A la memoria de Ana Santos Ruiz Los intelectuales públicos, aquellos que le hablan a la sociedad, que se insertan en debates y se preguntan sobre los problemas sociales, cumplen una función en la sociedad muy importante. En términos de dicotomía podemos decir que refuerzan una dominación o buscan desmontarla, por lo menos en […]
Los intelectuales públicos, aquellos que le hablan a la sociedad, que se insertan en debates y se preguntan sobre los problemas sociales, cumplen una función en la sociedad muy importante. En términos de dicotomía podemos decir que refuerzan una dominación o buscan desmontarla, por lo menos en algún ámbito. El trabajo de los intelectuales no es neutro y libre, se da en las tensiones sociales, en las disputas políticas. Es por ello que el trabajo intelectual escoge su lugar en la sociedad, buscando representar a una clase o grupo.
Las ideas están presentes en el desenvolvimiento de la historia, tienen una materialidad en la acción de los hombres. Ideas vueltas ideología justificaron la esclavitud, con evidencia «científica» y doctos argumentos. El profiriato en México fue construido por los «científicos», intelectuales cobijados por el dictador. Toda dominación y aberración ha contado con ideologías que las justifican. Al mismo tiempo, las resistencias, las acciones de lucha política y revoluciones, se acompañan de ideas, ideologías e intelectuales.
La lucha de las ideas es parte de la lucha política y del devenir de la historia. En el caso del México actual, la crisis hegemónica por la que atravesamos es una oportunidad para combatir las ideologías de dominación presentes en la sociedad. Para ello se hace necesario mostrar la invalidez de estas, sus ligas con intereses de clase y con el poder, mostrar la función perniciosa que algunas ideas cumplen en la sociedad.
El libro de Ana Santos Ruíz, «Los hijos de los dioses. El Grupo filosófico Hiperión y la filosofía de lo mexicano» [1], es una herramienta para la lucha de las ideas. En un estudio profundo, que acompaña un análisis fino, Ana Santos, da cuenta de las ligas de un grupo de intelectuales (Grupo Hiperión) con el régimen post-cardenista, y como su producción de ideas sirvió para legitimar los profundos cambios efectuados en el periodo de 1940-1952, bajo el liderazgo de Manuel Ávila Camacho y Miguel Alemán.
Señala Ana Santos Ruíz que las ideas sobre el ser del mexicano, proyecto del Grupo Hiperión, fueron construidas desde la soberbia intelectual, desde una posición elitista y había en ellas un despreció al pueblo mexicano. La filosofía de lo mexicano, señala la autora, concordaba con y reforzaba el discurso oficial de la mexicanidad, en la que México era visto como algo excepcional (¡como México no hay dos!), se promovía la «unidad» nacional y se colocaba a la vanguardia del proyecto modernizador a la burguesía nacional, mientras que se observaba como un obstáculo al desarrollo al pueblo, al que se estudiaba y se buscaba reformar (aceptación de la dominación).
El pueblo mexicano, ese héroe que hizo la Revolución, pronto se le proyecto, vía los intelectuales del Grupo Hiperión, como un ente pasivo, «valemadrista«, flojo, indolente y otra serie de adjetivos, que se vulgarizaron y en muchos sectores se establecieron como una verdad. Esto no fue más que un constructo ideológico que servía como justificación a un viraje con respecto al cardenismo y el afianzamiento de un régimen autoritario y de clase.
Este desprecio hacia el pueblo mexicano por parte del poder y sus intelectuales sigue vigente, la «filosofía» del mexicano sigue funcionando como ideología del poder. Actualizada por intelectuales, comentaristas y funcionarios, para los que el pueblo es un gran obstáculo hacia el progreso: los campesinos que defienden su tierra, los obreros y sus reivindicaciones; los normalistas radicales, violentes y necios; los indígenas que no aceptan el progreso que les llevan, los nacos y sus costumbres, los vendedores ambulantes que les encanta la informalidad, los pobres que no quieren trabajar. Estas expresiones son ideología vulgar, mentiras completas, trampas funcionales a la dominación, cuya raíz es profunda en la historia de las ideas.
En la batalla por un México más justo, con igualdad y democracia, es necesario vencer estas ideas demostrando su falsedad. De ahí la importancia del libro «Los hijos de los dioses» de Ana Santos Ruíz, una investigadora joven, crítica y brillante, que tristemente ya no está para seguir en la lucha de las ideas contra la dominación. Que sean estas letras un sentido homenaje.
Nota:
[1] Ana Santos Ruíz, Los hijos de los dioses. El Grupo filosófico Hiperión y la filosofía de los mexicano, Bonilla Artigas Editores, México, 2015.
Publicada por primera vez en Black Magazine: http://www.
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