Recomiendo:
0

La larga espera

La muerte de Terri Schiavo y el nacimiento de un gobierno iraquí «elegido»

Fuentes: CounterPunch

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

La verdadera historia es eclipsada por la gran historia, que realmente debiera ser una no-historia, o por lo menos una menos que me sea restregada día tras día. Un esposo quiere desconectar a su mujer, que está en un estado vegetativo y ya no es una persona en el sentido convencional de la palabra, del apoyo artificial a la vida. El presidente, su hermano Jeb, gobernador de Florida y un despliegue de políticos que huelen la ventaja política y que hacen el juego de su base social religiosa, apoyan a los padres de la mujer, indignados, se oponen a las sentencias de los tribunales y afirman que sólo Dios tiene derecho a hacer que los vegetales vuelvan a Él cuando Él decide, obrando por Sus inescrutables caminos. Quieren a Terri viva, o por lo menos en la televisión, mientras la verdadera historia de importancia queda al margen de la conciencia popular.

Vemos este macabro espectáculo con la muerte – esta historia terriblemente triste de interés humano, que debería ser una historia marginal – sobre el deceso demorado de modo antinatural de una joven mujer, mientras pasan por alto la marcha de la muerte de los planes de Bush para Irak. Escuchamos repetidamente que «la democracia marcha en Medio Oriente» como si fuera verdad en Líbano, o en otros sitios, o relacionado con las elecciones en Irak del 30 de enero. En la página A8 del Boston Globe de esta mañana «La vigilia de la familia Schiavo se acerca a su fin» fue la noticia de primera página de que el primer ministro tal-vez-sí,- tal-vez-no de Irak, Ibrahim al-Jaafari, dice lo que lleva semanas diciendo: «Si Dios quiere, el gobierno podría presenciar su nacimiento en los próximas días».

Con todo el debido respeto a los que creen en que Dios y Bush son idénticos, pienso que la voluntad de Bush es más operativa en este caso. Bush y otros funcionarios de la administración han declarado varias veces, porque tienen que hacerlo, que si un gobierno soberano iraquí elegido pidiera a EE.UU. que retire sus fuerzas de Irak ciertamente las retirará (lo que de acuerdo con un sondeo Zogby de diciembre pasado, es deseado por un 82% de los árabes suníes y un 69% de los chiíes). Pero Bush, en su sabiduría, ha profetizado que esto no sucederá, y que las tropas se quedarán todo el tiempo que tarden en entrenar al ejército de Irak. Mientras tanto, EE.UU. establece bases iraquíes diseñadas para ser permanentes, y para responder a «amenazas» en Irán, Siria, o en cualquier sitio dentro de un alcance conveniente para los bombarderos, confiado en que el gobierno iraquí bendecirá su presencia.

Para realizar la profecía de Bush, EE.UU. tiene que asegurar que efectivamente el régimen, ungido impuntualmente, declare, con un efusivo elogio para los liberadores estadounidenses, que una presencia militar de EE.UU. sería efectivamente bienvenida. Pero la comunidad que se basa en la realidad sabe que los chiíes arriesgaron sus vidas para votar hace dos meses, no porque querían legitimar la ocupación con ese ritual electoral tan pregonado a los cuatro vientos por la prensa corporativa de EE.UU. (y tan patéticamente manipulado para sugerir que una «democracia» de estilo estadounidense arrolla actualmente desde Georgia a Kirguizistán gracias de alguna manera, de modo místico, a las valerosas acciones de nuestros soldados en Irak), sino porque pensaron que aceleraría la partida de esas tropas poco gratas que debería haber ocurrido hace tiempo.

La historia de AP en el Globe se refiere a «conversaciones desganadas» que se «alargaron interminablemente» entre diferentes partidos iraquíes que participaron en el circo de enero, como si la incomprensible politiquería bizantina y mezquina en esa parte del mundo que involucra a grupos en apariencia iguales y que en todo caso son todos musulmanes, funcionara a pesar de los principios universalmente aplicables de la democracia y la «libertad» estadounidense que según Bush es brindada por Dios a todos los pueblos. Sospecho que en realidad, con 150.000 soldados en el terreno, los funcionarios de EE.UU. están todos por sobre este proceso «iraquí», al contrario de esos iraquíes a los que en su arrogancia orwelliana califican de «anti-iraquíes» porque quieren que EE.UU. desaparezca de Irak. (Sorprende ver la cara dura de todos esos oficiales cuando hablan de iraquíes «anti-iraquíes», y de «tropas extranjeras» de países árabes en un país árabe con fronteras diseñadas por imperialistas occidentales.) Me parece que el anuncio de la configuración del régimen títere es retardado por el requerimiento de EE.UU. de que los nuevos ministros apoyen adecuadamente los objetivos militares y corporativos de EE.UU. para esa nación y la región.

Así que también me permito profetizar, consciente de que si mi profecía no se realiza la gente puede llegar a dudar ante profecías en general. Pero es lo que me dice el Señor, personalmente, en mis sueños, visiones, comunicaciones por Internet. Por cierto habrá un anuncio de un gobierno de Irak en los próximos días, porque los iraquíes se están enojando por esta inexplicable demora. Tendrá la apariencia de un poco de independencia, e incluso criticará hasta cierto punto a las fuerzas de ocupación, por acuerdo previo con ellas, para cosechar un poco de credibilidad. Pero ciertamente declarará que las fuerzas de EE.UU. son bienvenidas y necesarias para afrontar a la «insurgencia» y entrenar a las fuerzas iraquíes. Habrá una desilusión generalizada entre los chiíes que votaron. Habrá incluso una cierta desilusión con al-Sistani, según hasta qué punto siga la voluntad de Dios. Los planes de EE.UU. se derrumbarán en un levantamiento creciente, ideológicamente diverso, contra la ocupación. Pero las bases permanecerán, y serán utilizadas para acciones en Irán y Siria después del ataque israelí contra las instalaciones nucleares iraníes durante este verano. Cuando suceda, Terri Schiavo estará en el cielo y alguna historia de semejante interés humano estará en la primera plana del Globe y de People Magazine.

* * * *

En la página A15 de Washington Post este domingo de Semana Santa, encontramos una linda discusión de la política de EE.UU. hacia el programa de energía nuclear de Irán. Debiera estar en la primera plana, porque revela claramente que la incesante presión por una confrontación con Irán no es más que una sandez, lo que podría representar una noticia para millones de personas. Cita declaraciones de importantes funcionarios de que Irán no necesita y no debería tener un programa nuclear, punto final. «Ya tienen una tremenda cantidad de petróleo y gas», dice Dick Cheney. «Nadie puede comprender por qué necesitan medios nucleares también para generar energía». Es otra descarada mentira de Cheney.

Cheney, Rumsfeld y Wolfowitz eran todos funcionarios de la administración de Jerry Ford que, según el artículo, «apoyaron planes iraníes para construir una masiva industria de energía nuclear, pero también trabajaron duro para completar un acuerdo por muchos miles de millones de dólares que hubiera dado a Teherán el control de grandes cantidades de plutonio y uranio enriquecido – los dos caminos hacia una bomba nuclear». Algunos de estos funcionarios pensaron en esa época que ya que el Shah era el niño mimado de Washington, y ya que quería vender su petróleo y su gas para financiar su visión particular del desarrollo de Irán, y ya que su programa nuclear podía generar inmensos beneficios para las corporaciones de EE.UU., el programa sería algo excelente.

Algunos de nosotros, modestos no-funcionarios, hemos comprendido que Washington simplemente quiere un cambio de régimen en Irán, de acuerdo con los guiones de «La nueva estrategia para asegurar el reino» y «El nuevo siglo estadounidense», y deformarán la verdad en la medida en que sea necesario para lograr ese objetivo. La línea con la que salen ante el pueblo estadounidense es la siguiente: Irán, que es malo, no debe tener un programa nuclear. La existencia misma del programa es una amenaza. Si Irán llega a ser capaz de enriquecer uranio, adquirirá armas nucleares, lo que debería asustar a los estadounidenses llevándolos a unirse detrás de los esfuerzos de EE.UU. (o Israel) por debilitar al régimen iraní.

Lo que realmente está ocurriendo es que la administración ha encontrado lo que piensa es una fórmula victoriosa. Le dice el pueblo estadounidense, directamente y a través de agentes pagados y no-pagados en la prensa corporativa controlada, que una cierta nación apoya el terrorismo, por lo tanto es terrorista, por lo tanto puede traspasar una bomba atómica a organizaciones terroristas, por lo tanto puede producir otro 11-S. Así que, Hezbolá recibe una bomba atómica de Irán y de repente una nube atómica aparece sobre Maniatan. De miedo, verdaderamente. Basta para unir a las masas en el apoyo a cualquier ataque en cualquier parte del globo. Y luego a ese globo, que sigue mostrándose escéptico ante el argumento, la administración dice: «Miren, los israelíes, nuestros amigos y la única democracia en Medio Oriente, constantemente atacados por el terrorismo islámico, consideran la adquisición por Irán de la capacidad de enriquecer uranio como una amenaza existencial para su Estado. Atacarán este año, a menos que lo hagamos nosotros. El ataque es un hecho. ¿Dónde vais a estar? Tenemos que revisar el Tratado de No-proliferación para que niegue específicamente a Irán lo que tienen Holanda y Japón: el derecho según el derecho internacional, de controlar el ciclo nuclear. Y luego emprenderemos una acción conjunta después del predecible colapso de vuestras conversaciones con Teherán para producir el cambio de régimen. ¿Comprenden?»

Tal vez haya suficientes europeos que cedan ante la presión y acepten esta lógico, o que sean convencidos con la promesa de compartir los despojos para que cooperen con la próxima etapa de los planes de régimen en el Sudoeste Asiático. Tal vez la guerra se extienda, con el intento francés de imponer el orden en su antiguo dominio, Gran Siria,, mientras EE.UU. maneja el caos resultante de un ataque contra Irán. De nuevo, profetizo, esperando que me equivoque. Pero si esto llega a ocurrir cuando pienso, profetizo además que la gente afectada resistirá llevando el infierno a los peones del imperialismo de EE.UU. enviados para «defender» a estos últimos contra más espejismos medio-orientales. La verdad, como un genio travieso, acaba por salir a la luz. Los injustos que levantan falsos testimonios caerán en desgracia, cuando la gente que puede pensar y ver la verdad, y que sabe como decir basta de modo apropiada, lo haga.

—-

Gary Leupp es profesor de historia en la Universidad Tufts, y profesor adjunto de religión comparativa. Es autor de «Servants, Shophands and Laborers in in the Cities of Tokugawa Japan»; «Male Colors: The Construction of Homosexuality in Tokugawa Japan; and Interracial Intimacy in Japan: Western Men and Japanese Women, 1543-1900». También contribuye a la despiadada crónica de las guerras contra Irak, Afganistán y Yugoslavia de CounterPunch«Imperial Crusades».

He can be reached at: [email protected]

http://www.counterpunch.org/leupp03292005.html