Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos – Revisión y edición Paloma Valverde
La catastrófica devastación que actualmente padece Iraq se superpone a todo lo demás. Teniendo en cuenta los hechos sobre el terreno resulta difícil recuperar la visión imperialista de convertir Iraq en un ejemplo de la democracia patrocinada por Estados Unidos y en un modelo de la remodelación de Oriente Próximo. A fin de cuentas, Iraq iba a ser un caso que sentara jurisprudencia en la demostración de poder preeminente de Estados Unidos. Aquella visión imperialista está en ruinas y el nacionalismo iraquí se ha reafirmado.
«A diferencia de Arabia Saudí, Iraq se negó rotundamente a enviar sus beneficios del petróleo a Estados Unidos a cambio de la protección de este país […]. En vez de ello, invirtió sus ingresos por petróleo en su propio desarrollo y, lo que es de crucial importancia, defendió que otros países árabes productores de petróleo hicieran lo mismo»
La catastrófica devastación que actualmente padece Iraq se superpone a todo lo demás. Teniendo en cuenta los hechos sobre el terreno resulta difícil recuperar la visión imperialista de convertir Iraq en un ejemplo de la democracia patrocinada por Estados Unidos y en un modelo de la remodelación de Oriente Próximo. A fin de cuentas, Iraq iba a ser un caso que sentara jurisprudencia en la demostración de poder preeminente de Estados Unidos. Aquella visión imperialista está en ruinas y el nacionalismo iraquí se ha reafirmado.
La historia de Iraq se ha convertido en el relato del fracaso total de los objetivos estadounidenses originales y la consecuencia involuntaria del ascenso de un movimiento nacional de resistencia iraquí persistente que, al mismo tiempo que decae el poder estadounidense, ha demostrado mucha más capacidad de resistencia de la que casi nadie podía imaginar.
La decadencia del Imperio Estadounidense
El 18 de marzo de 2003 el grupo ECAAR, Economists Allied for Arms Reduction [Economistas Unidos para la Reducción de Armamento] preparó una declaración en contra de las iniciativas unilaterales a favor de la guerra en Iraq, suscrita por más de 200 economistas estadounidenses, entre ellos siete premios Nobel y dos ex presidentes del Consejo de Asesores Económicos. El texto de la declaración fue la base de un anuncio que se publicó en The Wall Street Journal.
Presentamos algunos extractos de la declaración:
«[…] Como economistas estadounidenses nos oponemos a las iniciativas unilaterales de guerra contra Iraq, que consideramos innecesaria y perjudicial para la seguridad y la economía de Estados Unidos y de toda la comunidad mundial.
[…] Nos preguntamos si la guerra beneficiaría a la seguridad y no aumentará el riesgo de futura inestabilidad y de terrorismo. Vemos claramente una tragedia humana inmediata y la devastación producto de la guerra, y también vemos un potencial daño económico grave, tanto para nuestra nación como para el mundo.
[…] La posibilidad de la guerra amenaza los mercados financieros y energéticos estadounidenses, así como otros mercados. Además, el compromiso más amplio del gobierno con el ejército impedirá la recuperación del sector tecnológico en vez de hacer que avance, al suprimir recursos de los programas civiles.
[…] Nos tememos que la guerra pueda aumentar de manera significativa las tasas de los intereses y el precio del petróleo. De ser así o si continúa el actual declive del dólar el efecto podría ser desencadenar una importante reducción del consumo en Estados Unidos, que supere el gasto militar extraordinario.
[…] Los presupuestos familiares se verán gravemente afectados. La fiebre de guerra en Washington bloquea los esfuerzos por compartir los ingresos con los Estados, la principal manera que tiene el gobierno federal de evitar una calamidad estatal y local, y también bloquea el apoyo al trabajo necesario de apoyo la seguridad nacional. En este clima tampoco podemos esperar afrontar nuestros problemas más graves y continuados de atención sanitaria, educación, desempleo y pobreza, todos los cuales continúan siendo urgentes preocupaciones en nuestro país.
[…] No creemos que esta guerra sea necesaria para la seguridad nacional de Estados Unidos. Para la seguridad de Estados Unidos y para un desarrollo económico mundial pacífico es necesaria una economía sana.
La declaración esboza un cuadro minuciosamente preciso de lo que iba a ocurrir: esta guerra ha sumido a Estados Unidos y al resto del mundo en una crisis económica y ha demostrado claramente las limitaciones del poder estadounidense. La resistencia iraquí contra la ocupación es, en parte, responsable de la decadencia de Estados Unidos, tal como predijeron en 2004: «[…] Los inmovilizaremos aquí, en Iraq, para agotar sus recursos, su personal y sus ganas de luchar. Les haremos gastar tanto como han robado, si no más. Interrumpiremos el flujo del petróleo robado y luego lo detendremos, con lo que haremos que sus planes sean inútiles.» [1]
Joseph E. Stiglitz, premio Nobel y uno de los firmantes de esta declaración, calculó el coste de la guerra de Iraq, incluyendo muchos costes ocultos, en su libro de 2008 The Three Trillion Dollar War [2]. Esta es la conclusión a la que llega:
«[…] No existe ni una comida gratis ni tampoco una guerra sin coste. La aventura de Iraq ha debilitado gravemente la economía estadounidense, cuyas tribulaciones van mucho más allá de los préstamos hipotecarios basura. No se pueden gastar tres billones de dólares (sí, tres billones de dólares) en una guerra fallida en el extranjero y no sentir el dolor en casa».[3]
Stiglitz enumera lo que hubiera podido pagar uno solo de estos tres billones: ocho millones de viviendas o 15 millones de profesores de la escuela pública o atención sanitaria para 530 millones de niños durante un año o becas universitarias para 43 millones de alumnos. Tres billones de dólares hubieran podido solucionar el problema de la seguridad social de Estados Unidos durante medio siglo. Stiglitz afirma que Estados Unidos gasta actualmente 5.000 millones de dólares al año en África, con la preocupación de que China le aventaja en este continente: «[…] Cinco mil millones de dólares equivalen aproximadamente a diez días de combate, así que uno tiene una nueva medida para pensarlo todo». [4]
Y la situación empeora. «[…] Mientras Estados Unidos pone fin al combate en Iraq, resulta que nuestro cálculo de tres billones (en los que se incluyen tanto los gastos del gobierno como el mayor impacto de la guerra en la economía estadounidense) era, en todo caso, demasiado bajo. Por ejemplo, el coste del diagnóstico, tratamiento e indemnización de los veteranos inválidos ha resultado ser más alto del que esperábamos», escribía Joseph Stiglitz el 3 de septiembre de 2010 en el Washington Post [5].
Las consecuencias para la región de Oriente Próximo son aún más dramáticas. Un informe publicado por Strategic Foresight Group en India en un libro titulado The Cost of Conflict in the Middle East [El coste del conflicto en Oriente Próximo] calcula que el conflicto en la zona durante los últimos 20 años ha costado a las naciones y a los pueblos de la región 12 billones de dólares. Este informe indio añade que Oriente Próximo ha registrado «[…] Un elevado índice de gastos militares en los últimos 20 años y se considera que es la región con más armas del mundo».[6] Imaginen si esa cantidad se hubiera gastado en infraestructuras rurales y urbanas, diques y reservas de agua, desalinización e irrigación, industria forestal y pesquera, industria y agricultura, medicina y salud pública, vivienda y tecnología de la información, empleos, integración equitativa de ciudades y pueblos, y en reparar los estragos de las guerras en vez de en armas que solo pueden crear destrucción.
La guerra de Iraq fue ilegal según el derecho internacional
En el periodo previo a la invasión de Iraq en 2003 se ofrecieron varias razones para justificar la invasión, sin embargo:
A) No había armas de destrucción masiva, ya fueran nucleares, químicas o biológicas, a diferencia de las vacías afirmaciones de Colin Powell, secretario de Estado estadounidense ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en febrero de 2003 [7], acusaciones que después calificó como «[…] El momento más bajo de mi vida» [8].
B) No existía ninguna relación con los terroristas de al-Qaeda.
C) Por último, se afirmó que la guerra traería la ‘democracia’ a Iraq, un ejemplo para todo Oriente Próximo. Había que derrocar al ‘dictador’ Saddam. Tony Blair todavía esgrimió esta justificación en la Comisión Chilcot como la principal razón para invadir Iraq. [9]
Así que no había ninguna ‘prueba conclusiva del crimen’, no había casus belli. Fue una guerra ilegal de agresión que no contaba con la aprobación del Consejo de Seguridad [de Naciones Unidas]. La invasión no se podía justificar bajo el Capítulo 7 de la Carta de Naciones Unidas y calificarse de autodefensa porque Iraq no había atacado a Estados Unidos ni suponía una amenaza inminente. No había justificación para esta llamada ‘guerra preventiva’. Destacadas personalidades internacionales, altos cargos y juristas lo han afirmado muy claramente. Kofi Annan, ex secretario general de Naciones Unidas [10] y Hans Blix, director de la Comisión de Inspección de Armas de la Naciones Unidas [11], han declarado abiertamente que la invasión de Iraq fue ilegal según el derecho internacional. Más recientemente, el informe de la Comisión Holandesa Davids [12] concluía que no hubo «[…] Un mandato legal internacional adecuado para la invasión de Iraq».
Mohamed ElBaradei, ex director de la IAEA (siglas en inglés de Agencia Internacional de la Energía Atómica) afirmó: «[…] Por supuesto, existen dictadores, pero ¿estás dispuesto a sacrificar a un millón de civiles inocentes cada vez que quieres librarte de un dictador? Todos los indicios procedentes de la Comisión Chilcot señalan que de lo que se trataba en Iraq no era realmente de las armas de destrucción masiva sino de un cambio de régimen, y me sigo haciendo la misma pregunta: ¿Dónde contempla este cambio de régimen el derecho internacional? Y si se trata de una violación del derecho internacional, ¿quién es responsable de ello?». ElBaradei añadía: «[…] Desde mi punto de vista, la política occidental con relación a esta parte del mundo ha sido un fracaso total. No se ha basado en el diálogo, la comprensión, el apoyo a la sociedad civil y en dar poder a la gente, sino que se ha basado en apoyar regímenes autoritarios mientras el petróleo siguiera bombeando». [13]
Benjamin Ferencz, reconocido fiscal en el Proceso de Nuremberg, afirma: «[…] Existen indicios razonables de que Estados Unidos es culpable del supremo crimen contra la humanidad, ya que se trató de una guerra ilegal de agresión contra una nación soberana». Entrevistado en su casa de Nueva York, Ferencz expuso un sencillo resumen del caso: «[…] La Carta de Naciones Unidas cuenta con una clausula que, de hecho, Estados Unidos aceptó tras la Segunda Guerra Mundial. Esta estipula que en adelante ninguna nación puede utilizar la fuerza armada sin permiso del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Se puede usar la fuerza en caso de autodefensa, pero un país no puede utilizar la fuerza como anticipación de autodefensa. Por lo que se refiere a Iraq, la última resolución del Consejo de Seguridad básicamente afirmaba, «[…] Enviad a los inspectores de armas a Iraq y cuando vuelvan que nos digan qué han encontrado; entonces pensaremos qué vamos a hacer. Estados Unidos estaba impaciente y decidió invadir Iraq lo que, por supuesto, se había preparado de antemano. Así que Estados Unidos emprendió la guerra en violación de la Carta». [14]
Tras la Segunda Guerra Mundial, el Tribunal Militar Internacional de Nuremberg calificó el hecho de emprender una guerra de agresión como «[…] Algo nefasto en esencia […]; emprender una guerra de agresión […] no solo es un crimen internacional, sino que es el supremo crimen internacional que únicamente difiere de otros crímenes de guerra en que contiene en sí mismo el mal acumulado del conjunto». El Artículo 39 de la Carta de Naciones Unidas estipula que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas determinará la existencia de cualquier acto de agresión y «[…] Hará recomendaciones o decidirá qué medidas se tienen que adoptar de acuerdo con los Artículos 41 y 42 para mantener o restaurar la paz y seguridad internacionales».
El Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (CPI) se refiere al crimen de agresión como uno de «[…] Los crímenes más graves que afectan a la comunidad internacional», y estipula que este crimen entra dentro de la jurisdicción de la CPI.[15]. La agresión a Iraq no fue simplemente inmoral sino que fue propiamente ilegal.
Desde la firma del Tratado de Westfalia en 1648 [16] hasta 1945, año en que se creó Naciones Unidas, los Estados soberanos en Occidente tenían derecho a declarar la guerra. Existían ciertos límites establecidos por ellos mismos acerca de cómo se debía llevar a cabo la guerra, pero nunca se puso en entredicho el derecho en sí. Precisamente porque este principio llevó finalmente a la Segunda Guerra Mundial y a todos los dramas asociados a ella, el organismo mundial decidió prohibir la guerra, es decir, que no se permite a un Estado atacar a otro: únicamente se le permite para defenderse a sí mismo.
Iraq no había atacado aún a Estados Unidos cuando éste le invadió. E incluso si lo hubiera hecho, el único organismo autorizado a responder a tal acto de agresión, según el derecho internacional, es Naciones Unidas. Además, Naciones Unidas no puede emprender una guerra en sí, sino que está autorizada a intervenir pero solo utilizando los medios que sean proporcionales al fin y de forma provisional. [17]
Este principio es el principio fundamental de policentrismo: un sistema global en el que se pueden respetar los derechos fundamentales de las naciones y de los pueblos. Y es precisamente este principio el que se ha rechazado tajantemente en el Proyecto para un Nuevo Siglo Estadounidense (Project for the New American Century, PNAC) [18]. Por desgracia, tal rechazo da lugar a comparaciones desafortunadas, nos gusten o no, ya que la última persona que rechazó tajantemente la idea de que las relaciones internacionales se deben regular por medio de la ley fue un hombre llamado Adolf Hitler. Como el PNAC, [Hitler] empezó dejando clara su postura por escrito en Mi lucha [Mein Kampf] antes de llevarla a la práctica. Así que, a lo que hoy asistimos es a una repetición de este modelo: primero se niega teóricamente el derecho internacional y a continuación se lleva a la práctica esta teoría. Es una secuencia de acontecimientos extremadamente peligrosa.
Este es un crimen que no se puede aceptar. Recordemos el debate sobre la guerra de Iraq que tuvo lugar en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas cuando Dominique de Villepin, ministro de Asuntos Exteriores francés, [19] insistió en que se debía respetar la ley y en que, por consiguiente, dado que no había habido ningún acto de agresión, no se podía emprender una guerra contra Iraq en las circunstancias que existían entonces. La respuesta de Colin Powell fue decirle a Villepin: «[…] Usted pertenece al pasado». Pero Powell se equivocaba: Villepin pertenece al presente y al futuro, y es Colin Powell quien pertenece al pasado, al mundo anterior a 1945, al mundo que generó a Hitler. La postura de Estados Unidos es lo que está haciendo retroceder a la historia. Así que ahora nos encontramos ante una pregunta política fundamental: ¿Queremos que el mundo se rija por la ausencia de normas, como ocurrió en el pasado, o queremos que el mundo se rija por normas?[20]
Por supuesto, estas normas se pueden cambiar y adaptar, y puede que haya que reformar las instituciones encargadas de hacer que se cumplan, pero el punto central que se debate hoy es el principio fundamental de si tenemos reglas. ¿Queremos que exista el derecho internacional o queremos que la pax americana se convierta en la lex americana, esto es, un mundo en el que no hay leyes excepto aquellas que Estados Unidos acepta como tales? De ser así, esto implicará el desprecio total por los derechos de todos los pueblos del planeta. Y todos nosotros, incluidos los y las europeas, nos encontraremos con que nos hemos convertido en pieles rojas. Tendremos derecho a sobrevivir solo en el caso de que no entremos en conflicto con los llamados ‘intereses estadounidenses’, los cuales, en mi opinión, no son los intereses del pueblo estadounidense sino los de una minoría de corporaciones económicas dominantes. Esta es la elección política fundamental a la que nos enfrentamos hoy en día. [21]
Las verdaderas razones del gobierno de Bush para invadir Iraq y ocupar el país
Christopher Doran hace un pertinente análisis en su excelente libro Making the World Safe for Capitalism. How Iraq Threatened the US Economic Empire and had to be Destroyed [Convertir el mundo en un lugar seguro para el capitalismo. Cómo amenazaba Iraq al imperio económico estadounidense y tenía que ser destruido], (Pluto Books, 8 de mayo de 2012).
La motivación de la invasión encabezada por Estados Unidos y de la subsiguiente ocupación de Iraq en marzo de 2003 era eliminar las amenazas que suponía para la hegemonía económica estadounidense el Iraq posterior a las sanciones impuestas por Naciones Unidas. Esta hegemonía, enraizada en la deuda del Tercer Mundo y en el acceso del mercado corporativo, ha visto fluir billones de dólares desde el Tercer Mundo al Primero vía el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización Mundial de Comercio (OMC) y los acuerdos de libre comercio. Un Iraq independiente, libre para desarrollar sus propios recursos petroleros sin obstáculo alguno, habría tenido la capacidad de desafiar la financiación de la economía estadounidense con pretrodólares de Arabia Saudí y de desafiar directamente la capacidad del Estado saudí para servir a los intereses estadounidenses a través de su estatus dominante de productor de petróleo.
¿Qué ha dado Estados Unidos a los iraquíes?: El neoliberalismo de Milton Friedman. En Capitalismo y libertad (1962) Friedman ponía de relieve las tres piedras angulares de la política neoliberal:
1. Los gobiernos deben eliminar todas aquellas leyes y regulaciones que se interpongan en el camino de la acumulación de beneficios.
2. Los gobiernos deben vender todos los activos que posean y que las corporaciones puedan gestionarlos en su propio beneficio.
3. Los gobiernos deben reducir drásticamente la financiación de los programas sociales.
Estos tres puntos se pueden resumir como desregulación, privatización de entidades públicas y recortes de los servicios estatales: Capitalismo en vena. Este modelo se ha impuesto en Iraq de una manera muy extrema y brutal.
El auge del neoliberalismo estadounidense e internacional ha coincidido con el auge de Estados Unidos como potencia militar dominante mundial. Ambas cosas están relacionadas directamente. Thomas Friedman, columnista del New York Times y defensor de la globalización del libre mercado, lo resume perfectamente:
«[…] La mano oculta del mercado nunca funcionará sin el puño oculto. McDonalds no puede prosperar sin McDonnel Douglas [el constructor de los F-15]. Y la mano negra que hace que el mundo sea un lugar seguro para que prosperen las tecnologías de Silicon Valley se llama ejército estadounidense, fuerzas aéreas, fuerza naval y cuerpo de marines».
Estados Unidos es responsable de que los países más pobres del mundo se vean atrapados en un círculo de pobreza sin fin, con muy poco dinero para invertir en educación, sanidad, suministro de agua potable y de alimentos esenciales, y la protección de los recursos nacionales y medioambientales cruciales. Los servicios públicos deben estar sujetos ahora a la ley neoliberal del beneficio, no a la necesidad. Si una corporación no puede proporcionar el servicio para su propio beneficio, este, en consecuencia, no es realmente necesario.
La esencia es preservar el sistema y garantizar que, con independencia de si el país es una democracia representativa o una dictadura, la toma de decisiones se quite de las manos del gobierno y así el gobierno está en deuda con el Banco Mundial, el FMI, la OMC y los acuerdos de libre comercio.
Estados Unidos ha creado un imperio global en el que da dos opciones a los países: o aceptan o se les destruye. A los países que ya son ricos se les permite recoger las recompensas, como es el caso de Europa, Japón, Australia, Canadá y las dictaduras árabes productoras de petróleo en Oriente Próximo. Los países que se resisten serán potencialmente destruidos, como Iraq, Chile, Libia y otros muchos más. Para la mayoría de los países del planeta no hay recompensas, solo penalidades. Estados Unidos no posee el ejército mayor y más poderoso del mundo para exhibirlo sino que existe para mantener el sistema, para hacer a los ricos más ricos y a los pobres más pobres, y para estar disponible cuando un país no solo resiste sino que potencialmente puede obstaculizar los mismos cimientos sobre los que depende el sistema.
En vez de tratar de impedir el embargo de petróleo en 1973 y el subsiguiente impacto del precio del petróleo o controlar Israel en la guerra de Yom Kippur, Nixon y Kissinger manipularon la crisis para fortalecer el dominio estadounidense. Kissinger fue quien negoció los acuerdos secretos para garantizar que el aumento de los ingresos saudíes por el petróleo resultante de ello llegara a los bancos estadounidenses y británicos. Al gobierno estadounidense no le preocupaba que la población estadounidense y del resto del mundo sufriera enormemente debido a este incremento. Lo que era importante era que todos los países del mundo tuvieran que cuadruplicar sus reservas de dólares para comprar petróleo, lo que tuvo un efecto particularmente benéfico sobre el valor del dólar. De hecho, el dólar se encontraba sometido a una fuerte presión debido a la guerra de Vietnam, que costó una enorme cantidad de dinero y que en realidad se volvió impagable. Esa es la razón por la cual en 1971 Estados Unidos decidió abandonar el patrón oro para vincular el valor del dólar al del petróleo. Dado que Arabia Saudí es el único país productor de petróleo capaz de influir en los precios del petróleo, la alianza entre Estados Unidos y Arabia Saudí es de vital importancia para Estados Unidos.
Esta es la razón por la que Iraq no solo tuvo que ser invadido militarmente sino también destruido completamente, porque se alzaba de forma completamente contraria a este modelo neoliberal del Banco Mundial y el FMI. Como uno de los principales países productores de petróleo, se benefició de la manipulación estadounidense de la crisis de 1973 de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y de la subsiguiente cuadruplicación del precio del petróleo. Pero a diferencia de Arabia Saudí, Iraq se negó rotundamente a enviar sus beneficios del petróleo a Estados Unidos a cambio de la protección de este país y del estatus de Estado cliente. En vez de ello, invirtió sus ingresos por el petróleo en su propio desarrollo y, lo que es de crucial importancia, defendió que otros países árabes productores de petróleo hicieran lo mismo. La cuestión del desarrollo y el nacionalismo árabe fueron cruciales. Empezando por la revolución de Iraq de 1958 y el derrocamiento de la monarquía títere instalada por los británicos, y después con los baacistas, la sociedad iraquí asistió a espectaculares mejoras en la alfabetización y la creación de una educación gratuita para todos y todas. Se introdujo la reforma agraria para reducir la influencia de las grandes elites propietarias de tierras creadas bajo el dominio británico. Se estableció el control y la reducción de los alquileres y de los precios de la comida; se empezó un programa de viviendas a gran escala y se reconocieron formalmente los sindicatos y asociaciones de agricultores. También se estableció un sistema de sanidad nacional gratuito. A finales de la década de 1970 se consideraba que la educación en Iraq era la mejor del mundo árabe. Los baacistas también establecieron el derecho de la mujer a hacer una carrera y a participar en la vida pública; en 1980, en vísperas de la guerra irano-iraquí las mujeres tenían una amplia representación en gran parte de las profesiones.
Pero ya fuera durante el primer gobierno Bush (1989-92), durante la presidencia de Clinton (1993-2000) o durante el gobierno de Bush-Cheney (2001-2008), el objetivo de las sanciones era despojar a Saddam Huseín del poder porque un renaciente Iraq posterior a las sanciones amenazaba la propia viabilidad de la hegemonía estadounidense y su crucial relación con Arabia Saudí y, con ello, la capacidad de Estados Unidos para ejercer su influencia en otros Estados árabes de la región. Para 2002 las sanciones no habían logrado su objetivo de eliminar a Saddam Huseín. También estaban cerca de agotar su eficacia como estrategia en vigor para contener a Iraq debido a la creciente protesta internacional por el devastador efecto que tenían sobre el pueblo iraquí y, en especial, sobre los niños. Este fracasó llevó a Estados Unidos a dar el siguiente paso: una invasión militar y un cambio de régimen.
La víspera de la invasión se calculaba que Iraq tenía las mayores reservas demostradas de petróleo, aparte de Arabia Saudí: más de 112.000 millones de barriles o el 11% del total mundial. Además, el Departamento de Energía de Estados Unidos calculaba que Iraq tenía hasta 220.000 millones de barriles en reservas no descubiertas, lo que hacía que el potencial total de Iraq equivaliera a 98 años de importaciones estadounidenses anuales. Ambas cifras serían equivalentes a los 260.000 millones de barriles de Arabia Saudí de reservas totales y también lo situaba en una posición similar ya que se consideraba que los saudíes tenían suministro suficiente para influenciar de manera decisiva en el precio mundial del petróleo. [22] El petróleo de Iraq también es el de acceso más barato del mundo: un dólar por barril para sacarlo de la tierra, en comparación con los cuatro dólares en el Mar del Norte y Rusia o los tres del resto de Oriente Próximo. [23]
En la década de 1990 Francia y Rusia habían firmado acuerdos con Iraq en relación con su petróleo para el momento posterior a las sanciones. De haberse podido cumplir estos acuerdos, Total, Fina y Elf habrían tenido los derechos exclusivos para explotar las regiones de Machnún y Bin Umar, valoradas en 7.000 millones de dólares. Un consorcio ruso dirigido por LukOil tenía los derechos exclusivos para explotar los campos de petróleo de Qurna oeste en el sur de Iraq, que se calculaba que producían 70 millones de barriles, aproximadamente la mitad de las reservas iraquíes. La compañía australiana BHP también había estado negociando con el gobierno de Saddam Huseín para explotar el campo de Halfayeh después de las sanciones. El valor de la suma total de esos contratos a largo plazo se calculaba en 1,1 billones de dólares.
Así pues, Estados Unidos quedó al margen de cualquier futuro acceso a explotar las segundas reservas de petróleo más grandes del mundo. Esto explica por qué Estados Unidos mantuvo las sanciones, con independencia de lo que Iraq hiciera en términos de su cumplimiento real. Poner fin a las sanciones hubiera significado que Estados Unidos habría perdido el acceso al petróleo iraquí así que mientras tanto se aseguró de que nadie tuviera acceso a él tampoco. A medida que se acercaba la invasión, esto fue una de las principales bazas en las negociaciones ya que Estados Unidos presionó (sin éxito) a Rusia y Francia, miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, para que apoyaran la acción militar en Iraq. Además de esto hubo otras consideraciones de mercado aparte del petróleo. Antes de la Primera Guerra del Golfo, Iraq había demostrado ser un lucrativo mercado de exportación para otros productos estadounidenses, particularmente productos agrícolas. Por ejemplo, en la década de 1980 Estados Unidos exportaba a Iraq el 20% de su cosecha de arroz.
Iraq también era problemático por su gestión económica de corte socialista. A pesar de las sanciones, Iraq era un acérrimo Estado antiliberal: se negaba rotundamente a ser un Estado cliente de Estados Unidos y había cerrado a los inversores corporativos, estadounidenses o de otros lugares, su participación en cualquiera de sus mercados tras las sanciones: agricultura, sanidad, educación, industria, etc. Esto excluía al capital estadounidense u occidental de poseer directamente o de invertir en las industrias iraquíes. Como se sabe por experiencias pasadas, restringir (y ya no digamos excluir) de sus mercados a las corporaciones estadounidenses hubiera sido una razón suficiente para que Estados Unidos emprendiera acciones decisivas.
Pero todavía hay más. Richard Benson, analista de Citibank y Chase Manhattan, resume de forma muy clara lo que estaba en juego: «[…] En el mundo real […] un factor que apuntala la prosperidad estadounidense es mantener el dólar como moneda de reserva mundial. Esto solo se puede hacer si los países productores de petróleo mantienen los precios del petróleo en dólares y toda su reserva de moneda en dólares. Si hubo algo que cavara la fosa de Saddam Huseín fue el paso que dio para empezar a vender el petróleo en euros». Esta decisión obligó a Estados Unidos a dar al siguiente paso: una invasión militar y un cambio de régimen.
También a Israel estaba interesado en la decisión de invadir y destruir Iraq. Basta con mencionar parte de la conferencia que pronunció Avi Dichter, ex ministro israelí de Seguridad, acerca del papel israelí en Iraq: «[…] En Iraq hemos logrado más de lo que esperábamos o planeábamos». La conferencia se pronunció el 4 de septiembre de 2008 en el Instituto de Investigación sobre Seguridad Nacional Israelí. Dichter incluyó los siguientes puntos en su conferencia:
* Neutralizar Iraq es de una importancia estratégica extrema para la seguridad sionista,
* Iraq fue aplastado como potencia militar y nación unificada, y nuestra opción estratégica es ahora mantenerla fragmentada,
* Nuestro objetivo estratégico sigue siendo impedir que Iraq vuelva a desempeñar su papel árabe y regional,
* Los objetivos israelíes incluyen apoyar a los kurdos con armas, entrenamiento y un acuerdo de seguridad para fundar un Estado kurdo independiente en el norte de Iraq que controlará el petróleo en Kirkuk y en Kurdistán. [24]
Jacques R. Pauwels, historiador y politólogo, autor de El mito de la guerra buena: Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial*, ofrece otra razón para invadir Iraq:
«[…] El Estados Unidos de la riqueza y el privilegio está enganchado a la guerra; sin dosis de guerra regulares y en aumento ya no puede funcionar adecuadamente, esto es, producir los beneficios deseados. Actualmente esta adicción, este ansia, se satisface gracias a un conflicto contra Iraq que, además, da la casualidad de que resulta muy grato a los barones del petróleo. Sin embargo, ¿acaso alguien cree que el belicismo se detendrá una vez que el cuero cabelludo de Saddam se una a los turbantes de los talibán en la vitrina de los trofeos de George W. Bush? El presidente ya ha señalado con el dedo a aquellos cuyo turno llegará en seguida, a saber, los países del ‘eje del mal’: Irán, Siria, Libia, Somalia, Corea del Norte y, por supuesto, la vieja espina en América: Cuba. ¡Bienvenidos al siglo XXI, bienvenidos a la magnífica nueva era de la guerra permanente!
Para terminar, algunos expertos afirman que en realidad las guerras son perjudiciales para la economía estadounidense. Esto es correcto en parte, pero también falso en parte. Todo depende de qué economía estemos hablando, de la economía de quién. Para la economía del estadounidense medio la guerra de Iraq es definitivamente una catástrofe, porque él es quien, con su dinero, pagará su descomunal factura y también con su sangre ya que es también el estadounidense de a pie (y preferentemente negro o hispano) quien suministrará la carne de cañón y quien está expuesto al ‘fuego amigo’, al cancerígeno uranio empobrecido y a otros riesgos asociados con el manejo de algunas de las armas más exóticas del arsenal del Pentágono, como ya fue el caso durante la Guerra del Golfo. Los hijos de los ricos y poderosos se quedan a salvo en casa: ¿Acaso no es esto lo que hizo el joven George W. Bush en la época de la guerra de Vietnam? Para el complejo de la industria militar, para la economía de los Bush, Cheney, Rice, Rumsfeld, etc., para la economía de las sociedades del petróleo y de los fabricantes de armas, para la economía de los estadounidenses ricos que poseen acciones en estos emporios y corporaciones esta guerra, como las guerras en general, no es sino algo verdaderamente maravilloso porque se embolsarán los beneficios que tan profusamente generan las guerras: la muerte y la destrucción la padecerán otros. Con lo que mejor funciona su economía es con la guerra, su ‘economía de guerra’ no puede funcionar sin la guerra. Por eso Bush debe seguir encontrando nuevos enemigos para Estados Unidos, debe seguir invocando nuevas amenazas y seguir emprendiendo la guerra. Si alguna vez estallara la paz en el mundo esto no sería sino una catástrofe para el Estados Unidos de Bush». [25]
Las dramáticas consecuencias de la ‘democracia floreciente’ para la nación y el pueblo de Iraq
La guerra del contribuyente estadounidense no solo ha arruinado la economía estadounidense y ha sumido al mundo en una crisis económica, sino que también ha arruinado a una nación soberana que no quería formar parte del ‘Nuevo orden mundial’. La dramática situación que se vive en Iraq contrasta enormemente con los ecos positivos acerca de los ‘progresos en Iraq’ que publican los medios dominantes. Con el fin de imponer las ideas estadounidense de la guerra en Iraq, el departamento de Defensa pagó entre 2009 y 2011 hasta 300 millones de dólares a empresas estadounidenses en Iraq para que elaboraran noticias, programas de entretenimiento y anuncios de servicios públicos en los medios iraquíes en un esfuerzo por ‘comprometer e inspirar’ a la población iraquí para que apoyara los objetivos estadounidenses y al gobierno iraquí [26]. «[…] Los periodistas tienen que analizar dónde está la línea divisoria entre las relaciones públicas y la propaganda o si existe una línea. El coste de este año del Presupuesto de Relaciones Públicas del Pentágono para ‘ganar los corazones y las mentes’ en casa y en el extranjero se espera que sea de, al menos, 4.700 millones de dólares», informó en 2009 la Fundación Nieman para el Periodismo de la Universidad de Harvard [27]. Se supone que el público no debe conocer las horribles historias de Iraq y solo se le proporciona información sesgada procedente de la maquinaria de guerra estadounidense y de su aparato mediático. «[…] Es esencial para el éxito del nuevo gobierno iraquí y de la misión de las fuerzas estadounidenses en Iraq que ambos se comuniquen de manera efectiva con nuestras audiencias estratégicas (esto es, las audiencias iraquíes, panárabes, internacionales, y las audiencias de las fuerzas estadounidenses y de las fuerzas estadounidenses en Iraq) para lograr una aceptación generalizada de los temas y mensajes fundamentales», según el anuncio de la pre-convocatoria de un equipo de 12 civiles para proporcionar «Servicios estratégicos de gestión de comunicación» en Iraq. [28]
António Guterres, Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, ha señalado que Iraq es el conflicto mejor conocido del mundo, pero la crisis humanitaria peor conocida [29]. Examinemos, pues, más de cerca algunos de los devastadores resultados de la guerra y ocupación de Iraq, lo que la elite estadounidense califica de ‘democracia floreciente’:
-Más de 1,45 millones de muertos. La cifra es impactante y da que pensar porque es, al menos, diez veces mayor que la mayoría de los cálculos citados por los medios estadounidenses, pero sin embargo se basa en un estudio científico sobre las muertes violentas causadas por la invasión encabezada por Estados Unidos de marzo de 2003 [30].
-La tasa de mortalidad infantil de Iraq ha aumentado un 150 % desde 1990, cuando Naciones Unidas impuso las sanciones.
-En 2008, solo el 50 % de los niños de educación primaria iban a la escuela, lo que supone un descenso de un 80 % respecto a 2005.
-Según estadísticas oficiales del gobierno iraquí, en 2007 había cinco millones de huérfanos en Iraq [31].
Actualmente, según cifras del Alto Comisionado para los Refugiados de Naciones Unidas [ACNUR] en Ira hay:
-2,7 millones de iraquíes desplazados internos y 2,2 millones de refugiados, la mayoría de ellos en los Estados vecinos, es decir, uno de cada seis iraquíes está desplazado.-
– La Sociedad del Creciente Rojo Iraquí calcula que más del 83 % de esos desplazados dentro de Iraq son mujeres y niños, y la mayoría de esos niños son menores de 12 años [32]. – Más de ocho millones de iraquíes necesitan ayuda humanitaria. [33]
– El 70 % de los iraquíes no disponen de agua potable.
– La cifra oficial de desempleo es del 50 % y la no oficial del 70 %.
– El 43 % de los iraquíes vive en la mayor de las miserias.
– El 80 % de los iraquíes carece de condiciones higiénicas [34].
– Cuatro millones de personas carecen de alimentos y necesitan imperiosamente ayuda humanitaria directa, pero solo el 60% de los cuatro millones de personas que depende de la ayuda alimenticia tiene acceso a las raciones del Sistema de Distribución Pública, una cifra inferior al 96% en 2004 [35].
Iraq, que recaudó cerca de 180.000 dólares en nueve meses, y es una de las naciones más ricas en petróleo del mundo, no tiene dinero para pagar las subvenciones a las viudas, a las cosechas y otros programas para los pobres, según señaló el presidente del Parlamento a los legisladores el 21 de noviembre de 2010 [36].
De acuerdo con un informe de Minority Rights Group International [37] varias de las minorías de Iraq (caldeos, siriacos ortodoxos, asirios, cristianos armenios, comunidades yazidíes y mandeos) están en peligro de desaparecer ya que se enfrentan a unos niveles de violencia sin precedentes.
Según un informe elaborado por Oxfam, el 33 % de las mujeres no había recibido ayuda humanitaria desde 2003; el 76 % de las viudas no cobraba la pensión; el 52 % estaba en paro; el 55% están desplazadas desde 2003, y un 55 % de las mujeres habían padecido violencia. [38]
Según la Organización Internacional para las Migraciones (IOM, en sus siglas en inglés) años de guerra e inestabilidad han provocado entre uno y dos millones de hogares cuyo cabeza de familia es una mujer en Iraq: mujeres viudas, divorciadas, separadas o que cuidan a sus maridos enfermos. Solo un 2% de estas mujeres cabezas de familia trabaja de forma habitual, y un 98% está desempleada, jubilada, hace trabajos marginales o no puede o no desea trabajar, [39].
El asesinato de personas inocentes se ha vuelto parte de la vida cotidiana. En 2010 el Informe Mercer sobre Calidad de Vida [40] publicó sus resultados respecto la ciudad más habitable. Bagdad ocupaba el último lugar: la ciudad menos habitable del planeta debido a la destrucción total, a manos del ejército estadounidense, del sistema de plantas de tratamiento de aguas residuales, de fábricas, escuelas, hospitales, museos y centrales eléctricas. [41]
La agencia de Naciones Unidas UN-HABITAT publicó un informe de 218 páginas titulado Estado de las ciudades del mundo, 2010-2011. [42] En las últimas décadas, antes de la invasión estadounidense en 2003, el porcentaje de población urbana que vivía en barrios de chabolas era inferior al 20 %. Hoy este porcentaje ha ascendido al 53 %: 11 millones del total de 19 millones de habitantes urbanos. En la última década la mayoría de los países han hecho progresos para reducir el número de chabolistas, pero Iraq ha ido rápida y peligrosamente en la dirección contraria. [43]
El Índice de Paz Global (GPI, en sus siglas en inglés) publicado en 2007 clasifica anualmente los países según la paz en la que viven, identificando los elementos clave que generen paz o violencia. Desde 2007 Iraq es considerado el país más peligro del mundo. En su informe de 2011, de 153 países, Iraq era el penúltimo por delante de Somalia. [44]
El informe de 2011de la lista de ciudades en el mundo según su reputación, realizado por el Instituto de la Reputación [Reputation Institute’s 2011 Country RepTrak], un estudio anual que mide la percepción pública de 50 países de todo el mundo, situaba a Iraq en el último lugar. [45] Según el estudio, la ocupación del país ha provocado una corrupción y un nepotismo galopantes en las instituciones del gobierno, unos suministros de agua y electricidad insuficientes, mucho peores que bajo el régimen del ex presidente Saddam Huseín. El estudio confirmó que el fraude financiero generalizado en las instituciones del gobierno ha dañado gravemente el nivel de vida del pueblo iraquí, la mitad del cual vive por debajo del umbral de pobreza, según estadísticas de Naciones Unidas. [46]
Las autoridades iraquíes han empezado la construcción de un muro de seguridad en torno a la capital, Bagdad, según informa el canal de televisión del país Al-Iraqiya TV que cita al portavoz de seguridad de Bagdad. El muro de hormigón, con ocho controles militares, se debía haber terminado a mediados de 2011.[47] Por consiguiente, no solo los habitantes de Bagdad se ven obligados a vivir en comunidades cerradas (con barreras de ‘seguridad’ de hormigón entre los distintos barrios), sino que toda la ciudad estará cercada, cerrada al mundo exterior, como una fortaleza medieval.
Amnistía Internacional calcula que en Iraq hay 30.000 personas presas sin haber sido juzgadas. De ellas, diez mil que estaban bajo custodia estadounidense fueron transferidas cuando sus tropas de combate finalizaron algunas operaciones en Iraq. Se sabe que varias personas presas han muerto en prisión, al parecer como consecuencia de la tortura u otro tipo de maltrato perpetrado por los interrogadores y guardias iraquíes, que regularmente se niegan a confirmar la detención o el paradero de las personas a sus familiares. [48] Muchos presos permanecen en cárceles secretas. Human Rights Watch recopiló información acerca de tres cárceles secretas dirigidas por la Brigada Bagdad y el Servicio Antiterrorista. Las tres estaban en Bagdad: la cárcel Muzana del aeropuerto, Campo Justicia en Kadimiya y Campo Honor en la Zona Verde. [49] El gobierno ha tratado de negar que estas tres cárceles estuvieran bajo control de Maliki. «[…] Ocho años después de la invasión estadounidense, la vida en Iraq en realidad está empeorando para las mujeres y las minorías, mientras que los periodistas y las personas detenidas se enfrentan a importantes violaciones de sus derechos», afirmó Joe Stork, vice director para Oriente Próximo de Human Rights Watch el 21 de febrero de 2011. [50]
El 28 de mayo de 2011Amnistía Internacional publicó su informe anual y estas son sus conclusiones: «[…] Las fuerzas de seguridad iraquíes y los soldados estadounidenses cometieron graves violaciones de los derechos humanos: detuvieron a miles de personas sin acusación o juicio, lo que incluye a algunas personas que permanecieron en prisión durante años. […] La tortura y otros malos tratos contra los detenidos por parte de las fuerzas de seguridad iraquíes fueron endémicos. […] Los tribunales dictaron sentencias de muerte después de juicios injustos y se ha informado de que al menos 1.300 presos estaban en el corredor de la muerte». [51]
Según las cifras publicadas el 22 de enero de 2008 por la Agencia para los Refugiados de Naciones Unidas (ACNUR), los refugiados iraquíes en Siria padecían unos niveles extremos de trauma, mucho mayores que los refugiados de otros conflictos recientes en cualquier otra parte del mundo. Las cifras revelaban que el 89,5 % padecía depresión, el 81,6 % ansiedad y el 67,6 % síndrome de estrés postraumático (PTSD, en sus siglas en inglés). [52] Una de cada cinco personas registradas en ACNUR desde enero de 2007 (más de 19.000 personas) estaba inscritas como «víctima de la tortura y/o la violencia» en Iraq. El 77% de los iraquíes refugiados afirmó haber sido víctima de bombardeos o de ataques de artillería o misiles. El 80% había sido testigo de un tiroteo; el 68% había sufrido interrogatorios o acoso por parte de las milicias u otros grupos, incluido el haber recibido amenazas de muerte, mientras que el 16% había sido torturado; el 72% fue testigo de la explosión de un coche bomba, y el 75% conocía a alguna persona que había sido asesinada. El informe ponía de relieve las muchas formas de tortura que han padecido los refugiados iraquíes, incluidos golpes, electrochoque, colocación de objetos bajo las uñas, quemaduras y violación. [53]
En 2009, los informes de ACNUR señalaban que el 20% de los desplazados internos y el 5% de los refugiados retornados informaban de niños desaparecidos [54], lo que se podría atribuir a la violencia generalizada, en la que se incluyen los secuestros, el reclutamiento forzado, etc. [55] En noviembre de 2009 se calculaba la población total de personas desplazadas internas en 2,76 millones o 467.517 familias. [56] Si el 20% de estas familias informaba de niños desaparecidos, un simple cálculo indica que han desaparecido más de 93.500 niños de familias desplazadas internas. Además, muchas comunidades dieron cuenta de la desaparición de algún miembro de la familia (el 30% de las familias desplazadas internas, el 30% de las retornadas y el 27% de los refugiados retornados), lo que indica que habrían desaparecido por haber sido secuestradas o detenidas, y que no sabían qué había pasado con sus familiares desaparecidos. [57] Paul Henri Arni, miembro del Comité Internacional de la Cruz Roja, afirmó que después de tres conflictos en Iraq (una guerra con Irán en la década de 1980, la primera Guerra del Golfo en 1991 y la operación dirigida por Estados Unidos en 2003), el país probablemente se enfrenta al mayor número de personas desaparecidas del mundo [58]: más de un millón, según datos de Naciones Unidas [59]. Desde la guerra de 2003 en Iraq, decenas de miles de personas buscan a sus familiares. Se cree que la mayoría de las personas desaparecidas está muerta. Pero incluso aquellas personas cuyos cuerpos se han encontrado, no siempre se identifican rápidamente: el 25 de mayo de 2009, el Dr. Munjid Salah al-Din, director de la morgue central de Bagdad, declaró al New York Times que solo entre 2006 y 2008 su personal había trabajando para identificar 28.000 cuerpos [60].
Cuando Paul Bremer III, administrador de la antigua Autoridad Provisional de la Coalición (CPA, en sus siglas en inglés) abandonó Bagdad tras la llamada ‘transferencia de soberanía’ en junio de 2004, dejó tras de sí las 100 órdenes que había promulgado como jefe de la Autoridad de la Ocupación en Iraq. Estas 100 órdenes convirtieron a Iraq en un paraíso gigante del libre mercado, pero en una pesadilla infernal para los iraquíes. Colonizaron el país para el capital: un saqueo a la mayor de las escalas, un laboratorio del capitalismo salvaje y armas de destrucción masiva. Los iraquíes no tenían papel alguno en la planificación ni obtuvieron subcontratos para compartir los beneficios. Las nuevas leyes económicas instituyeron unos impuestos bajos, los inversores extranjeros poseían el 100% de los activos iraquíes, el derecho a expropiar todos los beneficios, ninguna restricción a las importaciones, y contratos y arrendamientos a largo plazo de 30 a 40 años, con lo que se desposeyó a los iraquíes de sus propios recursos, de manera que ningún gobierno futuro lo pudiera cambiar, escribe Stephen Lendman [61]. Entre estas órdenes estaba la Orden 81 sobre «Patentes, diseño industrial, información no revelada, circuitos integrados y variedad de plantas». Durante generaciones los pequeños agricultores en Iraq habían trabajado con un sistema de suministro de semillas informal y no regulado. Durante mucho tiempo la base de la práctica agrícola había sido el guardar las semillas y la libre innovación con el intercambio de materiales de cultivo entre las comunidades agrícolas. Esto pertenece ahora a la historia. La CPA declaró ilegal que los agricultores iraquíes reutilicen las semillas cosechadas de nuevas variedades registradas según la ley. [62]
La destrucción de la infraestructura militar e industrial generada por la guerra ha liberado metales pesados y otras sustancias peligrosas en el aire, en el suelo y en el agua subterránea. Debido al daño provocado a las infraestructuras, los lugares donde se acumulan residuos médicos y municipales pueden provocar el riesgo de epidemias. Existe la fuerte sospecha de que la contaminación por uranio empobrecido y otras contaminaciones relacionadas con el armamento son la causa del gran incremento de las malformaciones congénitas y de los casos de cáncer en Iraq, [63] así como de haber convertido en inhabitable el país.
El bajo nivel de agua en los lagos y ríos anunció el desastre de los sistemas de tratamiento de aguas residuales y el simultáneo envenenamiento del agua que la hacía inadecuada para el consumo humano y animal. El suministro de agua de los ríos Tigris y Éufrates ha disminuido drásticamente, lo que afecta a las fértiles tierras agrícolas y a los suministros de aguas subterráneas que se han reducido sin que haya indicios de recuperación. En consecuencia, la sequía se ha convertido en un problema nacional [64]. «[…] La pobreza generalizada, el estancamiento económico, la falta de oportunidades, la degradación medioambiental y la ausencia de servicios básicos constituyen violaciones ‘silenciosas’ de los derechos humanos que afectan a amplios sectores de la población», concluía un informe de Naciones Unidas publicado el 8 de agosto de 2011. [65]
Un informe de Transparencia Internacional afirma que la corrupción en Iraq probablemente se convertirá en «[…] El mayor escándalo de corrupción de la historia» [66]. Y mientras Estados Unidos se retira de Iraq, deja tras de sí cientos de proyectos abandonados o a medio terminar. Las autoridades de la ocupación y sus agentes y trabajadores han robado o derrochado cantidades descomunales de fondos iraquíes. Algunos ejemplos: la decisión del gobierno estadounidense de apropiarse de todos los activos y fondos iraquíes en todo el mundo por valor de 13.000 millones de dólares; la confiscación de los fondos iraquíes en Estados Unidos (3.000 millones de dólares); la transferencia forzada de una cuenta iraquí del banco suizo UBS a bancos estadounidenses; las autoridades de ocupación se apropiaron de los fondos acumulados del Programa petróleo por alimentos (hasta marzo de 2003, unos 21.000 millones de dólares); en las primeras semanas de la ocupación, los soldados estadounidenses se apropiaron de unos 6.000 millones de dólares y los acumularon en edificios del gobierno en Bagdad, además de 4.000 millones del Banco Central y de otros bancos iraquíes; la apropiación de 2.000 millones de dólares de fondos iraquíes en bancos árabes y de otros países (las reservas de emergencia nacional) ¿Adónde fueron todos estos fondos? En vez de establecer una cuenta en el Banco Central Iraquí para depositar tanto estos fondos como los de la exportación del petróleo, las autoridades de ocupación establecieron la cuenta (llamada «Fondo de Desarrollo para Iraq») en la filial de Nueva York del Banco Central de Estados Unidos, donde todas las operaciones financieras se llevaron a cabo en el mayor de los secretos. [67] Según afirmó el portavoz del Parlamento iraquí el 24 de febrero de 2012 «[…] Se han ‘perdido’ unos 40.000 millones de dólares de un fondo posterior a la Guerra del Golfo que mantiene Iraq para proteger el dinero de reclamaciones extranjeras, afirmó el portavoz parlamentario iraquí el 24 de febrero de 2012» [68]. Una carta de mayo de 2011 del Comité de Integridad del Parlamento de Iraq a Naciones Unidas afirmaba que «[…] Hay indicios de que la agencia estadounidense robó y malversó un total 17.000 millones de dólares de los fondos de reconstrucción del pueblo de Iraq». El Parlamento iraquí califica esta pérdida de fondos de ‘crimen financiero’. [69] Un cálculo de la Comisión sobre establecimiento de contratos en época de guerra del 24 de febrero de 2011, indica que las pérdidas solamente por fraude en ambas zonas de guerra (Iraq y Afganistán) podrían ascender a 12.000 millones de dólares.
El 16 de julio de 2011 Jalid al-Alwani, parlamentario de la Comisión de Integridad de Iraq, afirmó que la corrupción financiera se calcula en unos 59.000 millones de dólares y que por el momento se han presentado demandas por unos 38.000 casos de corrupción. Afirmó que el volumen de la corrupción en Iraq es ‘tremendo’ y atribuyó la corrupción galopante de Iraq al «[…] Alto volumen de ingresos, […] a la falta de responsabilidades y a la falta de control por parte de los tribunales». [70] El 13 de julio de 2012, Jalid al- Alwani reveló que el volumen de la corrupción financiera y administrativa en Iraq podría ascender a 229.000 millones de dólares. [71]
La empresa estadounidense de auditoría PricewaterhouseCoopers (PwC), en una presentación ofrecida en abril de 2011 en París ante un organismo de control de los ingresos del petróleo iraquíes designado por Naciones Unidas afirmó que Iraq carece todavía de un sistema moderno de medición necesario para rastrear la producción, el transporte y la exportación del crudo. Tanto del informe de la empresa, como de los informes del Comité de Expertos Financieros de Iraq y del Consejo de Asesoría y Control Internacional, un organismo de control de Naciones Unidas, señalaron que la laxa implementación del sistema de medición es una amenaza para el país.[72] «[…] Iraq es víctima del mayor robo de su producción petrolera de la historia moderna», puso de relieve Azzaman en marzo de 2006.
Un estudio de mayo de 2006 sobre la producción y las cifras de exportación de petróleo realizado por Platt’s Oilgram News, una revista industrial, demostraba que no hay explicaciones de lo ocurrido con más de 3.000 millones de dólares al año. «[…] Con miles de millones de dólares empleados y su amplia experiencia en infraestructura petrolera y puertos iraquíes, Halliburton y Parsons parecen incapaces de solucionar los problemas rutinarios de contadores rotos en las terminales del sur de Iraq. Después de la invasión de 2003 parece que los contadores se han apagado y que desde entonces no han podido ofrecer datos fiables de cuánto crudo se ha enviado por barco desde los campos de petróleo iraquíes del sur», escribía CorpWatch el 22 de marzo de 2007[73].
Dirk Adriaensens es coordinador de SOS Iraq y miembro del comité ejecutivo del Tribunal BRussells. Entre 1992 y 2003 encabezó varias delegaciones a Iraq para observar los devastadores efectos de las sanciones impuestas por Naciones Unidas. Fue miembro del Comité Organizador Internacional del Tribunal Mundial sobre Iraq (2003-2005). También es co-coordinador de la Campaña Global contra el Asesinato de Académicos Iraquíes; co-autor de Rendez-Vous in Baghdad, EPO (1994), Cultural Cleansing in Iraq, Pluto Press, London (2010), Beyond Educide, Academia Press, Gante (2012), y suele colaborar con Global Research, Truthout, The International Journal of Contemporary Iraqi Studies y otros medios.
Notas:
1. Islamic Jihad Army, «A Message from the Iraq Resistance», 24 de enero de 2006.
2. «The Three Trillion Dollar War», Wikipedia.
3. Linda J. Bilmes y Joseph E. Stiglitz, «The Iraq War Will Cost Us $3 Trillion, and Much More», The Washington Post, 9 de marzo de 2008.
4. Aida Edemariam, «The true cost of war», The Guardian, 28 de febrero de 2008.
5. Joseph E. Stiglitz y Linda J. Bilmes, «The true cost of the Iraq war: $3 trillion and beyond», The Washington Post, 5 de septiembre de 2010.
6. Rick Rozoff, «Middle East Loses Trillions As U.S. Strikes Record Arms Deals», Stop Nato Opposition to global militarism, 2 de septiembre de 2010.
7. «Transcript of Powell’s U.N. Presentation», CNN, 6 de febrero de 2003.
8. «Former aide: Powell WMD speech ‘lowest point in my life'», CNN, 23 de agosto de 2005.
9. «Iraq inquiry hears defiant Blair say: I’d do it again», BBC News, 29 de enero de 2010.
10. «Iraq war ilegal, says Annan», BBC NEWS, 16 de septiembre de 2004.
11. Anne Penketh y Andrew Grice, «Blix: Iraq War Was Illegal», Common Dreams, 5 de marzo de 2004.
12. Rapport Commissie-Davids. Documento disponible en Pdf, 12 de enero de 2010
13. Jack Shenker, «Mohamed ElBaradei hits out at west’s support for repressive regimes», The Guardian, 31 de marzo de 2010.
14. Jan Frel, «Could Bush Be Prosecuted for War Crimes?», AlterNet, 9 de Julio de 2006.
15. War of agression, Wikipedia.
16. Westphalian sovereignthy, Wikipedia.
17. Carta de Naciones Unidas. Capítulo VII: Acción en caso de amenazas a la paz, quebrantamientos de la paz o actos de agresión.
18. Project for the New American Century.
19. Speech by M. Dominique de Villepin, Minister of Foreign Affairs, to the United nations Security Council, New York, 19.03. 2003, Web de la Embajada de Francia en Londres, 11 de abril de 2005.
20. «Focus on the BRussels Tribunal», Al Ahram Weekly On-line, 6-12 de mayo de 2004.
21. «We are all redskings» Extractos de las respuestas de Samir Amin y Dennis Halliday a las questions planteadas en el debate celebrado tras la presentación formal de las conclusions del Tribunal internacional sobre Iraq en Bruselas, mayo de 2004.
22. United States Energy Information Administration, ‘Persian Gulf Oil and Gas Exports’ Fact Sheet, abril de 2003.
23. Forbes, ‘Gusher: The Post-Saddam Premium’, 28 de octubre de 2002.
24. Sami Rasouli, «Mission Accomplished: Iraq Today». Wammtoday, marzo-abril de 2012.
25. Jacques R. Pauwels, «Why America Needs War», Indymedia.be, 30 de abril de 2003.
26. Karen De Young y Walter Pincus, «U.S. to Fund Pro-American Publicity in Iraqi Media», The Washington Post, 3 de octubre de 2008.
27. Diana Farsetta, «Pentagon PR spending soars», Nieman Watchdog, 23 de febrero de 2009.
28. Informe de ACNUR en Iraq enero-octubre 2009.
29. Refugee Studies Centre, Department of International Development, «Iraq’s displacement crisis: the search for solution», Forced Migration Review, special issue, Oxford, junio de 2007.
30. Just Foreign Policy, Iraq Deaths.
31. AlterNet, «Occupation’s Toll: 5 Million Iraqi Children Orphaned», 18 de diciembre de 2007.
32. Women’s Commission for refugee women & children, «Women, Children and Youth in the Iraq Crisis: A Fact Sheet», enero de 2008.
33. Véase nota 29.
34. Felicity Arbuthnot, «The ‘New Iraq’: Death Threats and Duplicity», Dissident Voice, 1 de Julio de 2010.
35. «Half of Iraq in ‘Asbolute Poverty'», Information Clearing House, 30 de Julio de 2007.
36. Lara Jakes, «Welfare Funding Runs Out in Iraq», Common Dreams, 21 de noviembre de 2010.
37.New MRG report, «Iraq’s ignored minorities face extinction», Minority Rights Group International, 26 de febrero de 2007.
38. Hadani Ditmars, «Mission accomplished? Not for the Iraqi people», SF Gate, 27 de junio de 2010.
39. IOM-IRAQ Special Report, «Female headed households, November 2010-September 2011»
40. Informe Mercer, «2012 Quality of Living Wolrdwide City Rankings», 4 de diciembre de 2012.
41. Michael Prysner, «The truth about the ‘end of combat operations'», MichaelMoore.com, 22 de agosto de 2010.
42. Informe de UN Habitat, «State of the World’s Cities 2010/2011«.
43. Adil E. Shamoo, «What You Will Not Hear About Iraq», Foreign Policy in Focus (Institute for Policy Studies), 20 de agosto de 2010.
44. Simon Rogers, «Global peace index 2011: The full list», The Guardian, 25 de mayo de 2011.
45. Informe del Reputation Institute, 27 de septiembre de 2011.
46. Aswat al Iraq, «Iraq, Iran, worst reputation in world; Canada, Sweden, Australia, best», 10 de enero de 2011.
47. Ians and Ria Novosti, «Iraq starts construction of security wall around Baghdad», Muslim World News, 4 de mayo de 2010.
48. Informe de Amnistía Internacional, «Thousands of Iraqi detainees at risk of torture after US handover», 13 de septiembre de 2010.
49. Human Rights Watch, «Iraq: Secret Jail Uncovered in Bagdad», 1 de febrero de 2011.
50. Informe de Human Rights Watch, «Iraq: Vulnerable Citizens at Risk», 22 de febrero de 2011.
51. Amnistía Internacional, Annual Report: Iraq 2001, 28 de mayo de 2011.
52. IRIN, «Syria:UN research indicates high levels of trauma among Iraqi refugees», 22 de enero de 2008.
53. Idem.
54. Véase nota 28.
55. «Iraq: Response still centre don return despite increasing IDP demands for local integration», IDMC [Centro de control de desplazados internos], 31 de diciembre de 2011
57. Véase nota 54.
58. James Kilner, «Accounting for missing people is vital for stability in a post-war scenario», ICRC, Relieveweb, 13 de noviembre de 2009.
59. IRIN, «Iraq: Enforced disappearances, «a long term challenge», 13 de enero de 2011.
60. Timothy Williams and Suadad al-Salhy, «Fate of Missing Iraqis Haunts Those Left Behind», The New York Times, 24 de mayo de 2009.
61. Stephen Lendman, «Iraq Today: Afflicted by Violence, Devastation, Corruption and Desperation», Steve Lendman Blog, 27 de abril de 2010.
62. Adnan al-Daini, «Patenting ‘the Staff of Life’ is Ruinous to Iraq’s Agriculture», Dissident Voice, 3 de octubre de 2011.
63. «Environmental Contaminants from War Remnants in Iraq», Coordination Committee for Iraq, junio de 2011 64. Campbell Robertson, «Iraq Suffers as the Euphrates River Dwindles», New York Times, 13 de Julio de 2009.
65. France-Presse, «UN Calls Rights Situation in Iraq ‘Fragile'», Commondreams, 8 de agosto de 2011.
66. Gary Ater, «Corruption in Iraq May Account for More than 1/3 of the Total Cost of the US Iraq Occupation», American Chronicle, 15 de abril de 2008.
67. Aziz Alkazaz, «Impact of the Occupation on the Iraqi People and Economy», noviembre de 2010.
68. «Robbery or Corruption: 40 Billion USD ‘Missing’ from Iraq Accounts», JafariaNews, 24 de febrero de 2011.
69. «Where’s Our Missing $17bn? Iraq Demands Return of Oil Money ‘Stolen by US Institutions after 2003 Invasion'», Global Policy Forum, junio de 2011.
70. «MP: Iraq Corruption ‘Tremendous'» , Rudaw.net, 17 de julio de 2011.
71. Véase Sara Johnson «A quarter trillion dollars the size of corruption in Iraq!», Dinar Vets, 13 de Julio de 2011.
72.Véase Ben Lando, «Iraq criticized for oil metering delays», Iraq Oil Report, 11 de mayo de 2011.
73. Véase Pratap Chatterjee, «Mystery of the Missing Meters: Accounting for Iraq’s Oil Revenue», CorpWathc, 22 de marzo de 2007.
Fuente: http://www.brussellstribunal.org/article_view.asp?id=842#.UU8zBBxx0xA
Segunda parte del artículo «2003-2013: Resistencia iraquí, guerra sucia estadounidense y la remodelación de Oriente Próximo»: http://www.iraqsolidaridad.org/2013/docs/Dirk_Adriaensens_II.html