El pasado jueves, 2 de junio, el ministro iraquí de Interior, Bayan Jabr, daba la primera cifra oficial del número de civiles muertos por atentados y acciones atribuidos a la resistencia en los últimos 18 meses: 12.000 iraquíes, de los cuales 10.500 serían ciudadanos de confesión chiíes. No se ha especificado cuántos de estos muertos […]
El pasado jueves, 2 de junio, el ministro iraquí de Interior, Bayan Jabr, daba la primera cifra oficial del número de civiles muertos por atentados y acciones atribuidos a la resistencia en los últimos 18 meses: 12.000 iraquíes, de los cuales 10.500 serían ciudadanos de confesión chiíes. No se ha especificado cuántos de estos muertos son miembros de los nuevos cuerpos de seguridad iraquíes, concretamente de la Policía y la Guardia Nacional, el nuevo ejército iraquí [1].
Cabría recordar que tan solo la cifra estimativa de muertos causados por los ocupantes en su asalto a Faluya del pasado mes de noviembre bien podría aproximarse a la aportada por el ministro de Interior, o que ésta sería apenas la décima parte de la estimada en el estudio realizado por un equipo de epidemiólogos de la Universidad John Hopkins de Baltimore para un período de tiempo similar y para el conjunto del país [2], estimación que no pudo incluir las áreas de más fuertes combates, como Faluya. Pero lo cierto es que las autoridades de ocupación y las nuevas instancias iraquíes no aportan datos sobre las víctimas civiles ocasionadas por las fuerzas extranjeras o por los nuevos cuerpos de seguridad iraquíes, una decisión impuesta en su día por Paul Bremer al ministerio iraquí de Sanidad y que ha sido criticada por instancias sanitarias internacionales [3].
No se trata sin embargo de contraponer el número de víctimas de dos supuestos bandos. La cuestión es ¿está la resistencia iraquí matando premedita y masivamente civiles?
Resistencia y atentados indiscriminados
Durante la visita a Iraq de la delegación de la Campaña Estatal contra la Ocupación y por la Soberanía de Iraq (CEOSI) del pasado mes de abril, en el transcurso de las entrevistas mantenidas por el grupo con representantes de asociaciones civiles y sindicatos, entidades comunitarias y partidos políticos, cuadros de la resistencia, personalidades y profesionales de distintos ámbitos [4], las consideraciones sobre los atentados indiscriminados y masivos que sufre Iraq a diario, además de ser ampliamente coincidentes, nos permitieron apreciar un debate muy maduro sobre la metodología, los objetivos y la dinámica de la actividad armada.
Sobre la metodología, nuestros interlocutores indicaban que los ataques indiscriminados no debían ser considerados obra de la resistencia, que por norma no recurre a los atentados suicidas con coches-bomba [5]. La autoría de este tipo de acciones de alto coste en vidas de civiles iraquíes cabe adjudicarla a tres elementos, siempre según las consideraciones recogidas en Iraq: corrientes islamistas radicales no integradas en la resistencia, a los propios ocupantes e instancias iraquíes asociadas a aquellos, y a determinados países de la región.
En primer lugar, algunos atentados son obra ciertamente de las corrientes denominadas taqfiristas (anatematizadores) wahabitas, es decir, corrientes islamistas radicales de yihadistas mayoritariamente extranjeros, no necesariamente asociados a Al Qaeda o la red de al-Zarqawi (sobre cuya existencia real hay muchas dudas en el interior de Iraq), que consideran al conjunto de la sociedad como apóstata de su fe, por cuanto no siguen adecuadamente los preceptos de su religión y de la Yihad. Ello determina que estos grupos no reparen en el coste de vidas humanas que acarrean sus acciones contra los nuevos cuerpos de seguridad iraquíes. A estos grupos cabe adjudicar por ello algunos de los reiterados ataques contra las colas de reclutamiento o los centros policiales (menos de la Guardia Nacional, mucho más protegidos) perpetrados en barrios populares de Bagdad, Hila y otras ciudades del país, sin que ello suponga un ataque premeditado contra una determinada comunidad religiosa. Según declaraciones recogidas en Iraq, no hay relaciones de coordinación entre los sectores nacionalistas e islamistas integrados en la resistencia iraquí y estos grupos taqfiristas, cuyas discrepancias se agudizaron respecto al asalto a la crisis de Faluya de noviembre y el previsible asalto estadounidense [6]. Tras ello, de nuevo, valoraciones contrapuestas respecto a las consecuencias para los civiles de la actividad armada.
Ataques sectarios y la lógica de los ocupantes
A partir de los primeros meses de 2004 comienzan a multiplicarse ataques específicos contra determinadas comunidades religiosas, particularmente la chií y la cristiana, pero igualmente contra la sunní, como el perpetrado el sábado pasado en Bagdad contra una celebración sufí [7]. Si algunos de estos ataques son atribuidos igualmente a corrientes islamistas radicales de yihadistas iraquíes o de otros países, integrados o no en Ansar al-Sunna y la red de al-Zarqawi, en el interior del país se considera que su lógica y autoría responden predominantemente a la determinación de los ocupantes y de las instancias iraquíes por ellos instaurados de transformar una guerra de liberación en una guerra civil, con el doble objetivo de justificar su continuidad en el país y desprestigiar la actividad armada insurgente. Parte del movimiento internacional contra la guerra está siendo sensible a esta argumentación, aquélla que pretende justificar la prolongación de la presencia de las fuerzas de ocupación en Iraq ante el peligro del estallido de una sangrienta confrontación interna si éstas se retirasen de manera inmediata.
También a los propios ocupantes y a las nuevas autoridades iraquíes, además de a mafias económicas, se les atribuye en Iraq los secuestros y asesinatos de periodistas independientes y miembros de organizaciones internacionales, como fue el caso de la ciudadana iraquí y británica Margaret Hasan. Su objetivo es claro: cerrar Iraq a la información y el compromiso internacionales.
Israel, Irán, Arabia Saudí
Por último, nuestros interlocutores introducen un tercer grupo de sujetos que podrían estar promoviendo los ataques indiscriminados y sectarios: servicios secretos y gobiernos de algunos de los países de la región, en concreto, Israel, Irán y Arabia Saudí.
A Israel se le atribuye principalmente los recurrentes asesinatos selectivos de intelectuales, académicos y profesionales iraquíes. Además, una importante discrepancia con los estadounidense podría animar a los israelíes a perpetrar o propiciar atentados masivos, mientras profundizan su relación con el movimiento kurdo-iraquí [8]: Israel, a diferencia de EEUU, no quiere que Iraq se estabilice, pues podría determinar la emergencia de una potencia rival árabe que cuestionara su pretensión de ser el eje económico de un Oriente Medio finalmente insertado, gracias a la guerra contra Iraq, en la economía capitalista mundializada. Al respecto, sigue siendo una incógnita qué grado de debilitamiento estratégico, de desestructuración social y desmembramiento territorial de Iraq ha sido premeditadamente inducido por la Administración Bush para dominar el país y cuánto se debe ya a haber perdido -precisamente- el control de la situación interna iraquí.
Sería la misma razón que animaría al otro «aliado tradicional» de EEUU en la zona, Arabia Saudí, a desestabilizar Iraq, financiando, como así se afirma, a los grupos que profesan la misma línea ultraconservadora islámica de la monarquía de los Saud, el wahabismo, la única corriente religiosa reprimida por ello durante la etapa de Sadam Husein. Arabia Saudí desearía asimismo impedir una normalización de Iraq que, como se llegó a afirmar tras el 11-S y antes de la invasión de este país desde círculos estadounidenses, permitiera asentar en Bagdad un gobierno liberal y pro-estadounidense que sustituyera a una desprestigiada monarquía saudí en el papel de gestor mundial del mercado petrolífero -papel que lleva desempeñando desde el término de la Segunda Guerra Mundial: Iraq, no ya Arabia Saudí, albergaría las primeras reservas mundiales de petróleo, tras un cuarto de siglo de no haber podido explotarlas intensivamente.
Finalmente, Irán aparece también insistentemente entre los sujetos regionales que podrían estar implicados en ataques indiscriminados y sectarios, particularmente los sufridos recurrentemente por la comunidad chií. Tras esta implicación de determinadas corrientes del clero iraní estaría la alternativa de convertirse en el gestor privilegiado ante EEUU de la crisis iraquí -y, con ello, su inevitable interlocutor regional- o la de promover una división efectiva de Iraq que hiciera bascular la zona sur y centro-sur de mayoría chií a su área de influencia.
La escisión administrativa de esta parte de Iraq no es tan ilusoria como cabría imaginar, como vienen reiterando las autoridades locales de las provincias de Maysan, Basora y Dhiqar [9]; de hecho, Basora estaría ya bajo control efectivo de las milicias confesionales chiíes, según recientes declaraciones del jefe de la policía de la ciudad al corresponsal de The Guardian [10]. No en vano, los principales interlocutores en Iraq de los ocupantes son desde hace tiempo las formaciones confesionales chiíes del Congreso Supremo de la Revolución Islámica en Iraq (CSRII) y al-Dawa, durante años asentadas y dependientes de Teherán y ahora hegemónicas en las nuevas instituciones surgidas de las elecciones del 30 de enero.
Una gestión autónoma, pero asociada a los intereses de EEUU, de los dos principales focos de producción petrolífera de Iraq, un norte étnicamente kurdo y un sur confesionalmente chií, y el abandono de la zona centro de Iraq, sunní y rebelde, a su suerte no es la más improbable salida para el atolladero militar en el que se encuentran los estadounidenses y satisfaría a la vez a distintos elementos internos y regionales. Si se induce finalmente la confrontación intercomunitaria en Iraq el desenlace sería sin duda éste.
Nuevos cuerpos de seguridad iraquíes
Un ejemplo de este empeño combinado de varios agentes internos y externos en favorecer el enfrentamiento civil en Iraq lo aportan los sucesos recientes de Tal Afar, caracterizados por la prensa internacional como enfrentamiento entre las comunidades sunní y la chií de la ciudad, cuando su origen se debió al asesinato por miembros de la resistencia del jefe local de la Policía, ciertamente de confesión chií pero muerto por su particular sometimiento a los ocupantes y su brutalidad contra sus conciudadanos. Tras ello, en estos días un fuerte contingente estadounidense está procediendo al asalto de la ciudad.
A Irán se le acusa de estar introduciendo masivamente armas y combatientes en zonas sensibles, como Tal Afar o en determinados barrios de Bagdad. La continuidad de esta lógica de ruptura intercomunitaria alimentada con los atentados masivos la estarían dando las nuevas instancias iraquíes surgidas de las elecciones del 30 de enero y dominadas por la corriente confesional shií asociada a los estadounidenses y a la vez con fuertes vínculos con Irán. La Asociación de Ulemas Musulmanes (AUM) acusaba este mes de mayo a las milicias de las Brigadas Badr, el brazo armado del CSRII, de torturas y asesinatos de ciudadanos y clérigos sunníes. La AUM había acusado al recién designado gobierno Yaafari de recurrir a los nuevos cuerpos de seguridad iraquíes, formados mayoritariamente por milicianos de las Brigadas Badr y pesmerghas kurdos, para establecer un «estado de terror» contra la comunidad arabo-sunní [11].
Durante la estancia en Iraq de la delegación del Estado español, pudimos apreciar el debate sobre los ataques a los nuevos cuerpos de seguridad iraquíes, la Policía y la Guardia Nacional. El sábado 23 de abril el grupo de la CEOSI mantuvo un encuentro con la AUM, la máxima instancia sunní iraquí, fundada en mayo de 2003 e integrada en el Congreso Fundacional Nacional Iraquí (CFNI). En la entrevista participaron por parte de la AUM Abdelsalam al-Kubaysi, su responsable de relaciones públicas y director del departamento de Teología de la universidad al-Adan, y Muzzana Hani al-Dari, director de comunicación de la Asociación y de su semanario, de una tirada de 10.500 ejemplares. El encuentro se llevó a cabo en la mezquita Um al-Qura, en Bagdad, sede de la AUM y cuyo recinto cuenta con protección armada propia.
Durante el encuentro se abordó la cuestión de los ataques indiscriminados contra los nuevos cuerpos de seguridad iraquíes, cuestión suscitada entonces por la fetua (edicto religioso) emitido poco tiempo atrás por algunos clérigos sunníes llamando al alistamiento de los miembros de esta comunidad en la Policía y Guardia Nacional, y cuya justificación fue la de impedir que los cuerpos de seguridad fueran hegemonizados por milicianos de las formaciones vinculadas a los ocupantes, como ya se ha dicho, esencialmente peshmergas kurdos y miembros de las Brigadas Badr chiíes. El edicto había sido también firmado por el sheij Samarrai, imán de la mezquita en la que nos encontrábamos y miembro de la AUM. El edicto había sido elaborado en el marco de la instancia administrativa de Bienes Religiosos (Habices) y, según nuestros interlocutores, no contaba con el respaldo de la Asociación. Al-Dari explicó entonces:
«El problema [de los ataques contra los nuevos cuerpos de seguridad] no se arregla emitiendo edictos, por cuanto se trata de un asunto muy complicado que requiere un tratamiento especial. […] En Iraq queremos establecer aparatos de seguridad nacionales, que cumplan con sus obligaciones y no estén al servicio de los ocupantes, como ocurre en la actualidad. Llamar a la gente a que participe en ellos complica aún más la situación.»
«Hemos pedido a los integrantes de estos cuerpos que cumplan con su deber patriótico y ciudadano. Si cumplen con éste no serán objeto de ataques: ésta es la solución, no emitir edictos. No vamos a llamar a alistarse [en cuerpos de seguridad] cuyos integrantes están siendo utilizados como ‘escudos humanos’ de los estadounidenses.»
Según al-Kubaysi «los ocupantes expulsan de la Policía y de la Guardia Nacional iraquíes a quienes no quieren participar [en actividades contrainsurgentes] con los estadounidenses. Al menos 800 miembros han sido expulsados por no querer colaborar en la lucha contra la resistencia, por ejemplo en Samarra, donde han sido incluso atacados por este motivo [por las fuerzas estadounidenses]». El reciente caso de Rutba, ciudad situada a unos 100 kilómetros de la frontera jordana, confirma la nula autonomía de los nuevos cuerpos de seguridad iraquíes [12].
Al-Kubaysi añade que no hay capacidad de proteger de atentados a quienes se están incorporando a los nuevos cuerpos de seguridad, y señala como indicio de interés que el ministerio de Interior había retirado la protección del centro de reclutamiento del barrio de Adamiya, en Bagdad, que el día anterior había sido objetivo inmediato de un ataque indiscriminado con coche-bomba [13].
Al-Dari introduce una cuestión importante al considerar que el alistamiento en la Policía y la Guardia Nacional quizás se esté alentando por parte de los ocupantes y de las instancias oficiales iraquíes manteniendo «intencionadamente» la situación de paro generalizado que vive el país, cifrado en hasta el 70%, una consideración que será reiterada por otros interlocutores de la delegación. Según al-Dari, el gobierno interino de Alawi (aún no se había designado por entonces el nuevo gabinete de Yaafari) destinaba ocho mil millones de dólares mensuales a seguridad, cantidad a sumar a los más de cuatro mil al mes que sigue gastando el Pentágono en lucha contrainsurgente, mientras que la estimación oficial es que con 1,2 mil millones de dólares podría darse empleo a un millón de parados con una familia media a su cargo de cinco miembros. Un miembro de la policía o de la Guardia Nacional cobra unos 300 dólares al mes, es decir, tres veces más que cualquier otro trabajador de cualquier sector [14]; comparativamente un médico especialista cobra en la actualidad 400 dólares, como nos informó el doctor Osama, director del hospital al-Kindi durante la guerra. «Si les dieran otra oportunidad para mantener a sus familias, sin duda no entrarían en los cuerpos de seguridad», afirman nuestros interlocutores de la AUM.
La AUM distingue cinco tipos de violencia en Iraq: «La de los ocupantes, la de las nuevas fuerzas de seguridad iraquíes, el crimen organizado de carácter mafioso, las organizaciones extremistas [islámicas] y la de la resistencia. […] Habiendo una media de 70 ataques diarios en Iraq, los medios de comunicación focalizan su atención en los indiscriminados. A través de la figura de al-Zarqawi se pretende desprestigiar la imagen de la resistencia», señala al-Kubaysi, quien añade:
«[…] Hay atentados [indiscriminados] que son obra de los propios estadounidenses, como el perpetrado hace un año contra la mezquita Kadimiya [en Bagdad]. […] Pero la mayor violencia es la derivada de los ataques continuos de las fuerzas de ocupación y colaboracionistas contra poblaciones, como las recientes contra al-Qaim, Hut, Samarra, etc. Los coches-bomba no causan tantas víctimas civiles como las causadas en un solo día por los ocupantes en cualquier ciudad del país.»
«Decenas de miles de personas han muerto antes de las elecciones [de enero de 2005] para forzarlas a votar. Al-Zarqawi ha matado por su parte a decenas para que no votase la gente. Ambos son culpables, pero los estadounidenses son los responsables de este círculo mortífero al imponer las elecciones. Si bien nada sabemos sobre al-Zarqawi, sí sabemos bien quien es EEUU, la potencia que ha causado el derramamiento de tanta sangre.»
Por su parte al-Dari señala que «[…] los wahabitas y su corriente taqfirista no domina la resistencia; no constituye más allá del 5% de la resistencia. Quienes afirman a través de los medios de comunicación estadounidenses y occidentales que esta corriente domina la resistencia pretenden fomentar tendencias islamófobas».
Debate interno
Tanto la AUM como el CFNI han reiterado la legitimidad de la actividad armada contra los ocupantes y su apoyo a la misma, así como la condena de las acciones indiscriminadas que causen víctimas civiles [15]. En particular la Asociación de Ulemas Musulmanes se posiciona en contra de los ataques contra los cuerpos de seguridad iraquíes: «No queremos que se maten iraquíes, aún cuando la Guardia Nacional se haya convertido en un ‘escudo humano’ de los estadounidenses. No queremos que el conflicto se transforme en un conflicto entre iraquíes», señaló al-Kubaysi a la delegación de la CEOSI. Otras formaciones políticas iraquíes y la propia resistencia consideran por su parte sin duda legítimo el ataque contra los nuevos cuerpos de seguridad iraquíes, particularmente la Guardia Nacional, directamente implicada en operativos contrainsurgentes [16].
El debate prosigue en el seno de la sociedad iraquí y de sus organizaciones anti-ocupación, demostrando su madurez política y la complejidad de la situación interna. Pero sea o no real su implicación directa en atentados indiscriminados o sectarios, lo cierto es que los ocupantes y las instancias iraquíes colaboracionistas están claramente interesados en presentar -y transformar- un conflicto de naturaleza antiimperialista como civil.
Precisamente, la cifra de muertos iraquíes en atentados atribuidos a la resistencia se ha dado a conocer tras casi dos semanas de desarrollo de la denominada Operación Relámpago, iniciada el 22 de mayo y consistente en el establecimiento en torno a la capital un cerco de 608 controles militares móviles y 194 permanentes de tropas de ocupación e iraquíes, un operativo que aún prosigue y que sería -se ha enfatizado- el de mayor implicación de fuerzas iraquíes desde la invasión, hasta 40.000 efectivos de la Guardia Nacional junto a 10.000 estadounidenses [17].
Igualmente, la publicación del dato sobre muertos iraquíes se ha producido tras la finalización del mes más mortífero de este año, tras enero, para las fuerzas de ocupación, con una media diaria de más de dos soldados muertos en combate. Efectivamente, en una distribución geográfica muy amplia (provincias de al-Anbar, Diyala, Maysan, Bagdad, al-Tamín, Nínive, Babil y Salah al-Din) en mayo han muerto en Iraq 68 soldados de EEUU y dos británicos (abatidos los días 2 y 29), la mayor parte de aquellos en los combates desarrollados en al-Qaim y otras localidades fronterizas con Siria de la provincia de al-Anbar [18]. En junio el ritmo de bajas estadounidenses se mantiene: 14 en al primera semana del nuevo mes, al menos dos de ellas en Faluya [19].
(Carlos Varea y Pedro Rojo formaron parte de la delegación de la CEOSI a Iraq de abril de 2005).
Notas:
- Sobre sus efectivos actuales, véanse los datos aportados recientemente por la embajada en funciones de EEUU en Naciones Unidas en IraqSolidaridad: http://www.nodo50.org/iraq/2004-2005/docs/tropas_12-04-05.html.
- Estudio publicado en la revista Lancet: http://www.nodo50.org/iraq/2004-2005/informes/lancet.pdf.
- Véase en IraqSolidaridad: http://www.nodo50.org/iraq/2004-2005/docs/victimas_5-04-05.html.
- Véase la relación de entrevistas mantenidas por la delegación de la CEOSI en IraqSolidaridad en http://www.nodo50.org/iraq/2004-2005/docs/ceosi-iraq_kubais_10-05-05.html.
- Véase en IraqSolidaridad: http://www.nodo50.org/iraq/2004-2005/docs/ceosi-iraq_resist_5-05-05.html.
- Véase en IraqSolidaridad: http://www.nodo50.org/iraq/2004-2005/docs/ceosi-iraq_faluya_10-05-05.html.
- Al-Jazeera, 4 de junio de 2005. Los sufíes son sunníes que practican al religión de una manera diferenciada.
- El presidente de la región autónoma del Kurdistán, Masud Barzani, líder del Partido Democrático del Kurdistán, defendía esta semana en el diario saudí al-Hayat abiertas relaciones en todos los campos entre el Kurdistán iraquí e Israel, así como la previsión del mutuo reconocimiento diplomático de Iraq e Israel (UPI, 7 de junio de 2005).
- Youssef, N.A., «Proposal to divide Iraq into semi-autonomous states gains ground», Knight Ridder Newspapers, 24 de mayo de 2005.
- The Guardian, 31 de mayo de 2005.
- IslamOnline.net, 17 de mayo de 2005.
- Según informa al-Jazeera (4 de junio de 2005), tras dos meses de polémica, una unidad de 90 miembros de la denominada Fuerza de Defensa de Rutba de la Guardia Nacional de esta ciudad ha sido desmantelada tras negarse sus componentes a seguir un curso de adiestramiento militar impartido por militares de EEUU en Camp Kirkush. Militares estadounidenses procedieron a despojar de armas y uniformes a los soldados iraquíes, quienes indicaron «[…] no recibir órdenes de los estadounidenses».
- Adamiya, barrio situado al oeste de la capital, ha sido considerado siempre como un bastión popular baazista. La delegación de la CEOSI había visitado el barrio ese mismo día (http://www.nodo50.org/iraq/2004-2005/docs/ceosi-en-iraq_22-04-05.html).
- El sueldo base en Iraq es de 150.000 dinares iraquíes (un dólar corresponde a 1.700 dinares). Para apreciar el valor adquisitivo de la población, téngase en cuenta que, por ejemplo, un kilo de pollo cuesta en el mercado 3.500 dinares; uno de tomates, 1.000 dinares; un cartón de 30 huevos, 3.500 dinares; y medio kilo de leche en polvo maternizada, 10.000 dinares.
- Véase al respecto el documento final de la segunda asamblea del CFNI en IraqSolidaridad: http://www.nodo50.org/iraq/2004-2005/docs/cfni_31-05-05.html.
- Véase referencia en nota 5.
- El 6 de junio el gobierno de Yaafari daba cuenta de la detención de 840 personas en este operativo (ABS News, 7 de junio de 2005).
- Particularmente costosas para EEUU fueron las jornadas del 11 (seis muertos en Karabilah, localidad cercana a al-Qaim, y otros dos en otros emplazamientos), 23 (cuatro soldados muertos en al-Hawash, provincia de Babil, y otros tres en otros puntos del país) o 24 de mayo (cinco caídos en combate en Bagdad). Véase: http://icasualties.org/oif/.
- Idem.