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Fachada para ingenuos

Estreno de otra farsa: La soberanía de Irak

Fuentes: Rebelión

El énfasis puesto por los halcones de la Casa Blanca en la llamada «transferencia de soberanía» a los iraquíes es una muestra evidente de la falsedad de la maniobra y su poca consistencia política. Los iraquíes no creen en esa fachada de cartón. ¿Cómo es posible hablar de soberanía en un gobierno que no puede […]

El énfasis puesto por los halcones de la Casa Blanca en la llamada «transferencia de soberanía» a los iraquíes es una muestra evidente de la falsedad de la maniobra y su poca consistencia política. Los iraquíes no creen en esa fachada de cartón. ¿Cómo es posible hablar de soberanía en un gobierno que no puede controlar los movimientos de 150 mil soldados extranjeros estacionados en su suelo? ¿Cómo puede nadie creer en el espurio mandato de un régimen que estaría incapacitado de concertar tratados con otros países?

El enviado de la ONU, Lakhtar Brahimi, puso el dedo en la llaga cuando denunció que el verdadero amo en Irak es el dictador Bremer, quien tiene todos los hilos del poder en sus manos y no piensa entregárselos a ninguno. Para rematar la inconsistencia de esta farsa, el hombre nombrado con un dedazo por los ocupantes como nuevo Primer Ministro es sobradamente conocido como un viejo agente de la CIA. El partido de Iyad Allawi, el llamado Acuerdo Nacional Iraquí, esta financiado abiertamente por los siniestros servicios de espionaje norteamericanos.

El comité que asumió el sainete de aparentar un gobierno autóctono está integrado por una retahíla de espías, confidentes, delatores, soplones, mercachifles de ideas y traidores. Nadie cree en ellos dentro de Irak. Las encuestas realizadas así lo demuestran. Pero Bush necesita dar al pueblo estadounidense la sensación de que está saliendo airosamente de este monumental disparate, aunque la realidad diga que se empantanan cada día más. El nuevo «gobierno» tomó posesión de sus eólicas funciones mientras una lluvia de morterazos, coches bombas y rabiosos tiroteos rodeaban el área supuestamente más segura, la llamada Zona Verde, donde se hallan las oficinas del proconsulado regido por Bremer.

Mientras esto sucede los precios del petróleo se han ido incrementando. Pese al aumento de la oferta ordenado por la OPEP, que ha logrado un decrecimiento discreto de los importes, la actual crisis amenaza con desatar una grave recesión mundial. Los montos de los productos básicos industriales han crecido desmesuradamente en el mercado y lo mismo ha sucedido con los frutos del área agropecuaria. Toda esta inestabilidad económica parte de un hecho esencial: la agresión contra Irak, la guerra patriótica que los iraquíes llevan a cabo en defensa de su territorio y la disfunción de los oleoductos, los pozos y las refinerías.

Para maquillar su campaña electoral, a los asesores de imagen de Bush no se les ha ocurrido nada mejor que recomendar al gaznápiro tejano que efectúe una gira por Europa. Viste bien eso de retratarse con el Papa, de mostrarse en los noticieros caminando ante los cascos emplumados en el Elíseo, de aparecer en los periódicos entrando en el Quirinal; ofrece una sensación de legitimidad, es un certificado de autenticidad del sistema, es un título de salud política, aunque el mundo se esté derrumbando por causa de su usual estulticia.

Parte de ese programa de control de daños es la defenestración de George Tenet, el director de la CIA, responsable de no haber impedido a tiempo el desastre del 11 de septiembre, culpable del monumental error de las supuestas «armas de destrucción masiva». La agencia ha sufrido, bajo su mandato, una concatenación de errores flagrantes que merecen su deposición.

A su socio británico no le va mejor. Los principales líderes del laborismo han llegado a la conclusión de que es conveniente deshacerse del impopular Blair que tanto daño les está causando. Hay elecciones generales señaladas para el año próximo pero es necesario liquidar al borreguil Primer Ministro mucho antes o el laborismo perderá esa consulta. La meta que se han señalado para tomar una decisión es el próximo diez de junio, cuando se efectuarán comicios municipales en Gran Bretaña. Del resultado de esos sufragios dependerá la decapitación prematura que han planificado. Una catástrofe en las urnas, como todo parece indicar, mostrará el camino de la salida para un dirigente que ha causado la vergüenza, la humillación y el sumiso acatamiento de la otrora orgullosa Albión, convertida ahora en un insignificante estado bananero de opereta insertado en el panorama europeo.

El próximo 30 de junio tendrá lugar la escenificación de una bufonada con la cual Bush pretende engañar al mundo entregando a un grupo de cómplices un ficticio mandato con el cual nada podrá hacer para cambiar las perspectivas nefastas de la ocupación de Irak. Las elecciones norteamericanas se acercan y las encuestas advierten que el tejano se debilita por horas. El pueblo estadounidense, pese a su ingenuidad ilimitada, se ha percatado ya que está regido por un mentecato bravucón que le ha metido en un foso de difícil salida.

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