«El texto para la República de Irak», reza el ejemplar de la Constitución provisional al que GARA tuvo acceso y que se votará en referéndum el próximo sábado. El borrador de la Carta Magna que empezó a distribuirse hace una semana es subvencionado por la ONU, quien se encarga de la impresión y reparto invirtiendo […]
«El texto para la República de Irak», reza el ejemplar de la Constitución provisional al que GARA tuvo acceso y que se votará en referéndum el próximo sábado. El borrador de la Carta Magna que empezó a distribuirse hace una semana es subvencionado por la ONU, quien se encarga de la impresión y reparto invirtiendo más 25 millones de dólares. Las más de cinco millones de copias (cuatro en árabe, un millón en kurdo, 250.000 en turcomano y 150.000 en siríaco), están llegando lentamente a sus destinatarios. El reparto se realiza en los edificios públicos, escuelas, universidades, hospitales y centros de distribución de alimentos. «¿Cómo haremos para leer todo esto en cuatro días?», se pregunta Khaled mientras atiende un centro de comunicaciones en la avenida Sadoum en Nadamiya. Los tres ejemplares los obtuvo en la escuela del barrio y se encargará personalmente de entregarle el material a sus familiares.
«Sucede lo mismo que con las elecciones de enero. No sabemos cómo se votará y la información llega tarde. Antes no sabíamos a quién votar, ahora no sabremos qué votar», dice este joven de 29 años, ingeniero electrónico que expresa no enrolarse en ninguna línea política aunque su familia es chiíta.
El texto, que consta de 52 páginas, está acompañado por un anexo como marco explicativo, pero la campaña por el referéndum presenta los mismos errores que la de la elección de los miembros de la Asamblea Nacional el pasado enero. Por un lado, la publicidad gubernamental que incesante en la televisión y la radio llama a «Votar por Irak» con un despliegue digno de un país con una realidad muy distante a la iraquí, sembrada diariamente de coches bombas, operaciones militares y caos generalizado.
Por otra parte, una pegatina de coloridos afiches con la bandera nacional y apacibles rostros de modelos desconocidos que visten las calles de las principales avenidas de la capital.
Aun así, ha sido mínima la información que ha llegado sobre el contenido del borrador, que consta de 139 artículos, teniendo en cuenta que su impresión fue retrasada hasta lograr acuerdos entre los sunitas, chiítas y kurdos sobre el polémico proyecto que profundiza la fragmentación sectaria y confesional en este país. Una de las primeras reformas consistió en modificar el artículo que establecía que Irak dejaba de ser un Estado árabe para pasar a ser un Estado islámico. Aun así, el Artículo 2.1 señala que «El islam es la religión oficial del Estado y su fuente básica de legislación», señalando que «ninguna ley que contradiga las reglas establecidas del islam podrá ser aprobada».
Junto con la ambigüedad de los artículos 110 y 111, que favorecerá la gestión local de los ingresos del petróleo y el gas y favorecerá desequilibrios territoriales, Irak se configuraría en un Estado federal, que anticipa la fragmentación del país según criterios étnicos y confesionales. Además de Kurdistán, otras provincias podrán constituirse como regiones autónomas, con su propia legislación y competencias, incluso en materia de impuestos y control de los ingresos del petróleo (art. 108).
Este modelo federal satisface la postura chiíta que aspira a controlar hasta siete provincias del centro y sur de Irak y sus recursos petrolíferos. Es por ello que este proyecto afecta directamente los intereses de la comunidad árabe sunita, que lleva adelante la campaña por el no considerando que el texto es el primer paso para la desmembración del país.
El pasado fin de semana, tras un cónclave en la mezquita Umm Al Qora, 21 agrupaciones sunitas encabezada por el poderoso Consejo de Ulemas, el Partido Islámico de Irak y el Consejo de Diálogo Nacional, emitieron un comunicado que señala que «esta Constitución tiene en su interior los gérmenes para la división de Irak, para la pérdida de su identidad árabe y para la expoliación de sus riquezas nacionales».
Los sunitas esperan que al menos el 51% del electorado se exprese contrariamente al borrador y esperan conseguir el apoyo de cinco millones de personas de las cuatro regiones en que son mayoría Niniveh, Anbar, Salahadin y Bagdad, que juntas tienen un cuarto de la población del país