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Una segunda evangelización a sangre y fuego

Fuentes: Rebelión

«Bolivia para Cristo. Nunca más volverá la Pachamama al Palacio», fue la sentencia triunfalista de Luis Camacho (uno de los principales actores locales visibles del golpe de Estado cívico-cristiano-militar) al imponer la Biblia sobre la bandera criolla boliviana en el hall del Palacio de Gobierno, en la ciudad de La Paz, el 10 de noviembre […]

«Bolivia para Cristo. Nunca más volverá la Pachamama al Palacio», fue la sentencia triunfalista de Luis Camacho (uno de los principales actores locales visibles del golpe de Estado cívico-cristiano-militar) al imponer la Biblia sobre la bandera criolla boliviana en el hall del Palacio de Gobierno, en la ciudad de La Paz, el 10 de noviembre último.

El promisorio gobierno continuado de 14 años de los movimientos sociales, encabezado por Evo Morales, fue uno de los intentos más prominentes de la auto emancipación simbólica de los pueblos indígenas en Abya Yala en todo este tiempo. En ninguna República (criolla cristiana) los NO ciudadanos (indígenas) habían emprendido tal atrevimiento. Mucho menos con los envidiables resultados. Eso les duele.

Desde la perspectiva ritual, lo que más incomodó a los jerarcas católicos y evangélicos, a partir del 20/01/2006 hasta el 10/11/2019, fue la incorporación de simbologías, ritos e iconografías indígenas en la Palacio de Gobierno, «ignorando» la ritualidad y servicios religiosos del cristianismo católico. Este atrevimiento implicó la pérdida de los privilegios de los jerarcar religiosos.

El gobierno norteamericano, y sus cómplices locales bolivianos, en diferentes momentos intentaron defenestrar al «herético» gobierno indígena de Morales, pero no lo lograron. Hasta que recurrieron (quizás por intuición histórica) al instrumento más efectivo de la primera invasión/colonización: la Biblia y su Cristo.

Nosotros y ellos sabemos que la resistencia indígena frente a la invasión europea fue «sometida» no por los arcabuces y/o los caballos, sino por con Biblia y los doctrineros. Desde entonces, españoles y criollos se impusieron sobre los indígenas, instalando en la mente de éstos iconografías «sagradas» con fisonomías europeas. Imponiendo «valores» éticos como la mansedumbre, obediencia, humildad. Y censurando la rebeldía, la liberación…, etc.

Una breve e inmediata aproximación sincrónica a los actos públicos del proceso de golpe de Estado cívico-cristiano-militar es el uso constante de los símbolos, gestos, oráculos cristiano evangélicos. Jerarcas religiosos pidiendo la renuncia del gobernante indígena en nombre de Cristo. Enaltecimiento de la Biblia (bibliolatría), genuflexiones y rodillas de cívicos, militares y policías plantados en el suelo adorando al Dios desconocido. Gritos de júbilo en nombre de Cristo por la «victoria».

En el transcurso, durante y posterior al golpe de Estado, se constata asesinatos y masacres en nombre de la Biblia y de Cristo. Persecuciones selectivas, torturas públicas y denigración de los dirigentes y funcionarios públicos del gobierno «hereje».

Es decir, todo el proceso del golpe cívico-cristiano-militar está inspirado y legitimado en la convicción colectiva de: «Así es como Dios quiere para Bolivia». Hay una auto conciencia colectiva o individual de los golpistas y de la actual dictadura de: «Dios nos ha enviado a Bolivia para evangelizar por segunda vez». Ya que la primera evangelización (siglo XVI-XX) falló al permitir el «resurgir de la potencia indígena plebeya en Bolivia».

Esta segunda evangelización, para resometer a los indígenas al «poderío» de la Biblia y a su Cristo, es tan sanguinaria como la primera evangelización. Ahora, en menos de una semana ya asesinaron a bala, y en actos públicos, a más de 20 indígenas. Lo hacen, con la plena convicción y fidelidad a la voluntad divina, porque creen estar «persuadiendo», «escarmentando» a los herejes indígenas para que nunca más se atrevan a desafiar al «Todo poderoso».

Estos cristianos golpista, enloquecidos por su falsa conciencia de «heraldos de Cristo», jamás pudieron, ni podrán, someternos, ni con invasiones, ni con golpes de Estado. Podrán seguir usando su rifle, su Biblia, su Cristo, pero siempre tendrán nuestro repudio.

Ni con la espada, ni con la Biblia, ni con su Cristo, pudieron someternos en estos más de cinco siglos de colonización permanente. Ni podrán hacerlo. Lo que más les humilla es no lograr vencernos democráticamente en las urnas. Por eso recurren al rifle, a su Dios y a su Biblia para «legitimarse» en el poder, e intentar evangelizarnos (humillarnos) por segunda vez.

A diferencia de la primera evangelización sangrienta, ahora los evangelizadores no tiene ni hegemonía espiritual/moral, ni hegemonía político/militar, mucho menos control de la verdad o de la comunicación. Situación que hace su misión cuesta arriba.

Nuestra tarea constante es seguir utilizando contenidos y simbologías incluso cristianas para proseguir con nuestra apuesta auto emancipatoria como pueblos. No estamos sólo en una desigual contienda político militar (entre patrones y subalternos), sino en una desigual guerra «sacra» (entre los hijos de Dios y los hijos de la Tierra) , pero en condiciones diferentes.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.