Traducido para Rebelión por Germán Leyens
La gira por todo el país de Cindy Sheehan, un equipo de veteranos de guerra, y familiares de veteranos incluye muchos sitios en 21 días, (http://www.bringthemhomenowtour.org/).
El domingo, hablaron en Boston, Providence, New Haven, y Nueva York. En New Haven, asistieron más de 1.000 (el mitin más grande contra la guerra jamás realizado en el lugar). Ahora, cientos de miles convergirán en Washington DC este fin de semana para denunciar las mentiras del gobierno y exigir dinero para puestos de trabajo y educación, no para guerras y ocupaciones. Como en los eventos locales, numerosos oradores subrayarán los vínculos entre Irak y Palestina (por ejemplo, más de 250.000 millones de dólares para Israel, 200.000 millones para Irak) y algunos eventos paralelos se referirán a Palestina*. A algunos no les gustarán ni siquiera esas conexiones moderadas. Pero algunos mostrarán sobre todo una fuerte reacción si se hace alguna mención de los vínculos orgánicos entre la guerra contra Irak y la guerra contra Palestina.
Desde mi punto de vista la desinformación más interesante diseminada entre parte de la izquierda y la derecha es que la política extranjera de EE.UU. en Irak y en el apoyo a la destrucción por Israel de Palestina tienen que ver sólo con los «intereses estratégicos» de EE.UU. Podrán diferir en su formulación de los principales «intereses» de EE.UU. pero escucharás el mismo argumento de izquierdistas como Noam Chomsky y Stephen Zunes y derechistas como Paul Wolfowitz y Richard Perle. Esta errónea concepción fue en realidad impulsada y articulada en los medios durante decenios por el lobby israelí y los apólogos de Israel mucho antes de que fuera adoptada por los neoconservadores y algunos izquierdistas. El lobby israelí en Washington nunca fue monolítico y sabía que para ser efectivo tenía que penetrar los dos mayores partidos en EE.UU. El lobby sabía que la mejor manera de promover una relación de trabajo más estrecha con la derecha sería decir que Israel es un ‘instrumento’ bueno y dispuesto a favorecer los intereses de EE.UU. Una tal formulación ayuda a desviar las críticas de estadounidenses patrióticos que se preocupan por la creciente influencia del lobby. Por otro lado, los sionistas que tienden a la izquierda querían trabajar con una izquierda democrática que ocasionalmente se quejaba del «imperialismo de EE.UU.» y los intereses corporativos. En ese caso, fue más fácil afirmar que Israel ayuda a los intereses públicos de EE.UU. o que Israel es un aliado democrático. En último caso, hasta los sionistas en la izquierda desviarían toda crítica del lobby sionista afirmando que la crítica se dirigiría sólo contra los amos (corporativos u otras elites) que sólo «usan» a Israel como un instrumento.
El senador Fullbright, el congresista Paul Findley, Jesse Jackson, el almirante Moorer, Jeff Blankfort, Alison Weir, y cientos de otros han articulado en libros y artículos el por qué la formulación del lobby israelí (venga desde el ángulo de izquierda o de derecha) es en el mejor caso engañosa y en el peor falsa y peligrosa. Evidentemente, esos críticos serios se pronuncian desde diferentes ángulos. Algunos argumentaron que las elites y los que están en el poder en EE.UU. pueden usar y han usado a Israel ocasionalmente como factótum pero fue una pérdida neta para los intereses de la elite de EE.UU. El papel de Israel como intermediario en el escándalo Irán-Contra es ahora bien conocido aunque en la época, los textos del Congreso se refirieron simplemente a un «tercer país». También es bien sabido que la prohibición de asesinatos y otras violaciones de los derechos humanos básicos por fuerzas de EE.UU. son «evitadas» por el poder ejecutivo dejando que Israel las cometa. ¿Pero podrían semejantes tareas haber sido cumplidas por otros países títeres a un precio aún menor y sin afectar los intereses de EE.UU. en el mundo árabe e islámico?
Otros críticos argumentaron que EE.UU. mostró su propensión a encontrar otros títeres cuando los necesitó: después de la caída del régimen del Shah en Irán, EE.UU. apoyó a Irak baazista y a Sadam Husein. Y resultó muy rentable ya que la mayor parte del dinero para Sadam no provino directamente de EE.UU. sino de otros regímenes títeres de EE.UU. en los ricos estados árabes del Golfo. Pero Sadam quería apoyar a los palestinos y quería edificar un país fuerte (el resto como saben es historia). Argumentaron que la historia muestra que el rendimiento de las inversiones simplemente no es una buena señal para el insincero argumento de gente como Noam Chomsky de que Israel es simplemente una subsidiaria de propiedad total del imperialismo de EE.UU.
Pero otros críticos subrayaron la alienación de 1.300 millones de musulmanes y de cientos de millones de cristianos engendrada por el apoyo de EE.UU. a la limpieza étnica israelí de palestinos cristianos y musulmanes. Evidentemente, esto no puede ser de interés para ningún segmento de la sociedad estadounidense. Dos tercios de los nueve millones de palestinos son ahora refugiados y personas desplazadas. La defensa de esta conducta indefendible es difícil. Su apoyo con miles de millones de dólares de dinero de los contribuyentes y el poder diplomático y militar de EE.UU. es aún más difícil. Por lo tanto se requería una campaña y una estrategia mediáticas para crear la ilusión de que Israel es de valor estratégico para los «intereses» de EE.UU.
El elefante en la habitación que oculta esa gigantesca hoja de parra es el mismo penetrante lobby sionista en EE.UU. que ha insistido con entusiasmo en el argumento para la hoja de parra. Según Ha’aretz, Israel fue en realidad el único país que insistió con entusiasmo a favor de la guerra contra Irak. Ya que el lobby israelí es el lobby extranjero más poderoso en EE.UU. y es incluido en los 5 lobbies más poderosos en Washington en general, sería legítimo preguntar qué estaba haciendo el lobby en los meses y años que condujeron a la guerra en Irak y que influencia tiene (si la tiene). Pienso que incluso una mirada superficial a los artículos escritos en los periódicos o los «estudios» hechos por los thinktanks bastaría para responder esa pregunta. Los apólogos de Israel en esos influyentes thinktanks y en los puestos principales en los editoriales y columnas en los medios dominantes impulsaron la guerra. Pero hubo pocos apólogos de Israel que guardaron silencio respecto a la guerra o incluso se opusieron a ella. Este último grupo entró en actividad en el movimiento contra la guerra pero quiso asegurarse de que no se asociara a Irak y Palestina. Reaccionaron a gritos, y a veces violentamente, cuando hubo escritores que asociaron el papel del lobby israelí y sus ramificaciones en la presión a favor de la guerra contra Irak.
Existen intentos de ocultar la evolución y la creciente fuerza de este lobby en EE.UU. (y antes de ello en los designios británicos en Medio Oriente). Así que consideremos unos pocos ejemplos de cómo este lobby operó a través de los años e incluso cuestionó los intereses imperiales en algunas ocasiones:
1) En 1930, después de que diplomáticos británicos publicaron un libro blanco respaldado por el gobierno sugiriendo que se ligara la inmigración judía a Palestina con los intereses económicos palestinos, no sólo con la capacidad del Yishuv [la colectividad judía en Palestina], se armó la gorda. Weizman y otros sionistas británicos movilizaron en masa sus fuerzas y el esfuerzo tuvo éxito en el rápido cambio de esa política (bien discutida en el excelente libro de Tom Segev sobre este período).
2) Cuando hubo un fuerte sentimiento en EE.UU. para ayudar a los judíos europeos que escapaban de Alemania nazi, el lobby sionista, tanto en Gran Bretaña como en EE.UU., presionó para que se limitara la inmigración judía a Occidente y se mantuviera la puerta abierta sólo hacia un destino: Palestina (véase el libro de Naeim Giladi «Ben Gurion Scandals» y el de Lenni Brenner «51 Documents: History of the Nazi-Zionist collaboration).
3) Cuando el Departamento de Estado, el Pentágono, y todos los principales diplomáticos de carrera en EE.UU. se opusieron al establecimiento de Israel, el presidente Truman explicó su decisión al gabinete (en privado) de un modo muy claro relacionándola con el lobby y los votantes, agregando que «no tengo electores árabes». (Los papeles de Truman y muchos libros de historia). EE.UU. procedió a presionar a otros países para que apoyaran la partición [de Palestina] y la imposición de un Estado judío en Palestina.
4) Cuando las fuerzas israelíes atacaron en 1967el USS Liberty en aguas internacionales, la Casa Blanca, con la ayuda del Congreso, obligó a la Marina a ocultar los hechos. Altos oficiales de la Marina (y todos los sobrevivientes del ataque) se enfadaron, pero no pudieron hacer nada ante una campaña concertada de silenciamiento de los medios. Incluso en 2003, cuando apareció nueva evidencia, se informó poco al respecto. (vea: (see http://www.ussliberty.org/)
5) Cuando George Bush 41 recibió una andanada de preguntas de los medios en una conferencia de prensa en 1991 (después de que Baker provocara la ira del lobby al sugerir que se vincularan los gastos sobre los crecientes asentamientos con la ayuda extranjera), Bush pronunció su famosa línea «No soy más que el pequeño individuo en la Casa Blanca… Existen esos miles en el Congreso… «,
No digo más sobre el gran líder del complejo militar/industrial. Bush y Baker dieron marcha atrás y continuó el trabajo de construcción para aumentar la cantidad de colonos en áreas palestinas ocupadas de menos de 200.000 en 1991 a más de 450.000 en 2000. Fue el motivo principal para el colapso del proceso de paz y el creciente resentimiento y la irritación en el mundo.
6) El Presidente Clinton colocó en altos puestos a personas que antes habían sido empleadas de varios grupos de presión israelíes. Dennis Ross que trabajó para WIMEP fue entonces nombrado Enviado de EE.UU. para Medio Oriente y luego retornó a trabajar para WINEP (véase: http://www.activistsreader.com/articles%20folder/thinktankwatch-winep2.html). Martin Indyk trabajó para AIPAC y que yo sepa es el único lobbyista para un país extranjero que haya jamás sido nombrado embajador en ese mismo país extranjero. Esta gente, y muchos otros, dejaron en claro su interés en fusionar la política de EE.UU. y la política de Israel. Por ello no sorprendió que Clinton publicara garantías de que si las reuniones de Camp David fracasaran, no se culparía a nadie. Pero incluso cuando las negociaciones fracasaron en Taba, Ross, Clinton, e Indyk culparon a Arafat. La administración Clinton, bajo la influencia de esos lobbyistas continuó apoyando la política agresiva en Irak y trató valientemente de frustrar a la comunidad internacional (y a las empresas de EE.UU.) que presionaban para que se abandonaran las sanciones que estaban matando a 6.000 niños por mes.
7) Cuando George W. Bush 43 nombró a personas como Paul Wolfowitz, Dick Cheney, Douglas Feith, y Richard Perle a altos puestos, no cabía duda de la afiliación de esos individuos con el lobby sionista. Cheney, por ejemplo, estaba en el consejo del así llamado «Instituto Judío para Asuntos de Seguridad Nacional» [JINSA, por sus siglas en inglés]. Perle y Wolfowitz actuaban en thinktanks sionistas como el Instituto de la Empresa Estadounidense. Son los individuos que insistieron en la guerra contra Irak y sus documentos muestran que su razonamiento incluye el apoyo a Israel. (http://weekly.ahram.org.eg/2004/706/op60.htm ).
Existe el mito de que las industrias del armamento y del petróleo apoyan a Israel. La realidad es que la mayor parte del tiempo los intereses israelíes/sionistas y los de las compañías del armamento y del petróleo son completamente divergentes. Véase: http://www.ifamericansknew.org/us_ints/
En realidad, muchos arguyen que sin el lobby no existiría el apoyo para la colonización israelí ni para una guerra ilegal e ilegítima contra Irak y ciertamente no por parte de compañías que sufren por esa estrecha relación. En realidad, Israel compite ahora directamente con los fabricantes de armas de EE.UU. en la exportación de armas de alta tecnología (la mayoría de éstas posibilitadas por la transferencia de EE.UU. de tecnología militar y dinero a Israel). El Congreso y la Casa Blanca han tenido que interferir frecuentemente para proteger a Israel contra toda repercusión de sus violaciones del derecho estadounidense e internacional respecto a la proliferación de la exportación de armas, el uso de armas contra civiles, etc.
Hubo pocas ocasiones en las que el lobby no fue suficientemente poderoso para insistir en la equivalencia de los intereses de EE.UU. e Israel. En 1956, el presidente Eisenhower escuchó a diplomáticos de carrera y a elites de EE.UU., y presionó por la retirada israelí de Gaza y del Sinaí a pesar del estruendo en el Congreso (influenciado por su parte por el lobby). Pero cualquiera resistencia semejante, por pequeña que fuera, desapareció después de 1967 cuando el lobby impuso la idea de que las armas estadounidenses en manos israelíes mantenían a los soviéticos, al comunismo, fuera de Medio Oriente (una mentira porque el comunismo nunca podría haber encontrado una base en la sociedad árabe). No malentiendan nada de lo que he dicho. Es engañoso decir que Israel dirige la política externa de EE.UU. Pero sería aún más engañoso ignorar el papel central de ese lobby en la conformación de la política exterior de EE.UU. en Medio Oriente y en la estructuración del apoyo por parte de varios medios de información. Tampoco sería justo ignorar las relaciones públicas orientadas a exagerar el argumento del «uso estratégico» y la desinformación total sobre amenazas y reacciones para promover una visión particular y falsa del cristianismo (los «sionistas cristianos»). Para aquellos que se interesan por la libertad y la igualdad (es decir los derechos humanos), es simplemente incorrecto que se trate de ignorar la historia y los hechos y de aceptar el lenguaje de nuestro opresor. Es hacer el juego a los sionistas y los apoyos imperiales si se acepta su afirmación de que la razón para el apoyo a Israel (y para la guerra contra Irak) es una «relación estratégica» orientada a servir sólo los intereses de la elite de EE.UU. (petróleo, militares, y otros intereses corporativos).
La hipocresía de la política extranjera de EE.UU. se hace visible ahora para la mayoría de la gente en el mundo e incluso aquí en EE.UU., con medios que se autocensuran, es difícil no verla. Considérese el simple hecho de que Israel tiene armas de destrucción masiva, ha violado 65 Resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU y ha sido protegido contra otras 35 por un veto de EE.UU. (gracias al poderoso lobby), que discrimina contra personas por su religión, y EE.UU. lo apoya. Irak violó poquísimas resoluciones del CS de la ONU al invadir Kuwait y EE.UU. bombardeó a Irak hasta llevarlo a una era pre-industrial (destruyendo la purificación de agua, el alcantarillado, la red eléctrica, los transportes y otras instalaciones vitales), lo sometió a sanciones (incluso después de la retirada de Kuwait) que mataron a más de un millón de civiles, y luego bombardeó y ocupó Irak con la intención de construir 14 bases militares permanentes en Irak ¡e instalar un régimen amistoso hacia Israel! ¿Puede sorprender que la gente pregunte por qué somos tan hipócritas y cuestione las respuestas presentadas, formuladas en Tel Aviv. Después de todo, Irak continuará siendo un imán para los combatientes de la resistencia que llegarán en masa desde otros países árabes e islámicos mientras Israel sea apoyado en su continua limpieza étnica de palestinos (es decir mientras sea evidente dicha hipocresía).
Algunos demócratas creen que el ataque contra Irak fue hecho para favorecer los beneficios corporativos. Algunos republicanos creen que fueron las armas de destrucción masiva, la derrota del terrorismo, y últimamente para llevar la «democracia» y la libertad. Muchas cadenas de televisión y periódicos consideran que una discusión aparte de esa dualidad permisible es tabú. Pero la gente está obteniendo información sobre el lobby israelí de los medios internacionales, de libros, y sobre todo de Internet. Esto explica por qué una cantidad creciente de demócratas, republicanos, verdes, e independientes en EE.UU. formulan algunas preguntas serias que van más allá de esa dualidad que olvida tantas cosas. Más gente se está dando cuenta de que sin explicar el papel del lobby israelí en la presión a favor de esta guerra, la historia sería en el mejor caso muy incompleta y engañosa en el peor.
Muchos dentro del lobby también ven por fin la luz y abandonan su labor destructiva. Miles de judíos ahora hablan abiertamente sobre el poder destructivo del lobby. La base cambia a medida que judíos, cristianos, musulmanes, y otros que creen en los derechos humanos y no apoyan al sionismo unen sus fuerzas no sólo para mostrar al elefante en la habitación, sino para echarlo de ella y llevarlo a un retiro que debería haber ocurrido hace tiempo.
Fuentes [en inglés] para información:
Can We Talk, Eric Alterman, The Nation Magazine
NeoConservatives and their Blueprints on US Policy, CSM
US Think Tanks Behind US Foreign Policy
Selective Intelligence de Seymour Hirsch
OK President Bush, What if…Fred M. Donner, Chicago Tribune
The Strong Must Rule the Weak: A Philosopher for an Empire, Jim Lobe
Its Not Just the Oil de Stan Heller
Invading Iraq: Converging US and Israeli Agendas, Ronald Bleier
The Axis of War and Mischiev in the Middle East
Their dog-eat-dog world de Mazin Qumsiyeh, Al-Ahram Newspaper
Neo-Cons, Israel and the Bush Administration de Stephen Green
Military Occupation with a difference de Mazin Qumsiyeh
War for Israel de Jeff Blankfort