Lo que en principio es una norma humanitaria en los conflictos armados, curar a los heridos independientemente del bando al que pertenezcan llegó a ser la única condición que estableció la resistencia iraquí para liberar a las dos cooperantes italianas secuestratadas en Irak el 7 de septiembre de 2004. A cambio de la liberación de […]
Lo que en principio es una norma humanitaria en los conflictos armados, curar a los heridos independientemente del bando al que pertenezcan llegó a ser la única condición que estableció la resistencia iraquí para liberar a las dos cooperantes italianas secuestratadas en Irak el 7 de septiembre de 2004. A cambio de la liberación de Simona Pari y Simona Torretta, apodadas Simonas por la opinión pública, la Cruz Roja Italiana atendió en secreto en su hospital de Bagdad a cuatro insurgentes buscados por Estados Unidos y heridos en combate. Cuatro semanas después se liberaron a las cooperantes.
Así lo ha declarado Maurizio Scelli, antiguo delegado de la Cruz Roja Italiana en Irak. Una de las condiciones establecidas por los iraquíes es que todo se hiciera sin el conocimiento de los norteamericanos puesto que ni hubieran permitido curar a los heridos iraquíes ni hubiera sido posible liberar a las mujeres italianas. Según Scelli, el Consejo de Ulemas (doctores en fe islámica, principal organización suní de Irak) que entonces actuó como intermediario entre los secuestradores y el Gobierno de Italia, les pidió como «condición irrenunciable para garantizar la seguridad de los rehenes» que no informaran de las negociaciones a los estadounidenses. «Hicimos salir del hospital una ambulancia que oficialmente iba a entregar medicinas. En realidad llegó al lugar convenido para recoger a los heridos», destacó Scelli. El jefe de los servicios de inteligencia habría autorizado la operación.
El Gobierno de Silvio Berlusconi, en su línea de sumisión a la política norteamericana, se desentendió de haber tenido papel alguno ni iniciativa para negociar y facilitar la liberación de sus ciudadanas italianas. En declaraciones públicas se desmarcó ayer de la actuación de Cruz Roja atribuyéndola a la «esfera de autonomía, nacional e internacional» de la organización. La colaboración con EE UU «en ningún momento ha venido a menos», destacó Berlusconi.
El descubrimiento de estos hechos ha reabierto el debate en Italia sobre las razones por las que el convoy de la periodista de Il Manifiesto, Giuliana Sgrena, liberada por los iraquíes pocos meses después, fue ametrallado por el ejército norteamericano. Aquel ataque acabó con la vida de un agente de la inteligencia italiana que escoltaba a la periodista. Según algunos analistas, EEUU estaba indignado por las negociaciones que Italia tenía con la insurgencia y que permitieron estas liberaciones de ciudadanas italianos y planifició ese ataque.