1. Sería un maniqueo indomable si no apoyo todos los movimientos de huelga de los trabajadores; siempre los trabajadores deben estar en primer lugar en todo, muy por encima de cualquier empresario, «aunque sea buena gente». Pero hay dos cosas que me preocupan: a) Que La Jornada es el único diario informativo leíble, de centro […]
1. Sería un maniqueo indomable si no apoyo todos los movimientos de huelga de los trabajadores; siempre los trabajadores deben estar en primer lugar en todo, muy por encima de cualquier empresario, «aunque sea buena gente». Pero hay dos cosas que me preocupan:
a) Que La Jornada es el único diario informativo leíble, de centro izquierda en México y
b) Si por esto último esta huelga no es manipulada a escondidas por la clase dominante. Dado que no creo en las putas leyes y las autoridades, por obligación debería que llegarse a acuerdos personales con los trabajadores y si como mil razones éstos no aceptan -a pesar de ser los mejor tratados del país- ya habría que comenzar a pensar que hay intereses inconfesables tras ellos.
2. Pero por otro lado hay que averiguar si realmente los patrones son gente decente, si realmente son como en su ideología dicen ser. En casi todas las universidades del país, por ejemplo, se habla de honestidad y se enseña la honradez y la igualdad, pero los funcionarios y las «vacas sagradas» de la academia cobran salarios 10 ó 20 veces superiores al de los trabajadores. ¿O qué decir en el gobierno que se cobran salarios mensuales de más de medio millón de pesos mientras el salario mínimo de los trabajadores es de apenas 2,400 pesos cada 30 días? Siendo esas diferencias tan grandes se justifican hasta las huelgas salvajes o violentas porque mientras las familias de los trabajadores sufren miseria y hambre la clase dominante vive como aristócrata.
3. Los trabajadores de La Jornada denuncian muy altos salarios de los funcionarios en su empresa. Espero que con López Obrador en la Presidencia el primer decreto modelo sea la reducción obligatoria de los salarios del gobierno nacional en un 70 por ciento y el aumento del salario mínimo en un 100 por ciento. Una reducción a las pensiones (incluídos los expresidentes) que sobrepasen los 50 mil pesos y un aumento a las menores de 20 mil. Por último, deben limitarse -de manera radical- las ganancias del sector privado buscando que no hayan más privilegiados en México. Tanto en el periódico La Jornada como en el país tiene que existir la lucha por la igualdad económica, política, social y debemos comenzar hoy con el ejemplo.
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