Inmediatamente tras el asalto de [la mezquita de] Samarra, cuyo objetivo fueron las sepulturas de [los imanes] Ali Al-Hadi y Hasán al-Askari, hombres vestidos de negro en gran número atacaron mezquitas y zonas sunníes [1]. En algunos ataques se utilizaron vehículos del ministerio del Interior, como en el ataque a la mezquita de Fandi al-Kubaisi, […]
Inmediatamente tras el asalto de [la mezquita de] Samarra, cuyo objetivo fueron las sepulturas de [los imanes] Ali Al-Hadi y Hasán al-Askari, hombres vestidos de negro en gran número atacaron mezquitas y zonas sunníes [1]. En algunos ataques se utilizaron vehículos del ministerio del Interior, como en el ataque a la mezquita de Fandi al-Kubaisi, al oeste de Bagdad, en el que resultaron muertos 14 comandos de la policía cuando los ciudadanos del barrio de al-Surta defendían su mezquita frente a los asaltantes. Las milicias Black-clad [2] y los comandos de la policía también atacaron al-Fursán, un pequeño pueblo sunní situado en Nahrauan, al sudeste de Bagdad. Cuando me enteré de que el 3 de marzo de 2006 algunos miembros del Creciente Rojo Iraquí irían a visitar esta localidad para llevar ayuda, decidí ir allí para filmar.
Fui con dos ambulancias y un camión cargado de linternas, queroseno, mantas, etc. Yo iba en la segunda ambulancia e intentaba filmar la carretera cuando un hombre del Creciente Rojo me advirtió que no grabara los controles militares del camino, y que los confidentes civiles también eran peligrosos. En la carretera grabé cuatro coches de policía quemados. Con nosotros estaba un cámara de la sede de Bagdad de la televisión del Partido Islámico iraquí.
Después de un rato llegamos a un pueblo chií llamado al-Maahad. Supe que era un pueblo chií cuando vi las banderas negras, rojas y verdes [islámicas] colgadas en las casas. Parecía gente contenta y pensé que el pueblo estaba lejos de ser atacado porque nada parecía indicar, en las caras de la gente de al-Maahad, que había ocurrido una masacre en las inmediaciones. Paramos para preguntar la dirección de al-Fursán, seguimos y volvimos a pararnos de nuevo. Esta vez había [soldados] estadounidenses a unos 200 metros delante de nosotros. Inmediatamente pensé que podrían dispararnos, aunque podían ver que íbamos en ambulancias para llevar ayuda médica. Muchas veces antes ya habían atacado ambulancias en Faluya. Elegimos a tres de nosotros para ir a hablar con ellos. Los hombres dieron unos cuantos pasos en dirección a los [soldados] estadounidenses que muy deprisa se dieron la vuelta en su vehículo militar humvee y se alejaron de nosotros. «Esto no va bien», pensé.
Nos subimos a las ambulancias y seguimos camino. «Nos han preparado una emboscada», dije. «No necesitan preparar una emboscada para cogernos», replicó un hombre del Creciente Rojo. El humvee estaba aparcado debajo de unos árboles en el lado derecho de la carretera con su armamento apuntando hacia nosotros. No vi los otros humvees. «Es una emboscada de verdad», pensé.
Llegada a al-Fursán
Seguimos adelante pasando las primeras casas del pueblo, que estaban quemadas. Después nos paramos delante de una mezquita. Salí y empecé a grabar. Dentro había muchos agujeros de armas BKC en las paredes de la mezquita y algunos daños estructurales evidentes. Oí a alguien que decía «no me grabe [la cara]». Cuando salí de la mezquita me encontré con cuatro jóvenes: parecían agotados, pálidos y furiosos porque habían dormido fuera. Más tarde supe que vigilaban el pueblo para evitar a los saqueadores. Uno de ellos estaba muy furioso. Gritaba. «Después de tres días venís a ayudarnos. ¿A quién le vais a dar la ayuda?: No hay nadie en el pueblo. Todo se han ido o están muertos», nos espetó.
Le pedí que habláramos aparte. Fuimos a un rincón de la mezquita y le dije: «Esta cinta que estoy grabando es para al-Jazeera; lo que digas y lo que grabe lo verán millones [de personas] Millones [de personas] escucharán lo que tú digas». El hombre me miró en silencio y después dijo: «Júrame por Alá Todopoderoso que esta cinta es para al-Jazeera«. Se lo juré. «En realidad dependo de un amigo que conoce a periodistas de al-Jazeera en Bagdad». Pidió a sus amigos que le dieran un pañuelo, que utilizó como una máscara [para taparse la cara] cuando empezamos la entrevista. Pensé que debía pudiera ser un combatiente y que me mataría si yo mismo fuera de al-Jazeera, pero la tristeza y el cansancio se reflejaban en su cara: no estaría así si fuera un combatiente.
El hombre se fue y se acercó al grupo de miembros del Creciente Rojo y a los periodistas de Bagdad TV que estaban hablando. Mientras, yo decidí empezar a filmar. Fui a la primera casa, en la que me ladró un perro, que no me dejaba pasar. Finalmente, entré. La habían prendido fuego desde el interior, y el techo se había desplomado. Parecía que alguien había utilizado explosivos para destruirla. Los muebles estaban mezclados con los escombros del techo. Vi una cuna de bebé, la grabé y después salí.
Al salir, los cuatro hombres me estaban esperando. Parecía que habían creído que iba en serio respecto a grabar el desastre. Hice una entrevista al hombre más alto. Se tapó la cara, excepto los ojos, y se quedó de pie delante de la casa y del coche quemados.
«Alrededor de 50 chevrolets de los comandos de la policía atacaron nuestro pueblo. Iban vestidos de negro; asesinaron a ocho personas y secuestraron a 22. Encontramos sus cadáveres por ahí», contó. Dijo que los combatientes venían de distintos lugares y confirmó que pertenecían al Ejército de El Mahdi y a las Brigadas de Badr [3]. El cuarto hombre me dijo que me enseñarían más casas incendiadas si les acompañaba. El cámara de Bagdad TV me molestó mucho: estaba muy cerca, grabándome por detrás. Yo no quería aparecer en televisión, sobre todo con la cámara a cuestas y grabando. Todo el mundo es un objetivo, pero los que salen en la televisión lo son incluso más.
Un pueblo desierto y destruido
Le pedí al entrevistado que nos adentráramos en el pueblo. El cámara de Bagdad TV tuvo miedo y volvió a las ambulancias. Yo también tenía miedo. El panorama era horrible. El pueblo estaba desierto y destruido. Todas las casas estaban quemadas, tanto las de arcilla como las de cemento. Había hollín por todas partes, en las ventanas y en las puertas. Los coches quemados, los camiones quemados. Esqueletos de animales por todas partes. Los asaltantes asesinaron a todo lo que estaba vivo.
[Los paramilitares] asaltan los pueblos varias veces, así que podría suceder estando nosotros allí. El hombre alto me dijo que tras el asalto las familias del pueblo se instalaron en una zona cercana al pueblo. «Teníamos que regresar y echarles», dice. Después comprendí que los milicianos estaban [asentados] cerca del pueblo, esperando a que los vecinos regresaran para asesinarles. Pero la gente del pueblo pidió ayuda a amigos de otros pueblos próximos. [La policía] regresó finalmente, produciéndose una sangrienta batalla que dejó cuatro coches de policía quemados.
Me fui a una zona alta y filmé una vista panorámica de las casas. El pueblo estaba dividido en grupos, cada uno de los cuales está formado por cuatro o cinco casas una pegada a la otra; cada grupo [de casas] está separado uno de otro unos 100 metros. Los hombres me enseñaron las señales de las balas de las balas de las BKC y de los kalashnikovs. Parecía que los atacantes dispararon contra las casas antes de entrar en ellas.
Fuimos a una casa en la que ejecutaron a una familia al completo. Grabé desde dentro (después fue emitido por al-Jazeera). En ese momento llegaron los [soldados] estadounidenses. Pasaron cerca de la casa. Me escondí, cambié la cinta de la cámara y espere a que los estadounidenses se marcharan y empecé a grabar otra vez.
Entonces me llevaron a una casa en la que uno de ellos me dijo que un niño de 10 años, que había salido huyendo de los atacantes, se había escondido en una habitación cerca de la casa. El hombre señaló la habitación y dijo: «Te voy a enseñar lo que hicieron». Entró en la habitación delante de mí (yo seguía grabando) y dijo: «Ven, ven». Me enseñó una mancha de sangre en el suelo de la habitación y dijo que los atacantes habían asesino al niño aquí. El hombre se puso muy nervioso. Otro hombre dijo: «Mira la sangre en la pared». Ciertamente, había cuatro o cinco agujeros y manchas de sangre en la pared. Parece que obligaron al niño a ponerse contra la pared y le dispararon en la cabeza. Los agujeros estaban a una altura de 125-130 centímetros del suelo, la altura del niño. Vimos más agujeros de bala de armas BKC.
Los hombres dijeron que habían encontrado el cuerpo del niño al lado, en unos matorrales. «Lo enterramos media hora antes de que usted viniese». También enteraron otros ocho cuerpos, entre ellos una mujer, ancianos y niños del pueblo.
Entonces nos fuimos corriendo hacia otra casa, sonde otra persona había sido asimismo ejecutada, el imán de la mezquita del pueblo, el sheik Abu Ayse. Los hombres me mostraron un lugar donde los milicianos le dijeron que se arrodillara; le dispararon con una BKC y un kalashnikov. Me enseñaron una gran mancha de sangre en el suelo y agujeros de bala. Dijeron que lo habían matado delante de su familia. No les preguntarle qué les pasó a ellos.
Uno de los que me acompañaba dijo: «[el primer ministro en funcionales] al-Yaafari quiere echar a los sunníes de Bagdad, es una guerra contra los sunníes. ¿Por qué mandó a la Brigada Lobo, a la Brigada Escorpión, a la Brigada León, a la Brigada Halcón [4] y al Ejército de El Mahdi, todos ellos vestidos de negro, para que nos asesinara? Ellos hablan de terrorismo, pero, ¿qué es esto?». El hombre tiró con rabia los casquillos de bala que llevaba mientras me enseñaba el cadáver de una vaca, muerta por los asaltantes con una BKC y con un agujero enrome en el cuello: «Aquí está nuestra policía matando a nuestros animales, pero eso no es terrorismo. Ellos les dieron BKC para matar también a nuestros animales».
En ese momento, la gente de las ambulancias empezó a llamarme con un megáfono. Era tarde y teníamos que volver deprisa a los coches. Me metí en la ambulancia y ellos en un camión y se marcharon. Fui a al-Jazeera, les di las cintas: la cadena emitió parte de las imágenes grabadas, pero ninguna de las entrevistas.
Notas de IraqSolidaridad:
1. En los días posteriores a la voladura de la Cúpula Dorada de la mezquita de Samarra, 450 civiles fueron asesinados y 81 mezquitas sunníes atacadas (IslamOnline.net, 23 de marzo, 2006). Hasta 1.700 iraquíes sunníes habrían sido asesinados por Escuadrones de la muerte parapoliciales desde entonces (Reuters, 30 de marzo, 2006).
2. Literalmente, «Completamente vestidos de negro».
3. Respectivamente la milicia del clérigo as-Sáder y del Congreso Supremo de la Revolución Islámica en Iraq. As-Sáder se ha convertido en el principal apoyo del primer ministro en funciones al-Yaafari, designado por el bloque electoral chií vencedor en las elecciones de diciembre para seguir en este cargo, en contra de la opinión del bloque kurdo, de otras formaciones menores iraquíes del nuevo parlamento y ya abiertamente de EEUU (The New York Times, 28 de marzo, 2006).
4. Nombres por los que se conocen distintos cuerpos especiales de la policía iraquí. Véase en IraqSolidaridad: Mahan Abedin: Badr, Irán y los nuevos cuerpos de seguridad iraquíes y Tom Lasseter: Irán gana influencia y poder en Iraq a través de las milicias – Paul Martin y Maria Cedrell: Militares iraníes al frente de los centros de tortura en Iraq
IraqSolidaridad (www.iraqsolidaridad.org). Traducido del inglés para IraqSolidaridad por Paloma Valverde