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Gloria Rolando, una voz de la memoria viva afrocaribeña

Fuentes: SEMlac

Durante más de tres décadas, la cineasta e investigadora Gloria Rolando Casamayor ha desarrollado un intenso trabajo de preservación de la cultura afrocaribeña, teniendo como premisa visibilizar historias no contadas o postergadas de grupos y comunidades afrodescendientes en la región. Así trascendió en el panel «Tres décadas de cine, treinta años de amor. Homenaje a […]

Durante más de tres décadas, la cineasta e investigadora Gloria Rolando Casamayor ha desarrollado un intenso trabajo de preservación de la cultura afrocaribeña, teniendo como premisa visibilizar historias no contadas o postergadas de grupos y comunidades afrodescendientes en la región.

Así trascendió en el panel «Tres décadas de cine, treinta años de amor. Homenaje a Gloria Rolando en su 70 cumpleaños», organizado el miércoles 15 de febrero en la sala Manuel Galich de la Casa de las Américas, como parte de las actividades de la XXXI Feria internacional del Libro.

En el encuentro, organizado además por el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos en honor a la realizadora cubana, panelistas cubanos y extranjeros reconocieron el valor patrimonial de la obra de Rolando Casamayor, tanto para la nación como en la ruta de establecer un vínculo de ida y vuelta con el continente africano, el Caribe e, incluso, Estados Unidos.

Para Camila Valdés León, directora del Centro de Estudios del Caribe de Casa de las Américas, «el respeto y el compromiso ético de la cineasta con lo más preciado de los seres, sus memorias, ha sido una constante en su obra».

«Narrativas que no han sido recogidas más allá de las familias, no han brillado bajo las luces del gran relato histórico y, en algunos casos, han sido expulsadas al abismo del olvido público; otras, incluso, ha sido injuria y herejía repetirlas», agregó.

Valdés León mencionó tres núcleos identificables en su obra, que avanzan en espiral en el abordaje de temas como la cultura popular y los modos de preservar su memoria (Oggun,el eterno presente, El alacrán, Los Marqueses de Atarés y Nosotros y el Jazz); las reivindicaciones y rebeldías de la comunidad negra cubana en el siglo XX (Las raíces de mi corazón, Ojos del arco íris y 1912, Voces para un silencio), así como el fantástico mundo del hombre caribeño y las redes sumergidas que lo conectan, a través de Los hijos de Baraguá, Pasajes del corazóny la memoria, y Reembarque.

Sobre esta dimensión caribeña de lo cubano, Maydi Estrada Bayona, profesora de la Universidad de La Habana, destacó el aporte de la obra de Rolado Casamayor, junto a la de Rigoberto López, para el reconocimiento de las comunidades caribeñas en la construcción de nuestras identidades. «Un elemento que no ha sido salvado y entendido del todo en la conformación de la nación y la nacionalidad cubana», reconoció.

Una cuidada visualidad y un exquisito uso de la música, en los cuales se descubre su formación académica en el Conservatorio Regional de Música Amadeo Roldán, son elementos representativos de su obra. También la extensa y exhaustiva investigación documental que sostiene cada una de sus piezas audiovisuales.

Para Valdés León, «en todos estos trabajos Gloria se presenta a sí misma como personaje, encarna así la labor de búsqueda. Por eso, como una investigadora detective, la vemos hurgando en bibliotecas y archivos… Su voz, con total empatía, pregunta a los entrevistados como quien está de visita en casa y tertulia con un café».

El análisis crítico de su obra, como un paso en el acercamiento a especialistas, académicos y público en general de esta autora insuficientemente estudiada, nuclea los esfuerzos actuales de Devyn Spence Benson, de la Universidad de Kentucky, Estados Unidos, quien, junto a un colectivo de autoras, aspira a concluir este año el libro Rompiendo silencios: un examen crítico a la vida y obra de Gloria Rolando.

«Una de las cosas que desde 2018 dialogábamos era cómo hacer el trabajo de Gloria más público, porque a pesar de la extensa obra realizada por ella -13 películas- y el reconocimiento nacional e internacional que ha logrado como artista, más allá de todos los obstáculos en su carrera, no se ha hecho aún una evaluación integral de su trabajo e influencia», explicó.

La suya es una de las voces imprescindibles en el camino de «romper el silencio en torno a las contribuciones de las mujeres negras en la historia de Cuba«, aseguró la académica estadounidense, estudiosa de Rolando y de otras mujeres negras con discursos influyentes en la comunidad afrodescendiente en la isla.

Ejemplo de ello es su documental Diálogo con mi abuela, donde emplea «el lenguaje cinematográfico para ofrecer un discurso contrario a las formas en que los cuerpos de las mujeres negras han sido imaginados y trasmitidos hasta la actualidad«.

Con ello coincide Yasmani Castro Caballero, de Masamba Producciones, quien reconoce el respeto a la mujer como tema central de este material.
Por su parte, Susan Lord, de Queen’s University, Canadá, llamó la atención sobre la importancia de la preservación material de la obra de Gloria Rolando. «Debemos ampliar nuestras versiones de archivos para poder albergar un contenido como el que aparece en la obra Gloria y que no puede contenerse en un archivo tradicional», afirmó la también directora de Vulnerable Media Lab.

Las hermanas Oblatas, otra historia desconocida

Como parte de la jornada de celebración por la vida de la realizadora, el cine 23 y 12, en el Vedado capitalino, acogió los días 16 y 17 de febrero la presentación oficial de la serie documental Hermanas del corazón (2023).
Esta, su obra más reciente, comenzó a realizarla en 2015 y el pasado año mereció el Gran Premio Caracol de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.

Dividida en tres capítulos, es el resultado de una detallada investigación realizada por la autora entre Cuba y Estados Unidos sobre la presencia en la isla de Las Hermanas Oblatas de la Providencia, la Primera Orden Católica de Monjas Negras fundada en Baltimore, Estados Unidos, en 1829.
En la primera mitad del siglo XX, esta orden creó varios colegios en Cuba, como «El Colegio San José», en la ciudad de Cárdenas, donde comienza la historia. Rolando nos acerca a las memorias de algunas de sus exestudiantes, a las de su propia madre como alumna de una de estas instituciones, y expone así otra de las facetas desconocidas de la vida de las mujeres negras en el país.

El documental se adentra en la educación de las personas afrodescendientes a través de esta orden religiosa. «No todas las estudiantes de estas escuelas eran negras, algunas lo eran, otras eran más blanquitas; o sea, que en esas escuelas no había discriminación», cuenta una de las exalumnas.

Personas de diversas generaciones y procedencias, intelectuales, artistas, integrantes de la sociedad civil, protagonistas, asistieron a estos tres días de homenaje a Gloria Rolando. Personas que ven en su trabajo no solo un motivo de autorreconocimiento, sino un camino de activismo y compromiso social y ético con la historia de Cuba y el Caribe, aún con mucho por contar.