Según informaciones de los colaboradores de la CEOSI en Iarq, el director médico del Hospital General de Hadiza, el Dr. Walid al-Obeidi, así como el Dr. Jamil Abdul Jabbar, único cirujano que aún permanece en la zona, fueron detenidos durante una semana por fuerzas estadounidenses, quienes les sometieron a torturas y amenazas. Hadiza está situada […]
Según informaciones de los colaboradores de la CEOSI en Iarq, el director médico del Hospital General de Hadiza, el Dr. Walid al-Obeidi, así como el Dr. Jamil Abdul Jabbar, único cirujano que aún permanece en la zona, fueron detenidos durante una semana por fuerzas estadounidenses, quienes les sometieron a torturas y amenazas. Hadiza está situada a 360 kilómetros al noroeste de Bagdad y padece desde meses incursiones de las fuerzas estadounidenses [1]. La CEOSI ha enviado ayuda sanitaria al Hospital Central de esta ciudad después de que fuera parcialmente destruido durante un ataque estadounidense [2].
El Dr. Walid ha narrado lo siguiente:
«Me detuvieron en mi casa, delante de mi familia; me taparon los ojos y me ataron las manos a la espalda en la mañana del 5 de octubre de 2005 durante el último ataque contra Hadiza. Ocuparon el hospital durante ocho días y lo convirtieron en su oficina. El primer día me dieron puñetazos en los ojos, la nariz, la espalda, las manos, las piernas… tenía la cara cubierta de sangre. Cuando me quitaron la cinta de los ojos no podía ver. Me interrogaron hasta la tarde. Después me di cuenta que había estado en el almacén del hospital. Posteriormente me ataron las manos por delante y me dejaron allí durante dos días. Entonces me llevaron al Departamento de farmacia [del hospital]. Me acusaron de atender terroristas y me preguntaron por sus nombres.
«Les dije que yo atendía pacientes sin importarme su identidad, según mi código ético como médico, sin importar si eran miembros de la Guardia Nacional [3] –ciertamente habíamos hecho en alguna ocasión- o soldados estadounidenses, y que aunque yo no quisiera realmente atender insurgentes no tendría elección, dado que van armados y con la cara cubierta: haría todo lo que ellos me dijeran.
Pocos días más tarde uno de los soldados vino a la habitación, no dijo nada, me pateó la cara otra vez y se marchó.
Delatar a miembros de la resistencia
El Dr. Jamil, un cirujano con veinte años de experiencia, fue detenido y asimismo torturado. Cuando los colaboradores de la CEOSI se encontraron nuevamente con él, 22 días después de su detención, todavía tenía la cara morada, la nariz rota y una brecha en la cabeza. El Dr. Jamil ha señalado:
«Me dieron puñetazos en los ojos y patadas con las botas debajo de la barbilla. Uno de los soldados [estadounidenses] me amenazó diciendo que si no hablaba después de que él contase hasta tres me dispararía. Empezó a contar; después de llegar a tres dio la vuelta a la pistola y me golpeo con ella la cabeza. Durante días no pude mover los ojos. Nos amenazaron con violar a nuestros familiares. Por alguna razón me fotografiaron mientras estaba sangrando; pude oír el click de la cámara.»
Ambos médicos fueron amenazados con que les volverían a detener y torturar si no delataban a miembros de la resistencia. Los soldados estadounidenses –marines- les advirtieron de no dar ninguna información sobre su detención a la prensa.
Les preguntaron quiénes habían escrito las pintadas contra EEUU de la pared de enfrente del hospital, cuáles eran los nombres de los insurgentes locales que atendieron y qué significaban las fotos de los cuerpos que estaban en el ordenador del hospital. El Dr. Walid dijo que no sabía quién había hecho las pintadas, ni los nombres de los insurgentes porque van con la cara tapada. Explicó que las fotos de los cuerpos correspondían a fallecidos no identificados cuyos cuerpos se encontraron después del asalto estadounidense a la ciudad. «No podemos guardar esos cuerpos para siempre porque no tenemos suficientes cámaras de frío. Por eso, transcurridos dos meses les hacemos fotos y los enterramos, de forma que cuando venga alguien de su familia para preguntarnos les enseñamos las fotos de los cadáveres», ha indicado el Dr. Walid.
Los doctores Walid y Jamil temen que pueden enfrentarse a nuevas detenciones y torturas en el futuro y consideran que las autoridades iraquíes son incapaces de protegerles. Ambos médicos reclaman de la comunidad internacional que intervenga para que las tropas estadounidenses abandonen el hospital, que aún ocupan, e impidan su definitiva destrucción [4].
Notas:
1. Véase en IraqSolidaridad: http://www.nodo50.org/iraq/2004-2005/agenda/ias_16-08-05.html.
2. Véase en IraqSolidaridad: http://www.nodo50.org/iraq/2004-2005/agenda/ias_16-06-05.html y http://www.nodo50.org/iraq/2004-2005/agenda/ias_16-08-05.html.
3. Nuevo ejército iraquí.
4. Véase en IraqSolidaridad: http://www.nodo50.org/iraq/2004-2005/agenda/ias_9-06-05.html.