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Balance de la resistencia iraquí: noviembre

Tras Faluya: un asalto criminal, una victoria pírrica

Fuentes: Rebelión

El arco de violencia y patetismo que ha supuesto -que aún está suponiendo- tomar y destruir Faluya por parte de las tropas estadounidenses, británicas y auxiliares iraquíes podría fijarse en lo narrado en sendas crónicas escritas por periodistas occidentales que han acompañado a las unidades de asalto al inicio de la toma de la ciudad […]

El arco de violencia y patetismo que ha supuesto -que aún está suponiendo- tomar y destruir Faluya por parte de las tropas estadounidenses, británicas y auxiliares iraquíes podría fijarse en lo narrado en sendas crónicas escritas por periodistas occidentales que han acompañado a las unidades de asalto al inicio de la toma de la ciudad y al concluir la cuarta semana de combates -ninguna fuente independiente ha cubierto desde el interior de la ciudad la toma. La primera imagen la aporta el equipo de The Washington Post apenas unas horas después de iniciarse el asalto de la ciudad [1]: soldados de la Primera División de Infantería de EEUU comienzan la penetración de un barrio del sector industrial de Faluya, al sur de la ciudad, esperando entrar en combate con los insurgentes; en su lugar, son tiroteados «[…] por mujeres y niños armados con rifles de asalto». La segunda narración la aporta el corresponsal de The Christian Science Monitor, Scott Peterson [2] e ilustra el callejón sin salida militar que supone la ocupación de Faluya: apostados nada más que con armas ligeras y granadas en un inmueble de una zona ya supuestamente bajo control estadounidense, cuatro insurgentes mantienen bajo fuego durante horas, en la madrugada del lunes, 29, a una compañía completa de marines. Cuando la vivienda es reducida a escombros por disparos de carros de combate y cabe imaginar que todos sus ocupantes han muerto, dos insurgentes aún se enfrentarán a los marines en su último reducto de la casa antes de ser abatidos. El balance final para los asaltantes es de un marine muerto y nueve heridos, señala el redactor de The Christian Science Monitor.

Todo parece indicar que, pese a la brutalidad y carácter criminal -desde el punto de vista estricto del respecto al Derecho Internacional- del asalto a Faluya, EEUU se enfrenta ya sobre el terreno a la constatación de sus limitados dividendos. Mientras continúa el hostigamiento a los ocupantes en el interior de Faluya, los combates se han recrudecido en la provincia de al-Anbar, en torno a Faluya y Ramadi, en el eje del río Eúfrates. Por ejemplo, el domingo 28 de noviembre morían otros tres marines en operaciones de «limpieza» en esta zona, según informaba AFP; otros dos habían muerto el viernes anterior [3]; al menos cuatro militares de EEUU han muerto en la provincia en la primera semana de diciembre [4]. Además, las acciones insurgentes se mantienen en otras ciudades del centro y norte del país, particularmente en Mosul y en la capital. Las embajadas de EEUU y Reino Unido reiteraban el lunes 30 en sendos comunicados una llamada de atención a sus ciudadanos en Iraq para que extremen las medidas de seguridad, mientras que prohibían el uso de la autopista que une Bagdad con el aeropuerto internacional [5]. El propio secretario de Defensa Rumsfeld lo ha resumido de la siguiente manera: «No hay duda de que los ataques continuarán en las próximas semanas y meses, e incluso se intensificarán a medida que las elecciones iraquíes [previstas para el 30 de enero de 2005] se aproximen. Supongo que hay que esperarlo [así]» [6].

Una ‘victoria’ incierta

Según ha informado el Teniente General John F. Sattler, el máximo mando de los marines en Iraq, 71 militares de EEUU han muerto en la ocupación de Faluya (20 más de los inicialmente admitidos), iniciada el día 8 de noviembre; otros 623 resultaron heridos [7]. Esta cifra de bajas supondría más del 10% de los entre 5.000 y 6.000 efectivos estadounidenses oficialmente empleados en la toma de Faluya, una incidencia que recuerda que la ocupación de esta ciudad ha sido el episodio de mayor intensidad de combate de EEUU desde la guerra de Vietnam. Sin embargo, es más probable que la cifra real de tropas estadounidenses empleadas en la ocupación de Faluya se eleve a más de 10.000 [8], lo que de igual manera da idea cabal del desafío militar que ha supuesto la ofensiva sobre esta ciudad situada a unos 50 kilómetros al oeste de Bagdad, en la autopista que une la capital iraquí con la frontera jordana.

Además de fuerzas británicas, EEUU ha contado con la participación de entre 2.000 y 2.500 soldados iraquíes (la mayoría, peshmergas kurdos, según testimonio de los vecinos que permanecieron en el interior de Faluya), de los que han muerto siete en la reocupación de la ciudad, según la misma fuente militar estadounidense; 43 han sido heridos [9]. Las fuerzas iraquíes han cumplido esencialmente un papel simbólico y han evitado a las estadounidenses la ocupación de las mezquitas de la ciudad [10]. Asimismo, fuerzas estadounidenses y británicas lanzaban otra ofensiva al sur del Bagdad a partir del 23 de noviembre, en una zona de ciudades de población sunní y shi’í situadas a lo largo del Eúfrates.

Según el Pentágono, 1.251 insurgentes han muerto en la toma de Faluya. Por su parte, el ministerio interino de Defensa iraquí elevaba la cifra a 2.085, ninguno de ellos civil [11]. El portavoz del Creciente Rojo Iraquí Muhammad al-Nuri indicaba a finales de mes que más de 6.000 vecinos de Faluya podrían haber muerto en la toma de la ciudad [12]. La argumentación de que Faluya era un feudo de la red de al-Zarqawi y de los mujaheen extranjeros no ha podido ser acreditada: de los aproximadamente 1.600 iraquíes de entre 15 y 55 años detenidos en la ciudad, solo 30 eran extranjeros [13].

Mientras se combatía con gran fiereza en el distrito de Jolan en Faluya, dos días después de iniciarse el asalto a Faluya, centenares de insurgentes ocupaban Mosul, con dos millones de habitantes, la tercera ciudad en población de Iraq. Los guerrilleros ocupaban nueve comisarías y cuarteles de la ciudad, así como los centros gubernamentales, provocando la huida de 3.200 de los 4.000 policías de Mosul [14]. El Pentágono tuvo que emplear 2.5000 efectivos propios y 1.800 peshmergas kurdos desplazados desde Irbil y Dohuk (ahora integrados en la paramilitar Guardia Nacional) para poder controlar nuevamente Mosul el 16 de noviembre, tras más de una semana de intensos combates [15]. Fuertes combates estallaban asimismo entre insurgentes y fuerzas de ocupación en -de sur a norte- Baqubah, Hadita, Samarra, Tikrit, Bayji y Kirkuk; ar-Ramadi, la capital provincial de al-Anbar, ocupada por los guerrilleros, era bombardeada por la aviación estadounidense el miércoles 17 de noviembre [16]. Al tiempo, grupos de insurgentes se desplegaban y controlaban varios distritos de Bagdad: ad-Dora, Adhamiya (donde el 19 era ocupada la más importante mezquita sunní de la capital), Abu Ghraib, Jan Dari, al-Amirayah [17], que cubren toda el área metropolitana de la capital.

Tras la toma de Faluya, la actividad insurgente se ha desplazado hacia áreas al oeste de esta ciudad. El martes 30 de noviembre insurgentes fuertemente armados ocupaban hasta nueve puestos de la policía y checkpoints en la autopista que une Amán con Bagdad, que quedó bajo control de la resistencia en varios tramos de su recorrido, según el testimonio de varios viajeros [18]. Ya en los primeros días de diciembre, todo parece indicar que el control en torno a Faluya y en el interior de la propia ciudad es muy precario, con recurrentes y fuertes enfrentamientos entre marines e insurgentes en áreas supuestamente «limpiadas» con anterioridad. [19]. El teniente coronel del Cuerpo de Marines Dan Wilson reconocía que «[…] los insurgentes están retornando [al interior de Faluya] para hostigarnos», mientras sus soldados están rastreando una por una hasta 50.000 viviendas, impidiendo con ello el retorno de los refugiados [20], varios centenares de miles de personas. Al-Jazeera refería el primero de diciembre la reanudación de intensos combates en el barrio de Jolan, donde los marines habrían aislado el único puesto de asistencia sanitaria del Creciente Rojo Iraquí abierto en la ciudad tras su ocupación.

Al menos la mitad de los entre 4.000 y 3.000 combatientes que se estima se encontraban en Faluya antes del asalto habrían eludido el cerco de la ciudad o han escapado a la muerte o la captura. [21]. El Consejo de Mujaheen de Faluya anunciaba en un comunicado emitido el viernes 26 la reanudación de las operaciones armadas contra los ocupantes «tras su reorganización […] con el ánimo de derrumbar el mito de la imbatibilidad de las fuerzas de la coalición y de los traidores y colaboracionistas que están bajo las ordenes de [l primer ministro] Allawi y de[l ministro del Interior] al-Naqib» [22]. El jueves, 18 de noviembre, apenas 10 días después de iniciada la toma de Faluya, la prensa estadounidense filtraba un informe de los servicios de Inteligencia del Cuerpo de Marines en el que se indicaba que cualquier retirada significativa de tropas de Faluya podría significar la inmediata recuperación por los insurgentes del control de la ciudad.

Cuatro muertos en combate al día en noviembre

En el conjunto del mes de noviembre, 125 militares de EEUU han muerto en combate en Iraq, además de cuatro soldados británicos (tres en las proximidades de Faluya el 4 de noviembre y uno en Iskandariyah el día 8) [23]. Una simple operación matemática permite apreciar las dimensiones del desafío insurgente iraquí y vislumbrar el esfuerzo guerrillero por aliviar la presión sobre Faluya: si 71 son los muertos estadounidenses oficialmente reconocidos que ha costado la toma de Faluya, resulta que casi la mitad -el 43%- han muerto en otros escenarios del país o tras la reocupación de la ciudad. Estas 54 bajas se han producido por acciones de la resistencia en las ciudades de Ramadi, Bagdad, Mosul, Kirkuk, al-Kut, Balad, ad-Duluiyah, Qayyarah (al sur de Mosul), Habaniya, Jaldiya (próxima a Faluya), además de en enfrentamientos y ataques no especificados en las provincias de Babil (Babilonia) y Diyala, además de en la de al-Anbar, donde se encuentra la propia Faluya. La media diaria de ataques en todo Iraq durante el asalto a Faluya fue de 140, frente a los entre 87 y 100 del mes anterior. Según el Pentágono, la media se habría reducido posteriormente a la reocupación de la ciudad al nivel anterior o inferior [24]. Las acciones de sabotaje contra instalaciones petrolíferas también han aumentado este mes: 30 en noviembre, según el Instituto para el Análisis de la Seguridad Global.

Más de cuatro militares de EEUU han muerto al día en Iraq en combate este mes de noviembre. Incluyendo el período de invasión, solo en el mes de abril de 2004 EEUU ha sufrido un mayor número de bajas en combate, 127, dos más. Noviembre ha sido en cualquier caso el mes más mortífero para el Cuerpo de Marines (de los 138.000 efectivos estadounidenses en Iraq, alrededor de 35.000 son marines) [25]. Desde el 1 de mayo de 2003, fecha la que el presidente Bush diera por concluida la guerra de Iraq a bordo del portaviones Abraham Lincoln y hasta el 30 de noviembre, han muerto en combate en Iraq 906 militares de EEUU [26]. En la primera semana de diciembre ya han muerto en combate 15 militares de EEUU, cinco en la provincia de al-Anbar y el resto en Bagdad, Mosul Tikrit, Taji y el puesto fronterizo con Jordania. [27].

Más tropas estadounidenses

Ante este panorama, el propio ministro interino de Interior iraquí, Faleh Hassan al-Naqib, no tenía inconveniente alguno en reconocer en rueda de prensa en Bagdad que el asalto a Faluya había puesto de manifiesto la capacidad de la resistencia de coordinar en diversas ciudades ataques contra los ocupantes y los nuevos cuerpos de seguridad iraquíes, demostrando «[…] [que la resistencia es] un movimiento unificado con un grado notable de mando y control centralizados» [28]. Para al-Naqib el grueso de insurgencia armada es baazista, y tendría su sede en Siria, opinión compartida por analistas militares estadounidenses, que imaginan que Mosul podría convertirse en el nuevo centro de operaciones de la resistencia tras la caída de Faluya, dadas sus dimensiones y su relevancia como centro comercial y securitario el norte del país [29].

Oficiales militares estadounidenses estiman que la resistencia «[…] está aún bien armada y financiada, y [que] probablemente evitará nuevas confrontaciones masivas en cualquier lugar tras haber perdido su principal baluarte en Faluya. […] La insurgencia se implicará en operaciones más descentralizadas y ataques esporádicos», refiere The Washington Post el 6 de diciembre. El repliegue de Mosul, evitando la confrontación directa con las tropas estadounidenses y kurdo-iraquíes, puede ser un indicio de ello. Así lo cree el máximo jefe de Inteligencia militar de EEUU en Iraq, el general de brigada del Ejército John DeFreitas, quien declaraba a comienzos de diciembre que el Pentágono deberá afrontar a partir de la caída de Faluya una escalada insurgente «[…] que adoptará más las tácticas de tipo guerrillero -pequeños equipos [de combatientes], golpear y huir» [30]. Ejemplos de ello habrían sido la emboscada combinada con bomba y ataque con armas ligeras y lanzagranadas de hasta 70 guerrilleros contra una patrulla de EEUU registrada en un barrio no especificado de Bagdad el viernes, 3 de diciembre -que culminó con la muerte de dos docenas de insurgentes, según fuentes militares- y el asalto antes del alba del día 4 de la comisaría del barrio de Sadiya por medio centenar de guerrilleros de la organización baazista Brigadas de la Revolución de l920, que procedieron a liberar a los detenidos y confiscar el armamento [31]. Asimismo, en el último episodio de similares características, el miércoles 8 grupos de insurgentes lanzaban ataques simultáneos en Samarra, según informa Associated Press.

La reciente decisión de incrementar el contingente de tropas estadounidenses sobre el terreno estaría detrás de esta previsión de tener que recuperar «[…] más clásicas operaciones contrainsurgentes caracterizadas por incursiones focalizadas», según declara el general DeFreitas, y que dejan atrás la pretensión del Pentágono de parapetarse en posiciones estáticas tras los nuevos cuerpos de seguridad iraquíes, reduciendo paulatinamente su presencia en Iraq. Ciertamente, ya se ah confirmado que los actuales 138.000 efectivos estadounidenses en Iraq serán ampliados en otros 12.000 soldados en lo que ha de ser el mayor contingente desplegado en el país desde mayor de 2003, inmediatamente después de culminada la invasión y ocupación de Iraq, informaba el Pentágono el 1 de diciembre. Para ello, la Administración Bush enviará a Iraq a 1.500 paracaidistas de la 82 División Aerotransportada, pero esencialmente este incremento se sostendrá prolongando la permanencia en el país de al menos 10.400 militares que deberían retornar ya a sus hogares, un recurso particularmente impopular en EEUU; ya el pasado mes 6.500 soldados vieron prolongados en dos meses su estancia en Iraq [32]. El general John P. Abizaid, jefe del Comando Central de EEUU, admitía a comienzos del mes de diciembre en Bahrein que los cuerpos de seguridad y el nuevo ejército iraquí no están preparados para asumir la seguridad durante las elecciones legislativas previstas para el 30 de enero [33]. Lo cierto es que no hay previsión de reducción de las tropas estadounidenses en Iraq: pocos días después (el lunes 6), Abizaid situaba una «redistribución» de tropas en Iraq previa a su reducción de manera indeterminada a lo largo de 2005 y «[…] dependiendo de los acontecimientos posteriores a las elecciones [iraquíes de enero]» [34].

Las elecciones de enero

Tal y como había anunciado la Asociación de Ulemas Musulmanes (sunní), el inicio de la ofensiva sobre Faluya determinó que 47 asociaciones sunníes, shi’íes, turcomanas y cristianas, partidos laicos, representantes tribales, instituciones académicas y organizaciones sociales suscribieran en Bagdad el pasado 17 de diciembre un documento llamando al boicot de la población [35]. Si el balance de la ocupación de Faluya es, cuando menos, discreto para los ocupantes, el impacto político del asalto a la ciudad es aún más ambiguo, particularmente cara a la convocatoria de elecciones del 30 de enero de 2005, que el presidente Bush se ha negado a aplazar, pese a las muy variadas opiniones contrarias a su celebración en el actual clima de guerra abierto que vive el país, desde Naciones Unidas al propio partido del primer ministro interino Allawi, quien apoya sin embargo -cómo no- la imposición estadounidense, al igual que el presidente interino Yawar, sunní, de visita en Washington a comienzos de diciembre. Es más, pese a la declaración final en sentido contrario, inicialmente los delegados árabes reunidos en la cumbre ministerial sobre Iraq de noviembre de Sharm al-Sheik, en Egipto, plantearon igualmente aplazar las elecciones [36].

Si bien estaba inicialmente previsto establecer una única candidatura con todas las formaciones asociadas a los ocupantes y que participan en las instancias por éstos creadas, los partidos kurdo-iraquíes de Talabani y Barzani y formaciones sunníes pedían el 26 de noviembre un aplazamiento de las elecciones [37], temerosos de que la violencia que particularmente asola el norte, centro y centro-sur del país, de mayoría sunní, hiciera bascular el voto hacia las candidaturas shi’íes, que se espera recibirán su respaldo en zonas del sur donde los comicios se prevé puedan celebrase con mayor tranquilidad. Por este mismo motivo, el clero -el ayatalloh as-Sistani- y las formaciones confesionales shi’íes incluidas en el gobierno interino (ad-Dawa y el Congreso Supremo de la Revolución Islámica en Iraq) exigían se mantuviera la fecha determinada por la Comisión Electoral Independiente iraquí el pasado 20 de noviembre, para el 30 de enero [38]. Finalmente, como cabía prever, el clérigo as-Sader participará (o delegados suyos) en una candidatura única shi’í, que, encabezada por los dos líderes de ambas formaciones confesionales, también incluirá al caído en desgraciada Ahmad Chalabi y su Congreso Nacional Iraquí, pero no así al primer ministro Allawi, también shi’í, al menos inicialmente [39]. Por su parte, los dirigentes de las formaciones kurdo-iraquíes asociadas a EEUU, UPK y PDK, rectificaban el primero de diciembre su anterior petición de retraso de las elecciones y anunciaban su voluntad de presentar una única candidatura, quizás incluyendo a Allawi [40].

Ciertamente, en el interior de Iraq, la oposición a la celebración de comicios para elegir los 275 miembros de la Asamblea Nacional no divide -como se reitera- a los sunníes del resto de las comunidades étnicas o religiosas iraquíes, sino esencialmente a quienes no han aceptado el mecanismo y el calendario que EEUU y Reino Unido establecieron en noviembre de 2003 para legitimar la ocupación y estabilizar instituciones a ellos sometidas de quienes sí los han aceptado. Es más, las posturas de quienes se sitúan bajo el paraguas de los ocupantes permiten claramente apreciar las contradicciones dentro del propio campo colaboracionista y, de manera muy reveladora, la fragilidad del proyecto de reparto confesional y étnico de limitadas prebendas sobre el que Washington y Londres pretenden neciamente estabilizar su dominio neocolonial de Iraq. Quizás el último síntoma de ello haya sido la iniciativa del primer ministro Allawi de establecer contactos en Amán con representantes o mediadores del Partido Baaz, siguiendo con ello la estela de los estadounidenses, que llevan meses intentando abrir en Europa canales de comunicación con los baazistas a fin de pactar su retorno a la legalidad en Iraq a cambio del fin de la actividad armada.

Carlos Varea es coordinador de la Campaña Estatal contra la Ocupación y por la Soberanía de Iraq, CEOSI, www.nodp50.org/iraq.

Notas y referencias

1. The Washington Post, 10 de noviembre de 2004.

2. Peterson S., «In Pockets of Fallujah, US Tropos still Face Harsh Battles», 26 de noviembre de 2004.

3. Al-Jazeera, 29 de noviembre de 2004.

4. Según datos del Pentágono reproducidos en Iraq Coalition Casualties Count, http://icasualties.org/oif/.

5. Associated Press, 30 de noviembre de 2004.

6. Reuters, 26 de noviembre de 2004.

7. Peterson S., «Rebels Returno to ‘Cleared’ Areas», The Cristian Science Monitor, 3 de diciembre de 2004.

8. The Washington Post, 22 de noviembre de 2004.

9. The Independent, 2 de diciembre de 2004.

10. The Washington Post, 22 de noviembre de 2004.

11. Véase: http://www.news24.com/News24/World/Iraq/0,,2-10-1460_1626870.

12. Al-Jazeera, 27 de noviembre de 2004. Véase en IraqSolidaridad Varea C., «Faluya sigue cerrada a la ayuda humanitaria mientras el Pentágono reconoce la infiltración de insurgentes en la ciudad» (http://www.nodo50.org/iraq/2004-2005/analisis/varea_2-12-04_faluya.html).

13. Howeidy A, «Defining resistence», al-Ahram Weekly , 2 de Diciembre de 2004.

14. The Washington Post, 25 de noviembre de 2004. Durante las últimas semanas, tres prominentes grupos de juristas musulmanes de Iraq, Arabia Saudí e internacional han emitido declaraciones legitimando la resistencia armada (y condenando como contrarias al Islam prácticas como la toma y ejecución de rehenes civiles aún de países con tropas en Iraq) y condenando toda colaboración con los ocupantes, particularmente participando en los cuerpos de seguridad. Howeidy A, «Defining resistence», al-Ahram Weekly , 2 de Diciembre de 2004.

15. Islam Online.net, 22 de noviembre de 2004.

16. IST, 18 de noviembre de 2004.

17. Reuters, 12 de noviembre de 2004.

18. Johson T., «Insurgents Mount Atacas in Fallujah», Knight Ridder, 1 de diciembre de 2004. Dos soldados estadounidense morían el viernes 3 en un ataque suicida en el puesto fronterizo con Jordania de Tribil.

19. AFP, 1 de diciembre de 2004.

20. Associated Press, 30 de noviembre de 2004.

21. Galloway J.L., «Insurgency broken? Far from it», Knight Ridder, 1 de diciembre de 2004.

22. En www.al-moharer.net.

23. Según datos oficiales recogidos en la web Iraq Coalition Casulaty Count, http://icasualties.org/oif/. Otros 11 militares de EEUU han muerto este mes en incidentes o por causas denominadas por el Pentágono como «No hostiles».

24. The Washington Post, 22 de noviembre y 6 de diciembre de 2004.

25. Associated Press, 22 de noviembre de 2004.

26. Según el Pentágono, desde el inicio de la invasión más de 9.300 militares de EEUU han resultado heridos en acción en Iraq (de los cuales, 5.000 no han podido retornar al servicio), una cifra muy inferior a la aportada por la edición europea de la revista Barras y Estrellas de finales de mes, que elevaba hasta 20.802 soldados que han sido tratados en hospitales de bases en Alemania y EEUU por las heridas recibidas (Reuters, 26 de noviembre de 2004).

27. Iraq Coalition Casulaty Count.

28. Arab News, 17 de noviembre de 2004.

29. The Washington Post, 6 de diciembre de 2004. A día de hoy, los combates entre insurgentes y ocupantes son recurrentes en barrios de Mosul, particularmente en su distrito industrial, al oeste de la ciudad (Al-Jazeerat, 1 de diciembre de 2004).

30. The Washington Post, 6 de diciembre de 2004.

31. The Washington Post, 4 de diciembre de 2004 y Al-Jazeera, 5 de diciembre de 2004.

32. The Washington Post, 22 de noviembre de 2004 y The Independent y The Washington Post, 2 de diciembre de 2004. EEUU hubo de incrementar su presencia en Iraq durante el verano de 2003 tras haberla reducido en la primavera a 100.000 efectivos. La previsión inicial era mantener solo 50.000 efectivos a finales de 2003.

33. The Washington Post, 5 de diciembre de 2004.

34. The Washington Post, 7 de diciembre de 2004.

35. Agrupadas en el denominado Congreso Fundacional Nacional Iraquí, su declaración puede leerse traducida en IraqSolidaridad en http://www.nodo50.org/iraq/2004-2005/docs/elec_26-11-04.html.Previamente, uno de partidos confesionales sunníes incluidos en las estructuras creadas por los ocupantes, el Partido Islámico Iraquí, abandonaba el gobierno interino.

36. Al-Jazeera, 22 de noviembre de 2004.

37. Recordemos que los kurdos son mayoritariamente sunníes.

38. Al-Jazeera, 27 de noviembre de 2004, y The Washington Post, 28 de noviembre de 2004.

39. The Guardian, 1 de diciembre.

40. Idem y Foreign News Services (Estambul), 2 de diciembre.