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Solo el apoyo popular puede explicar la capacidad creciente de la resistencia

Resistir para acabar con la ocupación

Fuentes: The Guardian

En Muqdadiyah, a unos 80 kilómetros de Bagdad, una mujer vestida con la tradicional abaya iraquí [1] se autoinmoló esta semana en un centro policial iraquí de reclutamiento. Este es el séptimo ataque suicida perpetrado por una mujer desde la invasión anglo-estadounidense en 2003, y una acción sin precedentes. Las mujeres iraquíes se ven impelidas […]

En Muqdadiyah, a unos 80 kilómetros de Bagdad, una mujer vestida con la tradicional abaya iraquí [1] se autoinmoló esta semana en un centro policial iraquí de reclutamiento. Este es el séptimo ataque suicida perpetrado por una mujer desde la invasión anglo-estadounidense en 2003, y una acción sin precedentes. Las mujeres iraquíes se ven impelidas por el dolor a la desesperación y a la autodestrucción. De acuerdo con un informe del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) emitido ayer [11 de abril], sus expectativas se reducen a suplicar ayuda para poder limpiar las calles de cadáveres. Es la misma frustración que impulsó a que cientos de miles [de mujeres] se manifestaran contra las fuerzas extranjeras en Nayaf el pasado lunes [9 de abril].

En el [inicio del] quinto año de ocupación, la división sectaria y étnica entre los políticos, los partidos y sus milicias se ha vuelto monstruosa, se ha vuelto contra sus creadores en la Zona Verde y aledaños y no ha disminuido entre los ciudadanos de a pie. Una consecuencia de esto es el gran cambio en el papel que desempeñan las mujeres.

Nuevo papel de las mujeres

Durante los tres primeros años de ocupación, las mujeres estuvieron, fundamentalmente, confinadas en sus hogares protegidas por los hombres de sus familias. Pero ahora que la barbarie de las circunstancias ha obligado a que muchas de ellas tomen las riendas de sus hogares, arriesgan sus vidas en la calle. Debido a que los hombres son el blanco principal de las tropas lideradas por EEUU, de las milicias y de los escuadrones de la muerte, se ve a las mujeres, cubiertas de negro, haciendo cola en las cárceles, en oficinas gubernamentales o en las morgues buscando a los parientes desaparecidos o detenidos; son las mujeres las que entierran a sus muertos. Bagdad se ha convertido en una ciudad de mujeres desconsoladas. Pero, contrariamente a lo que nos ha contado la ocupación y su régimen títere, Bagdad no es la única ciudad sujeta a la brutalidad que obliga a miles de iraquíes a abandonar el país todos los meses.

Por todo el país se encuentran cadáveres -desde Mosul, pasando por Kirkuk, hasta Basora- esposados, con los ojos vendados y acribillados a balazos, con signos evidentes de tortura. Los abandonan en las carreteras o se los encuentra flotando en el Tigris o en el Éufrates. Una amiga mía que encontró el cuerpo de su hermano en la cámara frigorífica [de la morgue] de un hospital me contó cómo examinó el cuerpo y se quedó aliviada. «[…] No le torturaron -me dijo-: sólo tenía un disparo en la cabeza».

La ocupación no ha dejado lugar para ninguna iniciativa independiente del proceso político oficialmente aprobado, para una oposición pacífica o para que la sociedad civil pueda crear redes que sirvan de puente frente a la división [sectaria] creada políticamente. Sólo la mezquita puede cumplir ese papel. En ausencia de Estado, algunas mezquitas proporcionan servicios básicos, [y] dirigen clínicas y escuelas. Además de la llamada a la oración, sus altavoces advierten a las personas de posibles ataques o piden donantes de sangre.

Acabar con el sentido de comunidad

Sin embargo, estos intentos de mantener un sentido de comunidad se ven frecuentemente aplastados. El martes [10 de abril], tropas del ejército iraquí, apoyadas por helicópteros estadounidenses, asaltaron una mezquita en el corazón de la ciudad vieja de Bagdad. Su respetado muecín Abú Saif y otros civiles fueron ejecutados en público. La gente del lugar se enfureció y atacaron a las tropas. Al finalizar el día, 34 personas habían muerto, incluidos mujeres y niños. Como es habitual, se culpó a los resistentes de la ejecución sumaria [del muecín] y de la masacre que se produjo a continuación. La declaración del ejército señaló que EEUU y las fuerzas iraquíes seguían «[…] localizando, identificando y asesinando a los resistentes que atacaron a la coalición y a las fuerza iraquíes de seguridad en la zona».

Es importante reconocer que la resistencia no sólo nació de convicciones ideológicas, religiosas y patrióticas, sino como respuesta a la realidad de las brutales acciones de la ocupación y de su administración. Es una respuesta a los allanamientos arbitrarios, a los registros humillantes, a los arrestos, a las detenciones, a las torturas y asesinatos. Según Cruz Roja, desde comienzos de 2006 «[…] el número de personas arrestadas o internadas por las fuerzas multinacionales de seguridad se ha incrementado en un 40 por ciento. El número de personas detenidas por las autoridades iraquíes también se ha incrementado considerablemente».

Muchos de los detenidos de seguridad son mujeres, quienes han sido objeto de abusos y violaciones y a quienes habitualmente detienen como un medio para obligar a los hombres de su familia a confesar crímenes que no han cometido. Según el diputado iraquí Mohamed al-Dainey, en 2006 se documentaron 65 casos de mujeres violadas en centros de detención de la ocupación. Actualmente cuatro mujeres se enfrentan a la ejecución -la pena de muerte para las mujeres estuvo prohibida en Iraq desde 1965 hasta 2004- por el supuesto asesinato de miembros de las fuerzas de seguridad. Ellas niegan están acusaciones y Amnistía Internacional [también] las ha cuestionado [2].

Una única solución

Sólo hay una solución para este desastre y es que EEUU y Reino Unido acepten que la resistencia iraquí luchará hasta el fin de la ocupación, y que comprendan que [la resistencia] está formada por iraquíes de a pie, no sólo por Al-Qaeda, no por sólo sunníes o shiíes, no por esos «[…] terroristas animados por países vecinos como Irán», como los definió Tony Blair. La solución está en reconocer que los iraquíes son un pueblo orgulloso, amante de la paz y que odia la ocupación, no unos a otros; y entender que el principal objetivo de la resistencia no son los civiles iraquíes.

Según el Instituto Brookings, instancia de investigación independiente de EEUU, el 75 por ciento de los ataques perpetrados tuvieron como blanco las fuerzas de ocupación y otro 17 por ciento a las fuerzas [de seguridad] del gobierno iraquí. El año pasado, el promedio de ataques se duplicó, llegando a 185 al día. Es decir, 1.300 a la semana, más de 5.500 al mes. Otra manera de hacer entender esta dimensión es [indicando] que cada hora, de día o de noche, se producen siete u ocho nuevos ataques.

Sin el apoyo del pueblo iraquí, directo o indirecto, este nivel de resistencia sería inalcanzable.

Haifa Zangana, exiliada iraquí,  es escritora, autora, entre otras obras, de ‘ Women on a Journey: Between Baghdad and London’. De ella se pueden leer en IraqSolidaridad:  Matanza tras matanza. La violencia sectaria permite a los ocupantes ocultar sus crímenes contra civiles ‘El peso de la humillación: la situación de las mujeres iraquíes detenidas’ Se tienen que ir, y pronto. Como en Vietnam, Argelia y Sudáfrica, la única opción de EEUU es negociar con la resistencia Muchos ‘triángulos’ de resistencia. Los ocupantes se niegan a aceptar que la resistencia está amparada por los iraquíes

Notas de IraqSolidaridad:

1. Largo traje negro que cubre la cabeza, propio de las mujeres shiíes. 2. Véase en IraqSolidaridad: Nota Informativa de la CEOSI: Una cifra indeterminada de mujeres detenidas por las fuerzas de ocupación y colaboracionistas

The Guardian (www.guardian.co.uk)
Traducido del inglés para IraqSolidaridad por Nadia Hasan http://www.iraqsolidaridad.org/2007/docs/20_04_07_Texto_Zangana.html