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La profanación como táctica de la conquista imperial

Sitios sagrados

Fuentes: CounterPunch

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

«El santuario continuará protegido contra todo ataque que pudiera
dañar de alguna manera lo sagrado del lugar.»

Ayad Alaui, primer ministro interino de Irak, sobre la Mezquita de Nayaf

El saqueo de lugares sagrados es a menudo una táctica bélica deliberada. En la antigua Sumeria, en Irak hace 5000 años, se informaba a menudo de un cambio de régimen con la frase «el santuario fue destruido y la ciudad invadida». Cuando Nabucodonosor capturó Jerusalén en el Siglo VI AC se llevó tesoros del Templo, tal como lo hizo Trajan, su posterior conquistador romano. Cuando los griegos entraron al templo reconstruido de Jerusalén, unos siglos más tarde, mataron a un cerdo en el sitio más sagrado del templo judío, el Sanctasanctórum. En la Revolución Francesa, una prostituta desnuda fue colocada en el altar mayor de la Catedral de Notre Dame. Osama bin Laden derribó deliberadamente las torres gemelas que identificaba como santuarios del dios estadounidense – el dinero.

La profanación deja en claro que reinan los nuevos dioses y manifiesta desprecio por lo que otros consideran sagrado. En la mayoría de los códigos de guerra se supone que los lugares sagrados serán respetados. A veces sirven de santuarios para transgresores que deben ser mantenidos sin ser dañados, sacrosantos, en el área sagrada. Las costumbres de los lugares sagrados son antiguas y generalizadas. Muchas historias hablan de la retribución divina para los que violan los lugares santos.

Los líderes también son considerados a veces como sagrados y un ataque contra ellos es un sacrilegio. Gran Bretaña desarrolló en el Siglo XVII un concepto según el cual el rey tenía en realidad dos cuerpos, uno divino, simbólico del orden que debía ser honorado aunque decapitaron al insatisfactorio terrenal Carlos I. El gran poeta puritano, John Milton, expresó su conformidad con la ingeniosa justificación del regicidio – la preservación del cuerpo divino de orden del rey mientras se liquidaba el recalcitrante cuerpo humano.

Las multitudes que queman a los líderes en efigie o derriban estatuas expresan su deseo de destruir iconos e individuos. Cuando la estatua de Sadam Husein fue derribada en Bagdad la patearon, como signo de profundo desprecio. (Muchos estadounidenses aprendieron del comentario a no sentarse mostrando las suelas de sus zapatos a los árabes, que lo consideran como un insulto.) Pero Sadam no era considerado sagrado. No era un sitio sagrado como las esculturas budistas que los talibán dinamitaron como si fueran dioses falsos. Sadam era un hombre fuerte que gobernó por la fuerza. Aunque se hizo representar en la pose de Saladino, el gran guerrero musulmán, Sadam, como su ídolo Stalin, aspiraba al poder, no a la santidad.

Las mujeres que son violadas como un acto de guerra o asesinadas por el honor familiar son más como lugares sagrados – no las ven como personas sino como sitios. Los serbios cristianos violaron y fecundaron a mujeres musulmanas en Bosnia lanzando burlas de que darían hijos a sus conquistadores. En Bosnia, Ruanda y muchos otros sitios, mujeres fueron asesinadas, se suicidaron, o sufrieron ostracismo por violaciones y fecundación. El Papa rogó a las mujeres bosnias que no abortaran, que convirtieran los actos de guerra en actos de amor. Los úteros son santuarios de simientes para el Papa, pero no para la mayoría de los pueblos más tribales. Los informes de Abu Ghraib sobre la humillación y violación de mujeres han sido censurados. Informes recientes de asesinatos de honor en Irak subrayan la imperdonable vergüenza inherente al despojo sexual de las mujeres.

Esto también es sorprendentemente antiguo. La Violación de Lucrecia, celebrada en la literatura y el arte, nos habla de la bella romana que es cortejada por Sexto Tarquino. Se le niega diciendo que prefiere la muerte al deshonor y él dice que si ella se mata para evitarlo él matará a un esclavo y lo colocará en su cama, y luego le dirá a su esposo que vengó su honor matando a los dos. Lucrecia luego acepta su violación, e informa a su esposo sobre la verdad. Para probar su honor, se mata. Lucrecia es considerada una gran heroína en el comentario tradicional, no como un ejemplo de un lamentable asesinato de honor.

El sentido de los lugares sagrados es asociado a menudo con sangre y sacrificio. La Mezquita del Imán Ali en Nayaf, el sepulcro del sobrino de Muhammad, es considerado como el santuario más sagrado de Irak. El primer ministro interino Alaui ordenó que los periodistas abandonaran la ciudad e hizo confiscar sus cámaras. Un reportero estadounidense que trabaja en un documental sobre el saqueo del Museo Nacional Iraquí y los tesoros culturales es retenido como rehén. Cada día se acumulan las amenazas y los bombardeos alrededor del sitio sagrado, intensificados ocasionalmente por los recién llegados marines que muestran poca paciencia ante la guerra de palabreo político. Las noticias de hoy (19 de agosto de 2004) informan que el Secretario de Defensa Rumsfeld dice que las fuerzas de EE.UU. no entrarán al santuario, que sólo abrirán camino a las tropas iraquíes. Rumsfeld cree en la desinformación, sin embargo, y ha demostrado claramente su idea de cuales son los lugares sagrados – los campos petrolíferos y el Ministerio del Petróleo.

El primer ministro interino Alaui dice que las fuerzas iraquíes atacarán a menos que al Sáder se retire del santuario y convierta a su milicia en una fuerza política. Pero Alaui también ha garantizado la preservación del lugar sagrado: «El sagrado santuario seguirá seguro ante todos los ataques que puedan dañar lo sagrado del lugar». Lo que significa es la libertad ante, y la superioridad sobre, la fuerza. Si los estadounidenses – que han causado terribles daños en Nayaf y en todo Irak -atacan el santuario, la yihád islámica tendrá las imágenes que necesita para demostrar la acusación de bin Laden. El corazón de su mensaje, que EE.UU. ignora, es que somos invasores y saqueadores de los lugares sagrados islámicos.

Pretendemos que aportamos auténticos valores sagrados – la libertad y la democracia. El análisis que hacen nuestros dirigentes es que los que nos combaten nos envidian nuestra libertad y que no tratan bien a las mujeres. Nosotros, que hemos bombardeado más que ninguna otra nación en la historia del mundo, nos consideramos víctimas consumadas porque una vez nos atacaron con bombas en nuestro país. ¿Nos es sagrado nuestro país? ¿O nuestro pueblo? Para la mayoría de los estadounidenses las torres gemelas del World Trade Center y el Pentágono no eran santuarios del dinero y la fuerza. Se convirtieron en sitios sagrados a través de la sangre de los que murieron allí.

Los lugares sagrados ideales detienen el flujo de la sangre, se convierten en sitios en los que ya no debe correr la sangre, donde los hombres meditan y se apartan de la violencia humana. Como decían los sumerios, cuando el santuario es destruido, la ciudad ha sido invadida.

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Diane Christian es Profesora Distinguida de la Universidad Estatal de Nueva York en la Universidad de Buffalo y autora del nuevo libro «Blood Sacrifice». Su correo es: [email protected]

http://www.counterpunch.org/christian08202004.html