Traducido para Rebelión por Germán Leyens
¿Recuerda alguien el choque que sintió el público británico ante la revelación hace cuatro años de que uno de los miembros de la unidad del IRA cuyo ataque con bombas en Oagh el 15 de agosto de 1998, mató a veintinueve civiles, había sido un agente doble, un soldado del ejército británico?
Ese soldado no fue el único agente doble terrorista de Gran Bretaña. Un segundo soldados británico infiltrado dentro del IRA afirmó que había dado aviso anticipado de 48 horas sobre el ataque con una coche bomba en Omagh a sus jefes del Royal Ulster Constabulary [RUC, por sus siglas en inglés; policía real en Irlanda del Norte, N. del T.], incluyendo detalles de uno de los miembros del grupo de ataque terrorista y la patente del coche del individuo». Aunque el agente había hecho una grabación de su llamado de información, Sir Ronnie Flanagan, jefe policial de la RUC, declaró que «no se recibió una tal información». (http://www.sundayherald.com/17827).
Este segundo agente doble reveló la información a la prensa en junio de 2002, afirmando que desde 1981 a 1994, mientras recibía un sueldo completo del ejército británico, había actuado como topo en el IRA para la «Unidad de Investigación de la Fuerza [FRU, por sus siglas en inglés], un brazo ultra-secreto de la inteligencia militar británica». Con pleno conocimiento y consentimiento de sus superiores en la FRU y en MI5, se convirtió en un especialista en bombas que «mezclaba explosivos y… ayudaba a desarrollar nuevos tipos de bombas», como «bombas sensibles a la luz, activadas por flash fotográfico, para superar el problema de que los controles remotos del IRA eran interferidos a veces por señales de las unidades de radio del ejército». Más adelante llegó a ser «miembro del escuadrón de seguridad interna del IRA Provisional» – también conocido como la ‘unidad de tortura’ – que interrogaba y ejecutaba a presuntos informantes».
(http://www.sundayherald.com/print25646).
El tan temido comandante de esa misma «unidad de tortura» era igualmente un topo que había servido previamente en el Escuadrón de Botes Especiales de los Royal Marines (una unidad de elite de las fuerzas especiales, el equivalente de los Marines para la mejor conocida SAS). Un cuarto topo, un soldado con el alias «Stakeknife» cuyos manipuladores militares «le permitieron que realizara una gran cantidad de asesinatos terroristas a fin de proteger su cobertura dentro del IRA», seguía en actividad en diciembre de 2002, como «uno de los Provisionales más importantes de Belfast» (http://www.sundayherald.com/29997).
También apareció evidencia fiable a fines de 2002 de que el ejército británico había estado utilizando a sus dobles agentes en organizaciones terroristas «para realizar asesinatos por encargo del Estado británico» – el más tristemente célebre es el caso del abogado de Belfast y activista de los derechos humanos Pat Finucane, que fue asesinado en 1989 por la Ulster Defence Association [UDA] protestante. Parece que la FRU pasó detalles sobre Finucane a un soldado británico que había infiltrado la UDA; él por su parte «suministró la información a equipos de asesinos de la UDA» (http://www.sundayherald.com/29997).
Los recientes acontecimientos en Basora han despertado la sospecha de que el ejército británico pueda haber reactivado las mismas tácticas en Irak.
Artículos publicados por Michel Chossudovsky, Larry Chin y Mike Whitney en el sitio en la Red del Centre for Research on Globalization [Centro de Investigación sobre la Globalización] el 20 de septiembre de 2005 han presentado evaluaciones preliminares de las afirmaciones de las autoridades iraquíes de que dos soldados británicos en ropas civiles, que fueron arrestados por la policía iraquí en Basora el 19 de septiembre, – y poco después liberados por un ataque británico con tanques y helicópteros contra la prisión en la que estaban detenidos – habían estado involucrados en la colocación de bombas en la ciudad.
Vea:
http://www.globalresearch.ca/index.php?context=viewArticle&code=20050920&articleId=972
http://www.globalresearch.ca/index.php?context=viewArticle&code=CHI20050920&articleId=982
http://www.globalresearch.ca/index.php?context=viewArticle&code=WHI20050920&articleId=981
Otro artículo de Kurt Nimmo recuerda operaciones bajo bandera falsa realizadas por tropas de las fuerzas especiales británicas en Irlanda del Norte y en otros sitios, y la formación por Donald Rumsfeld del P2OG, o Grupo de Operaciones Preventivas Proactivas, como directamente relevantes a las acusaciones iraquíes de posibles operaciones de terror bajo falsa bandera por las potencias ocupantes en Irak.
(http://www.globalresearch.ca/index.php?context=viewArticle&code=20050924&articleid=992).
Estas acusaciones de parte de funcionarios iraquíes hacen eco a afirmaciones insistentes pero no substanciadas, que datan por lo menos de la primavera de 2004, en cuanto a que muchos de los atentados con bombas realizados contra objetivos civiles en Irak han sido perpetrados en realidad por las fuerzas de EE.UU. y Gran Bretaña en lugar de los insurgentes iraquíes.
Algunas de dichas afirmaciones pueden ser rápidamente descartadas. A mediados de mayo de 2005, por ejemplo, un grupo que se autodenomina «Al Qaeda en Irak» acusó a las tropas de EE.UU. de «detonar coches bomba y de acusar falsamente a los militantes». (http://siteinstitute.org/bin/articles.cgi?ID=publications45605&Category=publications&Subcategory=0).
Incluso para los más crédulos, estos podrían ser en el mejor de los casos ejemplos de la sartén diciéndole al cazo: retírate que me tiñes. Pero no es obvio por qué alguien iba a creer esa afirmación, ya que proviene, como es el caso, de un grupúsculo que es supuestamente dirigido por el íntegramente mítico al-Zarqawi- cuyo propio nombre lo afilia con terroristas que colocan bombas. Esa gente, si existe, podrían tener buenas razones para culpar a otros por sus crímenes.
Otras afirmaciones, sin embargo, son en su conjunto más preocupantes.
El periodista estadounidense Dahr Jamail escribió el 20 de abril de 2004, que se rumoreaba que la reciente cadena de atentados con coches bomba en Bagdad había sido obra de la CIA.
«Se dice en las calles de Bagdad que el cese de los atentados suicidas con coches bomba prueba que la CIA era responsable. ¿Por qué? Porque como dice un hombre: [Los agentes de la CIA están] ahora demasiado ocupados combatiendo, y los disturbios que querían causar con los atentados los persiguen actualmente.’. Cierto o no, no dice nada bueno sobre la imagen de los ocupantes en Irak.»
(http://www.countercurrents.org/iraq-jamail200404.htm)
Dos días después, el 22 de abril de 2004, Agence France-Presse informó que partidarios del clérigo chií Moqtada al-Sadr culpaban a los británicos por cinco atentados con coche bomba en Basora – tres ataques casi simultáneos delante de comisarías en Basora que mataron a sesenta y ocho personas, incluyendo a veinte niños, y dos atentados subsiguientes. Mientras ochocientos de sus seguidores manifestaban afuera de las oficinas de Sadr, un portavoz de Sadr afirmó que poseía «evidencia de que los británicos estaban involucrados en esos ataques». (http://www.inq7.net/wnw/2004/apr/23/wnw_3_1.htm).
Un alto oficial militar anónimo dijo el 22 de abril de 2004 sobre esos ataques en Basora que «Parece como Al-Qaeda. Tiene todas características: fue suicida, fue espectacular y fue simbólico». El brigadier general Nick Carter, comandante de la guarnición británica en Basora, declaró de modo más ambiguo que no se podía culpar necesariamente a Al-Qaeda por los atentados, pero que los responsables vinieron de afuera de Basora y que «es muy posible» que hayan venido de afuera de Irak: «‘De lo único que podemos estar seguros es que esto es algo que vino de afuera’, dijo Carter» (http://www.inq7.net/wnw/2004/apr/23/wnw_4_1.htm).
Seguidores de Moqtada al-Sadr creían exactamente lo mismo – la única diferencia era su identificación de los extranjeros criminales como agentes británicos en lugar de muyahidín islamistas de otros países árabes.
En mayo de 2005, ‘Riverbend’, el autor bagdadí del blog ampliamente leído Baghdad Burning [Bagdad en llamas], informó que lo que la prensa internacional llamaba atentados suicidas eran en realidad a menudo «coches bomba que son detonados por control remoto o por bombas de tiempo». Después de una de las mayores explosiones recientes, que ocurrió en el área de clase media Ma’moun al oeste de Bagdad, se dice que un hombre que vive en una casa frente al lugar de la explosión fue detenido por haber disparado contra un miembro de la Guardia Nacional. Pero según ‘Riverbend’, los vecinos contaban una historia diferente:
«La gente del área afirma que al hombre se lo llevaron no porque haya disparado contra alguien, sino porque sabía demasiado sobre la bomba. El rumor es que vio pasar a una patrulla estadounidense por el área que se detuvo en el lugar del atentado minutos antes de la explosión. Poco después se alejaron en su vehículo, la bomba estalló y sobrevino el caos. Salió corriendo de su casa gritando a sus vecinos y a los espectadores que los estadounidenses habían colocado la bomba o la habían visto y no habían hecho nada. Se lo llevaron rápidamente.»
(http://riverbendblog.blogspit.com/2005_05_01_riverbendblog_archive.html#111636281930496496)
También en mayo de 2005, Imad Khadduri, el físico iraquí en el exilio cuyos escritos ayudaron a desacreditar las invenciones estadounidenses y británicas sobre las armas de destrucción masiva, informó sobre una historia de que en Bagdad a un conductor cuyo permiso de conducción había sido confiscado en un punto de control estadounidense le dijeron «que se presentara en un campo militar estadounidense cerca del aeropuerto de Bagdad para ser interrogado y para recuperar su permiso» Después de interrogarlo durante media hora, le dijeron que no había nada en su contra, pero que su permiso había sido enviado a la policía iraquí en la comisaría de al-Khadimiya para ser «procesado» – y que debía dirigirse rápido a ese lugar antes de que el teniente, cuyo nombre le dieron, terminara su turno.
«El conductor partió apurado, pero pronto le alarmó un sentimiento de que su coche se comportaba como si llevara considerable peso, y también sospechó de un helicóptero que volaba a baja altura y que lo sobrevolaba continuamente. Detuvo su coche y lo inspeccionó cuidadosamente. Encontró cerca de 100 kilos de explosivos ocultados en el asiento trasero y a lo largo de las dos puertas traseras. La única explicación posible de este incidente es que definitivamente los estadounidenses le habían colocado bombas al coche y que el objetivo era el distrito chií al-Khadimiya de Bagdad. El helicóptero controlaba sus movimientos y debía presenciar el esperado ‘horroroso ataque realizado por elementos extranjeros’.»
(http://www.albasrah.net/maqalat/english/0505/Combat-terrorism_160505.htm)
Según Khadduri, «el mismo guión se repitió en Mosul, en el norte de Irak». En esta ocasión, el conductor salvó la vida cuando su coche se descompuso en camino a la comisaría donde supuestamente debía recuperar su permiso, y cuando el mecánico al que recurrió «descubrió que el neumático de repuesto estaba completamente repleto de explosivos. ª
Khadduri menciona, como algo que merece ser investigado, un «incidente tal vez no relacionado» en Bagdad del 28 de abril de 2005 en el que fue muerto un conductor de camión canadiense con doble nacionalidad canadiense-iraquí. Cita un informe de CBC según el que «Algunos medios mencionaron fuentes no identificadas que dijeron que puede haber muerto después de que fuerzas de EE.UU. ‘rastrearon’ un objetivo, utilizando un helicóptero artillado, pero Relaciones Exteriores dijo que todavía está investigando informes conflictivos sobre la muerte. Funcionarios de EE.UU. han negado toda participación».
Otro incidente, también de abril de 2005, exige una investigación con más urgencia, ya que una de sus víctimas sigue en vida. Abdul Amir Younes, un camarógrafo de CBS fue ligeramente herido por fuerzas de EE.UU. el 5 de abril «mientras filmaba las consecuencias de un atentado con coche bomba en Mosul». Las autoridades militares inicialmente se mostraron apologéticas por sus heridas, pero tres días más adelante lo arrestaron por haber estado «involucrado en actividad contra la coalición».
(http://www.huffingtonpost.com/arianna-huffington/Kafka-does-iraq-the-dist_b_7796.html).
Arianna Huffington, en su detallado informe sobre este caso, subraya con mucha razón sus cualidades kakfkaescas: Younes ha estado ahora detenido, en Abu Ghraib y en otros sitios, durante más de cinco meses – sin acusación, sin la menor señal de la evidencia que el Pentágono pueda tener en su contra, y sin ninguna indicación de que jamás se le vaya a permitir que sea juzgado, que cuestione esa evidencia, y refute las acusaciones que puedan ser presentadas en algún momento en el futuro. Pero aparte de confirmar, una vez más, la voluntad del Pentágono de violar los principios más fundamentales de la jurisprudencia humana y democrática, este caso también provoca una nueva pregunta. ¿Fue tal vez arrestado Younes, como el iraquí cuya suerte rumoreada fue mencionada por ‘Riverbend’, porque había visto – y en el caso de Younes, fotografiado – más de lo que le convenía?
¿Agentes provocadores?
Portavoces de la ocupación estadounidense y británica de Irak, junto con periódicos como el Daily Telegraph, han rechazado, como era de esperar, con indignación, toda sugerencia de que sus fuerzas hayan participado en operaciones terrorista de bandera falsa en Irak.
Podrían recordar que durante los años ochenta, portavoces del gobierno de Ronald Reagan también hacinaron el ridículo sobre las acusaciones nicaragüenses de que EE.UU. suministraba ilegalmente armas a los ‘contras’ – hasta que un avión de carga C-123 operado por la CIA repleto de armas fue derribado sobre Nicaragua y Eugene Hasenfus, un manipulador de carga que sobrevivió la caída, testificó que sus supervisores (uno de los cuales era Luis Posada Carriles, el agente de la CIA responsable por el atentado con bomba en 1976 de un avión comercial cubano) trabajaban para el vicepresidente de aquel entonces, George H. W. Bush.
El arresto [por los iraquíes] – y la urgente liberación [por las fuerzas británicas] – de dos soldados británicos clandestinos en Irak podría se interpretado del mismo modo como un haz de luz retrospectivo sobre afirmaciones que no habían sido substanciadas, respecto a la participación de miembros de los ejércitos de ocupación en ataques terroristas con bombas contra civiles.
El paralelo está lejos de ser exacto: en este caso no ha habido confesiones dramáticas como la de Hasenfus, y no ha habido documentos directamente incriminatorios como la bitácora del piloto del C-123 derribado. Existe, además, una marcada falta de consenso sobre lo que realmente ocurrió en Basora. ¿Deberíamos, por lo tanto, junto con Juan Cole, descartar la posibilidad de que soldados británicos estuvieran actuando como agentes provocadores como una «teoría [que] casi no tiene hechos que la apoyen» (http://www.juancole.com)?
Miembros de las fuerzas de elite de Gran Bretaña: el SAS
Parece que cuando el 19 de septiembre policías iraquíes suspicaces detuvieron el Toyota Cressida conducido por los soldados británicos encubiertos, los dos hombres abrieron fuego, matando a un policía e hiriendo a otro. Pero los soldados, identificados por la BBC como «miembros de las fuerzas especiales de elite, el SAS» (http://news.bbc.co.uk/2/hi/middle_east/4264614.stm), fueron reducidos por la policía y arrestados. Un informe publicado por The Guardian el 24 de septiembre agrega el detalle ulterior de que «se piensa que» los hombres del SAS «se encontraban en una misión de vigilancia delante de una comisaría en Basora cuando fueron encarados por una patrulla de la policía iraquí» (http://www.guardian.co.uk/iraq/Story/0,2763,1577575,00.html).
Como ha señalado Justin Raimondo en un artículo el 23 de septiembre en Antiwar.com, casi todos los demás aspectos de este episodio son cuestionados.
El Washington Post observó desdeñosamente, en el párrafo dieciocho de su informe sobre estos eventos, que «las fuerzas de seguridad iraquíes acusaron diversamente a los dos británicos que detuvieron de disparar a las fuerzas iraquíes o de tratar de colocar explosivos» (http://www.sfgate.com/cgi-bin/article.cgi?file=/c/a/2005/09/20/MNGSSEQNGN1.DTL). En realidad, los funcionarios iraquíes los acusaron no de uno, sino de ambos actos.
Fattah al-Shaykh, miembro de la Asamblea Nacional Iraquí, declaró a Al-Jazeera TV el 19 de septiembre que los soldados abrieron fuego cuando la policía trató de arrestarlos, y que su coche llevaba una bomba «y que querían hacerlo estallar en el centro de la ciudad de Basora en el mercado popular» (citado por Chossudovsky). Un comunicado de prensa deliberadamente inflamatorio enviado el mismo día por la oficina de Moqtada al-Sadr (y colocado en su traducción inglesa en el blog de Juan Cole Informed Comment el 20 de septiembre) indica que el arresto de los soldados fue provocado porque habían «abierto el fuego contra pasantes» cerca de una mezquita de Basora, y que se descubrió que tenían «en su posesión explosivos y artefactos de control remoto, así como armas ligeras y medianas y otros accesorios» (http://www.juancole.com).
¿Hasta qué punto es posible creer la afirmación sobre los explosivos? Justin Raimondo escribe que mientras los informes iniciales de la radio de la BBC reconocían que por cierto los dos hombres tenían explosivos en su coche, informes subsiguientes de la misma fuente indicaron que la policía iraquí no encontró nada aparte de «rifles de asalto, una ametralladora ligera, un arma anti-tanques, equipo de radio, y un botiquín. Se piensa que se trata de un equipo estándar para miembros del SAS que operan en un teatro de operaciones». (http://www.antiwar.com/justin/?articleid=7366).
Cabría preguntarse, junto con Raimondo, si un arma anti-tanques es «equipo estándar de operaciones» – o qué uso hombres del SAS en «una misión de vigilancia delante de una comisaría» querían darle. Pero, lo que es más importante, una fotografía publicada por la policía iraquí y distribuida por Reuters muestra que – a menos que el equipo haya sido colocado para inculparlos – los hombres del SAS llevaban un buen poco más que lo que los ítems reconocidos por la BBC.
(http://www.globalresearch.ca/index.php?context=viewArticle&code=20050923&articleid=989)
Quisiera la opinión de un experto en armas antes de arriesgarme a un juicio definitivo sobre los objetos mostrados, que podrían haber llenado fácilmente el baúl y gran parte del asiento trasero de un Cressida. Pero esta fotografía hace plausible la declaración de Jeque Sheik Hassan al-Zarqani, portavoz de la milicia del Ejército Mehdi de Al-Sadr:
«Lo que nuestra policía halló en su coche fue muy inquietante – armas, explosivos y un detonador de control remoto. Son armas de terroristas. Creemos que esos soldados estaban planeando un ataque contra un mercado u otros objetivos civiles… «(citado por Raimondo).
La feroz determinación del ejército británico por alejar a estos hombres de cualquier peligro de interrogación por sus propios supuestos aliados en el gobierno que los británicos están sosteniendo – incluso aunque su rescate significó la destrucción de una prisión iraquí y la liberación de gran cantidad de prisioneros, tiroteos con la policía iraquí y con el Ejército Mehdi de Al-Sadr, una gran movilización popular contra las fuerzas de ocupación británicas, y el subsiguiente retiro de toda cooperación de parte del gobierno regional – tiende, si no es otra cosa, a apoyar el punto de vista de que este episodio involucró algo mucho más tenebroso y más serio que un simple estallido de mal humor en un punto de control.
Guerra civil auspiciada por EE.UU. y Gran Bretaña
Hay motivos para creer, además, que la guerra civil que los ataques con coches bomba contra civiles parecen querer provocar no serían una evolución mal recibida desde el punto de vista de las fuerzas de ocupación.
Escritores en los medios corporativos en idioma inglés han señalado repetidamente que los recientes ataques terroristas han causado víctimas masivas entre los civiles parecen querer empujar a Irak hacia una guerra civil de suníes contra chiíes, y de kurdos contra ambos. Por ejemplo, el 18 de septiembre de 2005, Peter Beaumont propuso en The Observer que la matanza de civiles, que atribuye sólo a Al Qaeda, «tiene un solo objetivo: la guerra civil».
(http://observer.guardian.co.uk/focus/story/0,6903,1572936,00.html).
Pero H. D. S. Greenway ya había sugerido el 17 de junio de 2005 en el Boston Globe que «En vista de la gran cantidad de ataques dirigidos por los suníes contra objetivos chiíes, los emergentes ataques dirigidos por chiíes contra suníes, y los secuestros extralegales de árabes por autoridades kurdas en Kirkuk, hay que preguntarse si la guerra civil iraquí, temida desde hace tanto tiempo, no ha comenzado ya». (http://www.boston.com/news/globe/editorial_opinion/oped/articles/2005/06/17/facing_factsin_iraq?mode=PF).
Y el 21 de septiembre de 2005 Nancy Youssef y Mohammed al Dulaimy de Knight Rider, Oficina de Washington escribieron que la limpieza étnica de chiíes en vecindarios predominantemente suníes de Bagdad «procede a un ritmo alarmante y potencialmente desestabilizador», y citaron el desesperanzado punto de vista de un experto iraquí:
«‘La guerra se encuentra hoy en día más cerca que en ningún tiempo precedente’, dijo Hazim Abdel Hamid al Nuaimi, profesor de política en la Universidad al-Mustansiriya de Bagdad. Todas estas explosiones, los esfuerzos de la policía y la purga de vecindarios, constituyen una batalla por el control de Bagdad.'»
(http://www.realcities.com/mid/krwashington/12704935.htm)
Haya o no comenzado o vaya a ocurrir, la erupción de una guerra civil en todo el sentido de la palabra, que conduzca a la fragmentación del país, sería claramente bienvenida en algunos círculos. Estrategas y periodistas israelíes ya propusieron en 1982 que uno de los objetivos estratégicos de su país debería ser la partición de Irak en un Estado chií, un Estado suní, y una parte kurda separada. (Vea «»A Strategy for Israel in the 1980s,» Kivunim 14 [February 1982] del funcionario del ministerio de exteriores Oded Yinon o la propuesta similar presentada por Ze’ev Schiff en Ha’aretz durante el mismo mes es mencionada por Noam Chomsky en «Fateful Triangle» [2ª ed., Cambridge, MA: South End Press, 1999], p. 457).
Una partición de Irak en secciones definidas por el origen étnico y por las diferencias entre suníes y chiíes conllevaría, obviamente, la guerra civil y la limpieza étnica en una escala masiva. Pero esas consideraciones no disuadieron a Leslie H. Gelb de propugnar en el New York Times, el 2 de noviembre de 2003, lo que llamó «La solución de tres Estados». (http://www.mtholyoke.edu/acad/intrel/iraq/three.htm).
Gelb, ex alto funcionario del Departamento de Estado y del Pentágono, antiguo editor y columnista del New York Times, presidente emérito del Consejo de Relaciones Exteriores, conoce lo confidencial sobre lo confidencial. Y si los ensayos de Yinon y Schiff son algo repugnante, especialmente en el contexto del bombardeo por Israel en 1981 del reactor nuclear Osirak de Irak, sigue existiendo una cierta diferencia entre proponer especulativamente el desmembramiento de un poderoso país vecino, y abogar activamente por el desmembramiento de un país que su propia nación ha conquistado en una guerra de agresión no provocada. Lo primero podría ser descrito como una imaginación enfermiza bélica y criminal; lo último pertenece obviamente a la categoría de crímenes de guerra.
El ensayo de Gelb propone castigar a la insurgencia dirigida por los suníes a través de la separación del centro del actual Irak, en gran parte suní, del norte kurdo rico en petróleo y del sur chií rico en petróleo. Se refiere al desmembramiento de la Federación Yugoslava en los años noventa (con las atroces matanzas la que siguieron), como un «precedente esperanzador».
El ensayo de Gelb ha sido ampliamente interpretado como una señal de la intención de una facción dominante en el gobierno de EE.UU. También ha sido denunciado, correctamente, por Bill Vann como la promoción abierta de «un crimen de guerra de proporciones históricas en el mundo».
(http://www.wsws.org/articles/2003/nov2003/gelb-n26.shtml).
Considerando la creciente desesperación de los gobiernos estadounidense y británico ante una insurgencia que sus tácticas de masivos arrestos y torturas, el Programa Phoenix o los escuadrones de la muerte «de la opción salvadoreña», el uso ilimitado de una abrumadora fuerza militar y el criminal castigo colectivo no han logrado reprimir, no puede sorprender que en recientes acciones militares como el ataque contra Tal Afar, el ejército de EE.UU. haya desplegado tropas peshmerga kurdas y milicias chiíes de un modo que parece diseñado para inflamar los odios raciales.
Nadie, espero, se sorprende ya por el hecho de que Abu Musab al-Zarqawi-esa construcción ficticia de las filas cerradas de pequeños Tom Clancy del Pentágono, ese Dalek de una sola pierna, ese Pimpinela Escarlata del terrorismo, que logra estar aquí, allá, y en todas partes al mismo tiempo – esté tan devotamente dedicado a aterrorizar y a exterminar a sus correligionarios chiíes.
¿Debería sorprendernos en algo, entonces, si vemos evidencia que emerge en Irak de atentados terroristas bajo bandera falsa, realizados por las principales potencias ocupantes? Los servicios secretos y las fuerzas especiales de EE.UU. y de Gran Bretaña, después de todo, ya tenían bastante experiencia en dichos asuntos.
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El editor colaborador de Global Research Michael Keefer es profesor asociado de inglés en la Universidad de Guelph. Es ex presidente de la Asociación de Profesores Secundarios y Universitarios de Inglés. Sus más recientes escritos incluyen una serie de artículos sobre el fraude electoral en la elección presidencial de EE.UU. de 2004, publicado por el Centro de Investigación de la Globalización.
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http://globalresearch.ca/index.php?context=viewArticle&code=KEE20050925&articleId=994