Frecuentemente, me encuentro con algunos compañeros o personas que se dicen de izquierdas y que descuidan sus defensas ideológicas a la hora de consumir ciertos productos culturales, en especial los dirigidos hacia los más pequeños de la casa. Algunos creen erróneamente que la cultura o el arte, son en gran medida ajenos a […]
Frecuentemente, me encuentro con algunos compañeros o personas que se dicen de izquierdas y que descuidan sus defensas ideológicas a la hora de consumir ciertos productos culturales, en especial los dirigidos hacia los más pequeños de la casa. Algunos creen erróneamente que la cultura o el arte, son en gran medida ajenos a la política, cuando en realidad conforman la vanguardia proseletista de lo que llamo la Cultura de la Alienación Universal (CAU). La CAU, no es sino el intento permanente de los ultracapitalistas (élite de la burguesía), de controlar las estructuras mentales y aún más importante, los deseos de la clase obrera y el conjunto de las clases populares.
En este artículo y a modo de ejemplo analizaré el caso de una conocida película de dibujos animados de la multinacional noreteamericana Walt Disney Company: «La Bella y la Bestia» («Beauty and the Beast», 1991, producida por Don Hahn). En este análisis siguiendo el método iconográfico de Panofsky, y los análisis de grandes autores marxistas sobre la superestructura cultural, demostraré mediante una lectura de clase, como a través de filmes aparentemente inofensivos e incluso simpáticos (para quien le haga gracia), los agentes de la CAU y del capitalismo imperialista neoliberal tratan de modelar la mente de las clases trabajadoras desde que nacen y hasta el momento de su muerte.
La película comienza con la narración en off de una historia de un príncipe egoísta y déspota (aquí nadie cuestiona la «maldad» del derecho monárquico), que vivía en su castillo (la tradición casi enfermiza de Disney por los príncipes y los castillos será una constante a lo largo de la historia de la compañía salvo honrosas excepciones). Una noche fría de invierno, tocan a la puerta del castillo y aparece una vieja de aspecto poco agraciado, y le pide por favor que la hospede esa dura noche. El príncipe al verla, repugnado por su aspecto, rechaza su propuesta. La vieja le dice que no se engañe, que la belleza está en el interior (éste es el lema que se repetirá a lo largo de toda la película y es parte de la hipócrita filosofía Disney). El príncipe no le hace ni caso y de repente la vieja se convierte en una bella hada, que en represalia, le transforma en una «horrible bestia». La hada le explica que hasta que no aprenda a amar a una mujer y ella le ame a él, no volverá a su estado humano, con la dificultad añadida que tiene un tiempo limitado para hacerlo, hasta que se marchite una flor mágica que le hace entrega. Hasta aquí y aplicando la Ley del Talión, tenemos un castigo un tanto desorbitado, pero ahora viene lo mejor. Resulta que la hada, no contenta con desgraciarle la vida al muchacho (que en el fondo era un niño ricachón y consentido), decide amargársela a toda la corte real que si no tenían bastante con ser súbditos, ahora se transformaran en objetos tales como un candelabro, un reloj o una tetera. Desde que era pequeño y visioné el filme y a tenor de lo expuesto, no tenía claro quien era más déspota y cruel, si el príncipe pijo o la bella hada. Debemos entender que todos los encantamientos de los pobres súbditos no eran sino «daños colaterales» como en las «guerras preventivas».
A continuación pasamos a un bello y entrañable pueblo francés donde una joven a quien llaman «Bella» (esto sinceramente me supera, no hay por donde cogerlo), se pasea por él con un libro mientras todos sus vecinos la critican por no relacionarse con ellos y por estar todo el día leyendo. Esto último es muy interesante, ya que esboza un pueblo inculto e intolerante (constante de la multinacional americana como aocurre también en la postmodernista serie «The Simpsons» de otra poderosa y reaccionaria multinacional: la Fox). Además sólo tienen en consideración a Bella y no la apedrean, la queman en la hoguera o algo de esa calaña, porque valga la redundancia es «bella» (repitamos como buenos borregos que la belleza está en el interior). Es curioso que en casi todas las películas Disney, el retrato que se hace del pueblo es el de una masa inculta, manipulable y cruel en contraposición con el concepto romántico burgués de héroe lleno de ideales y nobleza (que curiosamente suelen ser de sangre real o no serlo, y acabar siéndolo porque en el fondo se lo merecían, como es el caso de «Aladdín»).
Al acabar su paseo por el pueblo con coreografía y canción coral con todos los miembros del mismo incluidos, llega a la librería donde le confiesa al viejo propietario que le encantan los libros de «mundos mágicos, príncipes y princesas» (reincidimos sobre el tema). Bella se nos presenta como una chica soñadora (como las niñas y adolescentes que verán la película), que desea vivir según sus propias palabras «hermosas aventuras».
Más tarde vuelve a su casa, donde se nos presenta al padre de la protagonista. Él es un viejo un tanto estrafalario que podría ser una mezcla entre Santa Claus y Albert Einstein, que se dedica a hacer ingeniosos inventos. El padre espera ser reconocido en una feria que por lo visto se va a celebrar fuera del pueblo, así que parte con su caballo y la máquina cortadora de leña que transporta como invento.
El padre se pierde por el camino, donde unos feroces lobos le persiguen y para escapar de ellos debe «invadir una propiedad privada», en este caso el castillo de la Bestia. Es importante enfatizar el hecho de que se cuela en la «mansión» de la Bestia porque le persiguen las feroces criaturas, porque está a punto de morir, sino los creadores de la película jamás hubieran puesto al entrañable viejo invadiendo las posesiones de otro individuo, y menos de alguien más rico que él y por tanto (en especial en una sociedad ultra-capitalista como la americana) más importante.
En el interior los súbditos de la Bestia hacen su aparición. Los más importantes que harán de secundarios en la película son un candelabro que se llama Lumiére y un reloj que se llama Ding-dong (recordemos que el público principal es infantil, por decir algo). Ellos que son sirvientes obedientes y por tanto disfrutan con ello (cada uno tiene su sitio, como «el ciclo de la vida» que veremos más tarde en «El rey león»). En ningún momento, faltaría más, se cuestionan o se rebelan contra su amo, al cual le deben su deplorable estado actual, porque ante todo, son buenos trabajadores americanos: es decir, obedientes y sumisos (preferiblemente no sindicados). Cada uno tiene su lugar, unos se quedan con el castillo y la guapa de la película y los demás como mucho aplauden y se alegran. Ejemplo actual de esto sería también la boda de «Don» Felipe y «Doña» Leticia y los ciudadanos más alienados y consumidores de tele-basura aplaudiendo como monos a los que les dan cacahuetes). Algunos decimos: «…pero ¿ por qué les aplaudís, no os dais cuenta que eso no es democrático, que la monarquía es una institución que pertenece a la Edad Media y al llamado Antiguo Régimen ?», entonces ellos nos miran mal y nos contestan enojados…»¡ pero son los Reyes de España!»……eh, ejem, ejem, entendido. Volviendo a la historia, la Bestia encuentra al viejo padre y como está cabreada por que no se acepta tal y como es, esto es: feo; la paga con los demás, y por tanto encierra al viejo por «entrar a su propiedad privada» y por sentarse en «su» sillón favorito.
En la siguiente escena aparece el verdadero malo de la película: Gastón, un apuesto y forzudo cazador que tiene conquistado el corazón o la líbido de todas las muchachas del poblado (pobrecitas ellas no saben leer, no son de ciudad parece decirnos la película). Las muchachas del pueblo en realidad son tres hermanas gemelas, que siguen el paradigma típico americano de rubia, tonta con voluptuosos senos que podría ser portada de «Playboy». Porque no nos engañemos, aquí la cosa no va de que Bella sea progresista ni nada de eso, sino que Bella lee y es alguien especial que merece transcender de su posición y por tanto enriquecerse. Esto no deja de ser producto del mito americano de «la tierra de las oportunidades», del «si eres capaz , si vales, triunfas» (esto es: te haces rico). Este mito que tiene mucho que ver con el dicho del burro y la zanahoria, ejerce una función esencial en una sociedad como la estadounidense llena de desigualdades sociales, con una bolsa de personas bajo el umbral de la pobreza (cerca del 20%) creciente, con dosis importante de racismo, con 2 millones de personas en las cárceles, con la mayor criminalidad de los países desarrollados y con las élites económicas cada vez más ricas y poderosas. A Gastón le gusta la protagonista porque como su nombre indica es la más «bella del poblado» (Gastón dixit). Pero lamentablemente Gastón es muy zoquete para ella, «no tiene modales» (Bella dixit) y no le gusta la lectura (¿por qué no es príncipe, herederos de Walt?). En la escena Gastón va a pedirle matrimonio pero ella le rechaza, con el consiguiente enfado del macho que dice que la conseguirá sea como sea.
A continuación Bella ve al caballo de su padre que llega asustado y le dice que la lleve hasta su progenitor. Bella encuentra el castillo y a papá, la Bestia los coge «infraganti», ella se canjea por él y su padre es devuelto al pueblo sin posibilidad de despedirse de su hija por un monstruoso carruaje encantado.
La convivencia entre Bella y Bestia es difícil al principio, debido a que por el cabreo y tensión acumulados (comprensible por otra parte) que sufre Bestia por el hechizo que puede pasar a ser eterno, está un tanto irascible y se dedica a hablar a gritos con Bella. Llega un momento que ésta se introduce como hizo su padre en otra «propiedad privada prohibida» de la Bestia (el Ala Oeste de su mansión), ésta última la descubre y la hecha del castillo, pero Bella es atacada por los lobos del bosque (al igual que su padre) y Bestia sale y decide intervenir salvándole la vida y malhiriéndose por ella. Bella, en compensación, le cuida en el castillo y todo empieza a cambiar, comienza a ver a la Bestia con otros ojos, empieza a enamorarse de ella. Hago aquí un inciso para preguntarme en voz alta, ¿ a Bestia por el mero hecho de ser guapa Bella, ya se sintió enamorado por ella desde el principio?….recordemos irónicamente lo de la «belleza está en el interior». Curiosamente también, el punto crítico donde se ve como Bella comienza a ilusionarse con Bestia es cuando ésta última le enseña su enorme biblioteca (¿no decían que el tamaño no importa?). Los niños podrían sacar una moraleja un tanto materialista del tipo «aunque seas feo si tienes dinero te quedas con la chica» o «lo que importa es tener un buen coche». Yo me pregunto, ¿qué hubiera pasado si la Bestia además de fea fuera pobre y hubiese vivido en una buhardilla de una casa abandonada en medio del bosque?, ¿Bella lo hubiera amado igual?, e incluso, ¿qué hubiera pasado si Bella fuera «Fea» y Bestia hubiese preferido quedarse tal cual para el resto de su vida antes que estar con «Fea»?
Continuemos. Así que Bella y Bestia comienzan a enamorarse, pero Bella está apenada porque no puede ver a su padre. Por ello, Bestia le enseña un espejo mágico en donde se ve a su papá en apuros mientras se dirige al castillo en busca de la protagonista. Bestia debido al amor que siente, deja marchar a Bella para que ayude a su padre.
Cuando Bella llega con su progenitor al pueblo, Gastón ha convencido al responsable de un manicomio para que encierre al padre a menos que Bella acepte casarse con él . Debido a que el pueblo (ignorante cómo no, en el mundo Disney) piensa que el padre está ido debido a que en una escena anterior vino a pedirles ayuda para salvar a su hija de la Bestia, se hallan allí en apoyo de Gastón. Como no creen en la existencia de la Bestia, Bella saca el espejo mágico que le obsequió su por ahora «amigo especial» y entonces enseña a todos de su existencia. Al ver el panorama y comprobar que Bella siente algo por Bestia, Gastón enfurecido arenga al pueblo a que vayan a matar a la Bestia ante la excusa de que sino matará a los hijos de los aldeanos durante la noche. A la vez, encierran a Bella y a su padre en un sótano de su casa, pero mientras Gastón y el pueblo se dirigen al castillo de la Bestia, estos consiguen escapar mediante la ayuda de un súbdito del castillo encantado (siempre fieles, como perros) en forma de taza.
Al llegar al castillo, se enfrentan los malos (el pueblo llano e inculto) con los súbditos encantados (que aunque son sirvientes están en contacto con la realeza y por roce son más cultos y educados). Evidentemente ganan los últimos, mientras en la azotea del castillo Gastón y Bestia se enfrentan. Mejor dicho, al principio sólo es Gastón quien ataca ya que Bestia esta hundido por la ausencia de su amada. Cuando está a punto de matarlo, Bella hace su aparición y Bestia se crece y cuando se encuentra a punto de matar a Gastón, le perdona la vida. Éste último deja en evidencia que es ruín y poco valeroso al implorarle perdón, Bestia que es generoso (es un liberal, un demócrata americano, una «paloma», un blando para los republicanos) le perdona. Pero como los «halcones» conservadores son los que tienen mano dura y saben de que van las guerras, la escena no puede quedar así. Entonces, Gastón le ataca por la espalda hiriendo a Bestia de muerte. Está última en un gesto reflejo lo lanza hacia el vacío dándole muerte. Moraleja: no se puede ser blando con la «escoria». Filosofía esta de la mano dura, que sirve como tapadera para todas las guerras imperialistas que Estados Unidos viene realizando especialmente desde que acabó la Segunda Guerra Mundial. Ellos suelen decir » es que Sadam/Noriega/Casrtro es muy malo, no se puede ser blando con él». En la hipócrita política exterior de la élite estadounidense, ser «blando» significa hacerles un embargo como hicieron con Irak y aun hacen con Cuba, hacer que miles de personas del pueblo mueran ante la ausencia de alimentos, medicamentos o un mínimo de condiciones saludables de vida. Ser duro, en cambio, es simplemente masacrar por la vía típica del ejército o el terrorismo de Estado a quien se ponga por delante.
En su lecho de muerte, Bella abraza a la Bestia y le ruega que no se muera. El milagro ya ocurrió. Así que cuando la Bestia parece que ha muerto, resucita y se transforma en un apuesto príncipe, el que era antes del hechizo. Todos sus súbditos se transforman también en personas, pero mantienen lo más importante: su condición de sirvientes. Así que todo vuelve al «Status Quo» excepto que ahora el príncipe es bueno y noble y tiene a la chica. Llegados a este punto del final feliz, resta plantearnos una última cuestión: ¿les subirá el bueno del Príncipe el sueldo a los empleados?
Algunos ejemplos de lo dicho…
- En una escena se ve a Lumiere (el candelabro andante) tras una cortina «dándose el lote» con una mocha que simboliza a una chica de voluptuosas formas tal y como se descubre al final cuando vuelve a su forma de persona. Lumiere que aunque todos se supone que son franceses es el único que tiene acento francés, representa el estereotipo del cine americano de francés «demasiado liberal» y casi pervertido (si por él fuera haría «ménage a trois»). Muy interesante es la actitud de la moza-mocha que se resiste, pero le gusta, en la mejor tradición del cine porno más típico y reaccionario. No sé aquí que ejemplo para los niños están dando, del tipo «si la chica te dice que no en el fondo es que sí».
- Subrayando el carácter piramidal y jerarquizado de los mundos Disney, en la escena musical en la que los objetos encantados cantan la canción «El gran festín», Lumiere en un momento hace un solo vocal y dice apenado «…ah los viejos tiempos laboriosos, uno no podía ni dormir» Le gusta que le exploten laboralmente porque le encanta su trabajo (¡!), o cuando canta refiriéndose a su estado actual: «triste y deprimente es la vida de un sirviente sino tiene a nadie que servir» (moraleja: cuantas más horas trabajen mejor y no le hagas ni contrato, que les limitas su vocación de quitar el polvo).
- En la versión actualizada de la «Bella y la bestia» que he tenido ocasión de ver hay un nuevo fragmento musical que lleva por título «Humano otra vez». En él, los súbditos encantados cantan lo que desean hacer en cuanto vuelvan a ser humanos. Así nos encontramos perlas «progresistas» de este calibre: «volveré a cocinar, adelgazaré, mi porte llevaré» (mujer-armario dixit).
- A resaltar también, el predominio de «polvo de oro» que inunda todo en el famoso baile en el salón entre Bestia y la Bella. ¿Lo hermoso para Disney es equivalente a estar rodeado de oro?…..¿dónde está aquí aquello de «la belleza está en el interior» que es repetido por la taza, mientras la pareja acaba el baile y se ve una panorámica del enorme salón con unos enormes ventanales que permiten ver un cielo estrellado? Así me veo obligado a decirles a los responsables de Disney que yo no tengo ese salón lleno de oro y con esas ventanas, ¿significa pues que no entenderé que la belleza está en el interior y no encontraré el amor?
El autor es licenciado en Bellas Artes, crítico del arte y teórico del arte socialista.
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