La forma en la que ha sido eliminado Abu Musaab al-Zarqaui dice mucho de la situación y de los métodos de actuación de los ocupantes y de su gobierno iraquí tutelado. La opción del asesinato selectivo, en lugar de la detención y posterior juicio del «terrorista más buscado de Iraq», da cuenta de la situación […]
La forma en la que ha sido eliminado Abu Musaab al-Zarqaui dice mucho de la situación y de los métodos de actuación de los ocupantes y de su gobierno iraquí tutelado. La opción del asesinato selectivo, en lugar de la detención y posterior juicio del «terrorista más buscado de Iraq», da cuenta de la situación de guerra despiadada que vive este país, no del «desarrollo de un proceso democrático», como reiteran unos y otros. Lo lógico en esa sociedad democrática y fiel al Derecho que nos intentan vender, que es este Iraq bajo ocupación, sería haber rodeado la casa donde se encontraba el sospechoso junto con otras siete personas, incluidas dos mujeres -de las que, por cierto, ningún medio de comunicación parece ocuparse, pues al parecer no se merecen ni el calificativo de «daño colateral» habida cuenta de que si compartían casa con el terrorista más buscado se merecían la misma ejecución sumaria [1]. Pero parece que Washington no quería repetir la experiencia del juicio de Sadam Huseín, que no está discurriendo por el sendereo que la ocupación esperaba, sino que se ha convertido en un escaparate para que el antiguo presidente siga estando presente en la realidad iraquí, garantizándose regularmente unos minutos en todas las cadenas árabes e iraquíes.
Hay articulistas que parece haber olvidado estos mismos principios de libertad y de estado de Derecho que defendían cuando llegaron los carros de combate estadounidenses:
«Una vez más, la historia ha dictado una sentencia justa contra quien ha infringido sus leyes.» [2].
Espeluzna observar cómo estas plumas árabes al servicio de la criminal política estadounidense en Oriente Medio pueden tener una memoria tan corta y olvidarse de cómo la «Justicia de la Historia» y los cazas dictan sentencias erradas una y otra vez contra una aldea de Pakistán, una ciudad iraquí o una playa de Gaza.
Ascensión y caída de al-Zarqaui
La trayectoria de al-Zarqaui dentro del islamismo radical empieza en Afganistán, pero no bajo las órdenes de Ben Laden. Cuando fue liberado en Jordania, en el año 1999, por una amnistía del rey Abdalá de Jordania tras cumplir cuatro años en prisión por haber intentado atacar intereses estadounidenses e israelíes, volvió a Afganistán. Allí mantuvo una serie de diferencias con Osama Ben Laden y su lugarteniente al-Zawahiri que le llevarían a negarse a presentar la beia, o acto de vasallaje, al líder de Al Qaeda prefiriendo someterse a la autoridad del Mulá Omar, líder de los talibanes. A través de la intermediación del egipcio Seif al-Adal, miembro del Consejo de Seguridad de Al Qaeda, logró que le enviasen a Herat, en la frontera iraní, donde se había creado un campamento de Yund al-Sham (El Ejército del Sham) que, dependiendo de las fuentes, llegó a dirigir él mismo.
Derrocado el régimen talibán tras la invasión estadounidense de Afganistán, al-Zarqaui cruza a Irán con un grupo de árabes para después entrar a Iraq a través del Kurdistán. De este primer grupo, dirigido por al-Zarqaui, que se haría llamar Ansar al-Sunna, no se conoce presencia fuera del Kurdistán iraquí hasta agosto de 2003, unos meses después de la caída de Bagdad, lo cual invalida los intentos de algunos medios y dirigentes estadounidenses de ligar a este personaje con el régimen de Sadam Huseín. La realidad es más bien la contraria: es el colapso del Estado iraquí posterior a la invasión el que crea el caos adecuado para que un grupo sin apoyo ni estructura previa local se infiltre en el centro de Iraq.
Las primeras acciones contra la ocupación del grupo de al-Zarqaui llevaban la firma del grupo Monoteísmo y Yihad, lo que indica su desvinculación inicial con Al Qaeda, que no contaba con ninguna infraestructura en Iraq. Esta falta de infraestructura y de capacidad para introducirse en Iraq lleva a los dos máximos líderes de Al Qaeda, a pesar de sus discrepancias [3], a aceptar a al-Zarqaui como su representante en Iraq, sobre todo tras el anuncio de éste de la creación de un emirato, a imagen y semejanza del talibán, en el oeste de Iraq. Al-Zarqaui también aparcó sus diferencias con Ben Laden tras la amenaza de su lugarteniente de nombrar a Abderrahmán al-Iraqui número uno de Al Qaeda en Iraq [4].
El resultado fue la reaparición de Al Qaeda en el campo de batalla más importante del momento para el mundo árabe e islámico justo cuando andaba escondiéndose por las montañas de Afganistán y Pakistán. Los ocupantes de Iraq y su destrucción del Estado iraquí dieron una oportunidad de oro a Al Qaeda para entrar en Iraq y utilizar esta lucha, como han utilizado otras causas, para ganar prestigio y reclutar adeptos en una capa muy concreta del extremismo islámico. Hay informaciones que hablan de que en el momento álgido de Al Qaeda en Iraq se usaba el territorio iraquí para entrenar a sus seguidores para luego enviarlos a distintos lugares del mundo a realizar la yihad por cuenta de Ben Laden [5].
Pero lejos de lograr la instauración del ansiado emirato, la situación del grupo de al-Zarqaui ha ido empeorando a medida que se ha ido desarrollando la lucha contra la ocupación. Su deseada trasformación de un pequeño grupúsculo, que había llegado a Iraq para luchar contra los estadounidenses -probablemente financiados y armados en un principio por Irán-, en el referente árabe e islámico de la lucha contra la ocupación imperialista nunca sucedió. En el momento de mayor popularidad, la presencia de combatientes árabes en Iraq nunca se ha cifrado en más de unos pocos miles, de los cuales solo un puñado estaría bajo mando de al-Zarqaui. El desplazamiento del objetivo de este grupo desde los militares ocupantes a la propia población civil iraquí (principalmente, su comunidad chií) y los secuestros de trabajadores occidentales fue aislándolo de las formaciones armadas de la legítima resistencia, centradas en los ataques contra el ocupante. Al principio, los grupos de la resistencia se limitaron a señalar la diferencia con las acciones de los llamados grupos takfiristas o anatematizadores [6] mediante de comunicados públicos. Independientemente de si todos los grupos de esta corriente radical integristas estaban o no bajo las órdenes de al-Zarqaui, sus acciones son insignificantes, cuantitativamente, si se comparan con las del resto de la resistencia [7], pero mediáticamente sí han tenido una gran cobertura. Por un lado, por el gran número de víctimas, especialmente entre la población civil y, por otro lado, con la clara intención de mezclar toda acción armada en Iraq y no diferenciar entre la resistencia legítima, que ataca objetivos militares, y estos grupos dispuestos a «limpiar la sociedad de herejes».
Al-Zarqaui después de hacer un llamamiento a los sunníes para que le secundasen en su guerra contra los infieles chiíes, lo que fue enérgicamente rechazado, empezó a asesinar también a importantes referentes religiosos sunníes [8]. Todo este cúmulo de circunstancias, incluyendo el daño que a la imagen de la resistencia hacía al-Zarqaui, llevó a los grupos de la resistencia y a los sheijs de las tribus de las zonas donde se asentaba a declararle la guerra, llegando a enfrentamientos armados en ciudades como en Faluya y en la misma Baquba, donde se había refugiado y donde fue, finalmente, muerto [9].
Forzado por las dificultades que afrontaba por su incapacidad de reclutar a más seguidores dentro de Iraq, el mayor control de la frontera siria y el consecuente descenso en la llegada de refuerzos del exterior-, la falta de apoyo entre la población local y el presunto abandono del apoyo de Irán [10], al-Zarqaui decide intentar concentrar sus ataques en la ciudad de Bagdad y batallar allí su guerra contra el chiísmo [11], convirtiendo la capital iraquí en un infierno mayor, si cabe, del ya creado por los ocupantes: esta guerra ,cuyo objetivo son los mismos bagdadíes, tiene en el otro bando a los Escuadrones de la muerte de las milicias chiíes, que buscan convertir Bagdad en una ciudad de población mayoritariamente chií [12].
Al Qaeda en Iraq sin al-Zarqaui
A pesar de que se ha difundido un comunicado de Al Qaeda -recogido íntegramente por la prensa árabe- en el que se asegura que el sucesor de al-Zarqaui es Abderrahmán al-Iraqui, fuentes integristas en Londres han asegurado a al-Sharq al-Awsat [13] que el sucesor definitivo será bendecido por Ben Laden en un futuro mensaje grabado. De hecho, el lunes, 12 la cadena al-Jazeera daba cuenta de un nuevo comunicado de Al Qaeda en el que se afirmaba que el sucesor de al-Zarqaui no sería el mencionado al-Iraqui, sino Abu Hamza al-Muhayir.
La evolución futura y la designación del dirigente que debe liderar Al Qaeda dependen de lo que decida la cúpula de la organización en Afganistán. Pero según escribe Abdel Bari Atuán en al-Quds al-Arabi, es posible un cambio de estrategia que permita a la organización integrista recuperar su reconocimiento dentro de las capas más extremistas de la sociedad islámica iraquí, perdido por la campaña de asesinatos indiscriminados contra la población civil cometidos por al-Zarqaui:
«Quizá la organización Al Qaeda abra una nueva página en su labor militar en Iraq tras la muerte de al-Zarqaui, concentrándose en acciones militares que tengan como objetivo las tropas estadounidense y los miembros de la seguridad iraquí. Puede que incluso se replanteen el lanzar coches bombas para matar a iraquíes chiíes, ya que la cúpula no quiere abrir una guerra con Irán que ha dado cobijo a varios miembros de la red tras la invasión estadounidense de Afganistán.» [14]
Pero la opción más apuntada es el continuismo y la profundización de la campaña de violencia sectaria con la que Al Qaeda está intentando fracturar confesionalmente el país siguiendo la pauta de división sectaria que han marcado y alentado, desde el principio, las autoridades de ocupación. De ser así, el futuro es oscuro para Iraq porque, a pesar de que la importancia numérica sea ínfima, es relativamente sencillo seguir poniendo bombas en lugares públicos, mientras las milicias chiíes hacen lo propio en los barrios sunníes.
El nombramiento, finalmente, de los ministerios de Interior y Defensa [15] no va a mejorar el panorama de seguridad, ni se van a controlar las acciones de las milicias ni de los grupos takfiristas. La promesa del primer ministro iraquí al-Maliki de disolver todas las milicias es tan irreal como débil es su puesto al frente de un gobierno en el que su partido -Dawa- es minoritario dentro de la coalición chií, Alianza Unida Iraquí, que lo sustenta [16]. Las milicias que pretende desmantelar están comandadas por los mismos partidos que han colocado a al-Maliki al frente del gobierno: las Brigadas Badr (del Consejo Supremo de la Revolución Islámica de Iraq), el Ejército del Mehdi (de la Corriente as-Sáder) y los peshmergas kurdos.
La única salida para acabar con la presencia de estos grupos es terminar con la situación que les ha permitido entrar en Iraq: la ocupación. Una salida de las tropas extranjeras y la formación de un verdadero gobierno de unidad nacional que cuente con el apoyo de la resistencia armada, acompañado de unas verdaderas fuerzas de seguridad compuestas por antiguos miembros de las mismas y lejos de la infiltración de las milicias partidistas, pueden hacer recuperar la estabilidad a Iraq y alejar la división étnica y confesional impuesta por la ocupación como método para desarticular a este país como posible potencia regional.
Notas del autor y de IraqSolidaridad:
1. Algunos medios árabes hablan de que podría tratarse de alguna de las tres mujeres de al-Zarqaui: al-Sharq al-Awsat, 9 de junio de 2006. Traducido en Boletín de Prensa Árabe: Según asegura az-Zamán en su edición del día 13 de junio, citando a fuentes de los servicios secretos jordanos, la mujer de Zarqaui originaria de Faluya, Isrá Yasín Yarad y el hijo de ambos, de 18 meses, murieron en el bombardeo estadounidense que causó la muerte de al-Zarqaui. 2. Abdeljáleq Huseín, Elaf, 9 de junio de 2006. Traducido en Boletín de Prensa Árabe. 3. Al-Zawahiri mandó una carta a al-Zarqaui en la que criticaba los asesinatos de rehenes ante las cámaras, el envío de coches bombas a las celebraciones chiíes, aglomeraciones y mercados chiíes en Bagdad, Nayaf y Kerbalá. 4. Pasa de denominarse Al Tauhid wal Yihad (Monoteísmo y Yihad) a Tandim Qaeda Al-Yihad fi Bilad al-Rafidain (Organización Al Qaeda de la Yihad en Mesopotamia) tras la confirmación de Ben Laden en un mensaje sonoro. 5. «Según un responsable en los Servicios de inteligencia jordana, 300 reclutas entrenados por al-Zarqaui volvieron a sus países», az-Zamán, 12 de junio de 2006. Traducido en Boletín de Prensa Árabe. 6. Por exigencia de al-Zawahiri, al-Zarqaui forma el Consejo Consultivo de los Muyahidines (véase en IraqSolidaridad: Carlos Varea: La negociación entre EEUU y la resistencia iraquí), donde se agrupa una serie de organizaciones desconocidas hasta hace unos meses. Al-Zarqaui es obligado a nombrar a Abderrahmán al-Iraqui como jefe de la rama política en una muestra del descontento de la dirección de Al Qaeda con su labor y de la creciente debilidad del poder de al-Zarqaui en la organización. Véase en IraqSolidaridad: Pedro Rojo: Cruce de declaraciones entre al-Zarqaui, los ocupantes y la resistencia 7. Véase en IraqSolidaridad: Carlos Varea: Iraq, tras la muerte de al-Zarqaui 8. Véase en IraqSolidaridad: Al Qaeda asesina al alcalde de Faluya, el ‘sheij’ al-Nazar al-Duleimi. La resistencia crea una organización unificada en al-Anbar para hacer frente a la red de al-Zarqaui 9. Véase en IraqSolidaridad: Carlos Varea: Enfrentamientos entre la resistencia y Al Qaeda en Iraq 10. Irán ha declarado públicamente su «satisfacción» por la muerte de al-Zarqaui. 11. Véase en IraqSolidaridad: Pedro Rojo: Cruce de declaraciones entre al-Zarqaui, los ocupantes y la resistencia 12. Véase en IraqSolidaridad: Andrew Buncombe y Patrick Cockburn: Miles de personas han sido asesinadas en los últimos meses por los ‘Escuadrones de la muerte’ – Carlos Varea: El pueblo iraquí considera mayoritariamente que la ocupación empeora la situación y Mahan Abedin: Badr, Irán y los nuevos cuerpos de seguridad iraquíes 13. Al-Sharq al-Awsat, 9 de junio de 2006. Traducido en Boletín de Prensa Árabe. 14. Al-Quds al-Arabi, 9 de junio de 2006. Traducido en Boletín de Prensa Árabe. 15. La cartera de Interior ha sido otorgada al chií Jawad al-Bulani; la de Defensa, al general Abd al-Qadir Jasim al-Ubaidi, un sunní, pero criticado por haber participado con las fuerzas estadounidenses en los brutales operativos militares en la provincia de al-Anbar, en concreto contra Faluya. 16. Véase en IraqSolidaridad: Nueva vuelta de tuerca en el afianzamiento del sectarismo en el país: Al-Maliki, nuevo primer ministro de Iraq y Carlos Varea: Nuevo gobierno en Iraq: inestable reparto sectario – La lista del nuevo gobierno.