Traducido para Rebelión por Anahí Seri
Los iraquíes son un pueblo desgraciado, eso ya se sabe. Pero aún no se ha corrido la voz de que son también un pueblo ridiculizado. Y no hay más que leer las declaraciones de los políticos usamericanos. Según ellos, los iraquíes no tienen más que alzarse, dar un paso adelante y resolver ellos mismos sus problemas.
Eso es puro sarcasmo, pues los iraquíes no se han buscado ellos mismos sus problemas, sino que se los han impuesto. Incluso su propia criatura, el déspota Sadam Husein, no se habría podido mantener tanto tiempo si no hubiera sido por la ayuda que recibió del extranjero. Además, los iraquíes no se trajeron a Al Qaeda a su país, y no son responsables de la incompetencia, la corrupción y la irresponsabilidad que caracterizan la intervención de USA en Iraq.
Y sin embargo, se los pretende castigar por los pecados que han cometido sus señores autodesignados. El nuevo plan del presidente de USA plantea exigencias a los líderes iraquíes. Elecciones en los parlamentos de las provincias, impulsar la economía, reconciliación nacional; estos son algunos de lo objetivos que debe lograr el gobierno, en caso contrario se les castigará. El presidente iraquí Yalal Talabani ya criticó una vez, vehementemente, y con razón, unas propuestas similares: «Nos tratan como a una colonia joven, no como a un estado soberano.»
¿Y por qué es tan importante mencionar estas cosas? Quien busque una solución para Iraq, deberá primero comprender la situación de los iraquíes; deberá poder imaginarse lo que significa salir todos los días a las calles de Bagdad sin saber si uno cualquiera de los coches va a volar por los aires y arrastrarnos a la muerte; debería comprender cómo se han grabado en la memoria de los iraquíes las escenas de las torturas en Abu Ghraib; debería también sondear el alcance de la desolación interior que ha dejado la dictadura. No se sentarán las bases para unas posibles soluciones hasta que no haya ocurrido esto. Opor el contrario. el mandar 20.000 soldados más a Iraq, como pretende Bush, da muestras de su desorientación.
Lo queramos o no, la política no se puede separar de la vida del individuo, tampoco en Iraq. Por esa razón se puede desarrollar una imagen de futuro, partiendo de la vida cotidiana del pueblo iraquí. Comencemos con una palabra clave de cualquier política: la confianza. ¿A quién se pueden dirigir los iraquíes? El gobierno de Bush les diría: «¡A nosotros! ¡Si hemos venido a liberaros!» A los iraquíes se les podría ocurrir que esa liberación les ha costado la vida a varios cientos de miles de los suyos. Ante este número, la promesa de Washington resulta vacua. Y lo mismo vale para el propio gobierno, que cuenta con el apoyo de USA. Les deja las manos libres a los escuadrones de la muerte y se salta todas las normas cuando les conviene.
Los iraquíes se enfrentan día a día a lo que en Washington no se quiere aceptar: la hegemonía de USA en Oriente Próximo ha tocado a su fin. La verborrea sobre la «victoria» en Iraq sólo pretende ocultar este hecho. Además, en los últimos tres años los iraquíes se han dado cuenta de que América no es un árbitro imparcial, en contra de la imagen de sí misma que le gusta dar. Las fuerzas militares de USA no formaron a un ejército iraquí, sino que hicieron posible que se constituyeran unas milicias que están arrastrando el país al abismo, sea intencionadamente o por ingenuidad; eso tiene poca importancia. USA ha apostado por un bando, los chiitas, y en contra del otro, los suníes; ha apoyado a unos y ha puesto trabas a los otros, lo cual ha favorecido la guerra civil.
Quedan los vecinos como como fuerzas de protección de los diversos grupos étnicos y religiosos de Iraq. Irán para los chiitas, Arabia Saudita para los sunitas, Turquía para los turcomanos; los kurdos son los únicos que no disponen de ningún aliado en sus fronteras, pero a cambio tienen un estado semi-autónomo. De hecho, este «modelo de fuerzas de protección» se ha convertido en una realidad en parte del país, dando lugar a sangrientos combates entre las milicias y a la amenaza de un conflicto regional. No es una perspectiva agradable, pero es por el momento lo más probable.
Por el momento, nótese; pues el sufrimiento de los iraquíes solamente disminuirá si consiguen unirse como un estado seguro de sí mismo frente a los vecinos que intrigan y las grandes potencias que intervienen. La cuestión es si esta idea va a imponerse entre los iraquíes. No cabe duda de que para ello necesitan ayuda, pero no la ayuda de los soldados de ocupación, ni usamericanos ni de otra nacionalidad.
http://www.zeit.de/2007/03/01-Irak?page=all