
El cine documental  está considerado como el hermano pobre de la industria cinematográfica.  Yo diría más bien que es el digno mendigo en la puerta del hotel Ritz.  Recibe menos ayudas institucionales que el cine comercial, las salas de  proyección no exhiben la propuesta documental y en las televisiones no  llega ni al 10% de la programación. El argumento de todos ellos es  acudir siempre a la misma idea: “Al público no le interesa el cine  documental”. 
 Voy a ser honesto y  debo aceptar que el cine documental no atrae la misma atención que las  producciones de ficción, no tiene tampoco las mismas oportunidades,  pero, de momento, hay que aceptar la realidad y debemos reconocer que no  ganamos esa batalla. Creo que tampoco tenemos intención de ganarla.  Pero si no tenemos un aumento de las ayudas gubernamentales y no nos  ganamos un poco de respeto con las salas de cine y la televisión, poco  vamos a poder hacer. 
 Hay detalles que el  público en general no detecta, o no conoce, y que me gustaría explicar  brevemente aquí. En estos momentos, del 100% del fondo económico del  Ministerio de Cultura, para ayudar a las producciones cinematográficas  del estado español, los documentales no reciben más del 15%. A esto hay  que sumarle que dicho fondo es de los más bajos en Europa. Otro detalle  viene desde la misma academia del cine español a través de los premios  Goya. En dicho certamen, el premio a la mejor película documental se  entrega en la fase de los premios (con permiso) menores: sonido,  vestuario, etc. ¿Cuando se dignará la academia a reconocer la  importancia del documental y entregar el citado premio junto (antes o  después) a la mejor película o mejor dirección? 
 Todo ello va  sumando peso a esa mochila que llevamos a cuestas las que nos dedicamos  al documentalismo. Y cada día nos pesa más. Aunque no todo es tan  negativo. 
 El año pasado  vivimos (y disfrutado) del éxito de varios documentales. Uno de ellos y  sin querer desmerecer a los demás, es el del film “El Silencio de otros”  de Almudena Carracedo y Robert Bahar. Extraordinario trabajo documental  que ha recibido numerosos premios y reconocimientos, entre ellos el del  Goya a la Mejor Película documental 2019. En los cines ha sido todo un  éxito de taquilla y en la 2 de TVE reunió a más de cien mil  espectadores. ¿Quién decía que el cine documental no le interesa al  público? 
 Aún así, nuestro  deber es luchar por dignificar nuestra profesión, reivindicar un mejor  lugar en los reconocimientos y exigir un aumento de las ayudas o interés  del mercado cinematográfico. Si no lo hacemos nosotras nadie lo hará.  Aunque quiero indicar que siempre se habla de nuestras producciones como  cine independiente, cosa que no es así. El cine independiente casi no  existe, todo el cine es dependiente, dependemos de ayudas, ya que si no  fuera así es casi imposible sacar adelante los proyectos. 
Pero en lo que si 
aventajamos al cine de ficción, el cimiento más hondo y robusto que 
mantendrá nuestra dignidad, es que nosotras filmamos la realidad, 
construimos esa biblioteca universal de la memoria que pasado meses, 
años y siglos será siempre el recuerdo de nuestra sociedad. Como dice 
acertadamente Patricio Guzmán: “…el documental es también un espacio de 
reflexión de una sociedad. Constituye un análisis poético, ecológico, 
histórico, de un pueblo. Un país sin cine documental es como una familia
 sin álbum de fotos. Sin embargo, a pesar de los temas apasionantes que 
tratamos, nunca hemos disfrutado del éxito que proporciona el cine de 
ficción. Es bastante difícil para nosotros instalarnos adentro de la 
opinión pública. Somos un genero a contra corriente.”
Vivimos en el 
extrarradio de la industria cinematográfica porque lo que mostramos 
altera la zona de confort del poder. Somos subversivas y rebeldes de 
vocación. Por que rescatar, defender y difundir la memoria, hoy en día, 
es un acto de valentía y dignidad. Somos las obreras que mantenemos ese 
patrimonio de la memoria que ayudará a construir un futuro mejor.
 En 1895 se rodó el  cortometraje “La Sortie de l’usine Lumière à Lyon”, producido y dirigido  por Louis Lumière. Su argumento: los obreros que trabajan en la fábrica  de aparatos fotográficos Lumière en Lyon salen por la puerta que da a  la calle Saint-Victor, después de una jornada de trabajo. Son, como  mínimo, más de cien y en su mayoría mujeres. Mientras lo hacen, cada una  va a la suya; conversando entre ellas; montando en bicicleta; yendo a  pie o en un carro tirado por caballos,  completamente distraídas;  jugando con un perro; haciendo alguna que otra broma, pendientes del  objetivo; etc. Hasta que, finalmente, después de salir las últimas, el  portero cierra las puertas. 
 Es considerada la  primera producción en la historia del cine, el nacimiento del séptimo  arte. Y mira por donde, es un documental. 
Fuente:  https://miraicrida.blogspot.com/2020/02/vivir-en-el-extrarradio-de-la-industria.html 


