Traducido por Carlos F. Diez Sánchez y revisado por Marga Vidal
Camilo Mejía fue el primer soldado estadounidense que se negó a ser combatiendo al servicio del ejército norteamericano en en Irak. Pasó nueve meses bajo confinamiento militar por haber decidido seguir su conciencia.
Desde su liberación, ha estado haciendo una incansable campaña en contra de la guerra, al lado de Cindy Sheehan, cuando ésta comenzó su vigilia afuera del rancho de George Bush, en Crawford, Texas, y viajando también a Nueva York para apoyar a los Cuatro de St. Patrick, los activistas sujetos a juicio por oponerse a la guerra. Su libro, Road from Ar-Ramadi (Camino desde Ar-Ramadi) aparecerá próximamente publicado por New Press.
Camilo habló con ERIC RUDER, del Socialist Worker, mientras la organización se intensifica para la movilización nacional en contra de la guerra el 24 de septiembre.
-¿Qué sucedió para que ahora estés en contra de la guerra?
-Yo estuve en contra de la guerra desde el principio, desde antes, incluso, de que hubiera guerra.
Políticamente, parece que el gobierno de Estados Unidos forzó a todos para llevar a cabo esta guerra. No hubo aprobación del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. No hubo aprobación de la gente aquí, en casa. Y no hubo aprobación por parte de los aliados históricos, como Alemania y Francia, y las otras grandes potencias.
El 11 de septiembre como justificación… en realidad, parece demasiado falso. Muchos de los secuestradores vinieron de Arabia Saudita y, aún así, invadimos Irak. Por otra parte, respecto a las armas de destrucción masiva, Corea del Norte estuvo ostentando sus armas y, aún así, invadimos un país del que ni siquiera estábamos seguros que tuviera tales armas. Los inspectores de Naciones Unidas sostuvieron que nosotros no sabíamos si ellos tenían armas de destrucción masiva. Así que, políticamente, no tiene mucho sentido…
Mucha gente piensa que me opuse a la guerra durante mi estancia en Irak. Yo he estado en contra de la guerra desde antes, así como muchas personas en el ejército están en contra de la guerra, o al menos en contra de esta guerra.
Pero mucha gente no comprende que firmar un contrato y vestir un uniforme no significa que no podamos tomar nuestra propias decisiones o que no podamos, basados en nuestras creencias políticas y morales, tomar la decisión de oponernos a una guerra en particular o de oponernos a la guerra, punto.
Si tú estás realmente en desacuerdo con algo, no hay uniforme, ni el Código Uniforme de Justicia Militar, ni orden alguna que pueda forzarte a hacerlo. Al final, tú siempre tomas tus propias decisiones.
Yo esto no lo comprendí en el momento e incluso a pesar de que estaba en desacuerdo con la guerra desde el principio, me enlisté. Entonces hubo una transición. Pasas de estar política, impersonal y distantemente en contra de la guerra a estar moral y más personalmente en contra de ella, porque ya no es sólo algo sobre lo que estés leyendo.
No sólo estás leyendo acerca del abuso a prisioneros, sino realizándolo. No estás leyendo acerca de matar a civiles, sino que estás matando civiles. No estás leyendo sobre la ocupación, sino que estás ocupando un país, estás allanando casas y estás imponiendo un toque de queda.
Todas estas cosas son abstractas cuando las estás leyendo, pero entonces se vuelven reales, porque se vuelven parte de tu conciencia, parte de tu memoria y parte de lo que eres: cada decisión que tomas o que dejas de tomar se vuelve parte de ti.
Así que no te puedes quedar simplemente en una oposición política a la guerra: tú te conviertes en la oposición. No puedo decir que ese haya sido el caso de todos, pero ese fue mi caso.
La primera misión que tuvimos fue la de privar del sueño a los prisioneros por periodos de más de 48 horas, creando mucho ruido, tratándolos peor que a los animales y quebrándolos moral, psicológica y espiritualmente. Desarrollábamos ejecuciones simuladas para mantenerlos despiertos. Esto era el inicio de la ocupación, en abril de 2003.
Y después realizamos otras misiones. Terminamos en Ramadi, que está dentro del triángulo sunita. Al principio, no había gran problema. Había muy poca oposición, no tanto porque no hubiera una oposición real, sino porque la oposición no estaba muy organizada y en parte también porque la gente aún estaba viendo si Estados Unidos se quedaría o sólo había venido a sacar a Saddam.
Pero las semanas pasaron, nosotros nos quedamos, la insurgencia se organizó más y los ataques se hicieron más frecuentes, más intensos, más sofisticados. Nosotros respondimos y empezamos a estropear las cosas en Irak.
En Ramadi, nunca se arreglaba nada. Los plazos que teníamos para entrenar a los policías y dejar que tomaran el control de la ciudad no se cumplían. El poder no se ha restablecido, el agua no se ha restablecido, el sistema de drenaje no ha arreglado. La basura tirada por todos lados… créeme, la fetidez y los gases eran horribles. Las escuelas no abrían…
Una ocupación es una cosa horrible. Y en medio de todo esto, ni siquiera se tiene el sentido de que estés ayudando a alguien. No estás ayudando a nadie. Sólo estábamos cuidándonos las espaldas, asegurándonos de que no nos mataran.
-¿Piensas que muchos soldados que partieron de aquí en favor de la guerra estén cambiando de opinión por haber sido enviados a Irak?
-Incluso a pesar de que ya para entonces tenía más o menos los ojos abiertos, puedo decir por experiencia personal que esto que dices realmente sucede. Algunas veces me pregunto a mí mismo cómo diablos creía algunas cosas en las que solía creer.
Hay un gran presa en Al-Haditah y este era uno de los lugares más importantes en los que Estados Unidos se concentró y que la Guardia Republicana defendía, porque esta presa, en algún momento, proveyó el 75% de la electricidad de Bagdad. Ellos tenían a todos estos ingenieros que trabajaban ahí, muy inteligentes, con mucha experiencia y que hablaban un inglés muy fluido. Ahí estaban, a pesar de que no iban a recibir ninguna paga, aunque tampoco podían hacer mucho porque no tenían las refacciones que necesitaban…
Así que se sentaban, nosotros estábamos sentados cuidando la presa y teníamos mucho tiempo libre para hablar con ellos. Recuerdo haberle dicho a uno de ellos que iba empezar a llegar mucho dinero y que estaba casi seguro de ganarían bien, porque un ingeniero como ellos en Estados Unidos, trabajando con la misma facilidad, ganaría muchísimo, quizá hasta 100 mil dólares, le dije. «Ustedes van a estar bien, tendrán trabajos y poder.»
Yo realmente pensaba eso. Pensaba que algunos aspectos de esta ocupación iban a ayudar a la gente de Irak, que Estados Unidos iba a dar dinero a los contratistas iraquíes, para que ellos pudieran desarrollar a su propio país. Después empiezas a ver la dura realidad de la ocupación imperial.
Fue un golpe para mí cuando empezamos a ver que la gente nos trataba mal, lo fue incluso para quienes estaban a favor de la guerra, los belicosos a ultranza… Después de un tiempo, te das cuenta de que sólo estás ahí esperando salir vivo. Fue un gran golpe.
El adoctrinamiento en el ejército es muy fuerte, sin embargo, la gente puede ver esto y decir que realmente apesta, pero yo firmé un contrato…
La gente puede ver claramente la hipocresía y las mentiras de que estamos ahí luchando por libertad, democracia y justicia. Se dan cuenta de que esta guerra es sólo por petróleo o dinero y una posición geopolítica para el imperio. Y te dicen que no se volverán a enlistar, pero siguen cumpliendo con sus trabajos, porque tienen un sentido de deber con el ejército, con la nación, con sus mismos compañeros. Y es eso difícil de romper.
-George Bush diría que Estados Unidos sólo se quedará hasta que Irak esté en mejores condiciones y que las tropas regresarán a casa lo más pronto posible. ¿Qué piensas de esto?
-No puedes forzar la democracia con la punta de una M-16 o un tanque o bombas o helicópteros Apache. No puede haber democracia cuando hay una ocupación, porque cuando hay una ocupación, hay miedo. Y cuando hay miedo, no hay libertad. La gente tiene mucho miedo en Irak. Tienen miedo de los insurgentes y de la ocupación. Tienen miedo a expresarse o simplemente a salir de sus casas.
El mayor problema somos nosotros. Para los halcones de la guerra y las corporaciones, una pequeña insurgencia es saludable. Ellos saben que están creando el problema y tienen interés en que ésta continúe. Porque mientras haya violencia, pueden continuar justificando la presencia de un ejército extranjero.
Cuando ves a Latinoamérica en los 70’s y 80’s, todas estos países estaban gobernados por dictaduras militares que fueron impuestas, financiadas y entrenadas por Estados Unidos. Ellos necesitan represión, violencia y miedo para saquear países convulsionados, explotarlos y tomar los beneficios y las ganancias.
-¿Piensas que Estados Unidos tiene como responsabilidad el quedarse o las tropas deberían retirarse inmediatamente?
-Debería haber un retiro inmediato. El decir que los iraquíes necesitan 160 mil personas armadas hasta los dientes para tener éxito es completamente racista.
Esto es como decir, por ejemplo, que en una familia es necesario que haya alguien con una vara en tu casa para que seas capaz de manejarla. Y que cada error que cometas, se te golpeará en la cabeza, porque alguien más sabe, mejor que tú, lo que es bueno para ti.
Habría un millón de invasores extranjeros llegando a Estados Unidos, diciendo nos vamos a quedar, porque ustedes tienen problemas. Tienen un presidente que se roba elecciones y tienen minorías raciales abandonadas, para que se las arreglen por sí mismas durante los huracanes.
La gente dice que nosotros estamos allá porque maltratan a las mujeres, pero cada ocho segundos una mujer es golpeada en los Estados Unidos. Las mujeres no reciben los mismos salarios que los hombres, no tienen las mismas oportunidades de trabajo, son degradadas en la televisión. Cada cinco minutos hay un comercial de detergente en donde tienes a mujeres hermosas, jóvenes y sofisticadas, de rodillas, limpiando un baño o haciendo comida para un montón de tipos viendo un juego de fútbol.
La hipocresía es increíble. Demandamos a los iraquíes que tengan 25% de representación femenina en el Congreso. ¿Y qué sucede aquí? ¡Tenemos el 14%! Y aún así usamos todos estos argumentos como razones para quedarnos. Y no me refiero a «nosotros», sino al gobierno…
¿Cómo podemos hablar aún de liberar a alguien, cuando nosotros mismos no somos libres? Tenemos uno de los peores, si no es que el peor sistema de educación de entre los de cualquier país industrializado. Tenemos a más de 40 millones de personas sin seguro médico. Tenemos un sistema de educación que cobra a la gente por ir a la universidad.
Tenemos esta bella Declaración de Derechos y esta bella Constitución que, desafortunadamente, no se aplican a todos, sino sólo a grupos muy selectos.
Necesitamos libertad aquí antes de que podamos pensar siquiera en ayudar a alguien con su propia libertad.
http://www.zmag.org/spanish/1105mejia.htm
Título original: Problem In Iraq Is US