Excelente y de imprescindible lectura resulta el libro de Pilar Calveiro, Violencias de Estado, la guerra antiterrorista y la guerra contra el crimen como medios de control global, (Siglo XXI editores, 2012). Argentina de nacimiento y radicada en México desde 1979, la colega Calveiro sostiene que vivimos en la actualidad una reorganización hegemónica planetaria basada […]
Excelente y de imprescindible lectura resulta el libro de Pilar Calveiro, Violencias de Estado, la guerra antiterrorista y la guerra contra el crimen como medios de control global, (Siglo XXI editores, 2012). Argentina de nacimiento y radicada en México desde 1979, la colega Calveiro sostiene que vivimos en la actualidad una reorganización hegemónica planetaria basada en una violencia estatal que se despliega principalmente a través de dos grandes combates, definidos como guerras contra el terrorismo y contra el crimen, mismas que habilitan el escenario bélico que requieren las dominaciones autoritarias, y facilitando las formas más radicales de la violencia represiva. La guerra anti-terrorista permite mantener y expandir el nuevo orden global, mientras la llamada guerra contra el crimen «recurre a una reorganización jurídica y penitenciaria que conduce al encierro creciente de personas, en especial jóvenes y pobres, en aras de la supuesta seguridad interior de los Estados. Ambas guerras se entrelazan, se construyen y se dictan desde los poderes centrales -ya sean Estados-nación u organismos estatales supranacionales-y son instrumentos útiles para la reorganización global.»
Iniciada con unos puntos de partida y un marco de referencia en los que se debate en torno a los conceptos de modernidad, hegemonía, reconfiguración hegemónica (sus rupturas y continuidades), bipolaridad, genocidio, totalitarismo, entre otros, así como el paso de un mundo bipolar a otro globalizado, la obra continua en dos partes tituladas Violencias globales: I.- Terrorismo: el enemigo externo. II.- Delincuencia: el enemigo interno, con un cierre con pistas sobre el Estado global. Ante la vastedad del libro, sus profundidades teóricas, los múltiples alcances de sus reflexiones y lo reducido de este espacio, expondré sólo algunos aspectos que llamaron mi atención.
Para la autora, los rasgos más sobresalientes de esta reorganización hegemónica son: el pasaje de un modelo bipolar a otro global, ambos con un fuerte componente autoritario; en lo económico, acumulación y concentración neoliberal dentro de un mercado globalizado; en lo político, debilitamiento de la autonomía del Estado-nación y el desarrollo de redes de poder estatal-privadas de carácter trasnacional, así como la instauración de democracias procedimentales; en lo social, la incorporación de tecnología -en especial de comunicación- que modifica tiempo y espacio; en lo subjetivo, una individualidad blanda, aislada, en retracción hacia lo privado, como esfera de consumo de bienes y de cuerpos, todo ello con un uso importante y diferenciado de la violencia, que se articula con las nuevas formas de lo político, social y subjetivo.
Esta autora mantiene que las guerras sucias del siglo XX, prefiguran ciertos modos represivos del mundo global actual, con Estados Unidos a la cabeza, y con la imposición de un estado de excepción que articula una red represiva legal con otra ilegal, y en la que se va conformando un Estado criminal. «Ganar la guerra sucia -afirma Calveiro– fue una precondición para tener alguna posibilidad en la nueva fase de acumulación. Así fue como se invirtieron todos los recursos necesarios para asegurar la derrota de cualquier proyecto alternativo en América, una derrota que fue no sólo militar sino también política. Se selló entonces el triunfo de una nueva forma de organización nacional, acorde con la reorganización hegemónica global, que supuso: el vaciamiento de las economías mediante la imposición del modelo neoliberal, el vaciamiento de la política con la implantación primero de dictaduras de shock, pero enseguida de democracias formales e incluso autoritarias, producto de la eliminación de todas las formas de organización y liderazgo alternativos, y por último, el vaciamiento del sentido mismo de la nación y de la identidad Latinoamericana con la incrustación de nuevas coordenadas de sentido individualistas, mercantiles y apolíticas.»
Es extraordinaria la revisión histórico-crítica de la autora sobre los significados de las dos guerras mundiales, sus costos en vidas humanas, principalmente de civiles, consideradas poblaciones prescindibles e indeseables; la relación entre los genocidios en los campos de concentración, con la producción industrial, tecnificada y burocrática de la sociedad de masas que caracterizó aquel momento del capitalismo. Es especialmente aleccionador y clarificarte su escrutinio sobre el concepto de totalitarismo, y las diferencias entre fascismo y estalinismo a partir de un señalamiento crucial de Calveiro: «La crítica al totalitarismo, hoy por hoy, debe pasar por el anticapitalismo.»
Muy sugerente la idea de la autora de que el hecho que cierra la Segunda Guerra y abre el periodo de la Guerra Fría, como conector entre ambos momentos, fue el lanzamiento de las bombas atómicas sobre dos ciudades japonesas, y su conclusión de que el genocidio y el ataque indiscriminado sobre población civil son prácticas fuertemente emparentadas, y conllevan la creencia «de que existe un otro racial, religioso o nacional sobre el que se puede imponer cualquier sufrimiento y a cualquier costo, amparándose en una racionalidad de eficiencia bélica, política, económica o biológica. La construcción social de ese otro como alguien exento de todo derecho está en la base del Estado de excepción.»
Lo expuesto es tan sólo una reducida muestra de la riqueza temática y analítica de un texto pletórico de reflexiones rigurosas sobre los dramáticos efectos de las violencias de Estado, tanto en el ámbito global, como nacional, que contiene, además, una detallada investigación del «modelo mexicano». Un valioso aporte al pensamiento crítico que debe ser estudiado a cabalidad.