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Urge una 4T en la UNAM

Fuentes: Rebelión

Desde los ya lejanos tiempos del rectorado de Jorge Carpizo se iniciaron los esfuerzos de privatización de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Pero contra esos propósitos se puso en pie de lucha la muchachada universitaria, lo que impidió y ha impedido hasta ahora, el avance de esos afanes privatizadores.

Derrotado el salinismo-carpiciano por la fuerza de la movilización estudiantil, la derecha mexicana, es decir, el neoliberalismo autóctono, decidió suspender el abierto y evidente programa privatizador a la espera de tiempos más propicios. 

Pero la idea conservadora de la privatización de la UNAM no se dio por vencida, y luego del descalabro, simplemente decidió cambiar de estrategia. Había que pasar del choque frontal a una menos visible privatización silenciosa. 

Y aquí estamos ahora. Porque, desde entonces y hasta, hoy la UNAM ha privatizado lenta pero firmemente los servicios y tareas universitarias. En la UNAM se cobra por todo: desde el estacionamiento de los coches de estudiantes, trabajadores, maestros y visitantes, fotocopias, apuntes, material didáctico y de oficina, exámenes, guías de estudio, préstamo de libros hasta el acceso a espectáculos culturales.

No faltará quien diga que todo cuesta. Y es cierto. Pero para eso la UNAM dispone de un multimillonario presupuesto salido de la hacienda pública, es decir, del propio bolsillo de todos los mexicanos.

¿A dónde van esos recursos federales? ¿Quién los disfruta? Y lo mismo puede preguntarse sobre el dinero cobrado por la UNAM por los servicios y tareas ya mencionados y también por otros rubros que deberían ser gratuitos.

La respuesta es muy sencilla: los disfruta la burocracia dorada de  la UNAM, empezando por el rector en turno y su camarilla. Un modelo de corrupción por decenios practicado.

Es urgente, en consecuencia, una Cuarta Transformación en la UNAM. Un cambio de ruta que implica eliminar la corrupción en su variedad seudo académica. Y que exige equidad y limpieza en el manejo del presupuesto universitario, es decir, poner el gobierno de la UNAM en manos de la comunidad y arrancarlo del control de la burocracia dorada que todavía hoy se mueve a sus anchas.

¿Imposible? Claro que no. Es sólo cosa de aplicar el modelo democrático. Pasar todo por el cedazo de una democracia real y efectiva. No más decisiones de cúpula. Si el presupuesto universitario es de todos los universitarios, todos los universitarios deben participar en su disposición y ejercicio.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.