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Zapatos y pobreza

Fuentes: Rebelión

Citando al escocés Adam Smith, al maestro Jesús Silva Herzog le gustaba repetir que “Ninguna sociedad puede prosperar ni ser feliz si son pobres o miserables la mayoría de sus habitantes”. La pobreza es sin duda el mayor enemigo de la felicidad humana. Lo mismo en el plano individual que en el ámbito social.

En México la pobreza es el mayor problema social. Y a pesar de los grandes esfuerzos y los enormes avances en los últimos seis años por combatir,  reducir y atemperar ese flagelo, la pobreza y la pobreza extrema siguen siguen siendo personajes centrales en la vida de millones de mexicanos.

La pobreza es un fenómeno de  múltiples facetas y grados. Quien tiene agua potable es menos pobre que quien carece de ella. Quien tiene un ingreso monetario también es menos pobre que quien no lo tiene.

Quien tiene seguridad social es menos pobre que quien no está asegurado. El que tiene acceso a la escuela es menos pobre que aquel que no puede asistir a ella. Y lo mismo puede decirse de la vivienda, del drenaje, la electricidad, la ropa y el calzado. Casi por definición puede afirmarse que quien no tiene zapatos no puede ser catalogado sino como persona muy pobre.

Por ello deben ser bienvenidos y ampliados todos los esfuerzos y programas sociales destinados a reducir y eliminar la pobreza, como se hace ahora en México.

Los aumentos sostenidos en los salarios son un buen camino para disminuir la pobreza. Y lo mismo puede decirse del fomento del empleo. O del combate al desempleo que es una cosa semejante.

Entre las mayores y mejores medidas sociales para combatir y erradicar la pobreza se encuentran los programas de renta universal básica, es decir, la asignación de un ingreso monetario sin contraprestación alguna a todos los habitantes de un país desde la cuna hasta la tumba.

Así se hizo durante buena parte del siglo veinte en los países escandinavos. Y también, con menor extensión y profundidad, en otras mucha naciones. 

Estas políticas públicas recibieron el nombre de Estado de Bienestar. En México durante décadas se aplicó un programa de desayunos y meriendas escolares, casi completamente gratuitos. Y también desde hace decenios existe el programa de dotación de libros de texto gratuitos.

Pero no hay duda de que en México el más avanzado y completo programa para combatir y atemperar la pobreza es la pensión para los adultos mayores. Y también son magníficas las becas universales para estudiantes y las ayudas a otros sectores vulnerables de la población.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.