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La vida de todos los días de los iraquíes en Bagdad

El mundo más seguro de Bush: raptos, violaciones, asesinatos

Fuentes: Al-Ahram Weekly

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

Cuando el presidente George W Bush declaró el fin de las «principales operaciones» en Irak el 1 de mayo de 2003, dijo que el mundo se había convertido en un sitio más seguro para EE.UU. Desde entonces, Bush, sus aliados, secretarios y comandantes, han repetido la afirmación de que el mundo se ha hecho más seguro para EE.UU.; que el 11-S no volverá a ocurrir. Pero la guerra contra el terror tiene que continuar, promete Bush.

Lo que a nadie parece importarle son los iraquíes que han ido al infierno y han vuelto, del despotismo a las sanciones, de la guerra al caos. Que el mundo sea un sitio más seguro, dijo el general de visión Martin Dempsey, comandante de la Brigada 354 de Asuntos Civiles, el día en que terminó su período de servicio. «Ustedes han hecho el mundo más seguro para sus familias», dijo a los soldados.

Y a pesar de ello las fronteras de Irak estuvieron desprotegidas durante seis meses, durante los cuales todo terrorista, gángster, narcotraficante y traficante de blancas no tuvo problemas para infiltrarse al país. Y los iraquíes han salido del fuego para caer en las brasas. La muerte los acecha por todos lados. El crimen tiene su efecto. Y mientras el presidente Bush y sus asesores continúan alardeando de que han convertido el mundo en un sitio más seguro, Irak cae más y más profundo en la sangre y la desesperación.

La historia de Sajidah, una novia de 23 años, en la primera plana del periódico Al-Moatamar: Fue secuestrada con su cuñada Hanan, de 17 años, tres días después de su matrimonio en Mahmoudiyah, 25 kilómetros al sur de Bagdad. Las dos mujeres fueron llevadas por la fuerza, con pasaportes falsificados, a Yemen, pasando por Siria. Allí, descubrieron que estaban con 130 jóvenes mujeres iraquíes que habían sido secuestradas por una banda de prostitución. Las dos mujeres lograron ponerse en contacto con su familia, que fue y las salvó. Este crimen conmocionó a un Irak ya traumatizado.

Fakhriyah es adicta a la droga. No logra recordar el nombre de su padre y no conoce su edad exacta, pero se ve como si tuviera unos 20 años. Dice que vivía en un orfanato y que fue secuestrada el día de la caída de Bagdad, cuando el orfanato fue saqueado. En su pocos instantes de lucidez, Fakhriyah recuerda que un tanque de EE.UU. estaba instalado cerca del orfanato, que está cerca de la estación central de ferrocarriles en un punto no lejano del aeropuerto Al-Muthanna que se convirtió en una base y prisión de EE.UU. Sus secuestradores se turnaron para violarla, la retuvieron durante más tiempo que lo que puede recordar, luego la abandonaron en la calle en la que vive actualmente.

La encontré en un café que proyecta películas pornográficas (ridículamente apodadas «películas culturales»). Toda la clientela del café está formada por adictos a la droga. Cuando no logra pasar la noche con uno de los clientes, duerme en la calle, que se hace más y más peligrosa y aterradora con el paso del tiempo. «Inhalo pegamento para no sentir lo que pasa a mi alrededor o quién me está violando una vez más», dice Fakhriyah

y se va, a la busca de drogas para aliviar su permanente dolor de cabeza.

Las violaciones no eran algo común en Irak. Los registros de la policía de antes de la ocupación contienen cifras de violaciones de menos de una docena o algo así por año. Puede ser que algunos casos no hayan sido registrados en un país con fuertes tradiciones tribales, pero el que las cifras hayan aumentado a docenas por mes es algo nuevo y doloroso para los iraquíes. Otra tragedia es la de Sinaria, una niña de nueve años que fue violada cerca del hogar de sus padres. Su hogar es una habitación de hotel en un área infestada de prostitución y crimen. Su padre la llevaba siempre con él dondequiera que iba después del incidente para protegerla de más violaciones y en general era bueno con ella. Su madre, sin embargo, se volvió en su contra. Su padre terminó por colocarla en un refugio.

Fuentes de la policía iraquí dicen que la mayoría de las bandas que llevan drogas a Irak, dirigen las redes de prostitución y secuestran mujeres, son dirigidas por no-iraquíes pero reciben ayuda de algunos iraquíes con antecedentes criminales o que no pudieron encontrar otro empleo.

Sólo en Bagdad, según estadísticas del Ministerio de Salud, entre el 5 de abril y el 31 de agosto de 2004 las operaciones de terror y la acción militar han causado la muerte de 730 hombres, 57 mujeres y 42 niños, y heridas en 4.260 hombres. 241 mujeres y 151 niños. Docenas han muerto por enfermedad y falta de medicinas, o simplemente porque no se podían permitir el precio de productos farmacéuticos caros. Cientos más han muerto en otras provincias. El mundo podrá haberse hecho más seguro, pero los iraquíes están siendo masacrados.

Si EE.UU. está supuestamente seguro contra ataques similares al del 11-S, Bagdad se ha convertido en una ciudad de guetos. Al-Mansur, por ejemplo, está abarrotado de personas hasta las 10 de la noche, pero las calles que llevan al barrio están vacías y son peligrosas. Lo mismo vale para Al-Harithiyah, donde los restaurantes de lujo siguen abiertos hasta las 11 de la noche pero, de nuevo, las calles que llevan al área están desiertas. Y en cuanto a los distritos pobres, todo el mundo está encerrado en su casa desde la caída de la tarde y el sentido de aislamiento aumenta por los cortes de luz.

Para que el mundo sea más seguro, las fuerzas de EE.UU., después de ‘liberar Irak’, están ocupadas combatiendo el terror. Las brigadas de asuntos civiles que llegaron al país para ‘reconstruir’ Irak, están ocupadas mejorando las condiciones de vida de los militares que combaten al ‘enemigo’. Irak sigue sin ser reconstruido, inundado en aguas residuales, falto de agua potable.

La Ministra de Obras Públicas, Nesreen Berwari, declaró a Al- Ahram Weekly que más de la mitad de los niños en Sáder City en Bagdad sufren de enfermedades causadas por el agua contaminada. Su ministerio tiene mucho que hacer pero insuficientes recursos financieros, ni siquiera de los países donantes que prometieron fondos. El gobierno de EE.UU. prometió primero destinar 4.000 millones de dólares para la infraestructura. La suma fue luego reducida a 2.000 millones a ser entregados durante cuatro años. El Congreso de EE.UU. que había aprobado los 4.000 millones de dólares tiene ahora la intención, en una acción sin precedentes, de reunirse de nuevo y cambiar su decisión. La ministra apeló a los países árabes y del Golfo a que suministren fondos para la infraestructura, en especial para el agua potable.

Los que dicen que el mundo es un sitio más seguro quieren decir que EE.UU. está más seguro; que mueran los iraquíes; no importa. Cuando un iraquí es matado por fuego ‘amigo’ – es decir por fuego de EE.UU. – su familia recibe una compensación de sólo entre 200 y 500 dólares, y eso después de un considerable papeleo. Un estadounidense matado en una operación terrorista, en la que se identifica al culpable, vale 1 millón de dólares en compensación. Los ‘baratos’ mueren para que los ‘dignos’ puedan sobrevivir – no interesa que los ‘baratos’ hayan construido una gran civilización y que ya hayan sufrido bastante.

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