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Escribe un asesor de los departamentos de Estado y de Defensa con los presidentes Kennedy, Johnson y Nixon. En 1971 reveló a la prensa los "Pentagon Papers"

Yo escribí el discurso de Bush sobre la guerra… en 1965

Fuentes: LA Times

La explicación dada el martes por la tarde por el presidente Bush sobre la prolongación de su política en Iraq tenía para mí un aire de déjà vu, aunque sin nostalgia. En los discursos pronunciados por los tres presidentes a los que he servido, John F. Kennedy, Lyndon B. Johnson y Richard M. Nixon, he […]

La explicación dada el martes por la tarde por el presidente Bush sobre la prolongación de su política en Iraq tenía para mí un aire de déjà vu, aunque sin nostalgia. En los discursos pronunciados por los tres presidentes a los que he servido, John F. Kennedy, Lyndon B. Johnson y Richard M. Nixon, he oído ya casi todos sus argumentos, casi palabra por palabra. Sin orgullo reconozco haber propuesto yo mismo algunos de estos términos.
Para preparar un discurso sobre la guerra de Vietnam para el secretario de Defensa Robert S. McNamara en julio de 1965 se me encargó la misma tarea que a los redactores del discurso de Bush en junio de 2005: cómo justificar y motivar el apoyo de la opinión pública a una guerra desesperadamente sin salida e inútil a la que nos habíamos visto arrastrados por las mentiras del presidente.

Releyendo mi discurso descubro que para designar a nuestros adversarios empleé la palabra «terrorista» para el mismo efecto que el buscado por Bush.

Exactamente igual que los consejeros de Bush, tenía la necesidad de blandir una amenaza global para justificar la envergadura del esfuerzo solicitado. Para ello decidí que mejor que el Vietnam del Norte de Ho Chi Minh China sería la mejor situada para convertirse en nuestro «verdadero» adversario, exactamente igual que Bush prefiere focalizarse sobre Al Qaeda antes que sobre los nacionalistas iraquíes. «Tratan de quebrantar nuestra determinación en Iraq -igual que trataron (sic) de quebrantar nuestra determinación el 11 de septiembre de 2001», dijo.

Mi discurso fue aprobado por McNamara, por McGeorge Bundy, consejero de seguridad nacional, y por el secretario de Estado Dean Rusk, pero no fue utilizado porque constituía un llamamiento a movilizar a los reservistas para apoyar una escalada sin límites de la intervención militar, como pedían los comandantes militares de Johnson.

En vez de ello, durante una conferencia de prensa Johnson prefirió mentir sobre el número de soldados que serían desplegados inmediatamente (el doble del que él anunciaba) y ocultar el número de los que se calculaba que serían necesarios para conseguir una victoria, a saber, al menos 500.000. (señalo que Bush dijo que «nuestros comandantes me dicen que tienen los soldados necesarios para hacer el trabajo»)

Una parte del discurso de Bush que en especial me despertó recuerdos fue su referencia a «la hora ponerse a prueba». «Tenemos todavía un trabajo que realizar y habrá momentos difíciles en el curso de los cuales se pondrá a prueba la determinación de Estados Unidos», dijo.

Este tema me recordó un pasaje del discurso de 1965 que por razones que parecerán evidentes, nunca antes me había decidido a reproducir. Acababa haciendo un retrato de China como «un adversario que considera la política internacional como un vasto combate de guerrilla, intimidante, tendente a las emboscadas y que debilita a todos aquellos que querrían defender otro orden mundial «

«Aquí se nos pone a prueba», escribí. «¿Tendremos el valor y la determinación suficientes para mantener un rumbo difícil y mortífero el tiempo que haga falta? Los comunistas asiáticos están convencidos de que no.» El martes Bush dijo : nuestros enemigos «creen que las sociedades libres son por esencia corruptas y decadentes, y que con algunos golpes certeros pueden obligarnos a batirnos en retirada «.

Quienes han escrito este discurso, igual que yo, tienen que abordar a continuación esta cuestión desde otro ángulo. Frente a esta puesta a prueba de nuestros enemigos, ¿durante cuánto tiempo el pueblo estadounidense debe apoyar a sus soldados mientras que estos matan y mueren en un país extranjero? La respuesta surge en el mismo estilo evasivo que el que sirvió tanto a Kennedy, como a Johnson y Nixon : «el tiempo que sea necesario (ni un día más). Hasta la victoria».

Apenas me atrevo a volver a leer la propuesta de repuesta a esta pregunta hecha en 1965. Una respuesta que me valió una famosa réplica del difunto embajador ante Naciones Unidas Adlai Stevenson durante la crisis de los misiles en Cuba.

«Sólo hay una respuesta. Y la dio un jefe de Estado estadounidense en medio de otra crisis que puso a prueba nuestra determinación. Hasta que hiele en el infierno» [Ndt: El equivalente en español sería «hasta que las ranas críen pelo» ].

No es reconfortante oír casi las misma palabras en boca de otro presidente 40 años después, no más que lo adecuadas que parecerán estas palabras dentro de algunos años a quienes han redactado este discurso. Pero los sufrimientos humanos que anuncian no serán los suyos.
Daniel Ellsberg

VÉASE TAMBIÉN: Lo que amenaza a los iraquíes con una guerra civil no es la retirada sino la ocupación. Por Sani Ramadani (Guardian) (en francés)
http://www.michelcollon.info/articles.php?dateaccess=2005-07-08%2020:13:29&log=invites
(Traducido por Beatriz Morales Bastos)