un melancólico inteligente y misericordioso. Una mixtura irresistible, también para mí. En cualquier fueron horas preciosas, en aquel sábado de abril, las que pasé en aquella casuca discreta de la familia Deschner en Hassfurt, pareja con tres hijos, un perro, una gata y varios conejos y marsopas.

En el ático pobre, donde Deschner realiza su pesado trabajo literario desde las 5 de la mañana hasta las 11 de la noche, contemplé la colección de material, los montones y montañas de folios con extractos, anotaciones y croquis.

Yo estaba entusiasmado con el proyecto. Pero como lector novel de la editorial no podía firmar por mi cuenta un contrato sobre un proyecto tan importante, por lo que fui a hablar con mi jefe, Heinrich Maria Ledig-Rowohlt intentando contagiarle el entusiasmo que sentía por el enorme proyecto de la historia criminal del cristianismo. El viejo zorro Ledig-Rowohlt, más prudente que yo, no se dejó arrebatar por mi fuego misionero sino que al instante dictó en mi presencia una primera carta al muy estimado doctor Karlheinz Deschner. Mencionó diplomáticamente la mediación del doctor Szczesny y los excelentes trabajos críticos de «Kitsch, Konvention und Kunst». Ahora bien, pedía una exposición detallada y completa del libro. Este deseo de un editor experimentado estaba justificado y era de todo punto de vista comprensible.

Presenté la demanda de Ledig-Rowohlt al solitario de Hassfurt rogándole una exposición cuidadosamente elaborada con calendario y fecha de realización. Durante semanas el autor se mató describiendo en pocas páginas el proyecto, pero mi escrito no tuvo respuesta inmediata. Pero, por fin, un día llegó una carta de Hassfurt. Su preámbulo típico de él:

«Nota previa: El autor, perdonen la confesión, no es amigo de exposiciones. Tan sólo roban tiempo y apenas reflejan lo que luego resultan los libros. Lo que escribo tan solo bosqueja brevemente la idea fundamental -de modo absolutamente desordenado y fragmentario- y una serie de temas importantes.

Punto de partida del autor: Él no es ni fascista ni comunista, pero se siente unido a aquel humanismo, que desde la antigüedad, pasando por la Ilustración y llegando a nuestros días constituye el bien más valioso de la historia intelectual europea, de igual manera que se siente comprometido con los degradados y denostados de todos los pueblos, razas y épocas»

En su forma de trabajo, escribía Deschner, él no puede especificar con cronómetro y calendario cuándo lo tendrá en papel y cuándo lo entregará como manuscrito. Una obra de esta envergadura va creciendo día y noche y estrato a estrato.

Éste es el «verdadero» Deschner. Quien conocía su primera obra de presentación: «Die Nacht steht um mein Haus» sabía que Deschner no es un trabajador de literatura sosegado y académico sino un escritor, un artista necesitado de inspiración, del favor amoroso de la musa Clio, quien en la Grecia antigua era la musa especial de la historiografía.

La exposición «absolutamente desordenada y fragmentaria» concluía con la frase: «Quisiera convertir la obra en una de las mayores denuncias que jamás un hombre haya alzado contra la historia del hombre».

Las endebleces y fragilidades del bosquejo constituían en un principio palos en la rueda de cara a la edición. El autor apremiaba y amenazaba en cierta medida. Escribí a Hassfurt apaciguando la cosa: «Entiendo perfectamente su impaciencia. Los mismos lectores sufrimos muy a menudo esta viscosidad que tanto retrasa y prolonga el proceso de decisión sobre un libro»

Finalmente el 22 de junio de 1970 transmito la buena noticia:

«Querido señor Deschner, escribí, por suerte su proyecto del libro con el título arrebatador de Kriminalgeschichte des Christentums no es problema. La editorial quiere en serio editar este libro.

Yo debo ahora resumir en algunas frases como sería un contrato entre usted y nosotros sobre su obra Kriminalgeschichte des Christentums. Número de páginas: de 320 a 350 páginas impresas, de ellas entre 40 y 50 de índice. El índice de fuentes serán prueba exacta de lo escrito en el texto. El texto principal debe ser ágil, estar libre de anotaciones, notas a pie de página o cosas por el estilo para ofrecer una lectura sin interrupciones. El estilo debe ser en su imparcialidad más bien crítico. Usted responde de la exactitud en lo escrito. La editorial no está obligada a examinar las numerosas citas y fuentes, difícilmente accesibles.

Tiempo de entrega: El autor entregará a la editorial el manuscrito completo del texto y del índice para finales de junio de 1972 en doble copia, como manuscrito escrito a máquina sin correcciones espaciosas a mano. Esta fecha de entrega significa que la obra estará en las librerías no en otoño de 1972 sino en primavera de 1973.

La editorial parte de una primera tirada de 6000 ejemplares a un precio estimado en librería de 20 marcos.

Puedo asegurarle que -prescindiendo de mí- el señor Ledig-Rowohlt se vería contento de tenerle a usted como autor en su editorial. Piense en indicarnos en breves líneas si nosotros debemos proteger ya su brillante título: Kriminalgeschichte des Christentums».

Una semana más tarde, el 29 de junio de 1970, me escribía Deschner:

«Por decir brevemente: Acepto todo. Sólo me disgusta el pequeño adelanto. (En otra parte hubiera podido obtener una cantidad sustancialmente mayor) Espero que al final con ustedes ruede mejor la cosa. Ruego un único cambio. Porque vivo del trabajo y con lo puesto, el adelanto no me llega para sustentar a la familia mientras me dedico a la obra. Por lo que me veo obligado a realizar otros pequeños trabajos y, por consiguiente, necesitaré un mayor tiempo para la Kriminalgeschichte a lo ya prometido. Y como ustedes quieren publicar el libro en la primavera de 1973 no hay nada que pudiera impedir que la entrega fuera a finales de 1972. Esto sería todo».

Pero ocurrió algo muy distinto. Deschner, como anunciaba, «tuvo que realizar pequeños trabajos» y por consiguiente «necesitaría más tiempo para escribir la Kriminalgeschichte».

Y pasaron algo más de 16 años hasta que por fin pudo editarse la «Kriminalgeschichte des Christentums». En el contrato de 1970 se trataba de un único tomo y además delgado, de a lo sumo 350 páginas -algo que para Deschner hubiera resultado un volumen anoréxico- a un precio en tienda de 20 marcos y una tirada en principio de tan sólo 6000 ejemplares.

Como muchos saben, al menos la gente del gremio, que los honorarios del autor suelen ser, para una tirada relativamente baja como la prevista, de un 10% del precio en tienda. El adelanto de Rowohlt fue también en este caso generoso, claramente por encima de lo acostumbrado, en todo caso más de lo que le correspondería por la tirada estimada. Y esto sin todavía habernos presentado ni una línea del manuscrito. Desde un punto de vista comercial un riesgo considerable; no, mejor dicho, una locura. Pues bien, a pesar de todo el adelanto en modo alguno podía sustentar a la familia Deschner durante dos años (desde mitades de 1970 hasta la entrega del manuscrito prometido en diciembre de 1972).

Lo que Deschner en su carta del 29 de junio de 1970 quitando hierro al tema de manera magistral (tendrá que llevar a cabo «algún trabajo de poca importancia» para así ganarse el pan para su familia), se convirtió a lo largo de los años en una considerable producción de libros, la mayor parte voluminosos -aquí me limito a sus publicaciones de libros-:

1970: «Warum ich aus der Kirche ausgetreten bin» (Por qué me salí de la Iglesia», editorial Kidler, 200 páginas.

1970: «Kirche und Krieg. Der kirchliche Weg zum Ewigen Leben» (Iglesia y Guerra. El camino eclesial para la vida eterna), edir. Hans E. Günther. 540 pás.

1971: «Der manipulierte Glaube. Eine Kritik der kristlichen Dogmen» (La fe manipulada. Una crítica de los dogmas cristianos). Editorial Kidler, 330 pág (posteriormente reeditado nueva,ente bajo el título «Der gefälschte Glaube» (El credo falsificado)

1971: «Das Christentum im Urteil seiner Gegner» (El credo a juicio de sus enemigos). Tomo 2, edit. Limes, 290 páginas.

1974: «Das Kreuz mit der Kirche. Eine Sexualgeschichte des Christentums» (Historia sexual del cristianismo), edit. Econ, 490 pág.

1974 «Kirche des Un-Heils. Argumente um Konsequenzen zu ziehen» (Iglesia de la perdición. Extraer argumentos sobre consecuencias), edit. Wilhelm Heyne, 127 pág.

1977: «Warum ich Christ/Atheist/Agnostiker bin», (Por uqé soy cristiano/ateo/agnóstico) edit. Kiepenheuer & Witsch, 205 pág.

1981: «Ein Papst reist zum Tatort. Eine Flugschrift» (Un papa viaja al lugar del crimen. Un pasquín), edit. Hoffmann und Campe, 24 pág.

1982: «Ein Jahrhundert Heilsgeschichte. Die Politik der Päpste im Zeitalter der Weltkriege» (Un siglo de historia salvífica. La política de los papas en la época de las guerras mundiales), Tomo 1, 658 pág y al año siguiente

1983: Tomo 2, 673 pág, ambos tomos en la edit. Kiepenheuer & Witsch.

1985: «Nur lebendiges schwimmt gegen den Strom. Aphorismen» (Sólo lo vivo nada contra corriente. Aforismos), edit. Lenos, 108 pág.

1986: «Die beleidigte Kirche». Oder: Wer stört den Offentlichen Frieden?» (La Iglesia denostada. O: ¿quién entorpece la paz pública?), edit. Ahriman, 62 pág.

Y llegamos al año 1986, en el que 16 años luego del cierre del contrato comenzó por fin a editarse la «Kriminalgeschichte des Christentums». En los días del compromiso Deschner tenía 40 y pico, en la edición del primer libro 62. ¡Mucho tiempo! Este proyecto creció como un árbol. Una o dos veces al año me acercaba a Hassfurt y ojeaba el trabajo. Los apilamientos y montones de material y bocetos de Deschner sobre los dos primeros siglos de los crímenes cristianos iban llenando lentamente todo un archivo: más de 25000 hojas para 1986.

Volvamos la vista al pasado. El término de entrega del manuscrito contratado para «finales de 1972» había espirado, y también el de 1973 y el de muchos años después. Desapareció la Kriminalgeschichte des Christentums también de las listas de programas de primavera y otoño de Rowohlt, y se consideró como esperanza desvanecida en el inventario de proyectos difusos. Llegó un momento en Reinbek en el que nadie quería creer en su realización. Hasta yo tuve mis dudas.

Esta obra fue adquiriendo de año en año proporciones gigantescas. Deschner no es un productor de libros que desarrolle racionalmente su concepto una vez pergeñado. Su creatividad engendra un crecimiento continuo, cambios, nuevas ideas… De un tomo de a lo más 350 páginas en el año 1970 pronto se pasó a dos: desde Constantino el Grande a la alta Edad Media y de la tardía Edad Media hasta el presente. Luego fueron tres: desde los inicios hasta Carlomagno, desde el emperador Carlos hasta Martín Lutero y desde Martín Lutero hasta nuestros días. A finales de los 70 el autor y el lector discutían sobre seis volúmenes: un tomo dedicado a la Antigüedad, dos tomos a la Edad Media, y tres tomos a la Edad Moderna. El jefe de la empresa y de finanzas meneaban la cabeza y no se creían absolutamente nada. «De ahí nunca va a salir nada. Dejemos toda esa utopía, lo ya abonado como adelanto (hubo ya varios) lo dejamos à Fonds perdu y punto final. ¡El hombre tiene ya 60 y sigue todavía queriendo escribir seis, siete o nueve libros más! Eso no se cree ni usted». Sí, sí, me mantenía yo valientemente.

El aumento y crecimiento de volúmenes de un proyecto se ha dado en todos los géneros literarios, incluso en el minucioso campo de la lexicografía. Piensen ustedes tan sólo en la gran Encyclopédie francesa o en el diccionario de Grimm de la lengua alemana, que originariamente pensó tener tres tomos y en la actualidas ha alcanzado la cifra de 24 tomos y tan sólo hasta «Montanismo», lo que viene a ser no más de la mitad del alfabeto. Por entonces me consolaba recurriendo a estas comparaciones. Para consolar al autor carecía yo de medios.

La situación económica de Deschner -siempre precaria, la mayor de las veces de auténtica miseria- fue cada vez más desalentadora, vejatoria. Era impensable que trabajara más. En 1967 padeció un infarto, es decir a la edad de 43 años; fue un serio aviso. A inicios de 1976 Deschner presentó una solicitud para que se le concediera una beca de investigación ante la Deutsche Forschungsgemeinschaft, ante la Sociedad de Investigación alemana, a fin de proseguir el trabajo de la Kriminalgeschichte des Christentums. En el punto 4 se dice: «Desde 1970 vengo trabajando entre otras cosas en el proyecto, desde 1973 casi en exclusividad. Hasta la finalización de los dos tomos necesito algo así como cuatro años. Una beca de un año supondría para mí ya una gran ayuda».

Uno de los patrocinadores, el profesor y doctor Carl Schneider, escribió exponiendo su criterio:

«El planteamiento resulta original: ¿En qué relación está el cristianismo, atendiendo a su contenido espiritual, con las respectivas concepciones jurídicas y también éticas globales de su época? Al principio uno pudiera tener dudas de que una obra de varios tomos pudiera ser llevada a cabo por una sola persona, pudiendo parecer una tarea excesiva. Pero tratándose de Descher a mí no me lo parece si se le da la posibilidad de trabajar durante varios años en este proyecto. Sólo si se le concede tiempo y medios para clasificar fuentes y material sin límites el proyecto se presenta como pleno de sentido. Si éste es el caso considero muy probable que Deschner lleve a cabo en la investigación algo nuevo y único, es decir, una confrontación objetiva, insobornable de substancia religiosa del cristianismo con las relaciones y correspondencias de la época respectiva y de la gente histórica concreta. Bajo estas circunstancias me alegraría de que a Deschner se le concediera la posibilidad de llevar a cabo esta obra, cuyo primer volumen se encuentra ya en la editorial Rowohlt».

El otro patrocinador, el profesor y doctor Hans Albert, escribió:

«El que Deschner haya llevado a cabo hasta ahora su voluminosa obra sin apoyo institucional, en un trabajo privado investigativo, por su cuenta y sin desmayo, es digno de la mayor admiración. Hace tiempo que hubiera merecido un estímulo institucional por aquellos que tienen posibilidades, pero merced a que él no trabaja en ninguna Universidad lo cierto es que hasta ahora se ha mostrado como muy difícil. En sí Deschner debiera estar incardinado en una facultad teológica o en un instituto de investigación teológica donde tendría más posibilidades para el trabajo, pero mientras tales centros sean dependientes de la Iglesia resulta difícil pensar que ella va a potenciar a un investigador independiente de esta casta.

En lo referente a su proyecto actual -Kriminalgeschichte des Christentums- cabe esperar con seguridad, a la vista de sus trabajos anteriores existentes y de sus resultados hasta ahora del autor, que llevará a cabo una obra interesantísima no sólo desde un punto de vista histórico-religioso y eclesial sino también desde el punto de vista histórico-ideológico y de historia en general. Como hace ver claramente la exposición del demandante en modo alguno se trata de un proyecto que se reduce a la investigación de las circunstancias delictivas en sentido estricto como se pudiera sugerir por el título, sino más bien se trata de un análisis de las tendencias centrales de la historia del cristianismo. Una empresa así es deseable porque a las relaciones y dependencias, que Deschner tiene en consideración, hoy en general se les presta poca atención. Su trabajo de investigación tiene una función correctora, cuya importancia no se debe minusvalorar. Difícilmente se encontrará hoy alguien que esté dispuesto a dedicar todo su tiempo a un proyecto como éste, en especial dentro de la actividad investigadora universitaria resulta difícil que se piense en este ámbito. De ahí que quisiera apoyar con especial insistencia la petición de Deschner y abogar por la posibilidad de concedérsele una beca por más de un año».

La Sociedad de Investigación Alemana rechazó la propuesta de Deschner y Deschner vivió casi siempre al borde de la quiebra (Deschner lebte Fast immer am Rande der Pleite). Tuvo que endeudarse y al menos tuvo suerte con sus acreedores: ellos tuvieron paciencia. Y además en los momentos de más apuro siempre acudieron en su socorro bienhechores privados, que de alguna manera ayudaron a la familia. Curiosamente no fueron instituciones y fundaciones quienes le patrocinaron sino siempre personas particulares, admiradoras del trabajo de Deschner, que quisieron contribuir con su óbolo para que siguiera adelante aquel guerrero solitario. Y un nombre hay que destacar aquí: Alfred Schwarz de Lucerna. Sin su amistad y gran generosidad jamás hubiera sido editada la Kriminalgeschichte des Christentums. Su callado mecenazgo no fue un acto de gracia único, Fredy Schwarz pudo leer el primer tomo pero murió para cuando se editó el segundo.

En nuestro mundo explotado se recuerda con nostalgia el que todavía se dé el amigo personal y el patrocinador, el mecenas y el protector. Y en pro de Karlheinz Deschner siempre han abogado e intervenido tales salvadores nobles en momentos de apuro, y los sigue habiendo hoy día. A la muerte de Alfred Schwarz se apuntó de manera espontánea el empresario alemán Herbert Steffen: «Yo soy su nuevo mecenas».

En marzo de 1986 recibí yo sobre la mesa la mayor parte del manuscrito del tomo 1 de la Kriminalgeschichte des Christentums. Fue un producto -¿cómo decirlo?- muy artístico, un inmenso collage, un manuscrito muy poco convencional, con muchas, muchísimas anotaciones, suplementos y un sin número de correcciones y añadidos hechos a mano y difícilmente descifrables. La calculadora del departamento de producción empleó todo un día, 8 horas largas, para contar los caracteres de las hojas amontonadas y hacer una estimación. Al final resultaron 500 páginas impresas, pero a lo que había que añadir portada y contraportada, introducción general, anotaciones, índice de abreviaturas, bibliografía, registro…, todo ello conformaba entre 200 y 300 páginas más.

¡800 páginas, vaya, un auténtico descalabro! Era imposible editar un tomazo de 800 páginas por como mínimo 65 marcos. ¿Quién iba a comprar un mega tomazo así? Surgió el nerviosismo en ambos lados, en la editorial y en el autor. Con auténtico dolor de corazón y conciencia adoptamos una solución de emergencia: Al tomo 1 se le añadiría la «introducción general» y al final del tomo 2 iría todo el apéndice. Una mala solución por la que recibimos críticas. En docenas de cartas y telefonazos tuve si no defender sí al menos aclarar que no fue plato de gusto ni del autor ni mío. ¿Pero qué solución mejor cabía?

A inicios de los años 80 la estrella gloriosa de Deschner había menguado y perdido brillo. Sus mayores éxitos quedaban ya en el olvido. En 1986 me preguntaron algunos colegas, lectores de editoriales y críticos, «qué ¿era de Deschner? ¿Si todavía vivía?» Fue una idea brillante del entonces director de publicidad de Rowohlt, Michael Berent, el producir un pequeño folleto sobre la vida, obra y resonancia de este erudito y escritor Karlheinz Deschner, folleto que sería distribuido gratis y con valor permanente para los lectores de Deschner. Un material de propaganda muy caro. Alfred Schwarz, el mecenas de Lucerna, financió el arranque, de modo que Rowohlt no podía quedarse atrás y aportó la parte del león: se editaron 25000 ejemplares de este «prospecto», llegando a editarse una segunda edición.

Este cuadernillo se distribuyó junto con el primer volumen de la Kriminalgeschichte des Christentums, todavía a tiempo para la Feria del libro de Frankfurt, el 26 de septiembre de 1986,. En la aparición de los tomos siguientes se procedió de igual forma. Fue un éxito. Karlheinz Deschner de nuevo presente con su obra historiográfica y literaria.

El texto narrativo para el tomo 2 de la Kriminalgeschichte sobre el atardecer de la época antigua estaba ya en la editorial Reinbek para marzo de 1986. De modo que no resultó difícil editarlo, tal como estaba planificado, en octubre de 1988 con el grueso apéndice -anotaciones, índices bibliográficos, abreviaturas, registro- de los tomos 1 y 2. Y al salir el tercer tomo de más de 700 páginas sobre la falsificación sistemática, embrutecimiento, explotación y destrucción llevados a cabo por la Iglesia antigua dos años después y en el plazo previsto, es decir en octubre de 1990, todos creyeron que el resto de los tomos irían editándose en cadencia bianual, calculando que el décimo y último podría publicarse en el 2004, quizá para el ochenta cumpleaños del autor.

Pero no fue así. La coyuntura en si favorable a Deschner llevó consigo que este trabajador, ascéticamente perseverante en sus fines, se apartara con frecuencia de su tarea principal -la Kriminalgeschichte des Christentums-. Otras editoriales publicaron nuevos libros de Deschner, por ejemplo «Der Anti-Katechismus» en 1991 (El anticatecismo), «Der Moloch. Zur Amerikanisierung der Welt (1992) (Moloc. Hacia la americanización del mundo). Y en Rowohlt su colección de aforismos «Ärgernisse» (1994) (Escándalos). Radio, prensa y televisión hicieron que Deschner participara en charlas y debates, le sacaron a menudo de su encierro de Hassfurt. A inicios de los 90 Karlheinz Deschner pronunció más de 40 conferencias públicas de media por año entre Kiel y Klagenfurt, mucho tiempo restado a su trabajo principal de la Kriminalgeschichte des Christentums, todo ello hizo que el cuarto tomo sobre la primera parte de la Edad Media no llegara a las librerías en el tiempo previsto, y que en lugar de a los dos fuera a los cuatro años, en abril de 1994, poco antes de sus 70 cumpleaños.

Preocupado Herbert Steffen, empresario alemán de Hunsruck y mecenas de Deschner, calculó que a este paso y con esta marcha el volumen 10 y último de la Historia criminal del cristianismo no podría esperarse antes del 2018. Imposible no, pero improbable y menos deseable. Y el mismo Steffen hizo posible que en adelante todas las actividades consideradas accesorias -o al menos casi todas-, sobre todo las conferencias que le robaban mucho tiempo, fueran declinadas y eliminadas en pro de los diez volúmenes programados. Una de esas «actividades accesorias» fue el libro escrito conjuntamente con el serbio Milan Petrovic, profesor especialista en derecho público: «Weltkrieg der Religionen. Der ewige Kreuzzug auf dem Balkan» (La dilatada guerra de las religiones. La cruzada permanente en los Balcanes), aparecido en 1995.

En adelante Deschner pudo dedicarle el tiempo suficiente a sus principal actividad como para que el tomo 5 de la Kriminalgeschichte des Christentums entregara a la editorial en diciembre de 1996 y estuviera en las librerías en enero de 1997. Resurgió la esperanza en el ritmo bianual de la aparición de los tomos. En marzo de 1999 apareció el tomo 6 sobre los siglos XI y XII y el tomo 7, sobre los siglos XIII y XIV, lo terminó de redactar Deschner en diciembre de 2001 -tras una pasable tardanza- y se puso a la venta en enero del 2002. En marzo de 2004 el tomo 8, que recoge los crímenes cometidos por los cristianos desde el exilio de los papas en Avignon hasta la Paz de Ausburgo de 1555, año de la proclamación de la libertad religiosa.

Tan sólo meses después, el 23 de mayo y en Hassfurt, se celebró solemnemente el 80 cumpleaños de Deschner, ¡con intervención incluso del alcalde y del prefecto! Tardío reconocimiento del ahora «gran hijo de la ciudad» en la Franconia del Meno o Baja Franconia, marcadamente católica. A Karlheinz Deschner se le concedió el 15 de octubre del 2004 el premio Wolfram von Eschenbach.

¡A propósito de premios! En 1988 Jan Philipp Reemtsma le concedió el premio Arno ASchmidt, en 1993 Walter Steinmetz el premio alternativo de los libreros, también en 1993 se le adjudicó a Deschner el premio del humanista internacional Award. Ludger Lütkehaus pronunció la laudatoria en 2001 en la concesión a Deschner del premio de la Federación Internacional de Aconfesionales y Ateos, al que le siguió la concesión en el mismo año del premio Ludwig Feuerbach.

Por supuesto que a lo largo de las décadas del trabajo y dedicación a la Kriminalgeschichte des Christentums hubo momentos y fases de ánimo depresivo y decaído, momentos de desesperanza. A la larga no hay nadie capaz de, ante semejante carga constante durante años -que al mismo tiempo era tarea propia que él mismo se había echado a la espalda- no tener momentos de desánimo y desmoralización. «¡Pero ahora no ceder!», fue en esos momentos la máxima de Deschner. En el interin deseó para sus adentros librarse del peso de su trabajo literario (que él denominaba su yugo y «su calvario») y vivir la vida fuera, en medio de la naturaleza y disfrutando del aire limpio. Disfrutar de una vida tranquila. En los veranos marchaba a la orilla del mar Báltico, por ejemplo a Bornholm a donde su amigo Hans Henny Jahnn vivió durante cierto tiempo. O a Noruega, a la patria de Hans Hamsun y tierra de su amigo y escritor Jens Bjorneboe. Más tarde pasaría en invierno algunos días de descanso en la isla de Rügen o en las distintas islas arenosas del este de Frisia.

Más tarde sería necesario animar y estimular a este autor que se iba haciendo mayor. Como aperitivo le escribí una larga carta sobre el trabajo en edad avanzada de su gran hermano de profesión, Leopold von Ranke, que vivió de 1795 a 1886, historiador alemán muy loado, biógrafo del estado prusiano, representante destacado del historicismo y fundador de la historiografía crítica de las fuentes. Según Ranke el historiador no debe juzgar o enseñar sino sólo «mostrar cómo fue realmente.». Este gran historiador -pensaba yo por entonces- podía servirle de modelo confortante. Ranke quedó ciego antes de acabar su último proyecto. Tuvo que dictar sus varios tomos de la «Deutsche Geschichte im Zeitalter der Reformation» (Historia alemana en la época de la Reforma), así como los «Zwölf Bücher preussischer Geschichte» (Doce libros sobre la historia prusiana), varios tomos sobre los papas romanos en los últimos cuatro siglos, como también -sin poder leer con sus ojos ciegos- de memoria una «Weltgeschichte» (Historia mundial) de varios tomos. Realmente una obra impresionante llevada a cabo a una edad avanzada y en condiciones muy difíciles. Con este faro de la historiografía pretendía yo ayudar a Deschner para que no aflojase sino, al contrario, espolearle y animarle a seguir hasta terminar su décimo tomo.

Tras su 80 cumpleaños Deschner se vio obligado a tomarse algunos descansos y a intercalar pausas con más frecuencia. Yeso explica el que trascurrieran cuatro años hasta la publicación del tomo 9 en el 2008 y otros cinco, en el 2013, hasta la edición del tomo 10. Gracias a su constancia y tenacidad Karlheinz Deschner ha concluido su gran obra a la edad de 88 años.

«Muy loado y muy criticado», el contrapunto de Goethe se aplica también a Karlheinz Deschner. El hombre fue discutido y polémico desde el inicio, desde 1956, desde su debut con la novela «Die Nacht steht um mein Haus». Elemento vital de Deschner es la crítica, el descubrimiento, la clarificación. Casi todo lo que escribió y escribe es polémico. Se le podría denominar un «escritor polémico». Analiza lo que dicen y lo confronta con lo que hacen, y de igual modo quiere ser tratado él. Esto es exactamente el origen y meta de su monumental «Kriminalgeschichte des Christentums» : la exposición extremadamente precisa de la escandalosa contradicción que clama al cielo entre las palabras de Cristo y los hechos de los cristianos a lo largo de dos mil años. Deschner, el crítico literario y el crítico de la religión quiere que se le exija lo que predica. Uno de los que lo ha hecho ha sido Norbert Ahrens, quien tras una discusión con Deschner en la Radio Libre de Berlín dijo: «Cuando se lee las publicaciones de Deschner, pienso es especial en sus críticas a la Iglesia y a la religión, si se es honesto uno no puede menos de concluir que usted, señor Deschner, es alguien que se toma la Iglesia y la religión mucho más en serio que la mayoría de los bautizados cristianos, incluidos sacerdotes, prelados y obispos».

Karlheinz Deschner ha dedicado 50 años a la «Kriminalgeschichte des Christentums» y por más de un cuarto de siglo se extiende su colaboración con Rowohlt, trabajo que ronda casi las 6000 páginas de texto. Una historia, que el autor ya en el volumen 1 y en sus 60 páginas introductorias (en la edición castellana vol 1, pág. 58) escribió:

«Como es lógico, no vamos a decir aquí que el cristianismo sea el único culpable de todas las miserias. Es posible que algún día, desaparecido el cristianismo, el mundo siga siendo igualmente miserable. Eso no lo sabemos; lo que sí sabemos es que, con él, necesariamente todo ha de continuar igual. Es por eso que he procurado destacar su culpabilidad entonos los casos esenciales que he encontrado, procurando abarcar el mayor número posible de ellos pero, eso sí, sin exagerar, sin sacar las cosas de quicio, como podrían juzgar algunos que, o no tienen ni la menor idea sobre la historia del cristianismo, o han vivido totalmente engañados al respecto».

Hoy sabemos mucho más sobre la historia del cristianismo. Y en adelante nadie debe dejarse engañar., gracias a Karlheinz Deschner.