En un reciente artículo de John Mueller, en la revista Foreign Affairs, éste señalaba que el actual nivel de desaprobación de la opinión pública estadounidense (señalado por algunos en un 55%) —cuando se han producido dos mil bajas–, es similar al rechazo de la guerra en Vietnam cuando allí se alcanzaron las veinte mil bajas […]
En un reciente artículo de John Mueller, en la revista Foreign Affairs, éste señalaba que el actual nivel de desaprobación de la opinión pública estadounidense (señalado por algunos en un 55%) —cuando se han producido dos mil bajas–, es similar al rechazo de la guerra en Vietnam cuando allí se alcanzaron las veinte mil bajas durante la ofensiva del Tet.
Bush señaló, en su discurso del 30 de noviembre, pronunciado en la Academia Naval y titulado la Estrategia para la Victoria, que sus fuerzas se retirarán de allí «con honor» cuando se haya dejado instalado un gobierno democrático en aquella nación ocupada. Es asombrosa la cantidad de personas que aún creen realmente que los marines han ido al Medio Oriente a propagar la libertad y la democracia e ignoran el verdadero móvil que es el apoderamiento de los recursos energéticos bajo el suelo árabe.
El próximo quince de diciembre habrá lecciones parlamentarias en Iraq y Bush pretende dejar instalado un gobierno que dure cinco años. Por otra parte se sigue afanosamente entrenando una fuerza de cipayos locales, que ascendería a 230 mil efectivos, para que asuma la tarea de la represión y logre la meta imposible de contener la rebelión nacional.
Sin embargo, los dirigentes estadounidenses no dejan de deslizar sutiles alusiones a una retirada en perspectiva que rebajaría el número de soldados ocupantes de 150 mil a 80 mil, para el próximo otoño, y hacia el verano de 2008 habría una retirada total. Sueños delirantes. La escapada de los ocupantes provocaría un desplome inmediato de todo el andamiaje de lacayos y recaderos yanquis que han instalado allí y ellos lo saben. Esos comentarios están destinados a aplacar a una opinión pública que crece en su impugnación de esa guerra de conquista.
En un artículo reciente de The New Yorker, el analista Seymour Hersh afirmó que el repliegue escalonado está en los planes reales del Pentágono y que las tropas serían sustituidas por la fuerza aérea que emprendería misiones tácticas desde bases aledañas para sofocar la insurrección nacionalista. El Instituto de Estudios Estratégicos de Londres ha afirmado, ante esa posibilidad, que jamás una insurgencia ha sido dominada utilizando solamente la aviación.
La más recia arremetida contra la política de Bush fue el discurso del representante demócrata por Pennsylvania, John Murtha, quien en la Cámara de Representantes, el pasado diecisiete de noviembre, pidió una retirada total en un plazo no mayor de seis meses y alegó, para apoyar sus palabras, que la guerra se estaba perdiendo. Señaló que los ataques de los insurgentes han ascendido de ciento cincuenta diarios a más de setecientos en los últimos tiempos lo cual es un indicador indudable que la resistencia patriótica se vigoriza, lejos de debilitarse, que es el argumento de Bush. Añadió que cerca de un tercio de las tropas ocupantes padece los síntomas de la «fatiga de combate»que los hace más ineficaces en las tareas de la represión.
Los observadores señalan que cada vez se le hace más difícil a Bush sus apariciones públicas y ya solamente lo hace ante audiencias amistosas, sea en bases militares o en feudos de recalcitrantes republicanos. No se atreve a desafiar a la gran masa ciudadana y ha escogido esos públicos escogidos para evitar rechiflas y tomatazos. Las protestas públicas contra la guerra ya están adquiriendo el mismo nivel que alcanzaron cuando el ápice de la guerra en Vietnam.
Por otra parte la frágil alianza que sustentó la guerra de agresión se debilita y cada día nuevos países anuncian la retirada de sus fuerzas de Iraq, lo cual hace probable el pronóstico que Estados Unidos quedará solo, junto al Reino Unido, en la oprobiosa misión de avasallamiento y despojo. Bush tiene ante sí la humillante alternativa de escapar o ser derrotado.