En pocas horas, el próximo domingo 27 tendrán lugar las elecciones generales en el Estado Plurinacional de Bolivia en las cuales se elegirán presidente, vicepresidente, senadores y diputados de la Asamblea Legislativa Plurinacional por el período 2025 – 2030.
De acuerdo al régimen electoral vigente, un candidato necesitará obtener más del 50% de los votos para ganar en primera vuelta, o de lo contrario un 40% y una ventaja sobre el segundo candidato más votado de al menos 10 puntos.
En caso de no cumplirse estas condiciones, se procederá a un balotaje entre los dos candidatos más votados.
Los posibles resultados
Todas las encuestas de opinión dan como resultado que los candidatos con mayor intención de voto son Samuel Doria Medina y Jorge “Tuto” Quiroga; de la derecha y extrema derecha respectivamente, con una leve ventaja del primero (21,7%) respecto al segundo (20%).
En filas de la izquierda, el candidato con mayor preferencia es Andrónico Rodríguez (exdelfín sindical de Evo Morales) con un 5% a 7%. El candidato oficialista por el MAS – IPSP, Eduardo Del Castillo no llega al 2%.
Lo más probable es que haya segunda vuelta el 19 de octubre y que las opciones afines al proceso de cambio queden fuera de la competencia; hecho que no se daba desde fines de los años 90.
Lamentablemente es un hecho innegable que estamos ante la interrupción de un proceso de cambio que se iniciara en el año 2005 con la llegada al gobierno de Evo Morales con el MAS – IPSP.
Posibles causas del fin de un ciclo
Trataremos de enumerar cuáles son a nuestro juicio las principales causas de este severo traspié.
En primer lugar la falta de cuadros políticos formados para la gestión de gobierno. Esto se debe a que el MAS no funcionó como un partido con acción permanente y cotidiana, sino más bien como un instrumento electoral.
No podemos dejar de mencionar el triste papel que ha jugado Evo Morales en estos últimos años.
Su egocentrismo lo ha llevado a la obsesión de ser el único y eterno candidato a presidente por la izquierda boliviana; lo que sin dudas alimentó el proceso de autodestrucción del MAS.
Al asumir la presidencia del MAS en 2020, no sólo no hizo esfuerzos para organizar la formación política de cuadros, sino que además se dedicó a hacer una férrea oposición al gobierno encabezado por Luis Arce y David Choquehuanca a los que tildó de traidores; dividiendo incluso a la bancada parlamentaria del MAS entre “arcistas” y “evistas” (votando estos últimos muchas veces con la derecha en contra de proyectos del gobierno).
Ahora promoviendo el voto anulado, le sirve en bandeja el triunfo electoral a la derecha.
Otro aspecto importante a señalar es la llamativa debilidad de la política económica y financiera de Arce; máxime teniendo en cuenta su gran labor como ministro de economía en todo el período de gobierno de Evo Morales.
Más allá de los cambios en la coyuntura económica internacional y la reducción en la producción de gas consecuencia de la disminución de la exportación del mismo a Brasil, tras décadas de estabilidad, la inflación se disparó, alcanzando un 24% interanual en junio; el mayor porcentaje en 39 años.
Salvo el transporte colectivo y el pan que mantienen sus precios (si bien el panecillo básico, llamado “pan de batalla” mantiene su costo de 50 centavos, bajó su peso de 100 a 60 gramos) el resto de los productos de alimentación, frutas y verduras, de limpieza y medicamentos suben día tras día.
Lo mismo acontece con el valor del dólar que desde hace años cotizaba entre 6,50 y 7 bolivianos.
Hoy la compra de dólares a la cotización oficial de 7 bolivianos está restringida casi totalmente y el valor del dólar paralelo está entre los 13 y los 20 bolivianos.
Tampoco hubo un control a las grandes firmas exportadoras que depositan sus ganancias en dólares en la banca offshore, regresando al país el mínimo capital necesario para continuar su producción.
Para empeorar este estado de cosas, hay una gran escasez de combustible y la gente hace filas durante varias horas en las estaciones de servicio.
Todos estos factores han creado una falta de credibilidad en el gobierno, un marcado descontento y sobre todo un gran sentimiento de desengaño en la población incluyendo a muchos partidarios del proceso que no descartan votar en blanco.
Es de esperar -por el bien del pueblo boliviano y su proceso de cambios- que este traspié convoque a la reflexión autocrítica a los sectores de la izquierda y que coadyuve a la reformulación del MAS – IPSP como una fuerza de acción política cotidiana y de formación ideológica de sus cuadros que le permita ser el instrumento para la reconquista del gobierno nacional.
Carlos Flanagan. Exsecretario de RR. II. del PCU. Exintegrante de la CARIFA. Exembajador ante el Estado Plurinacional de Bolivia.
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