De cara al inminente cambio de rector, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ha empezado a moverse en una clara confrontación entre dos proyectos, entre dos ideas, entre dos conceptos de universidad.
Una, la antigua institución vertical y autoritaria, y otra, que ya anuncia su nacimiento, una institución anti autoritaria, es decir, democrática y horizontal.
El añejo y aún presente autoritarismo se manifiesta claramente en el método de designación del rector. Una junta de notables decide quién ha de gobernar la institución por un tiempo determinado.
Un puñado de figurones, y a veces nomás figurines, decide en nombre de toda la comunidad. Se trata de una decisión, como se dice popularmente, en lo oscurito, sin la participación del resto de la comunidad: estudiantes, maestros y trabajadores, quienes deben acatar sin discusión el ukase de aquel puñado de notables.
Frente a ese viejo modelo de designación, ahora mismo se está abriendo paso una nueva manera de hacer las cosas, en la que participen todos los universitarios.
Pero no se trata, desde luego, de una iniciativa de la cúpula dominante en la UNAM, sino de una iniciativa de lo que podría llamarse la esencia de la universidad: sus alumnos, sus maestros, sus trabajadores.
Hace apenas unas cuantas semanas, esta esencia de la universidad comenzó a organizar una amplia consulta para conocer el pensar y el sentir de todos los universitarios respecto a las cualidades, merecimientos e ideología de los aspirantes a la rectoría.
A las pocas horas de iniciado el proceso consultor, la cúpula de la UNAM emitió un comunicado en el que afirma que la universidad no está ni ha estado organizando ninguna consulta, como si sólo pudiera haber consultas organizadas y realizadas por la cúpula, como si la universidad sólo fuera la cúpula, la burocracia, la élite.
El proceso de consulta resultó un gran éxito. Porque, contra viento y marea, la comunidad toda pudo expresar libre y democráticamente su pensamiento, sus preferencias, sus afinidades.
¿Dónde comenzó todo esto? E propósito viene de lejos. Pero no hay duda de que ha empezado a materializarse en sintonía con la nueva realidad política del país, en la que se puede elegir libre y democráticamente a los líderes y dirigentes de cualquier organización social.
El proceso democratizador en la UNAM apenas empieza, pero ya desde ahora parece indetenible.
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