Pásalo – Foto: Stephane Grueso La noche del 12 marzo de 2004, alguien tecleó en su teléfono móvil este mensaje de texto: «¿Aznar de rositas? ¿Lo llaman jornada de reflexión y Urdaci trabajando? Hoy 13M, a las 18h. Sede PP, C/ Génova 13. Sin partidos. Silencio por la verdad. ¡Pásalo!» No lo envió hasta la […]
Pásalo – Foto: Stephane Grueso
La noche del 12 marzo de 2004, alguien tecleó en su teléfono móvil este mensaje de texto:
«¿Aznar de rositas? ¿Lo llaman jornada de reflexión y Urdaci trabajando? Hoy 13M, a las 18h. Sede PP, C/ Génova 13. Sin partidos. Silencio por la verdad. ¡Pásalo!»
No lo envió hasta la mañana siguiente, a diez o doce amigos. Luego contó que lo había escrito como un acto desesperado de rabia. Protestaba por la política de comunicación del gobierno del Partido Popular tras los atentados del 11 de marzo, ocurridos en plena campaña electoral y a sólo cuatro días de las votaciones y por la instrumentalización de la televisión pública (Alfredo Urdaci, señalado en el SMS, era el responsable entonces de los programas informativos de Televisión Española). Parte de la población, de la prensa y los partidos de la oposición consideraban que, a pesar de los 191 fallecidos, 1.400 heridos y del shock de toda la sociedad, se estaba manipulando la información sobre la autoría del atentado.
Aquel mensaje de texto saltó a los foros de Internet y, de ahí, sin pasar por los medios, a las calles. Fue el desencadenante de decenas de protestas espontáneas ante las sedes del Partido Popular de toda España en las que se preguntaba «¿Quién ha sido?». Eran las primeras « ciberturbas«. En Madrid, donde se congregaron entre 4.000 y 5.000 personas, se encontraban las cadenas de televisión de todo el mundo, entre ellas CNN, montando sus instalaciones para la retransmisión el día siguiente de la noche electoral. Una circunstancia que favoreció que las protestas alcanzaran una audiencia global.
Manuel Castells, en su libro «Comunicación móvil y sociedad», recoge un dato revelador: «El sábado, el tráfico de SMS aumentó un 20% respecto del tráfico habitual, y el domingo, un 40%, un récord absoluto para este tipo de mensajes».
Pese a ello, es necesario matizar el papel de la tecnología en estas movilizaciones. Por ejemplo, para Marga Padilla, ingeniera informática, pensadora, hacker y co-autora de « Red Ciudadana tras el 11-M; cuando el sufrimiento no impide pensar ni actuar«, «la clave para entender la gestación de estas concentraciones no está en el soporte tecnológico que permitió que circularan los mensajes, sino el conjunto de circunstancias que posibilitó que se produjera un proceso comunicativo horizontal, acéfalo e incontrolable». Por eso «el éxito de ese proceso comunicativo se debió a que previamente se había trabado una comunidad afectiva (un común) que sólo pudo activarse cuando el funcionamiento habitual de la sociedad-red se desplomó». Lo contaba en unas jornadas celebradas en 2005 en la Universidad Internacional de Andalucía.
Desde esa perspectiva, en estos acontecimientos encontramos un precedente de un mecanismo que se activó de nuevo en el 15-M con la Acampada Sol: los afectos como un elemento de cohesión (que además será uno de los factores que favorecerá que el movimiento sea inclusivo y transversal) frente a vínculos tradicionales como la ideología, como explicaba Padilla en « Conversaciones Madrid.15M.cc«.
La marea de manifestaciones del 13-M no solo dejó fuera de lugar a políticos y medios tradicionales. También los activistas de movimientos críticos se vieron desbordados por una forma de protesta que no conocían. Guillermo Zapata ha recordado la información que transmitieron entonces desde el portal alternativo Indymedia y sus limitaciones para comprender el fenómeno que se estaba produciendo: «El 11M fue el día que los activistas de la comunicación perdimos el monopolio de la opinión del «abajo». Menos mal que nos dejamos ganar :)», concluye.
Los de «abajo», los cualquiera, aprendieron el 13-M que podían organizarse, crear redes de información y enfrentarse al poder con poco más que un móvil y su indignación. Como Martín Sagrera, que llevó a la concentración de la calle Génova 1.500 pancartas con la palabra «Paz», dando lugar a teorías sobre una supuesta planificación de las movilizaciones.
El papel de los medios
Aquella noche del 13-M, los teléfonos no sólo se emplearon para difundir la convocatoria. También sirvieron para estar al tanto de las últimas noticias sobre la investigación del atentado, que llegaban como mensajes y llamadas: «La gente estaba pegada a sus transistores y los móviles sonaban sin parar para transmitir información a la gente, que a su vez propagaba las noticias, que corrían de boca en boca», relataba Coral Herrera. Y, por primera vez, se usaron, de una manera precaria pero eficaz, para transmitir la realidad de las calles.
Así lo narraba Coral:
«Las cámaras, los micrófonos, y las luces desaparecen; solo quedan los reporteros alemanes que trabajan a destajo, y nosotros gritando, y todas las calles que desembocan en Sol colapsadas. No hay banderas, no hay partidos, no hay magnetófonos, no hay organizadores, no hay órdenes (…) Los medios nacionales ningunean la protesta y dejan claro de qué lado están. La gente alza sus móviles para que los que escuchan al otro lado perciban el ambiente que hay en Madrid. Más de un millón de personas bajan por la calle del Prado y por la calle Atocha. Y circula otro papel: a las dos en punto cinco minutos de silencio. Pásalo. Todos al suelo. Silencio sepulcral. No hay cámaras. Miles de velas encendidas, y se rompe el silencio con el grito lleno de orgullo: viva Madrid, y todos gritamos, viva, viva Madrid. Aznar, escucha, el pueblo está en lucha, y las riadas humanas avanzan hacia el Congreso. En la radio solo se oye música y resúmenes del partido del Real Madrid».
La trascendencia de estos acontecimientos, tanto por su impacto político (en contra de la mayoría de las previsiones, el Partido Popular perdió las elecciones) como por su novedad, ha sido destacada por los distintos estudios académicos que han fijado su atención en ellos. Para Castells, «esta experiencia en España, tres años después de las movilizaciones relámpago que provocaron la renuncia al cargo de Estrada en Filipinas, se va a recordar como un momento crucial de la historia de la comunicación política. Los individuos y los activistas de base, armados con sus teléfonos móviles y conectados a internet, son capaces de poner en funcionamiento redes de comunicación potentes, amplias, personalizadas e instantáneas».
¿Fue el 13-M un precedente de las acampadas de 2011? ¿El clima del 15M nació el 13 de mayo de 2004? Raúl Sánchez Cedillo, de la Fundación de los Comunes, considera que, más que crearlo, lo anuncia: «13M es el ángel (mensajero, enviado) del futuro».
Libros sobre el 13M:
« Red Ciudadana tras el 11-M; cuando el sufrimiento no impide pensar ni actuar«, Varios Autores. (Acuarela libros)
« Pásalo. Relatos y análisis sobr el 11-M y los días que le siguieron«, Varios Autores. (Traficantes de Sueños)
«¡Pásalo!: Los cuatro días de marzo que cambiaron el país» , Carlos E. Cué. (Península)
« Pásalo«, Guillem Martínez. (Debolsillo)
Fuente: http://www.eldiario.es/turing/13M-15M-Pasalo-SMS_0_237976327.html