Recomiendo:
0

180 muertos en tres días de combates dejan a Irak al borde de una nueva guerra civil

Fuentes: Cuarto Poder

«La revolución en Irak es guerra civil desde el primer día». El tweet está cargado de ingenio, pero también de triste agudeza política. Las manifestaciones que llevan meses teniendo lugar en las provincias suníes de Irak han tornado rápidamente en combates que amenazan con extenderse, azuzados por la cerrazón de la clase política, la tensión […]

«La revolución en Irak es guerra civil desde el primer día». El tweet está cargado de ingenio, pero también de triste agudeza política. Las manifestaciones que llevan meses teniendo lugar en las provincias suníes de Irak han tornado rápidamente en combates que amenazan con extenderse, azuzados por la cerrazón de la clase política, la tensión intersectaria heredada de la guerra civil y la crisis siria, derivando así en una nueva fase del conflicto fraticida que sacudió a la antigua Mesopotamia entre 2005 y 2008.

No se puede decir que estemos en los primeros días de una revolución en Irak. De hecho, la población suní ya protagonizó manifestaciones contra el Gobierno a principios de 2011, en una réplica de los levantamientos regionales que trataban de derribar sus dictaduras. El Ejecutivo de Nuri al Maliki, primer ministro chií acusado por sus detractores y por no pocas ONG del mundo de implantar una nueva dictadura sirviéndose del juego político que le permite estar en el poder pese a haber perdido las últimas elecciones nacionales, reprimió las protestas. Pero el pasado diciembre, éstas regresaron con fuerza tras la detención de los guardaespaldas del ministro de Finanzas, suníes, en una maniobra vista por los manifestantes como un nuevo ataque sectario encaminado a estigmatizar a toda la corriente religiosa.

En lugar de rectificar o tratar de calmar la situación, unas recientes declaraciones del jefe del Gobierno donde calificaba de «insurgentes» a los manifestantes alimentó la ira popular. «El Gobierno ha pedido a quienes protestan y a sus líderes que lleguen a un acuerdo según la Constitución y la unidad nacional, pero ellos siguen esgrimiendo eslóganes sectarios y amenazándonos con la fuerza. Hemos sido pacientes con ellos porque son nuestros hermanos. Pero deben saber que si llegamos a una confrontación y la sabiduría deja de reportar beneficios con estos insurgentes, adoptaremos diferentes medidas», dijo Maliki, quien exhortó a sus socios políticos a no ponerse del lado «de esos criminales que amenazan el proceso político».

Sus palabras, en el contexto de la campaña por las elecciones provinciales del pasado fin de semana -según el recuento parcial, Maliki habría ganado en 8 de las 12 provincias que participaron, ya que en Anbar y Niniveh, ambas regiones suníes, el Gobierno aplazó por seis meses la cita electoral por cuestiones de «seguridad»– suscitaron un enorme resquemor en la comunidad suní, que pide con sus protestas la liberación de presos políticos, en especial de las mujeres, el final de las torturas contra los detenidos, la anulación de las leyes anti-terroristas que criminalizan a los suníes y cambios en el proceso político que equiparen a esta minoría religiosa con la mayoría chií.

Los suníes respondieron con un movimiento indefinido de desobediencia civil en las provincias de Anbar, Diyala, Niniveh, Tamim, Salahadin y Bagdad que ha paralizado buena parte de las primeras, pero no la capital: sólo en los barrios suníes se notaron cambios. En Al Tamim, 240 kilómetros al norte de Bagdad, una acampada se instaló en la plaza principal de la localidad de Al Hawija: el martes, las fuerzas de Seguridad irrumpieron a disparos con la excusa de arrestar a sospechosos de un ataque sucedido días atrás. Al menos 20 manifestantes fueron asesinados, así como tres agentes iraquíes, en un tiroteo que pone en jaque la delicada paz civil.

Human Rights Watch ha solicitado una investigación de las muertes, ante las pruebas iniciales del uso desproporcionado de la fuerza por parte de los uniformados. Según la ONG, el ataque armado se produjo sin que mediara una provocación. Para uno de los portavoces de las protestas de Mosul, citado por la prensa internacional, las muertes cambian radicalmente las cosas. «Ya hemos abandonado la lucha pacífica. Nuestro próximo movimiento es la lucha armada y tenemos armas para hacerlo».

Las muertes alimentaron la insurrección y dieron paso a combates en otras zonas de Irak. La campaña de desobediencia civil se ha instalado en Anbar y Níniveh especialmente. En Faluya, reducto suní de Anbar, los altavoces de las mezquitas llamaron a la población a protestar y un millar de personas tomó las calles al grito de «guerra, guerra». El miércoles, enfrentamientos armados sacudieron la ciudad suní de Ba’aquba, en Diyala, donde las autoridades instalaron un toque de queda. El jueves, en Mosul, los combates que enfrentaron a milicianos suníes con las fuerzas de Seguridad dejaron un saldo de casi 50 muertos. También se han registrado enfrentamientos en Qara Toppah, Faluya y Qara Tebbleh. En la oleada de violencia, tres mezquitas suníes han sido atacadas. En total, 180 personas han perdido la vida y 290 han resultado heridas en sólo tres días.

Actualmente, la situación más explosiva se vive en la ciudad mixta de Suleiman Bek, en la provincia de Salahadin, donde hombres armados atacaron la comisaría de policía y algunos edificios oficiales hasta hacerse fuertes. Una quincena de personas murió en esos combates. Las fuerzas de Seguridad rodean esta localidad habitada por árabes, kurdos y turcomanos en preparación de un asalto que puede tener un altísimo precio político y un enorme potencial de desestabilización para todo el país: la localidad es defendida por dos centenares, según la Inteligencia iraquí, de milicianos del Ejército de Naqshbandiya, un grupo sufi baazista liderado por el ex vicepresidente de Irak (con el régimen de Sadam Hussein) Izaat Ibrahim al Duri, que durante los años 90 fue responsable del Baaz precisamente en Al Tamim, donde se sitúa Hawija.

Al Duri, el único alto miembro del régimen derrocado que sigue luchando contra las nuevas autoridades iraquíes, desarrolló en aquellos años estrechos lazos con los principales jefes de las tribus árabes allí presentes, que tienen influencia y miembros en otras regiones como Níniveh, Salahadin y Anbar. Dos líderes de las protestas en Hawija anunciaron el jueves la formación de una brigada del Ejército de Naqshbandiya en la ciudad en respuesta al brutal asalto de las fuerzas de Seguridad. Nosotros, el Levantamiento de la Gente Libre de Irak, anunciamos nuestra completa lealtad al Ejercito de Naqshbandiya y nos convertimos en una rama armada del mismo, trabajando para limpiar Irak de las milicias safávidas, aseguró el portavoz Hamed al Juburi emplenando el término sectario que suele usarse de forma despectiva para describir a la comunidad chií.

El jeque Abdul Malik al Saadi, un influyente clérigo suní asentado en Jordania, ha solicitado a su comunidad en Irak contención pero ha recordado que tienen derecho a defenderse. «Quien sea asesinado defendiendo su honor, su propiedad o su país es un mártir», ha afirmado. Sarmad al Taki, periodista y escritor iraquí citado por Al Monitor, afirmó a su regreso de las protestas en Anbar que «estaba seguro de que las posibilidad de regresar a la guerra civil eran muy escasas hasta que las intervenciones externas han tenido lugar y el Gobierno ha actuado de forma impetuosa».

«Irak está en una situación horrible y creo que necesitamos soluciones serias», ha afirmado Abdul Karim al Samarrai, ministro de Ciencia y Tecnología que, junto al ministro de Educación, Mohamed Tamim, ha dimitido tras los asesinatos de Hawija. Tamim fue el mediador del Gobierno que dialogó con los manifestantes de Hawija: estuvo en el interior del campamento negociando y aseguró que los protestantes eran civiles desarmados que estaban dispuestos a llegar a un acuerdo con el Ejecutivo. Según Tamim, la decisión de atacar violentamente la acampada había sido adoptada desde Bagdad y no tenía vuelta atrás. Para Al Samarrai, «una de las soluciones sería la dimisión del primer ministro y que éste deje el Gobierno en manos de un primer ministro en funciones. Si no, las únicas opciones que quedarán a Irak serán las más peligrosas».

La respuesta de Maliki no ha incluido ninguna promesa que pueda calmar a los manifestantes. «Todos tenemos que asumir nuestra parte de responsabilidad de lo ocurrido en Hawija y de lo que ocurre en Suleiman Bek y otras zonas. Si el conflicto [sectario] se enciende, no habrá vencedores ni perdedores. Todos perderemos».

Fuente original: http://www.cuartopoder.es/elfarodeoriente/180-muertos-en-tres-dias-de-combates-dejan-a-irak-al-borde-de-una-nueva-guerra-civil/4368